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La ruta del cambio: De las protestas de abril a la transición democrática

Lesther Alemán, Tamara Dávila, Félix Maradiaga, Jesús Téfel: libertad, democracia, justicia sin impunidad, comisión de la verdad y retorno del exilio

Reflexiones Abril

Lesther Alemán. Tamara Dávila, Félix Maradiaga y Jesús Tefel. // Fotos: Archivo

Carlos F. Chamorro

22 de abril 2024

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Seis años después de la Rebelión de Abril, en Esta Semana conversamos con cuatro de los líderes opositores que surgieron de la protesta autoconvocada en 2018, los excarcelados políticos, desterrados y exiliados: Lesther Alemán, fundador de Alianza Universitaria Nicaragüense, AUN; Tamara Dávila, directiva de la Unidad Nacional Azul y Blanco-Monteverde; Félix Maradiaga, presidente de la Fundación Libertad; y Jesús Téfel, directivo de la Concertación Democrática Nicaragüense.

Les preguntamos cuáles son las lecciones de la Rebelión de Abril, los logros y los errores del movimiento autoconvocado en estos seis años de lucha contra la dictadura, y cuál es su visión del futuro tras la imposición de un férreo estado policial en Nicaragua y la pretensión del régimen de imponer una nueva dinastía familiar, con el traspaso del poder de Daniel Ortega a su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo.


Los opositores coinciden en cinco temas recurrentes: la preeminencia de la lucha cívica, descartando la pretensión del régimen de empujarlos a la violencia armada; la pluralidad de un movimiento prodemocracia, nacional y transnacional, en el que no hay ningún líder u organización hegemónica para salir de la dictadura; la creación de una comisión de la verdad para investigar los crímenes de lesa humanidad, y la instalación de un sistema de justicia sin impunidad, para asegurar la no repetición; el establecimiento de una institucionalidad democrática, con libertad y derechos humanos, para promover inversiones y oportunidades de desarrollo económico y social; y la promoción del retorno de los exiliados y desterrados a un país con oportunidades para todos y sin exclusiones políticas.

¿Qué aprendimos los nicaragüenses de los logros y de los errores de esos 100 días de insurrección cívica en 2018, de los dos diálogos nacionales, de la cancelación de las elecciones de 2021, de la cárcel, y del exilio? Para los movimientos opositores que surgieron de esa protesta, de los cuales ustedes forman parte, ¿cuáles son las principales lecciones de la Rebelión de Abril?

Tamara Dávila. El principal aprendizaje, al menos para mí en tiempos de desesperanza, es que es posible. Podemos lograrlo. Podemos romper nuestras burbujas, observar nuestras diferencias, porque existen, tenemos ideologías distintas, pero es posible salir de la situación en la que estamos. Yo creo que ese es el principal legado de esos primeros 100 días de abril de 2018.

Esos 100 días nos muestran la enorme voluntad de construir un país donde todos podamos vivir sin sacarnos los ojos, donde nuestras diferencias no sean motivo para atacar a otro. Es decir, ahí nos vimos todas las caras: empresarios, campesinos, estudiantes, ricos y pobres. Eso mostró abril y eso da esperanza de que es posible que vamos a salir de esta (crisis) y que podemos vivir con nuestras diferencias sin sacarnos los ojos, que es lo que pretende la dictadura.

Lesther Alemán. Abril es conciencia ciudadana, es participación de una juventud que se dispuso a entregar lo mejor de sí y cambiar el rumbo de la historia, de lo cual me siento superorgulloso de ser un joven más dentro de esta lucha, junto a miles que sumamos ese sueño de país posible y sobre todo construido desde todos los niveles sociales y en la coincidencia de distintos puntos de vista que hasta 2018 no se discutían.

Este análisis también me trae lecciones aprendidas, hoy la comunidad internacional no puede señalarnos de que como oposición renunciamos o dejamos la ruta electoral. Segundo, la condena internacional actualmente es, además de hecho, de derecho; es decir, hay un informe, hay distintos señalamientos jurídicos e internacionales donde Daniel Ortega y Rosario Murillo tienen la cuota de responsabilidad. En esos primeros 100 días todavía estábamos en ese nivel de confusión, porque se hablaba de la participación de la Policía Nacional, del Ejército, de los paramilitares, de la Juventud Sandinista, pero hoy ya se nombra a nivel internacional estos nombres y apellidos con su cuota y responsabilidad.

A pesar de la cárcel que hemos vivido, a pesar del destierro, a pesar de la participación a nivel nacional, también entendemos que la lucha, la necesidad de nuestro trabajo se transmite y se traduce también en donde esté un nicaragüense en el mundo. Ahí la lucha va a continuar, la atención de la causa nicaragüense, en general, se ha trasladado a nivel internacional por los nicaragüenses que se han visto orillados al exilio forzoso y desde donde estamos haciendo distintas acciones.

Jesús Téfel. De la experiencia de 2018 aprendí que los nicaragüenses tenemos voluntad de cambio, y al enfrentarnos con un sistema político cooptado totalmente, recurrimos a una explosión social que fue la manera de liberar esa presión que veníamos acumulando con tantos años.

Las reformas a la Seguridad Social fueron el caldo de cultivo para esta explosión que reflejaba esa voluntad de cambio que se dio desde la diversidad, optando por una vía cívica. Eso para mí es un gran aprendizaje, que el pueblo de Nicaragua no quiere recurrir a la vía armada para solucionar este conflicto y para salir de la dictadura, lo cual nos ofrece una ruta clara de trabajo.

Y otra cosa que aprendí a través de los diálogos, es que Ortega está jugando otro juego, no el juego democrático y está dispuesto a hacer lo que sea, burlar cualquier esquema de negociación, cualquier esquema de entendimiento por la vía cívica. Y ha tomado una decisión radical de quedarse en el poder a toda costa. Para tener éxito en nuestra ruta cívica por la vía democrática, tenemos que cambiar un régimen que decide enquistarse a punta de violencia y terror. Eso nos ofrece también este camino claro para trabajar.

Félix Maradiaga. A pesar de recordar con mucho dolor la forma criminal en que la dictadura le arrebató la vida a tantos inocentes, me llevo de abril la esperanza y sobre todo el despertar de una población.

Muchas personas que teníamos ya años trabajando en procesos de incidencia y mis colegas van a coincidir en lo inspirador que fue para nosotros ver ese despertar masivo de la juventud nicaragüense. Porque años antes, en 2009, cuando me tocó coordinar un esfuerzo hacia la OEA, donde llevamos la documentación del fraude de 2008; posteriormente, don Fabio Gadea me pidió coordinar un esfuerzo similar en 2011; igual lo hicimos con otras organizaciones en 2016, había un sentimiento de soledad.

Claro que había organizaciones, incluso el Movimiento Campesino, pero la juventud nicaragüense a mí me dejó claro de que hay toda una generación que está cansada de los caudillismos, que crea una nueva cultura política y que de alguna forma, a pesar de lo atornillada que está la dictadura, abre las esperanzas a una generación que no levantó un fusil y una bandera partidaria, como pasó por ejemplo en (19)79 o en otro momento, sino que levantó la bandera azul y blanco y en vez de un fusil y en vez de una consigna de Patria Libre o Morir, dijo Patria Libre para Vivir. Para mí eso es inspirador y abre un futuro distinto, que es esperanzador.

Los compromisos de la oposición

Seis años después de la Rebelión de Abril, ¿dónde está hoy el movimiento opositor, el movimiento que demanda un cambio democrático? ¿Tiene un programa? ¿Existe una estrategia de unidad en la acción para salir de la dictadura? ¿Y cómo puede convertirse la oposición, en un interlocutor de poder para la población ante la dictadura, bajo el estado policial en que vivimos hoy en el país?

Lesther Alemán. Sí, hay una persecución desmedida que dejó como resultado el exilio, el destierro, que en cientos de interrogatorios nos insistían de que iba a significar una muerte política.

Yo analizo el antes y el después de la cárcel. Nuestra respuesta ha sido que la lucha por Nicaragua se sigue manteniendo a pesar de nuestro destierro, exilio, y a pesar del estado policial que se vive dentro de Nicaragua.

En 2021 se demostró el terror que Daniel Ortega le tuvo al proceso electoral cívico y pacífico, al cual nosotros no renunciamos. Hay una vocación cívica en la ciudadanía que se instaló al ver los resultados que genera un conflicto armado entre nicaragüenses y sobre todo el costo de vidas de 355 nicaragüenses que lamentamos por las protestas que hubo en 2018, y que no queremos que se vuelva a repetir.

Y esto te pone como jóvenes, y voy a hablar por mi realidad, en una reestructuración, porque si bien es cierto estábamos organizando a lo interno del país, cientos de jóvenes han tenido que huir para salvar sus vidas, para preservar su libertad y promover la democracia, pero fuera de su casa, alejados de su familia. Y estos jóvenes hoy están en una sobrevivencia en distintos países, en Estados Unidos, Europa, Costa Rica. Para reestructurar tu realidad, que es cruel, también tenés que incentivar a la organización joven. Y eso es lo que nosotros actualmente estamos haciendo.

A seis años de ese abril, una reestructuración a nivel internacional para que esta acción de organización, sin conocer fronteras, nos lleve a que el tema de Nicaragua persista en la agenda, porque competimos ante otras crisis. Y nuestra mayor preocupación es que la comunidad internacional no voltee su rostro hacia otro lado, sino que se atienda la crisis de Nicaragua y esto nos genere a nosotros una respuesta positiva para el que está viviendo todavía bajo el Estado policial en Nicaragua. Tenemos jóvenes que están en casa por cárcel. Jóvenes que han visto truncado su sueño de continuar en una universidad por las confiscaciones de parte de la dictadura, y jóvenes que tienen un proyecto de huir del país porque no hay futuro.

A estos jóvenes en medio de esa necesidad, le estamos presentando una alternativa de que, a pesar de estar fuera de Nicaragua, hay una vocación de organizarnos a pesar de la distancia territorial. Como jóvenes, estamos planteando un esfuerzo de la oposición en general, sin conocer siglas, sin conocer la estructura. Estamos permanentemente trabajando en una reestructuración y nosotros desde los grupos juveniles también, organizándonos y fortaleciéndonos para plantar cara en lo que resta de esta lucha.

Félix Maradiaga. Con distintas versiones o lenguajes podemos coincidir en varios puntos estratégicos de presión a la dictadura. El primer punto, es que esto no es una lucha estrictamente doméstica. Hay que mantener a Nicaragua en la agenda internacional. Explicar a los principales tomadores de decisiones que Ortega está vinculado con las principales autocracias del mundo, como Irán, Rusia, China y otras. La búsqueda de fuertes sanciones al régimen que logren en algún momento hacer una apertura democrática.

En tercer lugar, mantener y consolidar una fuerza de oposición que sea contrapoder y que sea alternativa democrática para un futuro de transición o para la primera oportunidad de transición que haya.

En cuarto lugar, mantener la agenda de derechos humanos, de justicia, de no impunidad como prioridad.

Y, en quinto lugar, lo que yo llamo el cordón umbilical con los nicaragüenses dentro del país. Cuidarnos de no convertirnos, como les ha pasado a otras oposiciones de otros países del mundo que solo le hablan a los exiliados. Con todo lo valioso que es el exilio, es fundamental mantener una íntima relación con las capacidades internas de resistencia.

Son cinco grandes coincidencias que tenemos las distintas organizaciones que estamos enfocadas en la búsqueda de democracia para Nicaragua.

Jesús Téfel. Lo más importante de todo es entender que el exilio y la represión desmedida de esta oleada migratoria masiva de nicaragüenses, ha generado un impacto negativo dentro de Nicaragua. No podés reunirte con los demás departamentos y planificar. Para poder ejercer liderazgo, hay que hacerlo entre San José de Costa Rica, Madrid en España y algunas ciudades en Estados Unidos. Esa reconfiguración que mencionaba Lesther pasa por vencer esa barrera geográfica, esa distancia que se nos ha impuesto, y encontrar mecanismos para continuar ese diálogo interno de la oposición que nos acerquen posiciones y nos permita diseñar estrategias comunes.

Félix mencionaba --no nos podemos enfocar solo en el tema internacional-- aunque definitivamente es crucial para ir cercando a la dictadura, para aislarla, pero sobre todo para ir cortando las fuentes de financiamiento con la que sustenta su proyecto dictatorial de captura del Estado. Necesitamos hacer ver a la comunidad internacional que no solo prestarle dinero a través de las instituciones financieras oxigena el régimen, sino que además este régimen ocupa esa holgura financiera para mantener ese estado policiaco.

En la medida que podamos lograr un aislamiento de la dictadura y un corte del flujo de recursos, podemos ir debilitando su capacidad de represión y acercarnos más a un momento de apertura política en el cual tengamos chance de incidir más decisivamente dentro del territorio de Nicaragua.

Y lo que menciona también Félix del cordón umbilical, es sumamente importante, y no solo para que nosotros tengamos coherencia en lo que hacemos y decimos, respetando y representando lo que se vive en Nicaragua, sino también para que la gente que está en Nicaragua, que de alguna manera está aislada, con el cierre de medios de comunicación, con la confiscación de más de 3600 oenegés que mantenían un tejido social, con la ilegalización de los partidos políticos, para que también ellos estén al tanto de los avances que se están logrando en la oposición y que hay una semilla de esperanza de que no están solos, sino que quienes tuvimos que salir, no hemos parado de seguir en esta lucha.

Tamara Dávila. La oposición, en sus distintas expresiones, tiene acuerdos mínimos desde 2018. La Unidad Nacional tiene 19 puntos que concretó desde ese año. La Alianza Cívica también, (así como el Cosep en aquel momento), que son coincidentes y que siguen estando en la agenda de los distintos grupos de oposición.

En una realidad más cruda porque la represión del régimen ha hecho que también las estrategias y los trabajos de la oposición sean cambiantes, el compromiso alrededor de la justicia, el reclamo de las Madres de Abril de justicia, de nunca más, de garantías de no repetición, es un compromiso de todas las fuerzas y de los grupos opositores.

El otro gran compromiso es con la lucha cívica. No queremos más muertos, no queremos más guerra, queremos romper ese ciclo.

Otro compromiso tiene que ver con la demanda de la libertad para los presos y las presas políticas, 120 presos, entre ellos 19 mujeres. Y ese es también un acuerdo entre los grupos opositores. La denuncia, el cabildeo internacional para seguir aislando al régimen. Hay un trabajo de hormiga, de los distintos grupos opositores que no es público y eso se hace cotidianamente. 

Hay una claridad en todos los grupos opositores de empujar esos temas ya, ahora, no para el día después, sino desde ya en un compromiso por generar unos diálogos y una alianzas que fortalezcan el tejido social dentro del país y también fuera y eso también es un macroacuerdo de los grupos opositores: respetar nuestras procedencias, nuestros trabajos y ver cómo sumamos y fortalecemos. Ciertamente, hay unas enormes heridas del pasado, porque hay unas mochilas que todos cargamos, hay una cultura política muy fuerte en los distintos grupos opositores de autoritarismo, de zancadilla, de puñales. Y también contra eso hay un acuerdo de que debemos luchar los nuevos liderazgos para acabar con esa cultura política y comprender que aquí no hay uno solo, ni un líder mesiánico que nos lleve a la salida. Aquí nos necesitamos todos.

La transición democrática y “el día después”

¿Cuál es la visión que tienen ustedes del futuro? La dictadura está promoviendo una sucesión dinástica. Por el otro lado, la gran mayoría de los nicaragüenses quiere un cambio político. ¿Está preparado el movimiento opositor para el día después de la caída de la dictadura? ¿Cuáles serían los pilares de una transición democrática y, sobre todo, cómo desmontar las estructuras de la dictadura y gobernar democráticamente?

Félix Maradiaga. Nosotros desde la Fundación (Libertad) que yo presido, hemos trabajado con varias organizaciones en un plan de transición. Tenemos incluso avances con un libro que se publicó en 2018 sobre cuál sería el esquema de justicia, pero quiero enfocarme en las coincidencias: el gran aprendizaje que todos tenemos, y un compromiso inequívoco, es con la no impunidad.

Gran parte de las heridas abiertas a las cuales Tamara se refería es precisamente porque Nicaragua no ha tenido como Estado y como sociedad un firme compromiso de no repetición, de erradicar la impunidad como práctica política. Eso es una coincidencia transversal en todos los grupos. Nuestro compromiso firme con las víctimas, con las madres de los asesinados, con los presos políticos, con las personas que han sido violentadas por el régimen, de hacer de la transición. La justicia no es un tema menor, ni tampoco se barre debajo de la alfombra de la historia.

En segundo lugar, tenemos el aprendizaje de que en Nicaragua ninguna organización por sí sola podrá mover el tren de la transición, se requiere una transición que tome en consideración a aquellos trabajadores del Estado que tienen las manos limpias, que no tienen las manos manchadas de sangre, aquellos nicaragüenses que en algún momento le dieron su voto a la estructura criminal de Ortega y del Frente Sandinista, pero que hoy están del lado correcto de la historia. No puede ser una transición basada en la venganza, basada en la miopía política, tiene que involucrar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Sí hay un plan. Sí hay coincidencias. Hay un compromiso de no descansar, de trabajar día y noche hasta que Nicaragua tenga libertad y tenga democracia. Si Ortega creyó que rompió nuestra voluntad, se equivocó, porque realmente la ha multiplicado.

Jesús Téfel. La mayoría política que rechaza al régimen ha cambiado, porque además de la gente que en 2018 se volcó a las calles, además de toda la gente que por sus principios es contraria al proyecto dinástico y dictatorial de Ortega, de 2018 para acá mucha gente que estaba con ellos, hoy no lo está, e incluso gente que todavía hoy está dentro de sus filas, está harta, ya no ven una salida, no ven que este régimen les pinte un futuro. Gente que trabaja en las instituciones, el Ejército, la misma Policía, el sistema judicial. Aunque no necesariamente están orgánicamente aliados a nosotros, se han sumado a las filas de personas que están en contra de este modelo impuesto por la dictadura, y eso nos brinda una esperanza de que hay posibilidades de que después de Ortega podamos tener un futuro Estado que trabaje para todos en base al principio de no volver a caer en una dictadura.

Tenemos en Nicaragua y en el exilio suficiente gente que puede conformar un gobierno de transición en el momento que se den las condiciones, tenemos liderazgo de sobra. Lo que no ha habido es espacio político, para que ese liderazgo pueda reflejarse en un cambio real en la vida de los nicaragüenses.

Desde 2018 a la fecha siguen siendo los mismos tres pilares de denuncia y de búsqueda. Buscamos justicia, libertad y democracia. Un compromiso con la no impunidad. Libertad para acabar con el sistema policíaco de facto y empezar a restituir todas las libertades públicas. Recuperar la seguridad jurídica que pueda traer inversión y progreso a Nicaragua. Y en el caso de democracia, lo veo como un fuerte compromiso a reconstruir la institucionalidad democrática. No solo es hacer elecciones y elegir un Gobierno, es volver a construir las bases sólidas de una institucionalidad democrática en función de lo que Nicaragua quiere y necesita. 

Lograr esa transición es posible con quienes hoy estamos dando la lucha y quienes se sumen en el futuro. Estoy seguro que una vez que se haga se haga una apertura, más nicaragüenses van a participar decisivamente en estos procesos.

Tamara Dávila. Sin embargo, prepararnos para ese “día después” que va a llegar, porque Daniel Ortega y la Rosario (Murillo) van a caer y ese día va a llegar, sigue siendo el gran reto a los grupos opositores nicaragüenses. Hay un compromiso con justicia, con institucionalidad democrática, con derechos humanos. Sin embargo, necesitamos también un enorme esfuerzo en el día después, de mantener un amplísimo y constante diálogo con la ciudadanía. Porque todos esos cambios van a requerir diálogos que no podemos cercenar y van a requerir un respeto irrestricto de nuestras diferencias y un respeto irrestricto también de la libertad de prensa. Las libertades también pasan por la libertad de prensa.

Nos hace falta poder dialogar más entre nosotros Y nos hace falta poder tejer también unas comunicaciones con el pueblo nicaragüense alrededor de lo que queremos para ese día. Los nicaragüenses tenemos que saber que nuestra vida va a ser mejor sin la dictadura, y eso pasa por un día después en donde quepamos todos y todas, en donde quepan los trabajadores del Estado, los mandos medios del Ejército, aquellas personas que no han cometido crímenes de lesa humanidad y que aún están con el régimen por distintas razones, eso también los incluye. Todo nicaragüense en ese día después tiene que estar convencido que Nicaragua es un lugar para él y que nadie va a permitir que su derecho, y que su ciudadanía, y su derecho a existir ahí sea violado.

Lesther Alemán. Nosotros lo tenemos como eslogan, pero creo que es una realidad: Aún hay esperanza, habrá Estado, habrá nación, habrá república. Estamos convencidos de que esto apenas es la calistenia, porque la carrera empieza el día después que la dictadura acabe. Solo se han mencionado tres elementos: justicia, libertad y democracia, que han sido desde 2018 nuestra demanda. Pero yo añado un cuarto y es el retorno de los nicaragüenses que estén fuera, si esa es su decisión, que retornen a un país que le dé las oportunidades de crecer, de desarrollarse, de alcanzar ese abrazo de familia, pero también las condiciones para poder ser alguien en la vida económica, política y social.

Para ello también abrazamos la demanda de los familiares, de las personas que hoy nos hacen falta. La demanda de justicia nace exactamente por escuchar a las víctimas y para ello creo que la instalación de una comisión de la verdad, de manera independiente, que investigue estos crímenes será también la garantía para todos los trabajadores del Estado. Dentro de los hospitales existe una esperanza de que la oposición, el día que administre ese país, de un cambio en Nicaragua. Esa oportunidad para que el médico se sienta libre del yugo que hoy le oprime, para que el policía se sienta libre, para que el alcalde, el trabajador, el secretario, dentro de las instituciones municipales y departamentales, se sientan libres del yugo que les oprime.

El cambio es inminente. Pero para ello también nosotros reafirmamos nuestro compromiso de que la justicia pasa por esa comisión de la verdad, para que te sientas también con esa garantía de que si vos no sos culpable, si tus manos no están llenas de sangre, no debes temer a un cambio.

Y para ello también la libertad, porque la dictadura ha transformado Nicaragua en una cárcel de cielos abiertos. Nosotros haremos una Nicaragua de oportunidades, una Nicaragua de desarrollo.

Esta oportunidad ahora es de preparación para ese día que pronto llegará en la democracia. Creo que la participación de todos es necesaria, que se restituya el debate, la tolerancia, la participación. Antes el joven se veía excluido. Hoy nosotros prevemos que en esa Nicaragua que estamos construyendo, el joven tiene participación, el campesino tiene participación, la mujer tiene participación. Los distintos espacios y organizaciones tienen participación de escucha, de interlocución con el Estado que dice representarlo. Nos han impuesto un sistema, y para nosotros el día que Ortega y Rosario Murillo falten, la pesadilla habrá acabado.

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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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