1 de diciembre 2016
El humo blanco de las bombas lacrimógenas se diseminó por todo las casas del pueblo. Las detonaciones se escuchaban por todas las calles de El Tule y nadie se salvó de las afectaciones por la entrada violenta de oficiales antimotines, que llegaron a buscar a los grupos de campesinos que se organizaban para participar en la caravana nacional en contra de la ley canalera. Todos los comunitarios se vieron afectados por los gases: sobre todo mujeres, ancianos y niños. Los policías dejaron a su paso caos y zozobra.
Hasta este miércoles 30 de noviembre, los antimotines todavía se mantenían apostados en las entradas del lugar, dirigidos por el comisionado general Ramón Avellán, sub-director de la Policía Nacional, quien se encontraba con un contingente de al menos 200 oficiales a su cargo.
Desde este 29 de noviembre, cuando comenzaron a llegar los primeros grupos de campesinos a El Tule, los antimotines empezaron a cercarlos, según los testimonios de los lugareños. Ese día a las 6 de la tarde se dio el primer ataque, que dejó un saldo de 3 heridos y varios detenidos.
Los testigos dijeron que mientras la Policía atacaba con bombas lacrimógenas y balas de goma, los campesinos corrían confundidos, intentando defenderse con lo que tenían a mano: piedras, palos y machetes. Se trata de habitantes de las comunidades aledañas a El Tule, que pretendían llegar a Managua y protestar para exigir la derogación de la Ley 840, ley de concesión del canal interoceánico. Sus tierras se verían afectadas por la virtual construcción de la obra y aseguran que no están dispuestos a salir de sus propiedades.
Marlene Díaz Lazo es una mujer pequeña y con el rostro expresivo, sus ojos y su pelo son color negro azabache y su piel es color ocre, con algunas manchas producidas por el sol. Proviene la comunidad Quebrada Seca y su intención, dijo, era participar en la manifestación campesina.
Salió de su casa desde este martes 29 de noviembre a las 6 de la mañana. Caminó por cinco horas para poder llegar a un camión que la trasladaría hasta la carretera, pero tuvo que bajarse del vehículo, pues se encontró con el paso cerrado.
“Nos encontramos como doscientos antimotines en la salida de la comunidad. Ahí estaban en el puente para que no pasaran los camiones, y entonces nosotros nos bajamos del camión y nos fuimos caminando por el monte para salir a aquí,a El Tule. Cuando entramos ya estaba la primera parte de nosotros aquí peleando con los antimotines .Es una grosería lo que están haciendo con nosotros ese puño de antimotines, vienen con sus akas y nosotros no tenemos armas”, narró Díaz.
En la noche del 29 y la madrugada del 30 de noviembre se dieron al menos dos enfrentamientos más. Mientras más campesinos iban llegando, la Policía recrudecía sus medidas, y los acorraló, hasta obligarlos a permanecer en un pequeño potrero a unos tres kilómetros de la ciudad. Los mantuvo aislados, lejos de la carretera y de las principales vías de acceso.
Algunos de los manifestantes se regresaron a sus comunidades golpeados, enfermos y tristes, ante la duras circunstancias que les impidieron cumplir con su objetivo de llegar hasta Managua. Otros, sin embargo, se quedaron en El Tule, con la esperanza de poder vencer los tranques policiales.
“Nuestro interés es participar en la caravana, nosotros no queremos violencia, no queremos guerra, no queremos ser unos campesinos despojados de nuestras tierras, queremos que respeten nuestros derechos. El gobierno no nos respeta nuestros derechos y tampoco nos deja elegir”, expresa Díaz. “Yo le diría al comandante Ortega que no sea bruto, que nos deje pasar”, agregó la campesina.
Después dos días fuera de sus casas, los campesinos se encontraban exhaustos y hambrientos. Algunas de sus comunidades quedan a días de camino de El Tule, una de las comarcas más grandes de la zona. Su plan era llegar ahí y juntarse con otros miembros de la lucha anticanal.
Los que se quedaron después de los enfrentamientos esperaban que en algún momento la Policía se retrajera, pero no fue ese el caso. Los tranques policiales y la militarización de la todas las localidades daban cuenta que el plan oficial era restringir totalmente las vías de acceso hacía Managua y evitar las concentraciones de personas.
“Nosotros nos replegamos porque no queremos enfrentarnos, es solamente cuando nos vemos comprometidos es que nosotros nos defendemos. Ellos tienen armas y nosotros apenas cargamos machetes, piedras o palos. Acaban de pasar las elecciones y el presidente sabe que el pueblo no está con él y para esta actividad que teníamos el pueblo se iba a desbordar y a eso le tiene miedo el gobierno”, manifestó Lenner Fonseca, líder de la comunidad El Roble.
“Nos están reprimiendo. Lo antimotines decían que era una orden del presidente que no dejaran salir a nadie. Es triste que los mismos nicaragüenses nos estemos matando no es justo, es el mismo hombre el que está haciendo las cosas, como en los ochenta. Una guerra completa y no es este el fin de nosotros, el fin de nosotros es vivir en paz en nuestras tierras”, añadió Nayibe Acevedo, también originaria de El Roble.
Tranques en toda la carretera
En toda la carretera hacía Río San Juan, las intersecciones viales estaban vigiladas por la Policía Nacional. Cada uno de los caminos y de las entradas y salidas estaban custodiadas por oficiales y en algunos casos también por efectivos del Ejército. Confidencial pudo constatar al menos siete retenes entre El Tule y San Benito, además de la presencia de unos seis buses de antimotines.
Cada carro que transitaba por la zona debía someterse a un interrogatorio y posterior revisión, si los oficiales lo consideraban necesario. Los buses eran retenidos durante horas y sus pasajeros cuestionados y asediados.
Lo mismo sucedía en Nueva Guinea. Al menos dos tranques policiales estaban en la entrada de la ciudad. Uno de ellos tenía al menos cien antimotines, equipados con armas de alto calibre. Dentro del pueblo, un inusual silencio invadía las calles. Pocas personas se atrevían a salir de sus casas y miraban con desconfianza a los policías que se encontraban en las principales vías.
Desde este martes 29 de noviembre, obreros del Ministerio de Transporte realizaron trabajos de excavación en el puente El Zapote, creando una zanja que bloqueó totalmente el paso que funciona como único punto de acceso a las comunidades como La Fonseca, La Unión, Puerto Príncipe, entre otras.
La profesora Elba Rivera, directora de la escuela La Montañita, fue testigo de la agresión policial contra el campesino Pedro Guzmán. Según Rivera, los lugareños se encontraban molestos por el cierre injustificado del paso y protestaron ante los oficiales, quienes dispararon bombas lacrimógenas y balas de goma. La maestra se encontraba junto a 150 estudiantes de entre 6 y 16 años que volvían de una actividad recreativa en celebración de la finalización del año escolar.
“Nosotros pasamos por ahí en la mañana y pudimos pasar. Ya como a las 12:30, cuando regresábamos, ya no había pasada. La gente comenzó a tirar piedras. Vimos cómo la gente salió corriendo y pude ayudar a los dos heridos que quedaron de nuestro lado”, manifestó Rivera.“Nosotros al final pudimos pasar, pero los heridos se quedaron entrampados”, indicó la maestra.
Jóvenes y adolescentes de Nueva Guinea, cansados de la represión hacia los campesinos, decidieron actuar por su cuenta y enfrentaron a la Policía Nacional y antimotines a punta de piedras y garrotes.
El escenario del enfrentamiento fue el mercado municipal de Nueva Guinea. Tanto varones como mujeres se dispersaron en las calles para enfrentarse a los antimotines, que durante todo el día no permitieron el paso de los campesinos hacia Managua.
“No fue nada organizado, eso nació de ellos, al ver tanto atropello a los campesinos. Es que la Policía y los antimotines quedaron en ridículo, porque no pudieron frenar a los chavalos”, dijo una fuente a Confidencial.
El enfrentamiento empezó a eso de las 3:00 de la tarde y finalizó casi tres horas después. La fuente que narró a Confidencial los hechos, aseguró que por lo menos unos 70 jóvenes y adolescentes lucharon contra las fuerzas policiales y, al menos, hay cinco detenidos y un herido.
Es la primera vez que jóvenes y adolescentes se unen para frenar la represión de las fuerzas policiales en Nueva Guinea. “Nunca antes se había visto algo similar, es una forma de despertar de los muchachos”, declaró la fuente.
La Policía Nacional emitió un comunicado acusando de grupos vandálicos a los manifestantes campesinos de El Tule y Nueva Guinea. Según el Comisionado General, Francisco Díaz, jefe de facto de la institución y consuegro del comandate Daniel Ortega, los manifestantes tenían intenciones de quemar una cisterna de aceite vegetal y un camión con cilindros de gas butano.
Los campesinos de la zona niegan esas acusaciones.
“Ellos tiraron las bombas y las balas de salva y nosotros lo que hicimos fue reaccionar. Esto es una represión para que nosotros los campesinos no luchemos por el derecho de nosotros y no lleguemos a la capital”, expresó Freddy Laguna, uno de los manifestantes atacados en El Tule.
La líder campesina Francisca Ramírez ni siquiera pudo salir de la comunidad La Fonseca, ubicada a unos 40 kilómetros de el puente El Zapote. Ramírez denunció la represión y la persecución efectuada por la Policía Nacional hacia los miles de campesinos del movimiento anticanal.
Este miércoles 30 de noviembre, los líderes del Consejo Nacional por la Defensa, Tierra, el Lago y la Soberanía acordaron la retirada de la manifestación. El saldo total de heridos es de 10 personas y al menos 20 se encuentran aún desaparecidos.
La líder campesina aseguró que el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, acordó reunirse con una delegación de su movimiento hoy, como parte de su visita oficial a Nicaragua. Mientras Ramírez se encuentra en Managua, una camioneta de su propiedad fue retenida en Nueva Guinea, en la zona del Verdún. A eso se suma un camión, también propiedad de la líder campesina, que fue retenido desde el 29 de noviembre por los oficiales y antimotines.
Periodistas vapuleados e interrogados
Dos periodistas, uno de origen británico residente en Hong Kong y otro nicaragüense, fueron detenidos por la Policía Nacional en el ejercicio de sus labores profesionales. Julio López, reportero del programa radial Onda Local, denunció que fue retenido por la Policía en dos ocasiones, la primera en el enfrentamiento en el puente El Zapote. Ahí fue esposado y golpeado por oficiales. Su equipo fue retenido y las memorias decomisadas. Fue puesto en libertad en Nueva Guinea, donde horas después fue arrestado por segundo ocasión.
“Me llevaron a la estación y me golpeaban mientras me estaban interrogando. Estuve ahí como dos horas y me quitaron el carnet que me identifica como periodista”, dijo López.
Por su parte el corresponsal del periódico de Hong Kong, South China Morning Post, Ivan Broadhead, fue apresado en El Tule mientras daba cobertura a los disturbios en la zona. Ahí fue golpeado por antimotines y luego trasladado a la estación policial en San Carlos, donde estuvo unas cinco horas y sufrió varios interrogatorios.
“Las cosas se tornaron bastante tensas. Yo intenté explicarles a los oficiales que era un periodista de Hong Kong, aunque no tenga apariencia china, pero no me creían. Mis cámaras y pertenencias fueron requisadas y fue bastante difícil. Después de varios interrogatorios fui liberado”, indicó Broadhead.
(Maynor Salazar colaboró en la elaboración de este reporte)