Si la vida de Luis Enrique Mejía López, conocido popularmente como el “Príncipe de la Salsa”, pudiera contarse con títulos de sus propias canciones, Así es la vida, Yo no sé mañana y Date un chance resumirían, con ironía y verdad, los giros inesperados de su historia personal y de su carrera. No solo porque se convirtieron en grandes éxitos, sino porque reflejan su forma de vivir y de hacer música.
Antes de conquistar escenarios y premios por toda América Latina, Luis Enrique “no tenía un plan”, como él mismo confiesa. Vivió en carne propia la incertidumbre de ser migrante indocumentado en Estados Unidos, enfrentando miedo, discriminación e inseguridad. Y como si viviera bajo el mantra de Yo no sé mañana, fue tomando decisiones sin apuro, dejando que la vida y la música le marcaran el camino.
Mientras tanto, añoraba las tardes felices en Somoto, su pueblo natal, con el sabor del refresco de avena y el olor a tierra mojada, la infancia feliz en la Calle Real. Aceptó que, a veces, así es la vida: irónica, drástica, impredecible. Pero también decidió darse un chance y apostarlo todo por lo que amaba desde niño: la música.
En esta entrevista que se transmite en el programa Esta Semana, en el canal de YouTube de CONFIDENCIAL, el domingo 29 de junio de 2025 a las 8.00 PM, Luis Enrique comparte pasajes íntimos de su vida: su infancia en Somoto, su experiencia como migrante, su faceta como padre, y el profundo amor que mantiene por Nicaragua, esa tierra que –según dice– nunca ha dejado de estar presente en él.
Somoto y música
¿Qué recuerdos tenés de tu infancia en Somoto? ¿Qué sabores, olores y escenas se te vienen a la mente?
Los olores son importantes. El olor a tierra mojada cuando llovía en aquellas calles donde era un río lo que se formaba. Es inevitable no recordar eso y me transporta a un momento de mi niñez importante, llena de libertades increíbles, del hecho de poder jugar en la calle, salir con amigos, de ir a las fincas con el ganado, a los cafetales. Todo eso me llena de profunda alegría haberlo vivido.
El refresco de avena con agua de tinaja… (como lo relata en su libro “Autobiografía”)
¡Por favor! Yo tenía una tía abuela que todas las tardes era casi religión pasar por su tienda y ella tenía una tinaja enorme donde guardaba agua, que se conservaba fresca. Y nos hacía un refresco de avena con agua y azúcar, y después nos daba una semita rellena, que es lo que se hace en Somoto, a nivel de repostería y demás, con esa avena. Y eso fue algo que me marcó profundamente en mi niñez también.
Venís de familia de poetas, músicos, pintores ¿se nace con esa sensibilidad artística?
Creo que hay dones que Dios te da y que traes. Y que más allá de que nazcas o no en una familia de artistas y de poetas, no necesariamente quiere decir que tú vayas a hacerlo. Creo que eso se tiene que traer. Pero además ser incentivado por el ambiente que te rodea.
Fui el primer nieto, el primer sobrino, y recibí toda esta energía cuando mis tíos eran muy jóvenes creando música. Mi tío Carlos ya estaba en un momento importante de su carrera y de su vida artística, y yo recibí todo eso. Además que tuve la dicha de poder sentarme con mi abuelo paterno a cantar con él, lo cual no estoy seguro si mis tíos tuvieron esa posibilidad, pero yo la tuve. Y eso, indudablemente fue algo que me ayudó a descubrir en mí, mi amor y el sentido musical que mi vida ya traía en la sangre. Que el hecho de que él se haya sentado y me indicó, me enseñó, me dirigió a cómo aprender a escuchar música.
Eso me marcó profundamente. Así que, inevitablemente, para mí, desde muy niño, identifiqué que la música era lo mío.
Indocumentado en Estados Unidos
Son tiempos difíciles en este momento para ser migrante en Estados Unidos: estigma, deshumanización, discriminación. ¿Qué te hace recordar de tu experiencia como migrante indocumentado?
También fue difícil en aquel momento. Yo creo que todos los momentos que han habido en Estados Unidos en referencia a los inmigrantes, es un problema que nunca se ha resuelto. Cada vez que la propuesta de una nueva ley migratoria intenta entrar y ser al menos escuchada, no se logra. Y mientras ese problema no se resuelva, No, tampoco se va a resolver lo de la inmigración a Estados Unidos.
¿Y qué fue lo que más te marcó en esos años siendo un migrante indocumentado?
Para mí fue chocante, porque nunca lo había experimentado: la discriminación. Fue algo que me chocó profundamente y que me ayudó a entender un poco lo difícil que era navegar en esas agua, siendo indocumentado, no hablando inglés en aquel momento, intentando aprender de alguna manera entrar en esa sociedad. Fueron cosas que me tomaron mucho tiempo lograrlas y poderlas domesticar. La incertidumbre que también va arraigada al hecho de ser indocumentado es algo que no me quité, incluso cuando ya no lo era. Seguía con aquella sensación de inseguridad. Así es que yo sé lo que se pasa siendo indocumentado en ese país.
En tu canción Autobiografía, decís: “no soy de aquí, ni soy de allá” . ¿Qué es el hogar y la patria para vos?
Es el lugar donde te sientas bien y donde tus libertades fundamentales estén. Donde tú puedas ser tú, donde puedas ser el creador de tu destino, de tu presente y tu futuro. A partir de mis 15 años tuve que aprender a hacer hogar en diferentes lugares y en diferentes culturas. Adoptando ciertas cosas que me sirvieran para la raíz nicaragüense que traigo, pero también que me ayudaran a desarrollarme como ser humano y definitivamente como artista. Tener esa posibilidad para mí fue imprescindible.
El salto de Luis Enrique hacia la salsa
¿Cómo fue ese salto de tocar en bares y orquestas locales, a consolidarte como un solista de salsa en ese momento?
Siempre he dicho que me considero una persona bendecida, porque no necesariamente, o al menos no conscientemente, he tenido un plan y he desarrollado un plan. Más bien, en mi caso, por el hecho de haber tenido que irme de Nicaragua a tan temprana edad, haber tenido que dejar a mi familia, a mi país, a mis raíces y todo lo demás, pues se me hizo urgente aprender muy rápidamente a que la vida y Dios me iban a dar señales y que estaba en mí y de mí, si obedecía a eso o no. Es como tener toda la baraja en la mesa y ver cómo vas a jugar eso.
¿Y recordás un momento clave?
Creo que todo fue de a poco conmigo. Se abrió una puerta y se cerraban dos. Se cerraban dos y se volvía a abrir otra donde menos lo esperaba. Entonces fue como: Okey, la vida es esto. No siempre lo que se cierra va a ser negativo, al contrario, podría ser lo que te catapulte a una cuestión mucho más grande y mejor, positiva.
Yo siempre canté las canciones de mis tíos. Era mi compañía toda mi vida y lo sigue siendo. Por ende, cantar salsa fue algo que se dio también a propósito de cumplir con ser músico primero y luego desarrollarme autodidácticamente como cantante de salsa. Cómo podía traer las canciones románticas que yo ya escribía, a un género que en aquel momento, cuando yo ya salgo como cantante, me abre esa puerta. En donde ya la puerta del músico había abierto suficiente para seguir creciendo. Pero esta otra, que iba paralela a la del músico, también me estaba dando una señal de: ven para acá, que es por aquí. Y por ahí fue que tomé la decisión de hacerlo.
¿Te diste cuenta que eso era lo que querías hacer?
Indudablemente. No hubiese podido hacerlo de otra manera. Yo siempre he sido muy honesto conmigo mismo en cuanto a las cosas que intuitivamente me están casi que empujando a tomar acción, a hacer lo que tengo que hacer. Y en la música no ha sido no ha sido la excepción. He hecho diferentes tipos de música y sigo haciendo diferentes tipos de música porque siento que esencialmente soy un músico que se sigue descubriendo y se sigue retando a cumplir con cosas que creo importantes para mi crecimiento, no solo en la parte musical, sino como ser humano. Para mí, la música es Dios. Para mí, es un regalo divino. Es algo que respeto y con lo cual comulgo.
Desde niño fui abrazando todas estas cosas y creo que esencialmente eso es lo que me ha hecho ser quien soy aún dentro de la salsa, amo mi música de salsa y amo todo lo que aprendí de los pioneros, de los artistas que han estado mucho antes que nosotros.
Así es la vida, pero Date un chance
¿Y qué tan importante ha sido el contenido, el texto, las letras en tus canciones?
La lección más importante en cuanto a lo que significa, a lo que se dice y cómo se dice, me la dieron mis tíos. Eso es todo. Es de ahí de donde viene esa inquietud de querer seguir proponiendo y diciendo cosas, aunque sean canciones de amor. Seguir diciendo cosas importantes y también cosas que uno entiende que pudiesen ayudar a otro. Ejemplos como: Así es la vida, Date un chance, Abre tus ojos. En fin, un montón de canciones que se salen un poquito, digamos, de la normalidad de una canción de salsa. Y eso también lo aprendí desde muy temprano del maestro Rubén Blades, de que aunque fuese música bailable, el peso que tenía lo que se decía, era también importante.
¿Le confesaste personalmente a Marc Anthony que te la ‘jugaste de vivo’ en la canción: Así es la vida?
(Se ríe) Una vez se lo dije y no sé si él se recuerda….
En su libro autobiografía, Luis Enrique, confiesa que la canción escrita por Omar Alfano, se la ofrecieron primero al estadounidense de raíces puertorriqueñas, Marc Antony, a quien el nicaragüense llamó para decirle que se trataba de una canción que él ya tenía grabada, aunque era mentira.
Marc siempre ha sido un tipo muy generoso y en aquel momento lo fue conmigo. No cualquier persona le dice al otro: Tranquilo, no te preocupes, quédate con esa canción. Es más, ni la he escuchado.
Era originalmente para él…
Era originalmente, se la habían enviado a él.
En tus canciones se habla de amor, de ruptura, de ausencia, de esperanza. ¿Cuánto hay de tu biografía en tu repertorio?
Hay mucho también. Indudablemente tiene que haber un gran porcentaje para poder decirlo de la manera en que lo digo. Pero también creo que es más coherente decir que todo lo que canto es algo en lo que, aunque quizás en algunos casos no lo he escrito yo, lo ha escrito Omar Alfano, Jorge Luis Piloto, etcétera, tiene que ver con mi manera de pensar.
Algo tiene que hacer clic con lo que siento 100% y con cómo pienso acerca de lo que me están planteando que diga. No podría decir algo que no es totalmente coherente con lo que soy yo, o con lo que puedo decir yo.
El “regreso” del Príncipe de la Salsa
Nunca te has retirado definitivamente de los escenarios, pero cuando lanzaste el disco Ciclos, se te definió como “el regreso” del Príncipe de la Salsa. ¿Qué tan importante ha sido ese disco?
Yo siento que nunca me fui, pero eso es algo que la gente lo asume de otra manera. Incluso a propósito del mix de éxitos que acabo de lanzar, todo el mundo me ha dicho: Regresó el Príncipe de la Salsa. Yo siempre digo: ¡Dios mío, dónde yo estaba! (se ríe)
Yo siento que nunca me he ido. Sin embargo, la gente piensa que porque no estás constantemente o en las redes (sociales), que es la moda de hoy, o porque no estás en la radio sonando con algo nuevo, ya te fuiste o te retiraste. No, nosotros seguimos haciendo música toda la vida y sigo escribiendo, y sigo proponiéndome proyectos para realizar.
Así es que el disco de Ciclo sí tenía, hasta cierto punto, un poco más, digamos, de coherencia con eso, porque había estado más ocupado de ser papá en ese momento que de dedicación a mi carrera. Estaba permaneciendo más tiempo en casa, intentando tener una relación directa con mi hijo, y que no fuera este papá ausente que siempre aparece de vez en cuando porque está viajando y está trabajando. Yo quería hacer todo lo contrario a eso y lo logré.
Y dichosamente, gracias a eso, hoy tengo una relación con mi hijo que es espectacular. Así que regresar con Ciclos y tener el éxito que ese proyecto tuvo por Yo no sé mañana, es algo inesperado para mí. Fue un regalo de Dios el poder regresar de esa manera sin haberlo buscado, simple y llanamente dejándome llevar por mi intuición y creyendo profundamente en que cada una de esas canciones en ese proyecto era lo que yo quería decir y cantar y le quería dar al público. Llegó Yo No sé mañana y el juego se puso más elevado de lo que yo en algún momento pensé. Y gracias a eso, la gente dice: ¡Wow! Es que este hombre regresó de la manera en que tenía que regresar. Eso es causalidad, diría yo.
Mencionabas de tu faceta como papá, ¿qué es más fácil: hacer música o ser papá? ¿Cómo ha sido tu experiencia?
Ay, Dios mío, no, no, no, ser papá es una carrera de ensayo y de error constante, en donde todo aquello que pensabas que era, no es. Y todo aquello que pensaste que sabías cómo hacerlo, tampoco sabías tan bien cómo hacerlo. Esto es algo que vas logrando en la medida en que vas, de alguna manera, revisando dónde fue que fallaste y también revisando dónde fue que acertaste. Así que ser papá para mí es complejísimo y siempre lo ha sido. Ya mi hijo tiene 23 años, es un momento diferente, pero es como nos decían nuestros viejos a nosotros: uno nunca deja de ser papá. Así tus hijos tengan los años que tengan, vas a continuar con el deseo aquel de protegerlos y de decirles que no es por aquí, que es por allá.
¿Alguna vez pensaste abandonar la música?
Esta montaña rusa en la que uno vive en esta carrera, a veces podrías contemplar eso, pero es algo que se va muy rápido. Indudablemente, la música es mi vida y mi vida es la música. Yo no podría estar sentado en casa viendo al techo o distrayéndome con cualquier otra cosa sin tener un momento en donde yo pueda dedicarme a sentarme, a tocar mi guitarra, escribir, a cantar una canción. Yo no podría vivir sin eso.
“Nicaragua está presente en mí toda la vida”
En 2009 escribiste Autobiografía. Luego hay canciones como Mordaza, como Añoranza, junto a C4 Trío de Venezuela. ¿En qué parte de tu obra sentís que estás más presente en Nicaragua?
Yo creo que no solamente en esas canciones. Más que yo estar presente en Nicaragua, Nicaragua está presente en mí toda la vida. El hecho de haberme ido y de vivir en Estados Unidos toda mi vida, porque he vivido más tiempo en Estados Unidos que Nicaragua, no quiere decir que deje de ser más, o menos nicaragüense. Al contrario, yo creo que eso se trae en tu raíz, en lo que tú eres, en lo que aprendiste, en tu niñez, en lo que te forjó y formó, en la familia que me une y que me recuerda todos los días lo hermoso que es haber nacido en el núcleo familiar que nací, tanto por los Mejía como por los López. Si me quito eso, sería quitarme todo, y esa identidad jamás la voy a perder.
Así que Nicaragua siempre está presente en mí e intento, en la medida de lo posible, que en proyectos, sobre todo más recientemente, como el que hice con C4 Trio, que no necesariamente es folclore nicaragüense, sí hay algo de eso que yo aprendí de mis tíos en esas canciones que escribí para ese proyecto, que increíblemente se ganó dos Grammys en el 2019.
Pero mi música siempre está conectada con aquello que yo recibí de mi familia, sobre todo de mis tíos desde los inicios de mi vida.
¿Qué es lo más gratificante para un artista? ¿Son los aplausos, los premios, las reproducciones?
Indudablemente la aceptación es algo que ayuda a que ese deseo de seguir haciendo lo que haces, esté. Pero creo también que lo más gratificante para mí es lograr aquello que pensé que podía ser posible. Desde el momento de la imaginación y de la creatividad que conlleva sentarse a escribir una canción, hasta el momento de llegar al estudio y embellecer todo aquello que escribiste sentado en tu casa o en un bar o donde sea, y ver cómo nace eso.
Creo que el premio mayor de todo esto es que de alguna manera, eso que tú comenzaste haciendo desde lo más profundo de tu alma y desde un lugar muy íntimo de tu vida y de tu entorno, se vuelva algo que pueda entrar en el corazón de los demás. Para mí, eso ya es el premio mayor. La gente se encarga de eso.
¿Te ha tocado pagar un costo por la fama, por el éxito?
Todo trae, de alguna manera, un costo, un peaje que pagar. Indudablemente un artista no va a tener toda la privacidad que desea, pero también yo creo que eso va de uno. Yo abro las puertas hasta cierto punto, de mi familia y mi entorno más cercano. Pero mi parte de artista, yo tengo que entender que una vez que yo salgo a la calle, que alguien me reconoce y me pida tomarse una foto o que le firme algo, pues eso viene conmigo, eso viene con la carrera y no puedo renegar de eso. Al contrario, eso es lo que aún nos mantiene en el tiempo. Así que creo que ganamos más de lo que perdemos. Se ganan muchas cosas lindas a través de esta carrera también.
Luis Enrique, una persona “normal”
¿Sos una persona creyente, que ora, que reza o que va a la Iglesia?
Sí, claro que sí. Mi fe es inquebrantable y mi fe es lo que me ha mantenido a través de los años y he podido navegar las tormentas y los tsunamis, que vienen con la vida. Por esa fe que tengo profunda en Dios y en Cristo. De otra manera, yo no podría estar aquí contigo.
¿Qué haces o cómo sos cuando no estás en escenario, cuando no estás cantando, cuando no estás en un set?
Igual que lo eres tú, normal (se ríe)… el tipo que va y llega a su casa y saca la basura, a eso me refiero. Una persona normal como otra. Cuando estoy en el escenario sé cómo tengo que manejarme y sé qué es lo que la gente ha pagado para ir a ver. Y a ese lugar y a ese momento y a esa plataforma, yo tengo también que tenerle un respeto, si no igual, incluso hasta mayor al que llevo en mi vida diaria. No puedo desvincular al Luis Enrique de la casa, con el Luis Enrique artista. Los dos van de la mano y se echan la mano el uno al otro.
“Dejarle a la gente algo que valga la pena”
¿Un artista piensa en su legado?
No me he detenido a pensar en mi legado en su totalidad. Sin embargo, el mismo público me habla de un legado. Incluso amigos músicos me dicen: Oye, los chicos que nacieron en el 90, en los 2000, se han venido alimentando de tu música o escuchaban de tu música. Jóvenes que me dicen: Oye, cuando yo tenía tantos años, escuchaba la música tuya y analizaba lo que hiciste en la percusión o cómo escribiste las canciones. Si hablamos de legado, eso ya es un legado. Eso ya ha marcado a otras personas, importantemente. Y creo que si de algo me siento totalmente agradecido es de haber ido llenando un poco mi camino de un compartir de experiencia con los demás.
¿Cómo te gustaría que te recuerden?
Como alguien que siempre decidió hacer y ser por la música. La música primero, si hablamos de trabajo. Respeto el arte de hacer música, el arte de hacer una canción, más que querer hacer arte o ser artista, respeto lo que eso significa y de ahí parto para hacer mi trabajo. Así que yo siempre he sido alguien que he ido en pro de la música primero, en pro de dejarle algo a la gente que valga la pena.
Si pudieras hablar con el joven Luis Enrique de 15 años, que salió de Nicaragua, ¿qué le dirías?
Le diría: Tranquilo, hermano, que todo está en manos de Dios. Tranquilo, tú aprende a navegar la ola que todo va a estar bien.
Ping-pong revelador, con Luis Enrique
¿Cuál era su apodo de niño? ¿Qué canciones le recuerda a Nicaragua? ¿Cuál es su comida nica favorita? ¿Qué “metida de pata” recuerda? ¿Con qué artista le gustaría cantar? Todo y mucho más en este ping-pong con el “Príncipe de la salsa”.
¿Tu apodo de niño o adolescente era?
Lilique, porque mi hermano Frank no podía decir Luis Enrique, entonces él fue el que dijo Lilique.
Tres canciones que te hagan recordar a Nicaragua
Volveré a mi pueblo, El Cristo de Palacagüina y el Solar de Monimbó.
Comida típica favorita nicaragüense que no perdones
El Vigorón, indudablemente.
¿Has comido uno recientemente?
Claro (se ríe).
Artista que te inspiró y admiras mucho
Artista que me inspiró y me ha inspirado siempre y ha sido mi brújula, es mi tío Luis Enrique Mejía Godoy.
¿Qué haces antes de subirte a un escenario?
Me concentro, hago mi oración de siempre, le pido a Dios que me lleve por el camino que es y que me dé la fortaleza para poder cantar como yo quiero cantar y darme al público.
Canción tuya que jamás te cansas de cantar
¡Wau! Hay muchas. Voy a ser injusto, pero creo que sobre todo en mi primera etapa: Date un chance.
La peor metida de pata que has cometido en un concierto en vivo
Que una marca me haya contratado para tocar ahí, y diga el nombre de la competencia (se ríe a carcajadas).
¿Y la competencia era…?
No puedo decirlo (se ríe).
¿Con qué artista ya fallecido te habría encantado colaborar o hacer un dúo?
Del género de la salsa me hubiera encantado hacer algo con Cheo Feliciano, indudablemente. Es alguien a quien admiré, que tuve la posibilidad de compartir con él, alguien a quien respeté y alguien que marcó profundamente, no solo a mí, sino a todos los que andamos en este género.
¿Y un artista con el que te gustaría hacer una colaboración que todavía esté en vida?
Hay muchos. Ya tuve la de haber tenido a Rubén (Blades) en una canción conmigo. Yo creo que de los más recientes, me atrevería a decir con Alejandro Sanz, probablemente.
Un placer culposo musical…
¿Por qué te tengo que confesar eso? (se ríe).
¿Sin comentarios?
Sin comentarios… (se ríe).
Un lugar al que siempre querés volver
A mi hogar. Siempre quiero volver a mi hogar, indudablemente.
Palabras que te definen
Espiritualidad es una palabra que me define. Y humanidad, es otra palabra muy fuerte en mí.
Si no fueras músico, ¿qué serías?
Periodista.
¿Ajá?
Es algo que siempre me llamó la atención y que en un momento dado pensé que si lo de la música no iba por donde yo pensaba que podía ir, podría haberme dedicado a ser periodista. Estarías tú en mi lugar (ríe).