31 de julio 2017
Hasta marzo de 2015, Venezuela era nuestro principal proveedor de hidrocarburos. Ese mes, la nación sudamericana entregó al país US$43.9 millones en petróleo y derivados, de los US$52.9 millones importados ese mes, equivalente a 83.0% del total. Esa fue la última vez que ese país fue el suplidor mayoritario de nuestras necesidades de esa materia prima.
Desde entonces, el suministro petrolero venezolano ha pasado a cubrir solo un tercio de las compras del país, dejando a Estados Unidos como el primer proveedor de petróleo, cambio que ejerce una presión adicional sobre las reservas internacionales en dólares, que tutela y resguarda el Banco Central de Nicaragua (BCN).
El economista Adolfo Acevedo detalla, citando el informe del Artículo IV preparado por la Misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), que estuvo en Nicaragua a finales de abril, que el suministro petrolero de Venezuela se habría reducido de casi 11 millones de barriles al año, a solo unos 3.7 millones de barriles.
“La implicación de este anuncio es que ha finalizado el virtual monopolio de Albanisa sobre las importaciones de hidrocarburos, por cuanto los 10.95 millones de barriles al año que antes se podían importar desde Venezuela representaban la mayor parte de las necesidades de hidrocarburos del país. De un año a otro, se redujo el suministro de petróleo venezolano en un 66.7%, a solo 3.65 millones de barriles anuales”, detalló.
El problema para las finanzas públicas nicaragüenses se deriva del hecho que la diferencia de 7.3 millones de barriles, “que representan ahora la mayor parte de las necesidades de importación anuales de hidrocarburos, deberán importarse de otros países, desembolsando divisas líquidas”.
“Esto significaría una nueva presión sobre las reservas internacionales, cuando los potenciales importadores de hidrocarburos se vean forzados a adquirir las divisas para pagar al contado por los 7.3 millones de barriles que Venezuela dejó de suministrar”.
Gracias al comercio
Aunque las estadísticas oficiales del BCN muestran que, al menos en el último mes, las reservas internacionales brutas (RIB) han mejorado su posición, al pasar de US$2,585.0 millones el 28 de junio a US$2,594.4 millones el 24 de julio, Juan Sebastián Chamorro, director ejecutivo de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social, (Funides), cree que si la posición de las RIB se mantiene, es gracias al comercio exterior.
Él observa que la obligación de pagar al contado a los nuevos proveedores, puede generar una mayor demanda de dólares y afectar la posición de reservas, “pero por otro lado están aumentando las exportaciones, muchas de ellas a doble dígito, lo que puede estar amortiguando el flujo de divisas”.
Si bien es cierto el crecimiento de las exportaciones no es tan intenso como para compensar lo suficiente la demanda de divisas para pagar por el petróleo, Chamorro señala que “la caída de los flujos fue gradual, no brusca, y este año las exportaciones están aumentando bastante”. Si bien las exportaciones cayeron el año pasado, generando una caída de reservas, “este año ya no están cayendo”, aclaró.
Para el economista Enrique Sáenz, dejar de importar petróleo venezolano en condiciones financieras extremadamente favorables, más que un riesgo, representa una serie de consecuencias. La primera es que “en lugar de recibir petróleo al crédito tiene que pagarse como cualquier otra importación, lo cual a la larga repercutirá en la balanza de pagos”.
“Ahora, las variaciones en los precios internacionales del petróleo carecen del colchón amortiguador que representaba el convenio con Venezuela. También hay que anotar que se invirtieron los flujos financieros con ese país: ahora los flujos son negativos, pues es mayor la amortización por la deuda petrolera acumulada, que los montos percibidos en calidad de crédito petrolero”, añadió.
Combustible siempre caro
A pesar de lo que podría pensarse, la diversificación de las fuentes de petróleo (además de Estados Unidos y México, el país está comprando pequeñas cantidades de hidrocarburos a Italia y Estonia entre otros), no parece representar un ahorro perceptible en el precio que paga el consumidor final.
Sáenz explica que “el problema con el precio interno del combustible es que está sometido a un control monopólico, con el agravante de que quienes controlan el negocio también concentran el poder político. Es la misma camarilla gobernante. Por esa razón en Nicaragua los precios son más altos que en el resto de países centroamericanos”.
“Por otra parte, y esta también es una razón poderosa, al desplomarse los beneficios de la cooperación petrolera venezolana, los beneficiarios buscan compensación en los bolsillos de los consumidores. En otras palabras, lo que están dejando de percibir por la vía de la cooperación petrolera venezolana lo están compensando a costillas de empresarios y consumidores locales”, aseguró.
Los empresarios de determinados rubros que producen para exportar también se han visto afectados. Juan Sebastián Chamorro, de Funides, señala cómo la pérdida de una parte sustancial de los ingresos de Albanisa, se tradujo en una disminución de las exportaciones de leche, carne y otros rubros de los que “estamos exportando solo una fracción de lo que se exportaba” en mejores tiempos.