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Un debate elemental con Serrano Caldera

Paradójicamente, Serrano afirma que por medio del diálogo se avanzaría hacia una convivencia democrática… con la dictadura

Courtney: "será la cuarta elección consecutiva con incumplimiento grave de principios de la Ley Electoral" en Nicaragua en elecciones generales

Fernando Bárcenas

6 de octubre 2016

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“Es imposible reinar sin ser culpable.”

Louis de Saint-Just


Serrano Caldera apoya un diálogo con Ortega. Paradójicamente, según Serrano, por medio del diálogo se avanzaría hacia una convivencia democrática… con la dictadura. Así lo expresa en un artículo en el diario La Prensa, en la edición del 25 de septiembre pasado, que ha titulado “Caminante no hay camino…”.

La convivencia entre opresores y oprimidos no es democrática. Tampoco, ninguna dictadura ha sido desmontada jamás por medio de un diálogo. Menos aún, cuando el régimen totalitario se encuentra en un rápido proceso de radicalización absolutista, que tensa y polariza a la sociedad.

Toda propuesta política que no tome en cuenta las circunstancias concretas, es decir, que no parta de un análisis de la situación política, y que en lugar de obedecer a un planteamiento táctico, responde a propósitos subjetivos abstractos, a métodos y a objetivos idealizados, seguramente contribuye al éxito de la táctica del opresor.

Concertación con Ortega por principio civilizado, es decir, metafísico

Desde hace más de siete años, Serrano propone una concertación con Ortega, por una ridícula idealización del diálogo como factor de consenso (fuera de un análisis de coyuntura y de la naturaleza concreta del conflicto en curso entre sujetos sociales, e independiente de las transformaciones progresivas que reclama la realidad). Concertación, que Ortega demanda en la actualidad para superar su aislamiento político, que se deriva de la destrucción obcecada de los últimos resquicios de democracia representativa.

Para ir a un diálogo ingenuo, o para efectuar un pacto prebendario con la dictadura, la improvisación política es una precondición oportuna. Serrano idealiza, precisamente, la improvisación:

”Caminando y construyendo al caminar, rectificando lo hecho y reorientando el sentido y dirección de su actuar hacia un horizonte  en el que se perfile una sociedad fundada en la libertad y la justicia”.

No se camina a tientas hacia una sociedad fundada en la libertad y la justicia. Del resto, la libertad y la justicia son conquistas históricas relativas, pero, no improvisadas. Por el contrario, son conquistas tácticas, en constante cambio de contenido a medida que los oprimidos incrementan combativamente sus derechos.

El absolutismo y la corrupción de Ortega conducen al país al aislamiento en el concierto internacional, y a conflictos comerciales y financieros con los más importantes mercados para nuestra economía, conduciéndonos a una nueva bancarrota y a un éxodo masivo.

Tareas inmediatas para enfrentar la crisis de ingobernabilidad

En lugar de proceder a tientas, probando caminos al azar, un planteamiento táctico empezaría por señalar las tareas que se deben ejecutar de manera inmediata. Este programa preliminar apuntaría a señalar los cambios políticos requeridos en la estructura de poder, para enfrentar las amenazas naturales producto del cambio climático, y para destrabar el desarrollo de las fuerzas productivas.

En consecuencia, tal programa nos induce, no a un diálogo de consenso con quienes desde el poder tienen interés en mantener el estatus quo, sino, a señalar el camino inexorable de lucha organizada que debe emprender la nación, para insertar nuestro país en una senda de progreso real, sostenible, con menos desigualdad social.

¿Disentir dialogando para resolver controversias civilizadamente?

Serrano eleva el diálogo por encima de las circunstancias y de la naturaleza del conflicto:

_Se necesita establecer el diálogo como un mecanismo civilizado para resolver las controversias, diseñar las estrategias y políticas nacionales y construir las bases del nuevo Estado-nación nicaragüense. Un diálogo que sea compromiso serio con la democracia. 

Las controversias políticas, como expresión de la lucha de clases, no se resuelven mediante el diálogo, ni siquiera en momentos de paz social. La base del estado-nación existente, así como de las políticas nacionales y de las estrategias que le son consecuentes, no es el diálogo, sino, la hegemonía, tanto política, como económica y cultural, que se derivan de la prevalencia de la corrupción y del capital especulativo sobre el trabajo humano.

No se trata de disentir dialogando. La disensión, si tiene carácter de clase, conduce a la acción política, porque el cambio de la correlación de fuerzas no es producto del diálogo, sino, de la movilización de masas, y de la ruptura del modelo totalitario de dominación. Tampoco hay un compromiso en abstracto con la democracia. Hay un compromiso con intereses sociales cambiantes, que se manifiesta en la lucha de la parte oprimida por mayores conquistas democráticas objetivas.

Con un régimen policíaco orteguista no hay diálogo, sino, resistencia ante la represión sistemática del Estado.

División entre un mundo aparente y un mundo real

Serrano insiste en llamar aparente a la superestructura dictatorial real:

_El drama histórico de Nicaragua surge de la división entre un mundo aparente dibujado en la Constitución y el sistema jurídico, y un mundo real existente en el quehacer político, económico y social. La realidad política, económica y social responde a los intereses de los sectores dominantes.

Entre un mundo aparente y un mundo real no hay contradicción posible. La contradicción es parte intrínseca de la realidad. De modo, que el derecho y el orden jurídico abusivo no son aparentes, sino, que operan realmente, pero, en la superestructura (que depende de la base económica, pero, que, obviamente, es parte primordial de la realidad política dictatorial).

Pese a que prevalezcan los intereses de los sectores dominantes, la realidad política, económica y social responde –conflictivamente- tanto a los intereses de los sectores dominantes como a los intereses de los sectores dominados. Ambos intereses, enfrentados, son parte de la totalidad. De manera tal, que un avance real, jurídico y político en la superestructura es resultado de las luchas y de las conquistas de los sectores sociales dominados.

_¿Unidad en la diversidad?

_El objetivo del nicaragüense ha de ser el de buscar la unidad en la diversidad. Para configurar una sociedad como tal, se requiere un común denominador de valores y principios. 

Ninguna sociedad posee valores y principios comunes, en ningún momento de la historia humana. Eso, ahora más que nunca, en la economía globalizada, es una necedad. Y ante una dictadura, la ilusión de valores y principios comunes es un disparate.

La ideología dominante, en ningún país es un común denominador de valores y principios. Y no existe –hasta nuestros días- una sociedad sin ideologías contrapuestas. La sociedad avanza a lo largo de la historia en la medida que se impone un sector progresivo, que realiza los cambios necesarios para el desarrollo de las fuerzas productivas, cuya posibilidad de desarrollo existe objetivamente.

Serrano pretende, o bien que la realidad no cambie jamás, a fin que las diferencias no superen la unidad, que él considera permanente e inmóvil. O bien, que desde los comienzos de la humanidad la sociedad cambie y evolucione, pero, sin luchas sociales ni revoluciones, sino, mediante el diálogo. De manera, que la relación entre dominadores y dominados, entre esclavistas y esclavos, entre explotadores y explotados, entre dictadores y oprimidos, a lo largo de la historia, para Serrano sería obra del consenso, por el convencimiento elocuente mediante el diálogo. La convulsa historia humana sería obra del razonamiento respetuoso. ¿En qué mundo de fantasía candorosa vive Serrano?

En los fenómenos sociales, la realidad es contradictoria, inestable, en auto movimiento. Sus elementos interdependientes están en lucha interna, lo que conduce a la superación dialéctica de la contradicción. O sea, que lleva a un desarrollo cualitativo de la realidad. La contradicción decisiva con la dictadura orteguista, sobre el rumbo de la sociedad, no ocurre en un terreno abstracto. De manera tal, que resulta ilusorio pensar que en tales momentos de ruptura y de cambios cualitativos pueda darse una unidad metafísica en la diversidad.

_Diálogo posible para llegar al consenso sobre algunas cosas y mantener la diferencia sobre otras, pero que permitiría también alcanzar la síntesis de posiciones distintas.

El rumbo de la sociedad no puede mantenerse suspenso, en el limbo, porque Serrano propone mantener las diferencias esenciales (con la dictadura). Alcanzar la síntesis de posiciones enfrentadas sólo es posible si la contradicción objetiva viene superada en sentido progresivo, con la derrota de las fuerzas orteguistas vinculadas a la tesis dictatoriales de la dominación actual. La síntesis de una contradicción política y social no es producto del diálogo, sino, de la confrontación, de la lucha de los elementos esenciales de la realidad contradictoria. Toda crisis real significa que el consenso ideológico hegemónico se ha convertido en conflicto material excluyente. Y de una confrontación dialéctica, resulta un avance o una derrota histórica, no un consenso.

Derecho a la diferencia

_El derecho a la diferencia, frente a la uniformidad, tiene que ser una conquista de la revolución moral

La diferencia no es un derecho, sino, una manifestación de la realidad. Los derechos de las minorías no son conquistas morales, sino, que avanzan a la par con la derrota ideológica y política de los sectores que acumulan y acaparan privilegios en el orden social. Las desigualdades sociales y culturales –que afectan a las grandes mayorías- disminuyen en la medida que disminuye la concentración del capital en pocas manos.

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El autor es ingeniero eléctrico.


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Fernando Bárcenas

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