12 de febrero 2022
“Al igual que muchos hombres y mujeres, di el paso al frente, dejé familia y estudios en la universidad para sumar mi esfuerzo personal al de otros, que como yo, sintieron el rubor de la vergüenza en sus conciencias y dijeron basta ya de oprobio, de ultrajes y humillaciones, de crímenes y latrocinios; es hora de dignidad, de justicia, de patria”.
Así inicia describiendo su involucramiento contra la dictadura somocista, en su libro de memorias “Rumbo Norte. Historia de un sobreviviente”, el exguerrillero Hugo Torres Jiménez, general de brigada en retiro y preso político por órdenes de Daniel Ortega y Rosario Murillo, quien falleció a los 73 años de edad, este 12 de febrero, tras más de dos meses en los que el régimen mantuvo oculto su paradero y condición de salud.
Torres contó en el libro que “no fue fácil dar ese paso”, pues tuvo que “vencer prejuicios y temores, enfrentar el temor de mis padres y el mío a sufrir cárceles y torturas y a perder la vida a manos de los sicarios de la dictadura”.
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Pero lo venció y eso lo llevó a formar parte del comando guerrillero que realizó la operación “Diciembre Victorioso”, que consistió en asaltar la casa de José María “Chema” Castillo, donde se realizaba una fiesta de altos funcionarios de la dictadura de Somoza. Ese 24 de diciembre de 1974 se logró la liberación de varios presos políticos, entre ellos Daniel Ortega.
“Al ser escogido para integrar el Comando ‘Juan José Quezada’, pasó meses recluido y entrenando hasta que ejecutaron la operación ‘Diciembre Victorioso’, en la que secuestraron a funcionarios del Gobierno somocista que asistían a una fiesta en la casa de “Chema” Castillo. El comando exigió la liberación de los presos políticos de entonces. Lograron sus objetivos en menos de 48 horas. Luego, volaron a La Habana con los militantes políticos rescatados, entre ellos Daniel Ortega, su verdugo y actual presidente ilegítimo de Nicaragua”, escribió Mónica Baltodano en un artículo titulado “Hugo Torres Jiménez: héroe de la lucha contra la dictadura somocista”.
Cuatro años después, en 1978, formó parte del comando guerrillero del FSLN que asaltó el Palacio Nacional, y permitió la liberación de otro grupo numeroso de presos políticos, entre quienes estaban Tomás Borge, Javier Carrión, René Núñez y Doris Tijerino.
“Fue seleccionado para integrar el Comando ‘Rigoberto López Pérez’, que realizó la ‘Operación Muerte al Somocismo’ o asalto al Palacio Nacional, otra acción espectacular que permitió la liberación de más de sesenta presos políticos. Fue segundo jefe de la operación, en la que también participó Dora María Téllez, como responsable política y de la negociación”, detalla Baltodano. Téllez actualmente también es presa política de Ortega y Murillo.
“Es el único que participó en las dos grandes operaciones político-militares efectuadas por el FSLN en toda su lucha”, afirmó Baltodano en sus Memorias de la lucha sandinista.
“Había que enterrar el terror”
Torres describió en su libro de memorias: “El tufo de la corrupción y de los miles de cadáveres de ciudadanos asesinados por el régimen somocista me empujó hacia adelante y puso una pala y un fusil en mis manos. Había que acabar y enterrar el terror y las injusticias de tantos años”.
“Muchos no llegaron al final del camino, pagaron con sus vidas el atrevimiento de querer mover la rueda de la historia hacia adelante, hacia un futuro lleno de pan y libertad para el cuerpo y el alma”, expresó.
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Tras el triunfo de la revolución sandinista, Torres pasó a ser viceministro del Interior y poco después fue trasladado al Ejército Popular Sandinista (ahora Ejército de Nicaragua) donde llegó a alcanzar el grado de general de brigada, al momento de su retiro en 1998.
Baltodano recuerda que “desde su reincorporación a la vida civil, Hugo expresó sus críticas a la conducción partidaria, entonces dominada por Daniel Ortega y encaminada rápidamente al pacto con el derechista Arnoldo Alemán”.
“Nosotros recordamos a Hugo en los días cuando se relacionó con los grupos críticos al naciente orteguismo, expresando su preocupación por la deriva autoritaria y los riesgos que significaba para la democracia en Nicaragua”, explica.
Un video para la historia
Torres tenía el cargo de vicepresidente del Movimiento Renovador Sandinista (MRS), ahora llamado Unión Democrática Renovadora (Unamos) y expresar precisamente sus críticas a la brutal represión del régimen Ortega-Murillo contra la población nicaragüense lo llevó a la cárcel.
“Estos son zarpazos desesperados de un régimen que se siente moribundo, que no tiene asidero legal, que no tiene justificación alguna desde el punto de vista institucional ni jurídico como para permanecer en el poder más allá de noviembre de este año”, declaró Torres, en un video difundido tras su captura, a las dos de la tarde del 13 de junio.
Su vivienda fue allanada por las autoridades del régimen que estacionaron varias patrullas de la Policía Nacional desde horas de la mañana. El exguerrillero declaró que nunca pensó que a su edad iba a “estar luchando de forma cívica y pacífica contra una nueva dictadura”.
“Hace 46 años arriesgué la vida para sacar de la cárcel a Daniel Ortega y a otros compañeros presos políticos. En 1978 volví a arriesgarla junto con Dora María Téllez y otros compañeros para liberar a aproximadamente 60 presos políticos, entre ellos Tomás Borge, Doris Tijerino, René Núñez y otros”, recordó en el video.
El disidente del FSLN insistió que así son las vueltas de la vida y “los que una vez acogieron principios en favor de la justicia, en favor de la libertad, hoy los han traicionado, hoy son sus principales enemigos”.
Régimen lo mantuvo aislado
Torres fue detenido para ser investigado por “actos que menoscaban la independencia, a la soberanía y la autodeterminación”, basados en la Ley 1055, “Ley de Soberanía”, aprobada por el régimen, con la que pueden decidir qué es una injerencia de forma discrecional.
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A principios de enero, Baltodano, reveló que “es público que el 17 de diciembre de 2021, el preso político fue sacado de la celda que compartía con otros prisioneros en El Chipote; que durante las últimas semanas había enfermado rápidamente y que sus compañeros tuvieron que auxiliarlo varias veces, porque, por el grado de inflamación de sus piernas, casi no podía moverse por sí mismo. Fue atendido por médicos del penal, pero no lograron aliviar su situación”.
Baltodano agregó que Torres “sufrió un largo desmayo” ese 17 de diciembre y “de su celda fue sacado con rumbo desconocido”.
Este 12 de febrero, cuando se oficializó su fallecimiento, cumplía 244 días bajo arresto, en aislamiento y en condiciones inhumanas, como han denunciado familiares de los presos políticos y organizaciones de derechos humanos.
Desde su encarcelamiento, familiares de Torres, a través de una carta, manifestaron su temor a lo que podía pasar con su vida. “El general en retiro Hugo Torres tiene actualmente 73 años de edad y según el derecho internacional humanitario, y el sentido común, una persona mayor de 70 años no debería de estar retenida fuera de su propia residencia, menos sin justificación legal y en medio de una pandemia”, exigieron.
Fanático de las coplas y nunca se dejó someter
Torres nació el 25 de abril de 1948 en Madriz, cerca de la frontera con Honduras, aunque creció en León. Su padre era miembro de la Guardia Nacional, pero él se involucró en la vida clandestina contra la dictadura a principios de 1974.
“Soy leonés, y León es la cuna de Rubén Darío, Alfonso Cortés y de muchos poetas. Desde niño fui seguidor de la gigantona, y es más... tuve una gigantona, no era tan grande como otras, y fui coplero con tambores de lata porque no teníamos para comprar tambores de cuero”, reveló en una entrevista con La Prensa en noviembre de 2017, tras la publicación de su segundo libro “Coplas y algunos poemas infiltrados”.
Alejado de la vida política, para Baltodano “Torres nunca se sometió al poder y cuando Ortega retomó el Gobierno no aceptó cargos, prebendas ni privilegios”.
Tanto así que era el único exgeneral del Ejército Nacional activo “en dar continuidad a la lucha por la democracia en Nicaragua y con su ejemplo, desde las ergástulas del régimen, el antiguo jefe de la Dirección Política del Ejército Popular Sandinista (EPS), está marcando el rumbo norte a seguir por sus excompañeros de armas y por todos los que se resisten a rendirse y vivir como esclavos”.
Un exmilitar que conoció al preso político afirma que su encarcelamiento, cuando fue miembro de la Asamblea Sandinista hasta 1990 y jefe de la Dirección Política del Ejército demuestra la saña y crea una mayor resonancia dentro de las filas del Ejército actual”.
“Saben que no había sustento legal para su detención, y el mensaje enviado al sandinismo y a los componentes de Defensa y Seguridad, es que nadie está a salvo de la furia y odio de los gobernantes. Es parte del terror que quieren imponer”, asegura.
El mismo Torres declaró a La Prensa, en diciembre de 2019, que esta vez no hay cabida a las armas, y que la diferencia, tras la Rebelión de Abril iniciada en 2018, contra esta nueva dictadura es que es una lucha pacífica. “El pueblo ha demostrado un nivel de firmeza y de resistencia inimaginable y en condiciones de lucha pacífica. Es una novedad en nuestro país. Entonces veo que el proyecto político de corte mafioso y criminal de Ortega y Murillo, de trasladar el poder a su mujer e hijos, en una revisión de la dinastía de Somoza, se acabó”, dijo.
Sus hijos Hugo Marcel, Lucia Aracelly y Maria Alejandra, confirmaron su fallecimiento y revelaron que no se celebrarán honras fúnebres ni ceremonias públicas, por voluntad expresa de su padre.