18 de diciembre 2022
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La supremacía de la experiencia teatral, es decir, la convicción de que las películas se ven mejor en el cine, se va a morir con mi generación. Es la última que creció con las películas como piedra angular de su dieta de entretenimiento. Es un cambio cultural, abonado por los avances de la tecnología, y acelerado por la pandemia. En mi vida consciente, la ventana entre distribución teatral y difusión casera ha colapsado a unos cuantos días, cuando no es estreno simultáneo e inmediato. ¿Quién va a seguir yendo al cine, cuando puede hacer clic en su remoto y ver cualquier cosa en la sala de su casa? Como dijo Enrique V: “We happy few”.
El futuro está aquí. Los cines comerciales se concentran en productos taquilleros, que acaparan pantallas. Las películas para personas adultas brillan fugazmente en cinematecas especializadas que pronto serán como teatros de ópera, templos donde unos pocos creyentes se congregan para disfrutar de un arte cada vez más enrarecido. “¡Siéntate, abuelo!”, dicen los jóvenes mientras encienden su tablet. Ojalá sea para ver una buena película.
¿Y si el cine local simplemente no programa la película que le interesa? Para cinéfilos en territorios como Nicaragua, la distribución internacional funciona como barrera. La atomización de la oferta dificulta la tarea de encontrar películas interesantes, mientras el cine se dedica a cosas seguras: Marvel, DC, muñequitos y horror comercial. Probablemente, tendrá que escanear múltiples servicios de ‘streaming’ y alquiler digital si quiere ver las películas de esta lista. No lo voy a juzgar si tiene que recurrir al bajo mundo de la piratería. Si el mercado nos trata mal, ¿qué más podemos hacer? Si puede pagar por ver, hágalo. Los artistas también tienen que comer.
Conste que muchos títulos notables se me han pasado. Hay tanto por ver, y tan poco tiempo, que es difícil, sino imposible, estar al día. Al final, este es el consuelo del cinéfilo. Los cines podrán estar agonizando, pero nunca antes habíamos tenido tanto que ver al alcance de la mano.
Estas son mis once películas favoritas que vi en 2022, en orden alfabético.
Bones and all (Luca Guadagnino, 2022)
Si la saga de “Twilight” tuviera alguna seriedad de propósito, el resultado sería parecido a esta lacerante narrativa de maduración sobre jóvenes antropófagos. Taylor Russell es una revelación en el papel de Maren, quien descubre como con la adolescencia viene una insaciable hambre por carne humana. Después de descubrir su naturaleza convirtiendo una pijamada en una pesadilla, huye hacia lo incierto con Lee (Thimotée Chalamet). Incluso en el submundo de los caníbales, hay depredadores. Su viaje desesperado a ninguna parte retrata vívidamente el medio oeste de los Estados Unidos, con la frescura de un cineasta independiente de mitad del siglo XX. La evocativa música de Trent Reznor y Atticus Ross es la mejor del año.
Cerdita (Carlota Pereda, 2022)
La directora española Carlota Pereda explora en clave de horror los traumas de adolescencia asociados a la imagen. Sara (Laura Galán) es una muchacha obesa ávida de cariño y validación. Las chicas populares son unas acosadoras implacables, pero su crueldad palidece en comparación a la de un asesino en serie que las acecha, al mismo tiempo que lanza señales amorosas a Sara. El conflicto ético entre el deseo de venganza y el sentido de justicia tiene lugar en un cálido verano, vívidamente recreado en el infierno de un pueblo pequeño. La legendaria Carmen Machi brilla como una mala madre de antología.
Crimes of the future (David Cronenberg, 2022)
En una distopia ambiental donde los seres humanos han evolucionado hasta la erradicación del dolor, la cirugía es el nuevo sexo. Tanto así, dice temblando de placer Kristen Stewart, como una burócrata encargada de registrar nuevos órganos que crecen a granel en personas como el artista Saul Tenser (Viggo Mortensen). En sus performances, él deja que su amante Caprice (Lea Seydoux) los extirpe ante una audiencia atenta. Pero el espectáculo es solo una distracción. Tras bambalinas, el Estado persigue a un grupo de rebeldes que quieren empujar la modificación corporal al límite. Como los órganos espurios que no revelan su función, la película oculta su naturaleza hasta el final. Es una conmovedora meditación sobre el arte y el amor de pareja.
The Fabelmans (Steven Spielberg, 2022)
“Las películas son sueños que el corazón nunca olvida”, dice Mitzi (Michelle Williams) al pequeño Sammy, la primera vez que lo llevan al cine. Es cursi, pero es el tipo de cosas que uno le dice a los niños. Ahí comienza y termina la cursilería en este lacerante filme biográfico de Steven Spielberg, documentando el acenso de su vocación artística en paralelo a la decadencia del matrimonio de sus padres. La indulgencia de observar la propia vida está temperada por su consideración del misterioso poder de la imagen en movimiento.
Confess, Fletch (Greg Mottola, 2022)
Ver esta película en el cine fue como avistar una especie en extinción en la selva: una comedia adulta de mediano presupuesto, con solidas actuaciones de un extenso reparto y un papel insignia para un buen actor. Años después de despedirse del ejecutivo de publicidad Don Drapper en “Mad Men” (2007-20015), Jon Hamm encarna al personaje titular de las novelas policíacas de Gregory Macdonald. El misterio del cadáver que le espera en el apartamento que ha rentado en Boston puede ser ligero, y la película más aún, pero este es un producto que no me molestaría ver florecer y multiplicarse en una franquicia.
NOPE (Jordan Peele, 2022)
Jordan Peele sigue labrando su nicho de horror humanista con esta exploración sobre el carácter depredador de la industria del entretenimiento, y el racismo institucional que persiste en la sociedad. Daniel Kaluuya y Keke Palmer son dos hermanos viviendo de las viejas glorias de sus antepasados, fundadores de un rancho que provee de caballos entrenados a Hollywood. Cuando una nave espacial se manifiesta en el horizonte, un nuevo filón de explotación se abre ante sus ojos. Monetizar lo inexplicable bien puede costarles la vida. La escala de las imágenes conjuradas por el director de Fotografía, Hoyte Van Hoytema, demanda ser vista en la pantalla grande.
Stars at noon (Claire Denis, 2022)
El escritor estadounidense Denis Johnson visitó la Nicaragua de los tempranos 80, pero no se tragó el anzuelo de la propaganda. Su novela “Stars at Noon” presenta la revolución como un pantano de corrupción donde una periodista gringa y un ejecutivo británico se enamoran al tiempo que arriesgan la vida, como fichas de una intriga que no entienden. La película que ahora presenta la directora Claire Denis actualiza la trama a los tiempos de la covid-19, y por pura casualidad, encuentra otra vez el sueño revolucionario en plena descomposición. Filmada en Panamá, porque Denis entendió que colaborar con el régimen sería inmoral.
Strawberry mansion (Kentucky Audley, Albert Birney, 2021)
La película más romántica del año es una miniatura independiente que combina fantasía, romance y crítica social. En un futuro cercano, el Estado audita los sueños y cobra impuestos por la aparición de marcas comerciales en el subconsciente. Kentucky Audley es un auditor que se enamora de la manifestación juvenil de una anciana excéntrica, mientras revisa los sueños grabados en cintas de video. Si Charlie Kauffman tuviera corazón, haría una película como esta.
TÁR (Todd Field, 2022)
Cate Blanchet regresa por todo lo alto con este astuto vehículo de estrella construido por Todd Field para que la actriz se luzca. Lydia Tár es una brillante conductora de música clásica, en una carrera desenfrenada hacia una colisión con la rectitud política de nuestros tiempos. Pero lejos de ser una víctima, ella es agente activo en su propia destrucción. El ego monstruoso que conduce a la transgresión jamás había sido diseccionado de forma tan implacable, o con tanta empatía. Puntos extra por los jugosos papeles de las mujeres que sufren a su sombra, su esposa (Nina Hoss) y su asistente (Noémie Merlant).
Una película de policías (Alonso Ruizpalacios, 2021)
Dicen que todas las películas son un documental sobre un grupo de actores y técnicos filmando una película, pero el director mexicano Alonso Ruizpalacios empuja el dicho hasta el extremo. El ejercicio de ‘cinema verité’ en clave de ‘reality’ sobre una pareja de patrulleros enamorados se despoja del artificio capa por capa, hasta revelar la esencia del ser humano ennoblecido por el ejercicio creativo.
Madres Paralelas (Pedro Almodóvar, 2021)
Pedro Almodóvar se reúne con su musa, Penélope Cruz, para un arrebatador melodrama que entre sus maquinaciones emocionales, considera la estrecha relación entre lo político y lo personal. Cruz interpreta a Janis, una fotógrafa que sale embarazada por una relación casual, al mismo tiempo que busca los restos de su bisabuelo, asesinado por la dictadura franquista. En la sala de parto, entabla amistad con Ana (Milena Smit), una adolescente aterrada por la maternidad. El presente y el pasado torcerán sus destinos. La conclusión tiene mucha resonancia en la Nicaragua de hoy, donde una dictadura quiere imponer el olvido y la injusticia como política de Estado.
