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Unión Nacional Azul y Blanco

Hacemos un llamado a todo el pueblo de Nicaragua, que bajo la Unidad Nacional Azul y Blanco, haga oír su voz en aras de exigir la renuncia del dictador

Carlos Herrera | CONFIDENCIAL.

Nicasio Urbina

14 de julio 2018

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En este momento crítico de la lucha contra la dictadura de Daniel Ortega es imperativo que todos los nicaragüenses nos agrupemos solidariamente en una Unidad Nacional Azul y Blanco. Como en 1989, cuando logramos derrotar a este mismo dictador, es nuestro deber patriótico y ciudadano volvernos a unir para poder sobrepasar este capítulo horroroso de nuestra historia. Nunca en los sangrientos casi dos siglos de historia independiente que tenemos, Nicaragua había enfrentado a un dictador tan criminal, capaz de matar a sangre fría y quemar a familias enteras en su desequilibrada ansia de poder. Es por tanto imprescindible apartar todas las diferencias que podamos tener entre los diversos partidos, movimientos y frentes, y unirnos para poder derrotar al dictador.

Una Unidad Nacional Azul y Blanco mandaría un mensaje claro y sonoro a la comunidad internacional, diciendo que el pueblo de Nicaragua repudia al gobierno fraudulento y genocida de Daniel Ortega, que no acepta bajo ningún punto elecciones adelantadas, y que no está dispuesto a ir a un plebiscito. Con más de 300 nicaragüenses asesinados por Daniel Ortega es improcedente hablar de componendas y de aterrizaje suave. La única solución es la salida inmediata de este gobierno, y lo único que podríamos negociar es un salvoconducto para que él y su familia se vayan a Cuba. Para lograr ese propósito necesitamos hablar con una sola voz, necesitamos unirnos bajo una sola bandera: la azul y blanco; y necesitamos perseguir todos los mismos objetivos.


Recordemos que por muchos años Daniel Ortega ha triunfado en sus objetivos dividiendo a los nicaragüenses. Desde los años del Frente Sandinista su forma de operar ha sido siempre la máxima de Julio César “divide et impera”. Actualmente hemos visto cómo ha tratado de dividir al Movimiento estudiantil y al Movimiento campesino. En el pasado ha dividido a los partidos políticos, atacando con artimañas a los que ha visto más fuertes, y comprando con dádivas a los vendidos y corruptos. No permitamos que una vez más el tirano divida las fuerzas del pueblo de Nicaragua y su insurrección cívica de 2018. El Movimiento campesino debe mantener su unidad y no permitir que diferencias entre Medardo Mairena y Francisca Ramírez debilite la fuerza del Movimiento. Ustedes son la columna vertebral de esta lucha, ustedes son los que empezaron la resistencia desde la promulgación de la ley 840, y sin todos los campesinos de Nicaragua, unidos en contra la dictadura, esta lucha no podrá llegar a buen fin. Ya hay gente infiltrada en sus filas, sembrando cizaña y tratando de dividirlos. Mientras más desunidos estén, más fácil será para los paramilitares aniquilarlos, más fácil será ir comprando a algunos, matando a otros, convenciendo a los demás, y cuando se den cuenta perdieron sus tierras, su libertad y su vida.

Lo mismo está pasando con el Movimiento estudiantil y las diferentes facciones que van surgiendo. La Coordinadora universitaria por la democracia y la justicia, y el Movimiento estudiantil 19 de abril deben tratar ser inclusivos y presentar un solo frente de batalla. Todas las diferencias que podamos tener en cuanto a nuestras propias ideologías, las podremos ventilar en una Nicaragua democrática, bajo una Policía verdaderamente nacional, profesional y respetuosa de las leyes del país, en paz y vida cívica. En este momento estamos en una insurrección pacífica contra la dictadura, y ésa debe de ser nuestra prioridad, nuestro único objetivo.

Lo mismo se aplica a los partidos políticos, a los movimientos que han mantenido sus protestas desde hace años. Todos debemos unirnos baja una Unidad Nacional Azul y Blanco, y formar un gobierno de transición que organice el país, de forma que podamos convocar a elecciones sin Daniel Ortega y su ejército asesino en el horizonte nacional. Es obligación de todos los grupos anteponer los intereses de la patria a las rencillas y diferencias que tengamos entre nosotros. Sabemos que ha pasado mucha agua bajo del puente, hay demasiadas razones para señalarnos todos con el dedo por las piñatas anteriores, crímenes cometidos, traiciones y deslealtades. Al único que benefician esas acusaciones en este momento es a Daniel Ortega y sus secuaces. Nicaragua necesita del concurso de todos sus hijos que en estos días no han disparado sus armas contra la población en las calles. Ya habrá tiempo en el futuro, con un sistema judicial reformado, para enmendar las injusticias que hemos sufrido, pero en este momento hay que unirse bajo una Unidad Nacional Azul y Blanco, que pueda encontrar las figuras legales que nos permitan salir de este infierno.

Nada se va a lograr si no concurrimos a esta Unidad Nacional Azul y Blanco. La Unión Nacional Opositora de 1989 tenía grandes diferencias y divisiones internas. Algunos de ustedes recordarán que la Coordinadora Democrática Nicaragüense luchó por años contra la entonces dictadura de la Revolución Sandinista. Luego se incorporaron el Partido Liberal Independiente, el Partido Social Cristiano y el Partido Conservador. Se logró que la Contra se sentará a dialogar con los Sandinistas, se firmaron los acuerdos de Esquipulas y finalmente catorce partidos políticos apoyaron la candidatura de doña Violeta Barrios de Chamorro. Solo una unidad similar nos va a dar la fuerza para que la comunidad internacional nos apoye en nuestra lucha para derrocar a la dictadura asesina de Daniel Ortega. Este no es un golpe de estado de un grupúsculo de la derecha como quiere representarlo la dictadura, este es el sentir de la inmensa mayoría de los nicaragüenses, que han visto su derecho a elegir libremente violentado. El de Ortega Murillo no es un gobierno legítimo, ya que ha violado la Constitución y ha pisoteado el principio de alternabilidad en el poder. La Asamblea Nacional que lo respalda es también ilegítima, producto de la usurpación de veintiocho curules de la oposición. Este no es por tanto un golpe de estado, es la restauración legítima de la legalidad por parte del pueblo soberano, fuente de todo poder.

Hacemos un llamado a todo el pueblo de Nicaragua, que bajo la Unidad Nacional Azul y Blanco, haga oír su voz en aras de exigir la renuncia de la dictadura Ortega Murillo, establecer un Gobierno de transición, y llamar a elecciones generales lo más pronto posible.

El autor es escritor nicaragüense y catedrático en la Universidad de Cincinnati.


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