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Zonas Francas + cultura malinche en Nicaragua

Las Zonas Francas son producto de la globalización capitalista, especialmente la estadounidense. Sus abusos existen desde que se establecieron

Trabajadores saliendo de una jornada en una empresa de zona franca en Nicaragua. // Foto: Cortesía

7 de febrero 2023

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En dos ediciones de CONFIDENCIAL –14 y 20 de febrero de2023— se publicaron denuncias de obreras y obreros sobre los abusos que se cometen las empresas de las Zonas Francas contra los derechos laborales y humanos de los trabajadores. En verdad, esos abusos se están cometiendo desde cuando las maquilas se establecieron en nuestro país.

Las Zonas Francas son producto de la globalización capitalista, especialmente la estadounidense. También trasladadas desde Corea del Sur, Taiwán y de otros países asiáticos de donde también son oriundos casi todos los funcionarios, a quienes –por sus facciones físicas— aquí los trabajadores les dicen “los chinos”.


Esas maquilas de las Zonas Francas buscan: a) utilizar las industrias obsoletas en comparación con los elevados niveles técnicos productivos de las nuevas industrias; b) en los países pobres obtener una mayor cuota de plusvalía por la mano de obra barata; c) las exenciones tributarias; f) la numerosa oferta de fuerza de trabajo; e) menos costos en el pago de las prestaciones sociales, o las escamotean, tal como lo denuncian los afectados; f) la complicad de los gobiernos, los que nunca les fallan.

Los documentos declarativos sobre derechos laborales firmados por los países afiliados a la ONU y la OIT, o con acuerdos como el Cafta —mencionados en CONFIDENCIAL— los gobiernos se obligan a cumplir, pero en la práctica no es así, pues las violaciones de esos derechos las hacen con impunidad, además que les permiten burlar la Constitución, leyes secundarias, el Código del Trabajo y el Derecho Laboral internacional.

Violan también los derechos humanos de las mujeres, porque sufren abusos deshonestos. Todo lo denunciado en CONFIDENCIAL, lo hacían todos los medios de comunicación cuando aquí había libertad de prensa, de opinión y de sindicalización.

II

Esas violaciones son cometidas por funcionarios administrativos, jefes y capataces nicaragüenses, alcahueteados por burócratas del ministerio llamado del Trabajo –que pocas veces han trabajado para los obreros— y cuentan con la complicidad de líderes del sindicalismo oficialista.

Esas y otras pésimas condiciones laborales son propias del sistema social capitalista desde sus tiempos originarios de la revolución industrial europea –inglesa al principio— del Siglo XVIII y luego extendida a todo el mundo, pero más sus injusticias laborales que la revolución en sus industrias.

Entonces la explotación de los trabajadores no reconocía límites; jornadas de trabajo de 18 horas y más, de hombres, mujeres y niños. Familias enteras dormían en las fábricas, donde trabajaban en locales sin aire sano y ninguna protección física. Esas condiciones de trabajo llevaron a Carlos Marx a decir que el capitalismo había nacido… “chorreando sangre”.

III

Con su pobre desarrollo industrial, los gobiernos de Nicaragua –como todos los países dependientes— acogen las maquilas dispensándolas de todo, y pensando que resolverán el desempleo que ellos nunca han querido resolver. No obstante, han vendido la idea de que la “inversión” de la maquila en las Zonas Francas es algo así como un gesto bondadoso de los países industrializados.

A los gobiernos y empresarios privados no les ha interesado el desempleo –uno de los factores que atrae a las maquilas— porque con sus empresas de agroexportación, el comercio importador y la usura bancaria perciben grandes ingresos. Esta actitud tiene su reflejo y forma parte de la estructura cultural patronal.

Hubo un presidente, por ejemplo, que hizo campaña electoral asegurando que sería… “el mejor presidente en la historia de Nicaragua”. Y supuso haberlo logrado heredando la mayor cantidad de Zonas Francas. Cuando en Managua se estableció –o restableció— un restaurante McDonald, lo consideró un ejemplo de la modernización propiciada por su Gobierno.

En la historia política de nuestro país, los presidentes-terratenientes herederos de la colonia ejercieron desde 1921 hasta finales del siglo XIX, sin delegar en ningún político fuera de su círculo político conservador, incluso familiar. Los últimos trece años de ese siglo y los primeros diez años del Siglo XX gobernó José Santos Zelaya, quien fue el primero y el último presidente político-hacendado.

Con Adolfo Díaz, los políticos comenzaron a ejercer el gobierno por voluntad del ejército de ocupación estadounidense (1912) y hasta 1979 los presidentes fueron delegados por la injerencia política estadounidense. Después del corto lapso de once años de la fracasada revolución sandinista, don Enrique Bolaños fue el único presidente-empresario de la clase dominante que gobernó sin delegar en ningún político. Él mismo no fue político profesional. La Presidencia de doña Violeta Barrios de Chamorro, tuvo particularidades históricas sin precedentes, dignas de otras consideraciones.

IV

Los políticos y presidentes-delegados han sido de profesiones liberales (médicos, abogados, militares) de clase media quienes, ya enriquecidos en el poder, han obtenido la membresía de clase burguesa. Unos fueron inútiles y ladrones. Otros se convirtieron en dictadores, quienes –como tales y pese a su origen social— se impusieron por sobre la propia clase social que los delegó. Sometieron a los empresarios y, al mismo tiempo, han compartido con ellos el poder económico.

Esos fenómenos políticos también son causantes de la migración masiva hacia EE. UU., cuya mayoría son personas sin calificación laboral, por lo que llegan a trabajar en oficios elementales variados que no requieren especialización y no son apetecidos por los estadounidenses.

Pocos han tenido gran éxito económico, pues sin excepciones no habría regla. La migración tiene su parte dramática en la desintegración de las familias, porque la mayoría de quienes se van son padres y madres que así piensan ayudarlas. Quienes se han ido por vía legal son los que envían las remesas, pero no todos quienes las reciben tienen conciencia de que ese dinero es fruto del sacrificio y del espíritu de solidaridad, y no porque el dinero les sobre.

Además, se ha lanzado el perverso cuento de que el aumento de las remesas es por la llegada de los miles de migrantes de última generación. Al respecto, en cierta medida, muchas personas emigran hacia los EE. UU. como producto de la ilusión creada en torno al mito del poder infinito de los dólares. Incluso con trabajo y alguna preparación técnica, emigran pensando que recibiendo dólares entrarán al paraíso del consumismo feliz, sin tasa ni medida.

No tienen en cuenta que, con los dólares, se pagan los altos precios de la comida, de los servicios y la vivienda. Para la educación superior privada los dólares no le alcanzan ni a la mayoría de estadounidenses. Lo máximo que un latino común puede alcanzar son estudios técnicos. La deuda pública de ese país (centenares de miles de millones de dólares) está sobre profesionales que estudiaron con préstamos bancarios, y cuando pierden el trabajo, aunque sea temporalmente, el paraíso se les desaparece.

V

Nada raro entonces, que aquí las maquilas impongan de modo impune las injusticias que, resumidas, señalamos las siguientes denunciadas:

  1. a) Desprecio por las personas y sus derechos laborales.
  2. b) Niegan permisos para recibir atención médica; y los permisos para sus necesidades fisiológicas son controlados, reloj en mano.
  3. c) Despidos ilegales por cualquier motivo y a veces con violencia física y escarnio.
  4. d) Acosos y abusos sexuales contra las mujeres de parte de jefes y capataces.
  5. f) Falta de libertad sindical (o sindicalismo mediatizado)

A todo eso y más, se suma lo siguiente:

--Como es sabido, el trabajo con sistema productivo en cadena, de movimientos mecánicos, rutinarios y continuos haciendo lo mismo en una misma pieza, vuelve a la persona parte del engranaje industrial y –después de algún tiempo— la llegan las atrofias físicas y mentales.

--Los abogados litigantes se niegan a llevar casos laborales por temor a la influencia de las empresas en el Ministerio del Trabajo y otras autoridades.

--La complicidad de algunos líderes del sindicalismo oficialista, u oficializado desde cuando el orteguismo se apoderó del control de los sindicatos. (Este control político fue planeado desde 2006 para ser cumplido a partir 2007 por Daniel Ortega y Gustavo Porras. Ya hemos publicado el documento donde orientan cómo hacerlo… y lo están haciendo.

Un poco más de lo que aún queda oculto de estos problemas…

Al margen de estas cuartillas

*Entre 1960-1970 del siglo XX comenzaron a instalarse Zonas Francas, las cuales no cambian nuestro subdesarrollo industrial…

*Hubo desarrollo numérico de la clase obrera con la contratación masiva de mano de obra de origen campesino y trabajadores urbanos sin oficio…

*Se pensó en que esa contratación masiva haría crecer al escaso proletariado, por cuanto son trabajadores desposeídos de todo, hasta de experiencia laboral…

*Esa idea comenzó a frustrarse por la inestabilidad de los puestos de trabajo y los atropellos denunciados…

*Lo que debió impulsar un ascenso sindical degeneró en la manipulación de parte del oportunismo sindical oficialista…

*La falta del auténtico sindicalismo, la debilidad orgánica y sin autonomía del existente, lo ausentó de las luchas cívicas por la democracia…

*La falta de un auténtico sindicato, órgano de lucha y educación clasista, impide el desarrollo de una conciencia de clase en los trabajadores.

*Los que salen de las maquilas, y llegaron sin especialización laboral, salen como llegaron… sin saber trabajar.

Tres comadres

Ana Coreta: En mi tiempo había una prensa de espeso pensar, sin mentiras, libre como libre era el pueblo para leerla… salvo el 80% que no sabía leer…

Ana Conda: En el mío hubo seis diarios, el gobierno protegía la libertad del suyo; a los críticos censuraba para proteger a la verdad, y a los periódicos obreros los protegía de la vejez… cerrándolos al nacer...

Ana Lisis: Y en el mío, el gobierno cerró su diario para protegerlo de malos pensamientos, y a los medios de críticos los protege de los peligros de la calle… ¡no dejándolos salir!

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Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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