4 de diciembre 2016
Muy pocos periodistas han logrado entrevistar a Fidel Castro, una personalidad en la historia. Esta conversación consta de preguntas elaboradas desde la perspectiva de qué le gustaría saber a muchos nicaragüenses sobre la vida de este hombre especial y controversial, y las respuestas, dado que fue imposible hacérselas a él, son tomadas del libro publicado en 2006 “Cien Horas con Fidel”, de Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, y autor de numerosas obras, sobre todo acerca de comunicación.
Hemos hurgado minuciosamente en el libro Cien horas.., para encontrar las respuestas a nuestras interrogantes, y aunque esto se puede prestar a manipulaciones, lo hemos hecho con respeto a la integridad del pensamiento de Fidel, sin acomodar artificiosamente, con ética profesional, de modo que, tengan la seguridad de que él respondería en el mismo sentido de lo que ustedes leerán a continuación.
¿Cómo cree que será recordado después de su muerte?
Es algo por lo que no vale la pena preocuparse. ¿Sabe por qué? Porque esta humanidad ha cometido tantos errores, se han hecho tantos disparates, que si logra sobrevivir, lo cual está por demostrar, dentro de cien años la gente nos mirará como tribus de bárbaros y de incivilizados a quienes no valdría la pena recordar.
En cuanto a qué pasará después de mi muerte, no vamos a contar qué medidas tenemos previstas. Tenemos medidas tomadas y medidas previstas para que no haya sorpresa, y nuestro pueblo debe saber con exactitud qué hacer en cada caso. Que nuestros enemigos no se hagan ilusiones; yo muero mañana y mi influencia puede crecer. Una vez dije que el día que muera de verdad nadie lo iba a creer. Podía andar como el Cid Campeador, que ya muerto lo llevaban a caballo ganando batallas.
No habría ningún tipo de problema, porque la Revolución no se basa en ideas caudillistas, ni en culto a la personalidad. No se concibe en el socialismo un caudillo, tampoco en una sociedad moderna, donde la gente haga las cosas únicamente porque tiene confianza ciega en el jefe o porque el jefe se lo pide. La Revolución se basa en principios. Y las ideas que nosotros defendemos son, hace ya tiempo, las ideas de todo el pueblo.
Muchos lo ven como una de las personalidades de la historia. ¿Cómo se ve usted a sí mismo?
La cantidad de firmas que yo tengo que hacer, de autógrafos, usted no se imagina. Cuando me reúno con los norteamericanos que vienen y conversan, hablamos seriamente sobre distintos temas, distintas cuestiones, bueno, casi yo no puedo hablar. A veces se reúnen cincuenta, me dan un ramo de flores o alguna cosa, y lo que tengo que firmar de libros, de tarjetas, de objetos, la cantidad de fotos que tengo que aceptar y de luces de cámaras que me nublan la visión, no es creíble. Entonces me considero una especie de personaje, extraño, irreal.
Para esas personas soy alguien que hay que aprovechar rápido, incluso para poder decir –a la gente le gusta decirle a la familia--: “Mira, me hice una foto con el personaje”. Algunos creen que no somos lo que somos. Sólo nosotros sabemos lo que somos; sólo nosotros nos podemos juzgar y puede creerme si digo que soy severo y autocrítico conmigo mismo. Cuando digo una palabra de más o se me escapa algo que pudiera parecer un poco de vanidad, créame que soy duro, pero bien duro. Uno debe vigilarse mucho a sí mismo. Me gustan los hechos, no me interesa la gloria.
Usted lleva casi medio siglo al frente de la Revolución Cubana. ¿Esto lo convierte en un dictador?
Vivo con una tranquilidad absoluta, plena, total. Lo de “dictador” no me lo explico. ¿Qué es un dictador? Es alguien que toma decisiones arbitrarias, unipersonales, que actúa por encima de las instituciones, por encima de las leyes, que no tiene otro control que sus caprichos o su voluntad. Y en ese caso se pudiera acusar de dictador al Papa Juan Pablo II, que siempre se opuso a la guerra o a los presidentes de la potencia imperial. Ni los emperadores romanos tenían el poder del Presidente de Estados Unidos. Cualquier presidente norteamericano tiene más posibilidades de dictar órdenes, y órdenes decisivas y dramáticas, que yo.
Mire, yo no tomo decisiones unipersonales. Este no es ni siquiera un gobierno presidencialista. Mis funciones de dirigente están dentro de un colectivo. En nuestro país, las decisiones importantes, las decisiones fundamentales, se analizan, se discuten y se toman siempre colectivamente.
¿Qué tanto le han afectado “las mieles” del poder, tras un ejercicio tan largo como gobernante?
Soy testigo de que, a lo largo de los años, la influencia, el poder, en vez de convertirme poco a
poco en un fatuo, en un vanidoso y todo lo demás parecido, pienso que cada día soy menos vanidoso, menos pretencioso, menos autosuficiente. Es una lucha contra los instintos. Pienso que sólo la educación o la autoeducación sincera y tenaz convierten al animalito en hombre.
Yo veo algo bastante frecuente: los hombres, cuando tienen un poco de poder, se envanecen y lo quieren usar; a veces pareciera una droga. Uno sabe esas cosas y tiene que luchar. ¿Y sabe qué?, cuando los años pasan, es posible tener no menos entusiasmo, sino más; no menos energías, sino más, y la energía nace de la convicción.
¿Cuál es su posición sobre el culto a la personalidad que hay en Cuba y que se ha manifestado en otros países, como la URSS, China, Corea del Norte, etcétera?
El estalinismo no se dio aquí; no se conoció nunca en nuestro país un fenómeno de ese carácter: abuso de poder, culto a la personalidad, estatuas, etcétera. Aquí, desde muy al principio de la Revolución, se proclamó una ley que prohibía poner el nombre de dirigentes vivos a una calle, una obra, o levantarles una estatua. Aquí no hay retratos oficiales en las oficinas públicas; siempre hemos estado en contra del culto a la personalidad. Tal culto no se ha conocido aquí.
Por naturaleza, soy hostil a todo lo que pueda parecer un culto a la persona, y usted puede constatar, ya se lo he dicho, que en Cuba no hay ni una sola escuela, fábrica, hospital o edifico que lleve mi nombre. Ni hay estatuas, ni prácticamente retratos míos. Aquí no se producen retratos oficiales.
¿Podría decirse que hay cierto fanatismo de parte de amplios sectores del pueblo cubano?
Permítame decirle que la inmensa mayoría del pueblo apoya el proceso revolucionario sin vacilación. Este no es un pueblo fanático, no ha sido educado en el fanatismo ni en el odio. Su tuviéramos un pueblo educado en el odio, no seríamos nada. Uno puede tener fortaleza perenne y creciente en una causa en la medida en que se sustenta en ideas y en convicciones, no en fanatismo. Nunca se predicó odio contra nadie. Este no es un pueblo de fanáticos. Porque no es cuestión de vivir de los dogmas, sino de sostener lo que se piensa o se defiende sobre la base de argumentos y razones.
¿Cuáles son los logros más importantes de la Revolución Cubana?
En el terreno de la educación y la salud no hay ningún país en el Tercer Mundo y hasta en el mundo capitalista desarrollado, que haya hecho lo que nosotros hemos logrado en esos campos, para el bienestar de la población. La mendicidad, el desempleo, fueron erradicados. Los vicios, el consumo de droga, el juego, también fueron erradicados. Usted no encontrará aquí niños pordioseros o limosneros, o niños durmiendo en la calle, o niños descalzos o desnutridos, o niños sin escuela. La perspectiva de vida de los ciudadanos en Cuba ha alcanzado casi 18 años encima de lo que tenía en 1959, al triunfo revolucionario.
Cuba fue capaz de erradicar en un año el analfabetismo, cosa que no han podido vencer, en más de cuatro décadas el resto de los países de América Latina –con la honrosa excepción de Venezuela—ni tampoco Estados Unidos. Llevó la educación al ciento por ciento de los niños. Posee el más alto índice de retención escolar --más del 99 por ciento entre el preescolar y el noveno grado—de todas las naciones del hemisferio. Sus alumnos de primaria ocupan el primer lugar del mundo en conocimientos de lenguaje y matemáticas. Ocupa igualmente el primer lugar mundial en maestros per cápita y menor cantidad de alumnos por aula.
La totalidad de los niños con dificultades físicas o mentales estudian en escuelas especiales. La enseñanza de computación y el empleo de medios audiovisuales de forma intensiva se aplican hoy a la totalidad de los niños, adolescentes y jóvenes, en campos y ciudades. Cualquier ciudadano tiene la posibilidad de realizar estudios que lo conduzcan desde el preescolar hasta la obtención del título de Doctor en Ciencias sin gastar un sólo centavo. El nivel promedio de conocimientos de un ciudadano cubano alcanza ya no menos de nueve grados.
Hay más de 600 mil estudiantes en nuestras universidades. Y hay casi cien mil profesores entre titulares y adjuntos en niveles superiores de estudio. Dieciséis mil jóvenes en las escuelas de instructores de arte. Bajo el nuevo concepto del estudio como empleo, hay más de 113 mil estudiantes en las escuelas de superación. Se han creado cientos de clubes de computación, politécnicos de informática con decenas de miles de jóvenes y una prestigiosa Universidad de las Ciencias Informáticas con más de ocho mil estudiantes. Estamos preparando condiciones para veinte alumnos por aula en primaria, para quince en secundaria.
Cuba muestra un índice de mortalidad infantil menor de seis por cada mil nacidos vivos en su primer año de vida, debajo del Canadá por escaso margen. Se encamina a menos de cinco y tal vez a menos de cuatro en un futuro no muy lejano, para ocupar el primer lugar del continente.
Nueve enfermedades infecciosas y transmisibles han sido eliminadas, y otras, totalmente controladas. Cuba es hoy el país con el más alto índice de médicos per cápita; casi duplica el número de los que la siguen detrás.
La “Operación Milagro”, para preservar y devolver la vista a no menos de seis millones de latinoamericanos y caribeños en diez años, ha alcanzado resultados espectaculares.Casi 80 mil venezolanos han sido operados y 4,212 caribeños. Hemos creado el Contingente Internacionalista de Médicos Especializados en Situaciones de Desastre y Graves Epidemias “Henry Reeve”. Enviamos un mil médicos a Guatemala y una gran cantidad a Pakistán, ante tragedias naturales.
Hoy nuestro pueblo tiene a su disposición, por lo menos, 15 médicos por cada uno de los que quedaron aquí en el país en 1959, y mucho mejor distribuidos. Cuba cuenta ya con más de 70 mil médicos. En este momento hay 25 mil estudiantes de Medicina y decenas de miles estudian otras ciencias médicas. Todos los que cursan carreras relacionadas con la salud son alrededor de 90 mil jóvenes. La matrícula de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) rebasa los diez mil estudiantes. Hay médicos cubanos trabajando gratuitamente en más de cuarenta países, que han salvado miles de vidas humanas.
En ningún otro pueblo se enraizó tanto el espíritu de solidaridad internacional. Nuestro país apoyó a los patriotas argelinos, montamos guardia, a solicitud de Siria, en las alturas del Golán, sangre cubana se derramó en el Congo, donde el Che, con más de cien instructores cubanos, apoyó a los rebeldes congoleños, también ayudamos para la independencia de Guinea y Cabo Verde, y durante diez años apoyamos la lucha por la independencia de Angola, también de Namibia; fuimos solidarios con Vietnam y sangre cubana se derramó en Bolivia, con la del Che, igual en la defensa de Grenada y en Nicaragua.
El Muro de Berlín cayó y la Unión Soviética también, Cuba no.¿Cuba es indestructible?
El país sufrió un golpe anonadante cuando, de un día para otro, se derrumbó la gran potencia y nos dejó solos, solitos, y perdimos todos los mercados para el azúcar y dejamos de recibir víveres, combustible, hasta la madera con qué darles cristiana sepultura a nuestros muertos. Nos quedamos sin combustible de un día para otro, sin materias primas, sin alimentos, sin artículos de aseo, sin nada. Y todos pensaban: “Esto se derrumba”, y siguen creyendo algunos idiotas que esto se derrumba, y que si no se derrumba ahora, se derrumba después.
La obra realizada y la conciencia creada durante años obraron el milagro. ¿Por qué resistimos? Porque la Revolución contó siempre, cuenta y contará cada vez más con el apoyo del pueblo, un pueblo inteligente, cada vez más unido, más culto y más combativo.
Aquí hay millones de cubanos preparados para la guerra de todo el pueblo. Hemos alcanzado la “invulnerabilidad militar”. El imperio no puede pagar la cuota de vidas, no imaginada y tal vez tantas o más que en Vietnam, si trata de ocuparnos.
¿Cuál es el concepto que tiene sobre el Che Guevara?
Era el primer voluntario para cualquier misión difícil; se caracterizaba por un extraordinario arrojo, un absoluto desprecio del peligro, pero, además, a veces proponía hacer cosas muy difíciles y riesgosas. Yo le decía: “No”. El Che se quedaba con los heridos y los atendía con esmero. Era una característica de él. Era un ejemplo, tenía mucha moral y ascendencia sobre su tropa.
Yo pienso que era un modelo de hombre revolucionario. El Che es un ejemplo. Una fuerza moral indestructible. Yo pienso que lo más grande son realmente los valores morales, la conciencia. El Che simboliza los más altos valores humanos, y un ejemplo extraordinario. Creó una gran aureola y una gran mística. Yo lo admiraba mucho, y lo apreciaba. Son muchos los recuerdos que dejó, imborrables, y por eso digo que es uno de los hombres más nobles, más extraordinarios y más desinteresados que he conocido.
¿Y cuál era la ideología del Che?
El Che había leído naturalmente un número de libros sobre las teorías de Marx, de Engels y de Lenin. Él era marxista. Nunca lo oí hablar de Trotsky. Él defendía a Marx, defendía a Lenin, y criticaba a Stalin. Bueno, criticaba en aquél entonces el culto de la personalidad, los errores de Stalin”.
Algunas publicaciones han dicho que usted es uno de los hombres más ricos del mundo. ¿Qué comentario le merece esa afirmación?
Bueno, ya eso es el colmo. Yo no me voy a poner a hacer una querella. Yo, realmente, no poseo nada. Tengo algunos pesos, porque ya después que tú pagas las cuotas establecidas desde el primer año de la Revolución por cada servicio, que son bastante módicas, puede quedarte algo. Yo tengo el mismo salario desde siempre, que al cambio de 25 pesos por un dólar, es de 30 dólares mensuales, del que hay que pagar la cuota del Partido, un tanto por ciento por la vivienda, vas pagando todos los meses. Pero yo no me muero de hambre. Y hace un buen número de años que no tengo vacaciones, un día de descanso, ni sábado, ni domingo. A mí no me falta nada material. Tengo lo que necesito. Y no tengo necesidad de mucho.
Tendré la gloria de morir sin una divisa convertible. Millones me han ofrecido por escribir memorias y libros, pero nunca lo he hecho. Siempre he dicho: “Si lo hago es para escuelas”. Y uno se siente tranquilo, realmente se siente feliz, se siente fuerte con tales normas
En Cuba capturan y hasta condenan a prisión a disidentes políticos. ¿Eso afecta la imagen de la Revolución en el mundo?
Aquí no se ha sancionado nunca a nadie porque sean disidentes o tengan otros criterios diferentes de los de la Revolución. Nuestros tribunales sancionan en virtud de leyes y sancionan los actos contrarrevolucionarios. A lo largo de la historia, en todas las épocas, los actos de aquellos que se pusieron al servicio de una potencia extranjera contra su país siempre se consideraron como sumamente graves.
Es ridícula la idea de que aquí se sancione a alguien por tener una idea diferente a las creencias de la Revolución. Aquí se sancionan actos, no ideas. Hay decenas de miles de personas con creencias diferentes y con concepciones diferentes de las de la Revolución y que gozan de todas las garantías y de todo el respeto. Y, además, aquí no ha habido jamás un estado de emergencia o estado de sitio. Jamás ha habido una manifestación disuelta por la fuerza pública.
Todos los jefes y cabecillas de todos los grupos contrarrevolucionarios, que están contra la Revolución, son organizados por la Oficina de Intereses de Estados Unidos.
El Estado controla los medios de comunicación en Cuba. ¿Esto implica que no haya libertad de expresión?
Mire, sinceramente, nuestros órganos de prensa no están en manos de los enemigos de la Revolución, ni en manos de agentes de Estados Unidos, sino en manos de revolucionarios. Aquí ha habido durante bastante tiempo la tendencia a suponer que los señalamientos críticos, la denuncia de las cosas mal hechas, hacían el juego al enemigo, ayudaban el enemigo y a la contrarrevolución. A veces hay el temor a informar sobre algo, porque se piensa que puede ser útil al enemigo. Y nosotros hemos descubierto que en la lucha contra los hechos negativos es muy importante el trabajo de los órganos de prensa. Y hemos estimulado el espíritu crítico.
Sabemos que hay inconvenientes, pero queremos una crítica responsable. A pesar de las posibles consecuencias, todo es mejor que la ausencia de críticas. Claro está que hay que ser sumamente responsable en el manejo de los temas y no ofrecer al enemigo información sensible que pueda ser útil a sus planes de destruir la Revolución. De ahí lo difícil de la tarea de un revolucionario.
Mucha gente en Cuba dice que está “en la lucha”, consiguiendo cosas por vías no legales. ¿Cómo analiza este problema?
Hay sectores completos en nuestra sociedad que no los hemos cambiado todavía. Descubrimos que existía una cultura de los ricos y una cultura de los pobres. La de los ricos, muy decente: compro, pago. La de los pobres: ¿cómo me consigo esto aquí?, ¿cómo le robo al rico y al que sea?
Muchas familias humildes, buenas, patriotas, les decían al hijo que trabajaba, por ejemplo, en el sector hotelero: “Oye, llévate una sábana, llévate una almohada, tráeme esto, tráeme lo otro”. Esas actitudes nacen de la cultura de la pobreza, y cuando se hacen los cambios sociales para transformarlo todo, los hábitos perduran mucho más tiempo.
Estamos invitando a todo el pueblo a que coopere en una gran batalla, la batalla contra todas las deficiencias, entre ellas los pequeños robos y los grandes despilfarros de cualquier tipo, en cualquier lugar, por falta de una conciencia económica profunda que no hemos sabido inculcar en todo el pueblo.
¿Por qué tantos cubanos desean irse a los Estados Unidos?
Emigran porque quieren un automóvil; porque quieren vivir en una sociedad de consumo, muy publicitada. No son personas que tengan una diferencia política, digamos, o inconformidad con nosotros. Más del 90 por ciento de los que han emigrado lo hacen, como los mexicanos u otros, por razones económicas y no porque no tengan empleo, o porque no tengan educación, o porque no tengan servicios médicos, o no tengan una cantidad de alimentos asegurada a precios casi gratuitos.
Y los que secuestran embarcaciones son gente con antecedentes penales en casi todos los casos, o con problemas legales, o gente que le han llamado la atención por crear reyertas o por vagancia. No todos, pero hay gente que ha sido sancionada. Es de ese tipo de personas que no trabaja, que vive de actividades antisociales; en fin, tienen el medio ideal para ese tipo de acciones. Son aventureros.
¿A qué atribuye haber escapado a tantos intentos de asesinato organizados por la CIA?
Contra ellos intervino a veces el azar. Fueron decenas de planes, algunos de los cuales estuvieron cerca de tener éxito. Suman, en total, registrados, más de 600, desde incipientes hasta bien avanzados; es decir, descubiertos en distintos niveles de ejecución. Los promovieron de tres formas diferentes: una, directamente organizados por la CIA; otra, creando grupos supuestamente independientes y dándoles todos los recursos para actuar sin intervención directa de las instituciones norteamericanas; la tercera era la incitación, que tiene mucha fuerza, creándoles a los potenciales autores sicología de cazadores, la conciencia de que hay alguien que debe ser cazado.
*Fragmento de un texto elaborado hace seis años con una extensión tres veces mayor a este condensado especial.