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Retos y expectativas del comunismo en Cuba

El VII Congreso debe producir por lo menos un nuevo segundo secretario y un cronograma de sucesión ordenada en los cargos centrales

Vista panorámica del capitolio de La Habana. EFE/ROLANDO PUJOL

Arturo López Levy

16 de abril 2016

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El mayor reto para el Partido Comunista de Cuba (PCC) en su VII Congreso es lidiar con un grupo importante de la población, especialmente dentro de la juventud que ya pasó la página de la era revolucionaria. Ese segmento de la sociedad ya se fue, no del país, sino del tiempo que justificó el sistema de partido único de vanguardia, de la lucha revolucionaria contra Batista, de Girón, de la crisis de los misiles, de toda esa epopeya que es vista como una historia lejana. No es que el gobierno carezca de sectores amplios y comprometidos con su narrativa, es que como tendencia ha perdido compromiso ideológico de sus partidarios y aquiescencia en muchos otros segmentos.

Si el PCC quiere seducir a esos sectores a adoptar sus metas, tendrá que fabricar un nuevo consenso. En lo económico este reto implica construir una economía que otorgue mayores recursos para promover sus intereses cada vez más pluralizados. Esa tarea parece imposible sin la construcción de una economía mixta, integrada y abarcadora, en la que cambien sustancialmente las funciones del estado de controlador a regulador y promotor de una relación armónica entre los sectores estatal y no estatal.


El PCC ha admitido que solo se ha cumplido un 21 por ciento de los lineamientos económicos y sociales, el plan de gobierno aprobado en el Congreso anterior. Muchos otros siguen en marcha. En el área de los trabajadores cuentapropistas o sector de pequeños propietarios privados-según reportes del ministerio del trabajo, el número de los mismos fue en 2015 496 400, decreciendo de un total en 2014 de 504 600. Los procesos de reunificación monetaria y descentralización se han dilatado mientras la aprobación de contratos para la inversión extranjera queda muy por debajo de las propias metas indicadas por las autoridades.

La reforma ha alcanzado un equilibrio de reforma parcial que da la satisfacción engañosa de una estabilidad dinámica que no es tal. La experiencia de reformas detenidas a medio camino en Europa Oriental y Rusia demuestra efectos funestos en términos de auge de corrupción, inflación oculta, des-incentivación de los trabajadores no beneficiados por los cambio, desigualdad y despojo de los activos de las empresas estatales. El periódico Granma, del PCC, ha anunciado la discusión de un documento sobre las bases del modelo económico como parte de la agenda del congreso. La no disponibilidad del mismo a la prensa impide juzgar hasta que punto atiende la falta de complementariedad y coherencia en las reformas hasta ahora implementadas.

Detrás de la parálisis hay fallas técnicas como los cuellos de botella del sistema, en primer lugar la centralización del poder y la aprobación de reformas abarcadoras a nivel de Raúl Castro como presidente de los consejos de Estado y de ministros, en virtud del artículo 74 de la constitución, y primer secretario del PCC y el hecho de que en temas como la unificación monetaria se está entrando en terreno inexplorado.

Por otra parte, hay una cautela oficial justificada por la lógica de seguridad nacional que ve los actos de acercamiento norteamericanos como muy parciales, y dependientes del resultado electoral de 2016. No menos importante es que las reformas parciales han tenido ganadores tempranos con conexiones en altas esferas de poder, y ellos están en el mejor de los mundos, beneficiándose de las incoherencias de las reforma, prosperando sin pagar impuestos adecuados, y capitalizando las ventajas de sus contactos en el gobierno o desde el.

Desde un interés nacional focalizado en el desarrollo económico, el congreso debería ofrecer una visión de cómo lidiar de forma más coherente y expedita con esos temas. Desde el VI Congreso del PCC a la fecha, se han perdido oportunidades importantes de construcción de infraestructura, avances en la seguridad energética, alimentaria, y la creación de mercados más completos que eran posibles con el marco presentado por los lineamientos económicos y sociales. La idea de priorizar el sector estatal en todo ha llevado a que muchas obras no se han hecho ni concluido por el gobierno, ni por el inversionista extranjero ni por el emergente sector privado doméstico, ni por una interacción entre ellos más dinámica.

No se ha establecido el tan demandado mercado mayorista para las entidades no estatales. El número de contratos del gobierno con el sector cuentapropista y cooperativo, ya permitidos por los lineamientos, es mínimo. Las llamadas cooperativas de segundo grado, como forma de ampliar las posibilidades productivas y de ganancia de eficiencia del sector no estatal brillan por su ausencia. De hecho, la transición posible de un número importante de empresas estatales al sector cooperativo se ha frenado en el último año. Es de esperar que el congreso discuta como destrabar esos nudos.

La nueva situación política indica la transición inter-generacional a un liderazgo menos cohesionado por sus experiencias históricas más múltiples que la generación revolucionaria de 1959. Esa nueva dirección se enfrenta a la tarea de manejar una sociedad y burocracia mucho más plurales y educadas que sus predecesoras. Se trata de una ciudadanía que precisamente por ser más instruida, gracias en parte a los logros revolucionarios, demanda más del gobierno y su gestión. La reforma ha traído brotes de desigualdad y corrupción que el PCC tendrá que atajar, a pesar de su renuencia a ser más transparente, si quiere evitar que el desafecto se transforme en oposición.
Los cambios generacionales en el liderazgo generan atención amplia porque nuevos líderes pueden marcar una diferencia de política y celeridad en la implementación de cambios urgentes para sacar la economía a flote y preservar la estabilidad política del país. El primer secretario Raúl Castro, cumplirá 85 años y el segundo secretario, José Ramón Machado Ventura, 86. El partido no ha oficializado aun los límites de mandato y edad propuestos en el pasado reciente por Raúl Castro pero hay una promesa política de renovación del propio presidente cubano, que la elite cubana pagará un precio en legitimidad si las ignora. El VII Congreso debe producir por lo menos un nuevo segundo secretario y un cronograma de sucesión ordenada en los cargos centrales del partido y el estado cubanos.

En política exterior, la dirección cubana puede celebrar un lustro de provechosa cosecha. Se destrabó la relación con Estados Unidos con los acuerdos del 17 de Diciembre, obteniendo sustanciales avances en las relaciones con la Unión Europea, Rusia y China. En América Latina, Cuba organizó la cumbre de la CELAC y está jugando un papel de primera importancia en la negociación de paz colombiana, un proceso a punto de mate. Las negociaciones exitosas de la deuda cubana con el Club de Paris auguran un ambiente más amistoso para la transformación interna en curso.
El Congreso ofrece a la clase política cubana una oportunidad de pensar y decidir ahora si quiere contemporizar con un orden mundial liberal donde elementos de respeto a la soberanía por los cuales había luchado Cuba por un siglo, están disponibles. Lo más probable es que se produzcan ajustes en el balance de la política exterior cubana pero se mantenga la combinación de roles nacionalista e internacionalista revolucionaria de las últimas décadas. Un tema a favor de ese balance es que Cuba ha encontrado formas de canalizar la identidad de voz del sur global a través de misiones de salud internacional, como las realizadas en África occidental contra el ebola que no son incompatibles con el orden global con liderazgo estadounidense.

La visita del presidente norteamericano Barack Obama a Cuba en las vísperas del congreso partidista ha elevado las expectativas, el simbolismo y la atención sobre el mismo. El sector mas globalista de la elite estadounidense ha indicado intenciones de cambiar la lógica imperial-coercitiva del embargo y la hostilidad por una dinámica mas persuasivo- hegemónica. La dirección cubana puede usar los próximos meses para ser socio de Obama en hacer irreversible el proceso de acercamiento entre los dos países. Una actitud cubana activa promoviendo los negocios y viajes posibles de EE.UU a la isla, puede crear un círculo virtuoso en el que más contactos con Cuba se traduzca en más presiones sobre el congreso estadounidense, y estas a su vez en mayores aperturas.

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Publicado originalmente en Infolatam


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