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Tamara está en riesgo, su espíritu sigue firme

Más allá del dolor que le atraviesa las entrañas, Tamara sigue fuerte y digna. No tiene ni rastro de odio. Se alza como una persona gigante

Retrato hablado de la presa política Tamara Dávila. //Foto: Campaña Sé Humano

Ana Lucía Álvarez

11 de julio 2022

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En cada visita, nuestra Tamara está más delgada. Ha perdido cerca de 40 libras de su peso. Su cuerpo se ve distorsionado: ha enflaquecido al extremo, la cabeza y los dientes se ven muy grandes. Ella no era así.

Tamara Dávila era una joven con un cuerpo rotundo, su piel lozana, sus ojos brillaban, el cutis liso y sonrosado. Ahora todo eso se ha deteriorado debido a las condiciones de tortura en que la mantienen en la celda de El Chipote.


Por eso el día de hoy compartimos un retrato hablado de Tamara que fue elaborado a partir de las descripciones de familiares que la han visitado y refleja el estado en que ella se encuentra. Junto a ese retrato compartimos la foto que fue tomada el 11 de junio de 2021, un día antes de que fuera violentamente secuestrada de su casa y apresada. Comparando se aprecia el deterioro sufrido de una joven mujer de 41 años.

Únicamente cinco familiares han podido ver a Tamara en las ocho visitas que han permitido durante el año y durante el juicio. Al encontrarla les ha producido un terrible impacto ver cómo se ha ido consumiendo su cuerpo. Salen llorando de cada visita, con una gran incertidumbre por su salud y su vida. Por ello el día de hoy decidimos presentar este retrato para que el pueblo nicaragüense y la comunidad internacional puedan ver por primera vez el rostro de nuestra querida Tami, y apreciar un poco el impacto físico de un año de tortura en su celda empernada de aislamiento en El Chipote.

Vivimos con angustia el impacto que esta situación puede tener en su salud y en su vida y demandamos que se abra El Chipote y se permita un mecanismo de verificación confiable en todos los centros del sistema penitenciario, para que organismos internacionales de derechos humanos, como la Comisión de Expertos Independientes de la ONU, y otras organizaciones como la Cruz Roja Internacional puedan constatar el estado de Tamara y de las demás personas presas políticas.

La situación de Tamara nos golpea personalmente, pero en Nicaragua hay más de 190 familias que viven este mismo dolor. No dejaremos de demandar la libertad inmediata, sin condiciones y con garantías para todos y todas. Mientras tanto, todos sus derechos deben ser respetados.

En términos de alimentación, demandamos que no se use el acceso a los alimentos como castigo y que entreguen todas las bebidas nutricionales que llevamos diario a El Chipote. También es urgente que nos permitan suplir las carencias de proteínas y vitaminas con alimentos preparados en el hogar, o al menos con alimentos empacados que entreguemos semanalmente, y sean manejados de manera independiente en su celda.

La celda atornillada

A Tamara la han tenido aislada e incomunicada desde el primer día, en una celda empernada. Sufre el encierro y la incomunicación, la imposibilidad de ver rostros humanos e interactuar con otras personas. Demandamos que cese de inmediato la incomunicación que atenta también contra su salud mental y física.

Tamara vive cada día en una celda empernada. Esto es una celda cuya puerta no tiene barrotes sino una lámina sólida que se atornilla y no permite ver afuera. Le pasan la comida y medicina por una rejilla como la usada para meter las cartas.

No la han sacado al patio a recibir sol ni una sola vez. La única luz de sol que recibe es a través de las aperturas y la ventana de su celda. No es suficiente. Demandamos que se le permitan períodos regulares de acceso al patio con las otras personas presas para que tenga un espacio de socialización e intercambio humano.

La atención médica no es suficiente. Su periodo menstrual se interrumpió desde que entró a El Chipote y nunca la ha visto una ginecóloga. Ya cumplió, en prisión, 41 años, por lo que es necesario se realice una mamografía de control a la que no ha tenido acceso.

Tamara es una gran lectora y durante este largo año no ha podido leer ni escribir. Demandamos el ingreso de material de lectura y escritura. Sufre de calor, humedad y frío en su celda. Le duele la espalda por el colchón colapsado sobre una plancha de cemento en la que duerme, pero lo que más le duele es el corazón: durante un año no ha visto a su hija de seis años ni en fotos.

Lo que más le duele

Tamara no debe estar presa. Como cualquier ciudadana ejerció sus derechos constitucionales sin cometer ningún delito. El peor castigo de su cautiverio ilegal ha sido no estar con su hija. No ha escuchado su vocecita, ni sus frases pícaras. No ha olido su piel limpia de bebé. No la ha arrullado cada noche, ni vigilado su sueño. No ha estado a su lado en cada fiebre, resfrío o dolor de estómago. En cada diente que se le cae.

Tiene mucho temor de olvidar su rostro y de que la niña la olvide a ella. Las largas narraciones que le hacemos en las visitas sobre la vida cotidiana de la niña, su estado, sus gracias, sus frases inteligentes y chispeantes, sus avances en la escuela, cada letra nueva que conoce y escribe, cada ocurrencia, cada centímetro que crece… no son suficientes para llenar el inmenso vacío.

Lo que más le duele es el dolor de la niña: la necesidad fundamental de la niña de ver a su mamá, de tocarla, saber que existe, que está viva, que la ama, de recurrir a ella, de tenerla presente durante su crecimiento. Demandamos que se pueda comunicar con su hija regularmente, que la pueda abrazar, que pueda tener una foto de ella y que les puedan permitir correspondencia con dibujos y cartas.

Tamara es una persona increíblemente fuerte y espiritual y durante este año de incomunicación ha entrenado su mente para seguir cuerda y centrada: medita, reza, canta, baila, hace ejercicios e imagina y crea cuentos en su cabeza para su hija, a falta de lápiz y papel a los que no tiene acceso.

Más allá del dolor que le atraviesa las entrañas, Tamara sigue fuerte y digna. No tiene ni rastro de odio. Se alza como una persona gigante. Está lúcida y clara. Tiene planes para el futuro y confía en que todo será mejor, y, a pesar de todo, su alma y su espíritu continúan y continuarán invictas, tal como nos dijo:

— “A mí no me van a doblar. Yo voy a salir de aquí más inteligente, más fuerte y más comprometida”—.

Agradecemos la solidaridad de tantas personas con Tamara, con nuestra familia, con las familias de las más de 190 personas presas políticas y con la causa de justicia, libertad y democracia en Nicaragua.


*Familia de Tamara Dávila

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Ana Lucía Álvarez

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