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¿Por qué creo en el Real Madrid?

Siempre he estado lo suficientemente claro, que los juegos se deciden en la zona de contención y creación, el medio campo

Seguidores del Real Madrid llegan a Paris para apoyar al equipo en la final de la Champions League que disputan contra el Liverpool. Foto: Confidencial | EFE. Christophe Pettit Tesson.

Edgar Tijerino

28 de mayo 2022

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Creer o no creer. He ahí el dilema “marca” Shakespeare, que grafica las posibilidades de ver al Real Madrid adueñarse de la Champions 2022, derrotando a un rival tan complicado de resolver, como es el Liverpool. Las teorizaciones, antes de una batalla de este tipo, se multiplican con una excesiva carga de sabiduría, dando la impresión de que los analistas son los dueños de la verdad.

La tiza se desliza sobre la pizarra como una bailarina del Bolshói, dibujando todas las variantes imaginables. Ajedrez puro, dirían Montgomery y Rommel, dos grandes generales que seguramente -como Klopp y Ancelotti-, nunca durmieron en la víspera de una batalla crucial, buscando con lupa algo nuevo. Que los dos equipos se conozcan tan bien como Richard Burton y Elizabeth Taylor, no cierra las puertas a los imprevistos, crecimientos, bajones de voltaje, alardes de atrevimiento, oportunidades milagrosas, corazonadas, etcétera, etcétera, como decía mi abuelo, que lamentablemente no vio en acción a Messi y Cristiano, tampoco a Benzema y Mané.

La lógica no usa uniforme


El choque de opiniones es algo natural frente a un duelo tan equilibrado. Me inclino por el Liverpool, empujado por la fuerza de la lógica, me decía ayer un amigo y colega antiMadrid… Yo creo en el Real Madrid, porque ha estado haciendo añicos la lógica con sus resurgimientos fabulosos, le respondí sin una gota de sarcasmo… Lo casual tiene un límite, continuó, y regresé: quizás, pero cuando se aproxima a un hábito, lo casual deja de serlo y provoca temor… Por supuesto, no es ese mi punto de apoyo para creer en el Real Madrid, que ha pasado de ser el equipo de los “Ángeles  blancos”, al de los  “Leones blancos”, con rugidos que salen de sus corazones y un juego a ratos de ráfagas impresionantes.

A favor del Liverpool se argumenta que viene de una Liga más fuerte como es “La Premier”; que su capacidad de agresión -que no admite ninguna duda- es agobiante; que su defensa jefeada por Van Dijk y Konaté es muy sólida, ordenada y mordedora; que Klopp es mejor planificador y le saca mayor provecho a “sus soldados” que Ancelotti; que no se jugara en el Bernabéu; y que su tridente de ataque -Salah, Mané y Díaz-  es incansable y multi-peligroso, capaces de entrar al cielo por el ojo de una aguja. Todo eso es cierto, pero acaso el PSG, el Chelsea y el City, tan bien armados, no quedaron tirados en el piso como el cadáver de Héctor frente a Aquiles.

¿Por qué ocurrió eso tres veces? Porque además de resistir lo necesario y mejorar en funcionamiento en las rectas finales, los movimientos desde el banco realizados por Pochettino, Teuchel y Guardiola, fueron los adecuados, pero no respondieron como lo han estado haciendo los de Ancelotti. Los mejores hombres 12, 13 y 14, han sido los del Madrid. 

El medio campo decide

Siempre he estado lo suficientemente claro, que los juegos se deciden en la zona de contención y creación, el medio campo. Iniesta y Xavi, fueron los grandes soportes del equipo español Campeón Mundial en África del Sur 2010. Incluso en el fulgurante Brasil de 1970, Gerson movía los hilos con el acompañamiento de Clodoaldo, en el todavía vigente 4-2-4, con los laterales subiendo.

El medio campo del Madrid cuenta con vasta experiencia y llamativa destreza, con un líder super visible que es Luka Modrić, un feroz y talentoso Casemiro, y Toni Kroos, sin el ritmo para ofrecer 90 minutos de consistencia garantizada, pero si para durar lo suficiente con Camavinga en espera de ingresar, inyectando vitalidad, presencia y precisión en los cierres de juego… Sin subestimar la gestión de Thiago Alcántara, quien sacó provecho de su estadía en el Barcelona y su tránsito por el Bayern, pero con dudas sobre su estado atlético, y sabiendo de los aportes de Henderson y Fabinho, considero superior al  Madrid en ese sector de tan vital incidencia en el rumbo que tome el juego.

Atacando, el Liverpool es más directo en sus proyecciones. La agilidad, rapidez y facilidad para apretar el gatillo sobre la marcha aún desde posiciones incómodas, de sus tres fieras, ejerce una presión intensa con Thiago como enlace. Cualquiera de ellos, puede resolver con maniobras individuales y su actividad en el área, deberá fabricar muchos problemas a la zaga del Madrid.

Obviamente, hará falta el atrevimiento de Arnold, preocupado por Vinicius, lo cual, recorta la profundidad del Liverpool por la derecha. Con Benzema siempre con su olfato activado y su control muscular para las ejecuciones, moviéndose en el área, Van Dijk y Kanoté estarán muy ocupados para evitar concederle espacios a ese Tigre, lo que permitirá a Vinicius mejores incursiones por la izquierda con su velocidad, y también a Federico Valverde por derecha, como un agregado al medio campo y la delantera de acuerdo con las circunstancias. Hasta hoy, Benzema ha demostrado ser el más decisivo definiendo. Creo que él y Vinicius, serán más determinantes mientras llega Rodrygo.

Atrás el Real Madrid ha sido sometido a cuestionamientos por repentinas irregularidades tanto de Alaba como de Militao, pero ese uno-dos dispone de los recursos para cerrar espacios y anticipar, lo cual será un reto para Salah y Mané…Con Carvajal por la derecha y Mendy por la izquierda, Casemiro estará más concentrado en su retroceso por el centro, tratando de cortar conexiones.

Henderson y Arnold estarán obligados a ser prudentes después de las dificultades que atravesaron en varios juegos con pelotas servidas a sus espaldas. Como puede observarse, el duelo no es una ecuación algebraica de fácil solución, y es en este punto, que el corazón, la garra y la determinación del Real Madrid, desequilibra. Además, está el belga Courtois, ese arquero de las atajadas en los momentos cumbre, mejor que el brasileño Allyson. 

A sentarnos pues, con los cinturones abrochados y cruzando dedos.


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