13 de mayo 2021
El trasfondo de la dificultad para formar en Nicaragua una alianza electoral opositora con una casilla y un candidato único fue la resistencia de muchas organizaciones políticas opositoras en constatar cuál es su verdadero capital político, tanto en la oposición como en comparación con sus adversarios, valora el politólogo Manuel Orozco, quien considera que esto se debía tomar en cuenta en las negociaciones para llegar a un acuerdo de unidad.
“La discusión se hace con base a aspectos muy moralizantes: la unidad versus la dictadura. Las fuerzas políticas no se suman simplemente por la existencia que tienen, sino por el peso que poseen, la influencia que ejercen en el escenario nacional y el nivel de convergencia ideológica que poseen. Nada de eso es lo que se ha discutido”, cuestionó Orozco en entrevista con CONFIDENCIAL.
El último capítulo que protagonizó la oposición nicaragüense para lograr la unidad electoral a través de una casilla y un candidato único para enfrentar el régimen orteguista en los comicios de noviembre, se cerró este miércoles con la inscripción de la Alianza Ciudadanos por la Libertad (CxL), que finalmente no logró un acuerdo con el Partido Restauración Democrática (PRD).
El Consejo Supremo Electoral (CSE), controlado por la dictadura orteguista, apuró el calendario electoral para dejar a los opositores solamente seis días para lograr un acuerdo de alianza, pendiente desde hacía meses. Sin embargo, luego de intensos días de negociaciones, pugnas, ataques y reproches entre personeros de estas estructuras políticas, finalmente no llegaron a un acuerdo.
“El moralismo político de este movimiento opositor es un síntoma de la cultura política del país. El nicaragüense no tiene herramientas para medir y calcular el peso político de sus fuerzas organizadas, ni de medir el riesgo político que representa aliarse o no", continuó Orozco. "En ese contexto --agregó--, lo único que tenés a mano es el discurso moral. La retórica se orientó a hablar de un objetivo común, cuando en política de lo que se trata es de definir tu peso político. El capital político que respalda tu voz”.
Negociaciones debían centrarse en una estrategia electoral
El parto del PRD y CxL ocurrió hace cuatro años. El dos de mayo de 2017 un cuestionado CSE les otorgó su respectiva personería jurídica. Nacieron un año después de la segunda reelección consecutiva de Ortega en elecciones dominadas por la abstención masiva, y en la víspera de los comicios municipales de 2017.
Desde la perspectiva de Orozco, los partidos que negociaban la alianza electoral, más que exigencias políticas, tendrían que haber centrado su agenda en diseñar una estrategia electoral conjunta para derrotar al régimen.
“Objetivamente hablando, una aritmética crítica del peso o capital político de estos grupos te mostraría que a estas alturas, la Coalición no tiene más del 30% de peso relativo, frente a CxL-Alianza Ciudadana. Y si había algo que negociar, no eran los puestos de diputaciones o la representación legal, sino la estrategia electoral. El tema de cómo derrotar al régimen: proponer una agenda atractiva para el nicaragüense, la estabilización económica y remiendo del tejido social, tan fragmentado que está, con una tregua ideológica para después entrar a debatir sus agendas”, opinó Orozco.
Un reportaje de CONFIDENCIAL sobre el peso político de ambos partidos políticos, publicado en febrero, reveló que en las votaciones municipales de 2017, no existe un registro oficial del CSE sobre los resultados de ambos partidos políticos, pero según el reporte publicado por medios oficialistas, CxL obtuvo 148 321 votos, y ganó cinco alcaldías: El Cuá, San Sebastián de Yalí y Santa María de Pantasma, en Jinotega; Murra, en Nueva Segovia, y El Almendro, en Río San Juan. Por su parte, el PRD obtuvo 23 415 votos, según las mismas fuentes, y ganó 18 concejales en todo el país, la mayoría localizados en el occidente de Nicaragua. Al PRD no le fue asignado ningún alcalde por la autoridad electoral.
Luego, en las elecciones regionales de 2019 en el Caribe, CxL tuvo 4673 votos y el PRD 173 en la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte. En el Caribe Sur, en cambio, CxL logró 3721 votos y la otra organización política 100 votos, según los resultados publicados en el CSE.
“Si el electorado y muchas de las organizaciones de la sociedad civil estuviera mejor informada, de manera transparente sobre lo que representa cada grupo, sobre el peso que tienen, entenderían que la Coalición Nacional se encontraba en su punto más bajo de peso político, y CxL-Alianza Ciudadana en el punto más alto, en el momento en que el gobierno les impuso esa fecha puntual (para inscribirse). En ese sentido, los términos de referencia de PRD de exigir un 50-50 (en las diputaciones), una representación legal imparcial, etc., caen por su propio peso, porque el partido y la Coalición no tienen influencia”, explicó Orozco.
Precisamente, dos de los puntos en los que hubo más fricciones durante las negociaciones entre los personeros del PRD y el CxL, fueron la representación legal de la alianza electoral y la cuota de diputados. Sobre este último punto en particular, la primera propuesta del Coalición Nacional fue un esquema equitativo de candidaturas a diputados de un 50% para cada fuerza política, algo que fue calificado como un “asalto” por los personeros del CxL.
Los pesos del PRD y el CxL
Con su participación en los comicios de 2017 y 2019, CxL y el PRD enfrentaron fuertes críticas, principalmente de movimientos autoconvocados, que los señalaron de legitimar estos procesos electorales viciados. Sin embargo, al acercarse los comicios de 2021, ambas organizaciones se convirtieron en los “vehículos electorales” con los que contaba la oposición para enfrentar al régimen en las urnas. Esto sin importar cual era su peso político real.
“Si descomponés la estructura organizativa de cada grupo, su peso político, te vas a dar cuenta que un partido de derecha, como el CxL, con el apoyo de un sector joven, del gran capital, de la Iglesia Católica y un sector del campesinado, más una presencia territorial como partido tres veces mayor que la del PRD, se siente que tiene un posicionamiento superior a la Coalición Nacional”, puntualizó Orozco.
“La Coalición Nacional está compuesta por la Unidad Nacional Azul y Blanco, que es predominantemente una amalgama de organizaciones sociales con una agenda de justicia social, muy válida, de izquierda, con un enfoque que prioriza la justicia por encima del tema económico. A esta la acompañan tres partidos de los cuales dos (FDN y Yatama) no han tenido gran presencia y más bien su trayectoria política ya era cuestionable. Entonces, realmente la Coalición Nacional no es un movimiento aglutinador”, añadió.
Evaluación de los responsables
Las negociaciones entre ambas organizaciones contaron con la mediación del expelotero y miembro de la Comisión de la Buena Voluntad (CBV), Dennis Martínez. Martínez no atendió las consultas de CONFIDENCIAL para hablar sobre este tema.
Carlos Tünnermann Bernheim, presidente de la CBV, consultado en el programa Esta Noche, dijo que preparan una evaluación para determinar cuáles fueron los factores que impidieron la unidad de las principales plataformas opositoras.
“La Comisión va reunirse para hacer un proceso evaluativo de lo que pasó, con la participación de Dennis Martínez. Después de hacer una evaluación, haríamos un pronunciamiento en los que determinaremos cuáles fueron los sectores que pusieron más obstáculos de la unidad”, dijo Tünnermann Bernheim.
Sin embargo, más allá de lo que establezca la evaluación de la CBV, Tünnermann Bernheim fue en claro en lamentar la falta de acuerdos entre los opositores y remarcar que este escenario de división electoral, favorece al régimen en unos eventuales comicios en noviembre próximo.
“La Comisión de Buena Voluntad hizo todo lo que estaba a su alcance para lograr la unidad de todas las fuerzas democráticas opositoras, pero las posiciones se volvieron irreconciliables. Es desafortunado. El país pierde, pierde el pueblo, pierde el futuro de la democracia. Era un clamor de la nación lograr la unidad”, refirió.
Sin embargo, reveló que ellos continuarán con su trabajo para que al menos ambas plataformas opositoras busquen acercamientos para acordar un mecanismo que al menos conlleve a un acuerdo de elección de un candidato único. Reconoció, que dado el actual contexto de división de casillas existente, este proceso será mucho más difícil.
La guía de este mecanismo sería siempre lo establecido en el documento promovido por la CBV denominado Unidad, Nicaragua Primero, el cual ha sido firmado por la mayoría de precandidatos presidenciales.
“El escenario que tenemos que evitar es que venga la desesperanza de la población, que mucha gente diga que no vale la pena ir a votar. La abstención electoral favorece a Ortega, porque gana con solo un voto más. Habiendo la posibilidad de que se logre un acuerdo para lograr la candidatura, si se puede lograr un atractivo, ahí sí se puede repetir lo de 1990. Pero dos candidatos separados en dos fuerzas políticas bastante fuertes, el escenario que se va a repetir es el del 2006”, opinó.