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Otro año lejos de Nicaragua, y el fútbol no lo es todo

En el exilio, la impotencia te sacude… piensas que ni escribir esta columna o patear esa pelota es suficiente para mitigar la tristeza

11 de febrero 2023

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Cuando la gente me pregunta cómo te va la vida en Holanda, usualmente respondo: “No me puedo quejar, tengo un techo donde vivir, trabajo y, sobre todo, no vivo con el miedo de que la Policía me acose como en Nicaragua”.


En ese sentido, estar en este lado del mundo me ha dado la seguridad que lamentablemente no existe en mi país. Pensar diferente o tener una opinión crítica es un delito para el régimen Ortega-Murillo que se paga con cárcel.

Sin embargo, más allá de esa relativa tranquilidad, existe permanentemente la nostalgia de la vida que uno ha dejado en Nicaragua.

En la lejanía, uno solo se puede contentar con ver a la familia por medio de videollamadas y, en el mejor de los casos, mantener viva la esperanza de regresar, volver a verla y estar con ella cuando la dictadura se acabe en el país.

El fútbol ha sido mi escape, pero no lo es todo

El fútbol, como lo fue toda mi vida, ha sido el escape para no perderme en la desesperanza y llenarme de energía y posibilidad para hacer frente a la realidad. Estar lejos y adaptarse a otra cultura e idioma no es fácil. A veces, cuando se está acompañado, se puede sentir más la soledad, porque esa sensación de vacío nunca se llena. Sin duda, la muerte de mi padre fue un duro golpe, que ha costado sanar.

En los momentos de depresión, la ayuda psicológica ha sido útil, pero siempre permanece esa sensación de que algo te hace falta. Y es que a pesar del exilio, una parte de nosotros se queda en Nicaragua.

El jueves 9 de febrero, el régimen desterró a 222 presos políticos. Fueron obligados a dejar su tierra y despojados ilegalmente de su nacionalidad por una dictadura llena de odio, que reprime a cualquiera que reclame justicia. La noticia es una alegría a medias, porque la libertad no se puede gozar a plenitud si no estás en la tierra donde naciste y, por otro lado, porque aún quedan 35 presos políticos, entre ellos dos sacerdotes, y el obispo Rolando Álvarez, sentenciado a 26 años y cuatro meses de cárcel por negarse a aceptar el destierro.

Desde la lejanía, la impotencia te sacude, y más cuando sientes que tus acciones no son de gran ayuda. Es cuando piensas que ni escribir esta columna, ni patear esa pelota varias veces por semana, es suficiente para mitigar esa tristeza que te produce saber que han pasado cinco años y el país sigue bajo el yugo de los Ortega-Murillo.

Como periodista en deportes, sería muy fácil solo enfocarme en lo que pasa en torno a mi trabajo, mientras afuera arde la hoguera de una dictadura sin freno en mi país. Escribir de Messi, Cristiano, y Mbappé, en lugar de mencionar a los presos políticos sería más llamativo para mis artículos, pero no podemos ser apáticos ante la injusticia, y simplemente fingir que vivimos en ese esférico de gaucho.

En unos días cumpliré 38 años de edad, y en retrospectiva se siente que el tiempo se detuvo ese 18 de abril de 2018. Se siente que nada ha cambiado, pero sí sé que aún hay esperanzas y hay un pueblo que seguirá luchando en lo que puede para ser libre. ¡Aquí nadie se rinde!

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Loanny Picado

Loanny Picado es periodista nicaragüense especializada en deportes, viviendo en Holanda. La columna “Dentro y fuera de la cancha” es una colaboración con la Revista Niú. Puede contactarse y seguir a la autora en sus redes sociales.

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