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Managua de noche

Rumba, alegría, desenfreno, licor y deseo forman parte de una Managua que despierta cuando el sol se oculta

Una pareja baila al ritmo de Dancehall en una discoteca de Managua. Un círculo se forma a su alrededor y los reflectores están sobre ellos. Carlos Herrera/Confidencial.

Maynor Salazar

9 de enero 2016

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Al anochecer, Managua se convierte en un centro de entretenimiento. Bares, discotecas, mariachis y comida, son parte del conglomerado de opciones que ofrece la capital a los visitantes nocturnos, que llegan a los establecimientos con el objetivo de relajarse y pasar un buen rato entre amigos.

Confidencial realizó un recorrido por varios puntos de Managua, en busca de personajes que, desde su perspectiva, cuentan cómo se divierten los capitalinos. La tarea no fue fácil, pero al final un bartender, un grupo de mariachis, un Disc Jockey (Dj) y una propietaria de un negocio de comida rápida, aceptaron compartir un rato de su “noche a noche” y relatar lo que pocos saben de esta ciudad que “nunca duerme”.

El cortejo inicia con una copa

Daniel Mercado es el bartender de la discoteca El Zol. Es quien se encarga de mezclar licores para obtener resultados en forma de Margaritas, Martini o Daikiri. Carlos Herrera/Confidencial.

Daniel Mercado es el bartender de la discoteca El Zol. Es quien se encarga de mezclar licores para obtener resultados en forma de Margaritas, Martini o Daikiri. Carlos Herrera/Confidencial.


Daniel Mercado espera paciente detrás de la barra. A las 8:45 de la noche las personas que llegan a la discoteca El Zol, ubicada cerca de la rotonda Bello Horizonte, no se animan a pedirle tragos fuertes. Daniel es el encargado de combinar distintos licores y darle vida a un Margarita o Blue Lamborghini. Él es el bartender.

El aburrimiento parece avanzar con mayor rapidez que la noche, sin embargo, un joven de unos 23 años se acerca donde Daniel a pedirle un trago elaborado a base de jugo de fresa, licor transparente y otro de color naranja. En cuestión de segundos las combinaciones resultan en un Daikiri de Fresa, que el joven ofrece a una muchacha, como excusa perfecta para un acercamiento.

En sus ocho años de experiencia detrás de la barra, Daniel afirma que este tipo de detalles es el principal cortejo de un hombre una mujer. A veces el objetivo se logra, en otras ocasiones solo son otros 80 córdobas regalados a una desconocida.

“Aquí la gente viene a divertirse mucho. Tratamos de mantener el ambiente alegre, para que el cliente se mantenga tranquilo en la mesa, tratamos de que el servicio sea rápido para que las personas no tengan que levantarse mucho ni llamar a la hora que necesiten algo”, aclara Daniel sobre el servicio que brindan de jueves a domingo.

Cuando las personas llegan de forma constante a la barra a pedir más bebidas que los hagan entran en calor, la noche para Daniel pasa en un abrir y cerrar de ojos. La buena vibra de sus clientes convierte el trabajo en un placer.

“En el ambiente en que uno comienza a trabajar, es una adrenalina que te corre y te gusta, me gusta sentir la energía positiva que viene, al servir, al dar las cosas, al ver a la gente que está bailando y se siente alegre, me gusta mucho mi trabajo, sentir que las personas están bien, que bailan, que se divierten, que se van tranquilas para sus casas”, continúa el bartender.

Para Daniel, Managua es una ciudad que no duerme en la noche, y la prueba fehaciente de lo que dice es la cantidad de personas que ve en su lugar de trabajo y el ambiente que permanece en la rotonda hasta el amanecer.

“Yo entro a las cuatro de la tarde y salgo al día siguiente, a las cinco o seis de la mañana. Mi familia ya se acostumbró a esperarme por la madrugada”, confiesa Daniel, quien expone que el desvelo “golpea” su cuerpo, sin embargo, no le queda otra más opción que trabajar para mantener a su familia.

El tiempo apremia y la productividad de Daniel debe hacerse notar. Ya hay una lista de tragos por preparar, algunos pedidos desde las mesas y otros solicitados en la barra, el rincón donde, de vez en cuando, este bartender baila para disfrutar parte del ambiente que la capital también le ofrece.

El hombre de la fiesta

Parejas bailan en la discoteca Playa de Los Románticos. Carlos Herrera/Confidencial.

Parejas bailan en la discoteca Playa de Los Románticos. Carlos Herrera/Confidencial.

“¿Dónde está la gente de Managua? Quiero ver a la gente de Managua. Mano arriba”, dice desde una tarima Eli Delgado, mejor conocido como Dj Eli, en Woacha Discoteca, ubicada en Linda Vista.

En Woacha, Dj Eli es el rey de la música, el que pone ritmo a la pista y quien complace a las personas con la canción que le pidan. Su trabajo lo hace auxiliado de dos computadoras, un equipo que regula el sonido y un micrófono, con el que “controla” las emociones de los bailantes.

Basta que Dj Eli pida que las mujeres griten para que lo hagan. Si solicita la respuesta de los hombres, ellos corresponden con otro grito. Si quiere que las personas bailen salsa, pone una mezcla de Marc Anthony o Chi Chi Peralta y si desea llevarlos a retumbar con el Dancehall, libera por los parlantes la canción Party Animal, de Charly Black.

“Estoy animando, yo estoy poniendo música. Como DJ venimos a hacer bailar a la gente, que se sientan bien con nosotros, en Woacha, le damos la mejor atención”, explica rápidamente Eli. “Yo salgo a las mesas y le pregunto a la gente qué quiere escuchar y la gente si quiere cantar pues también lo hace porque es karaoke”, continúa.

Para Dj Eli, Managua es una capital que respira diversión en las noches. Los capitalinos ponen vida a los centros nocturnos, importando poco si es en un bar, discoteca o night club.

“Los lugares de diversión se han expandido en Carretera Norte, el centro de Managua, aquí en Linda Vista. Las personas buscan salir de sus casas en la noche. Y nosotros nos encargamos de activarlos y darles energía”, refiere Eli.

A sus 36 años y con más de 16 de experiencia como Dj, la rutina de Eli le obliga a descansar por el día y empezar sus labores desde las ocho de la noche hasta dos de la madrugada. Irónicamente el amor a su trabajo, en ocasiones le resta tiempo para convivir con su familia, sin embargo, asegura que si uno de sus hijos quisiera seguir sus pasos, lo apoyaría sin dudarlo.

“No hay que ser amargado. Hay que salir a bailar, a la discoteca, a los bares. Al que no le gusta bailar que se quede cuidando a sus hijos, que cuide a su familia”, recomienda Dj Eli.

La rotonda de la alegría

La rotonda de Bello Horizonte es el punto en común de varios grupos de Mariachis. Algunos cantan en los locales que están a los alrededores. Otros lo hacen en los barrios de Managua de día, noche o madrugada. Carlos Herrera/Confidencial

La rotonda de Bello Horizonte es el punto en común de varios grupos de Mariachis. Algunos cantan en los locales que están a los alrededores. Otros lo hacen en los barrios de Managua de día, noche o madrugada. Carlos Herrera/Confidencial

La rotonda de Bello Horizonte es un legendario punto de diversión nocturna. Aquí, la guitarra viva desplaza al parlante. No hay DJ que valga, sino mariachis con voces afinadas que ofrecen sus canciones en negocios cercanos o en otros puntos de Managua.

Adolfo Lanzas pertenece al mariachi Imperial. Desde hace diez años él y sus compañeros se reúnen en la rotonda a esperar clientes que paguen por una de sus canciones. El lugar es visto por todos como una hermandad, pues un día “podés andar con un grupo y al día siguiente con otro”.

“Hoy venimos como a las dos de la tarde, nos reunimos, y ahorita recién regresamos de trabajar. Aquí repartimos el dinero que conseguimos y luego cada quien agarra para su casa”, indica Lanzas, quien agrega, con un rostro visiblemente maltratado por el cansancio, que la rutina de trabajo es como cualquier otra.

Sin embargo, el cansancio y el desvelo no son la dificultad más grande que enfrenta Lanzas y su grupo. En la rotonda, el pago de una canción es mucho más barata que en una casa de habitación. La razón es porque cuando están en Bello Horizonte, deben ofrecer el mejor precio, y competir contra otros mariachis.

“El trabajo del mariachi es como un negocio. Un día te va bien, otro día no sabés si te puede ir bien, pero esto depende también de la clientela, de los grupos, cómo lo has manejado y así te va a fluir el dinero”, explica Lanzas.

Cuando el mariachi Imperial no toca fuera de la rotonda de Bello Horizonte, el único camino que tiene para reunir dinero es entrar y salir de los establecimientos con la esperanza de que una familia, una pareja de novios o una persona nostálgica, les llame para que toquen una canción.

“Nosotros tocamos seis canciones, más una de obsequio. El costo depende de dónde vayamos: en Managua vale mil 800 y si vas a un lugarcito más largo, sale un poco más caro”, finaliza Lanzas.

Sin mucho que ofrecer a las dos de la mañana, Lanzas y sus amigos tocan la última canción, en plena calle, porque así lo pidió un cliente. Tres minutos pasan y los instrumentos dejan de sonar. Todo el mariachi Imperial se sube a la camioneta, a excepción de Lanzas. “Es que a mí me gusta disfrutar siempre un poco más del ambiente”, argumenta.

El último destino

Los negocios de comida rápida abren a las cuatro de la tarde y cierran hasta el amanecer. El menú más repetido es hamburguesas, papas fritas y burritos. Carlos Herrera/Confidencial.

Los negocios de comida rápida abren a las cuatro de la tarde y cierran hasta el amanecer. El menú más repetido es hamburguesas, papas fritas y burritos. Carlos Herrera/Confidencial.

Acercándose el amanecer, exactamente a las cuatro de la mañana, todas esas personas que tomaron en el bar, que bailaron en la disco, o que disfrutaron de otra atracción del ambiente nocturno de Managua, se refugian en los puestos de comida rápida. Es que como el hambre ataca y los restaurantes ya están cerrados, el último destino, casi de forma obligada, son los carritos que venden hamburguesas, papas fritas y burritos de pollo, res o cerdo.

“Vengo de la disco El Chamán, la verdad vengo aquí a comer para matar el hambre, a las tres de la madrugada da hambrita y vine a este lugar porque ya es reconocido, uno viene a comer aquí para deshacer el licor”, dice David Argüello, quien está acompañado de tres amigos.

Los carritos de comida rápida abren a las cuatro de la tarde y cierran al amanecer. Siempre tienen clientes, y en fines de semana no se dan abasto.

“Aquí somos los preferidos para los clientes. Comienza a llenarse en la madrugada, a veces a las once, depende, no hay hora fija. El precio es algo barato, si van a otro lado es más caro”, relata Aracely Montalván, dueña de un negocio de comida rápida.

En Managua, los puestos de comida rápida más populares son los que están en las cercanías de la pista Cardenal Obanaod y la rotonda de Bello Horizonte. La mayoría de las personas que llegan a comer a estos carritos están claros de que lo que comen no es calidad, pero si “resuelve” a esa hora de la madrugada.

“Creo yo que calidad no cumple con el cien por ciento, pero si resuelve porque salís generalmente con mucha hambre (de la disco) y venís acá y por un precio muy módico, podés comer y puede darte chance de llegar a tu casa a buscar algo más”, menciona José Argüello, cliente frecuente de los puestos de comida rápida.

Saciada el hambre, quedan dos caminos. Ir a casa a descansar, o seguir de fiesta. La decisión depende de usted. Total, Managua se mantiene despierta hasta que el sol salga.

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Maynor Salazar

Maynor Salazar

Periodista. Investiga temas de medio ambiente, corrupción y derechos humanos. Premio a la Excelencia Periodística Pedro Joaquín Chamorro, Premio de Innovación Periodística Connectas, y finalista del premio IPYS en el 2018.

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