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Paul Reichler: “Daniel Ortega es un dictador que busca imponer una dinastía familiar”

Exasesor legal internacional en La Haya contra EE. UU. cuestiona relación de Ortega con Putin: “es un cambio de 180 grados, es como vender la patria”

Exasesor legal internacional en La Haya contra EE.UU. cuestiona alineamiento de Daniel Ortega con Putin: “es como vender la patria”

28 de marzo 2022

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El abogado nortemericano Paul S. Reichler, miembro del bufete Foley Hoag en Washington DC, quien durante más de una década ha sido asesor legal internacional del Gobierno de Nicaragua desde 2007, renunció el pasado 2 de marzo en una carta enviada a Daniel Ortega, aludiendo razones de su “conciencia moral”.

Reichler también fue asesor legal en el juicio que Nicaragua le ganó al Gobierno de Estados Unidos en la Corte Internacional de Justicia de La Haya en 1987, y participó como asesor político de Daniel Ortega en las negociaciones con la oposición armada que desembocaron en los acuerdos de paz de Sapoá, en marzo de 1988, entre el Gobierno y la Resistencia Nicaragüense.


En su carta de renuncia, Reichler cuestionó la represión estatal contra manifestaciones pacíficas en 2018 que resultaron en “cientos de trágicas muertes”. “Es inconcebible para mí que el Daniel Ortega, a quien orgullosamente serví, hubiera destruido la democracia en cuya construcción él participó decisivamente y hubiera establecido una nueva dictadura, no muy diferente a la que él mismo ayudó a derrocar, con elecciones falsas”, dice Reichler.

En esta entrevista con CONFIDENCIAL, el exasesor legal del Gobierno de Nicaragua, habla también sobre el “asesinato” del preso político Hugo Torres, califica el alineamiento del régimen de Ortega con la invasión rusa de Vladimir Putin en Ucrania como “un cambio de 180 grados, es como vender la patria”, y advierte un rumbo totalitario que pretende imponer “una dinastía familiar, igual o peor que la de los Somoza”.

El pasado 2 de marzo enviaste una carta a Daniel Ortega, renunciando a tu labor como asesor legal internacional del Gobierno de Nicaragua. ¿Cuál era tu labor como asesor legal en estos últimos años?

Primero, era parte del equipo de abogados que defendían a Nicaragua en sus juicios ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya; en estos últimos años, los casos han sido con Costa Rica, ya terminados; contra Colombia estos casos, todavía en progreso, y yo tenía el honor de servir como abogado de Nicaragua en estos casos.

Además, he defendido a Nicaragua en algunos arbitrajes internacionales contra inversionistas extranjeros, específicamente arbitrajes iniciados bajo los términos del tratado Cafta. Y, finalmente, he sido abogado de Nicaragua en varios casos judiciales, demandas judiciales ante las Cortes de los Estados Unidos, contra el Gobierno de Nicaragua o contra instituciones estatales del Gobierno. Estos son las tres clases de casos donde he servido como abogado del Gobierno de Nicaragua.

El juicio contra EE.UU. en 1986

¿Esa representación de Nicaragua significa una labor estrictamente legal, o tiene también una dimensión de cabildeo o representación política?

El cabildeo lo hacía en la década de los 80 y los primeros años de la década del 90, del siglo pasado. Pero, en los últimos 20 años, todo mi trabajo ha sido estrictamente legal en el campo internacional o ante las Cortes de Estados Unidos, cuando el Gobierno de Nicaragua ha sido demandado en Estados Unidos.

¿Qué relevancia tuvo tu gestión en el juicio de 1986 contra Estados Unidos en la Corte Internacional de Justicia en La Haya, para vos, como abogado, y para Nicaragua, en el derecho internacional?

No es una exageración decir que es un caso histórico, uno de los más importantes en la historia de la jurisprudencia internacional, que Nicaragua llevó contra Estados Unidos. El caso comenzó en 1984, y el juicio, la sentencia final, a favor de Nicaragua, fue emitida por la Corte en junio de 1986. Y para mí, entonces un abogado joven, realmente ese caso me lanzó como especialista en el Derecho Internacional y me distinguió por la asociación con Nicaragua, defendiendo su soberanía, su independencia política, su integridad territorial contra el país más poderoso, militarmente, en el mundo. Nicaragua tenía el coraje y la decencia, y el compromiso con el Derecho para llevar a Estados Unidos a la Corte y hacer la lucha en la forma civilizada, a pesar del comportamiento bestial de Estados Unidos, que trataba de destruir el Gobierno y sustituirlo con un Gobierno títere de Estados Unidos.

En tu carta de renuncia decís que, ese Daniel Ortega que promovió la defensa del derecho internacional en 1987, o en 2012 en el juicio contra Colombia, no es la misma persona, y te resulta inadmisible que haya reprimido con violencia manifestaciones pacíficas en 2018, que haya encarcelado a decenas de ciudadanos y que haya destruido la democracia, que de alguna manera contribuyó a construir en Nicaragua, para establecer una nueva dictadura. ¿Qué pasó? ¿Como se explica ese cambio?

El Daniel Ortega que conocí muy bien, en la década de los 80, ese Daniel Ortega no solamente promovió la soberanía de Nicaragua y su independencia, y la supremacía del derecho en el campo internacional; pero también promovió la paz, porque fue él el que autorizó las negociaciones con la oposición armada, la contra; él tomó las decisiones necesarias y difíciles para asegurar un acuerdo de paz con la oposición, que puso fin a la guerra y facilitó elecciones democráticas en el país.

Y, además, Daniel Ortega promovió la democracia por garantizar elecciones libres y respetar los resultados. No fue solamente Daniel Ortega, obviamente, fue un movimiento popular y un partido o varios elementos políticos, que contribuyeron a la construcción de una verdadera democracia en Nicaragua. Pero, Daniel Ortega fue fundamental, imprescindible para esa transformación, y como uno de los líderes del Frente Sandinista participó en la destrucción de la dictadura de Somoza, y contribuyó al establecimiento de una democracia en Nicaragua, y fue, sino la única vez, fue una de las pocas veces en la historia de Nicaragua que un Gobierno aceptó su derrota en una elección libre y salió del poder. Eso es la definición de la democracia, y mucha gente merece el crédito. Pero, definitivamente Daniel Ortega merece ese crédito.

Ese Daniel Ortega fue un verdadero héroe. Ese no es el mismo, no sé lo que pasó con ese Daniel Ortega; el de hoy es otra persona. Daniel Ortega hoy ha destruido la democracia que él mismo tuvo gran parte de construir. El Daniel Ortega que promovió la paz en Nicaragua en los 80, está promoviendo la violencia, la represión violenta contra su propio pueblo. Esa es otra persona que no reconozco.

No soy psicólogo, soy abogado, no puedo entrar en la mente, no puedo explicar el cambio total de esa persona, de un héroe democrático a un tirano violento; un dictador que busca establecer, no solamente una dictadura, pero una dinastía igual, sino peor, que la dinastía familiar como los Somoza. Es increíble. Como abogado observo y digo los hechos. No soy psicólogo, lo que sé es (que), este es otra persona, un cambio total.

2018, anulación de elecciones, y el “asesinato” de Hugo Torres

Pero algunos de los hechos que cuestionas en esta carta de renuncia como las masacres, la supresión de la oposición y las libertades, ocurrieron hace casi cuatro años, cuando empezó esta deriva autoritaria y la represión en 2018. ¿Porque no renunciaste en este momento, y lo haces ahora cuatro años después?

Es una buena pregunta. Renunciar como abogado de Nicaragua, poner fin a mi relación con Nicaragua, con el Gobierno de Nicaragua, ha sido una cosa muy difícil para mí, por el amor que tengo por el país, el honor que he recibido por actuar como su abogado defensor ante los foros internacionales, es una cosa para mi muy seria. Mi relación con Nicaragua ha definido, no solamente mi carrera profesional, pero mi vida, entonces, para mí romper esa relación es una cosa sumamente seria.

Obviamente fui disgustado por la represión, la violencia, la matanza de 2018, pero en ese momento todavía tenía esperanza de que podría hacer, un diálogo nacional, un acuerdo nacional y, eventualmente, elecciones libres, con la posibilidad de una transición democrática, pacífica. Y yo creo que muchos nicaragüenses que admiro, incluso íntimos amigos míos desde hace 40 años todavía tenían esa esperanza también.

Ahora, con la ventaja de la retrospectiva, veo que el rumbo definitivo ya fue determinado para 2018, pero yo no lo reconocí en esos momentos, todavía tenía esperanza, rechazando lo que se hizo, tenía esperanza de que la situación podría mejorarse a través de un diálogo; y de comenzaron un diálogo, bueno, lo frustraron muy temprano, pero yo continuaba en mis funciones como abogado, y sin tomar la decisión, en ese momento, de renunciar.

En la carta mencionas la supresión de las elecciones del 7 de noviembre y el encarcelamiento, no solo de los precandidatos de la oposición, sino de más de cincuenta líderes opositores. ¿Ese es el detonante de tu decisión de romper con el Gobierno de Nicaragua?

Como decía, aunque reconocía lo inaceptable de 2018, mantenía alguna esperanza de una solución pacífica, de una solución, incluso, democrática; y acercando a las elecciones de 2021, para mí ese fue el momento. Es decir, si el Gobierno iba a tomar el camino correcto, es decir, una sociedad democrática, no solamente elecciones democráticas, pero una sociedad abierta, con libertad de expresión, libertad de prensa, con partidos de oposición, las elecciones de noviembre de 2021 presentaban la oportunidad de proceder en una dirección democrática. Pero, en mayo y junio, unos meses antes, cuando comenzaron a hostigar, reprimir y hacer preso de cualquier persona que pretendía ser candidato, o expresar apoyo para un candidato que no es Daniel Ortega, ese fue el momento decisivo para mí, porque era obvio desde mayo, junio y, por supuesto después, de que este Gobierno no tenía ningún interés en una solución cívica, en un diálogo, en un rumbo democrático.

¿Cómo impacta en tu decisión la muerte del general en retiro Hugo Torres, como preso político, que en tu carta describes como un “asesinato”?

Sí, enfatizo que fue un asesinato porque lo hicieron preso, ¿por qué?, porque hablaba lo que pensaba sobre el Gobierno y la dirección política y apoyaba otra alternativa, una alternativa democrática; y el trato, no solamente de Hugo, pero de todos los demás, todos los otros presos políticos, los vemos cuando le pusieron, cuando comparecen ante esas “Cortes”, esos “jueces”, cuando hay oportunidad para verlos, son esqueletos, ha sufrido terriblemente.

Es terrible que solamente por expresarse o atrever de expresarse políticamente, lo hacen preso, pero las condiciones son tan terribles, son inhumanas, y todos están sufriendo. Hugo pagó con su vida, es un asesinato.  Pero todos han sido torturados en el sentido del estilo del trato, y esto es lo que hacen las peores dictaduras del mundo. Y Nicaragua ha llegado a ser una de esas dictaduras. Sí, el caso de Hugo Torres, por esa razón es emblemático, pero si Hugo Torres habría sobrevivido mi decisión hubiera sido lo mismo, porque esta es una de las peores dictaduras en el mundo, ahora.

El alineamiento con Putin: “Es como vender la patria”

¿Cómo afecta la imagen del Gobierno de Nicaragua el respaldo que Daniel Ortega le ha dado a la invasión rusa de Putin en Ucrania? Incluso lo proclamó el día del aniversario del general Sandino que es un símbolo de la independencia y la autodeterminación de los pueblos, y ese día Ortega apareció respaldando la invasión de Rusia en Ucrania.

Es difícil encontrar las palabras para describir a alguien que apoyaría a Putin. Una invasión sin provocación de un Estado soberano, crímenes de guerra cada día, bombardeos de centros civiles, de centros urbanos, de hospitales, de teatros, de escuelas, de colegios, es bestial lo que Putin y sus cómplices están haciendo contra un Estado soberano que solamente quiere su independencia.

En la década de los 80 Nicaragua era Ucrania; la invasión no fue directa por Estados Unidos, pero fue por intermediarios apoyada, armada, financiada, dirigida por Estados Unidos, pero fue una invasión contra un Estado soberano, y Nicaragua, al aplauso de todo el mundo, defendió su soberanía contra esa invasión por parte de un poder extranjero.

Y ahora Nicaragua se pone al lado de Rusia, es un cambio de 180 grados, es como apoyando a Estados Unidos en su invasión a Nicaragua de los 80. Un Gobierno que había defendido el derecho internacional, la soberanía de los Estados, independencia, derecho de escoger su propio sistema político libre de injerencia extranjera, el Gobierno de Nicaragua ha abandonado todos estos principios y tomado posiciones totalmente contrarias. Para mí es un reverso, es como vender la patria.

¿Cómo ve las consecuencias que tiene, para el Estado de Nicaragua, el alineamiento que ha hecho Ortega con Putin, con la invasión a Ucrania? ¿Puede tener repercusiones las sanciones internacionales contra Putin, contra los oligarcas rusos, en detrimento de Nicaragua?

Creo ahora que el enfoque de los Estados Unidos, de los países de Europa, la Unión Europea, de muchos países de América Latina, se dirige a Ucrania, y Nicaragua no es en el centro de su enfoque ahora. Pero, esta es una lucha definitoria, y definitivamente los aliados de Putin eventualmente van a pagar el precio, tarde o temprano van a sufrir por su selección del lado de Putin, el lado del agresor, el lado del criminal de guerra.

¿Has tenido alguna respuesta Daniel Ortega a tu carta de renuncia?

No.

En los últimos días Daniel Ortega declaró non gratos a los embajadores de Colombia y España, expulsó al nuncio apostólico, incluso al delegado de la Cruz Roja Internacional. ¿Esta renuncia tuya como abogado, además experto en negociaciones, podría interpretarse como que se rompe también un puente, un hilo de comunicación para una eventual negociación ante la crisis de Nicaragua?

No sé qué papel yo hubiera podido jugar, y prefiero no especular. Pero yo creo que estas expulsiones demuestran aún más la intolerancia por cualquier opinión contraria, por cualquier cuestionamiento. Ahora hay una intolerancia de cualquier crítica, de cualquier fuente, y no importa si es un sencillo abogado de Estados Unidos, o alguien más importante como el nuncio apostólico, el embajador de España o de Colombia, no hay ninguna crítica aceptada, y esto refleja una aspiración a ser un dictador total, un Estado totalitario, ese es el rumbo.

Este Daniel Ortega de hoy no quiere escuchar ni una sola palabra que puede interpretarse como crítica, tiene una determinación de proceder con su propio proyecto de establecerse como un dictador absoluto y una dinastía familiar que puede prolongar la dictadura, quizás otros 45 años, como los Somoza. Esta es la tragedia que Nicaragua está sufriendo ahora.

Este miércoles se conoció la denuncia del embajador de Nicaragua ante la OEA, Arturo McFields. Él dijo: “hablo también en nombre de los servidores públicos de Nicaragua que no tienen manera de expresarse”. ¿Qué impacto considera puede tener una expresión de un embajador que denuncia la dictadura de Ortega y apela a los servidores públicos en Nicaragua?

Es difícil para mí saber, sin estar en Nicaragua, sin tener experiencia de primera mano. Pero lo que pienso es que ningún Gobierno es permanente, ningún dictador es permanente. Pensábamos que la Unión Soviética iba durar hasta siempre. Muchos Gobiernos que parecen fuertes, realmente tienen raíces que no son muy profundas, y el fin comienza con el primer empuje, con los primeros vientos, estos vientos pueden ser en forma de palabras, pero hay que comenzar en algún lugar, comienza así.

Y yo creo que esta renuncia del embajador ante la OEA es importante, requería mucho coraje, obviamente es un hombre de principios, un hombre ético que ha tratado de servir al país, y cuando nicaragüenses así comienzan a denunciar la dictadura, puede ser el comienzo del fin. Eso no quiere decir que el fin viene mañana, pero su voz, otras diez voces más, otros cientos, otros miles, se acumulan, y eventualmente la debilidad de una dictadura que no tiene raíces profundas en el pueblo, se revela, se cae eventualmente. Pero ¿cuándo? ¡quién sabe! Eso puede ser un comienzo. Pero Nicaragua tiene muchos héroes, eso es algo que aprendí durante mis más de 40 años de servicio para Nicaragua, es un país lleno de gente heroica, y van a expresarse.

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Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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