Logo de Confidencial Digital

PUBLICIDAD 1M

PUBLICIDAD 4D

PUBLICIDAD 5D

¿Qué tipo de régimen tiene hoy Nicaragua?

El sistema político que hoy impera en Nicaragua podría calificarse como una actualización del viejo caudillismo latinoamericano

Salvador Martí Puig

21 de junio 2016

AA
Share

¿Qué tipo de sistema político ha instaurado Daniel Ortega desde su llegada a la Presidencia de la República en 2007? Para responder de forma cabal esta pregunta es necesario tener en cuenta que desde la derrota electoral de Ortega en 1990 este empezó la tarea de controlar el partido y, desde la oposición, las instituciones. Cuando ganó las elecciones presidenciales en 2006 Ortega (junto con su mujer) ya tenía el control total del partido, dominaba la mayor parte del sistema judicial y tenía una gran ascendencia en el Ejército y la Policía. Sin embargo, ha sido a partir de 2007, con la Presidencia de la República en sus manos, cuando se ha instaurado un sistema político donde el poder se estructura y se ejerce jerárquicamente con un carácter extremadamente personalista y sin ningún interés de rendir cuentas ni explicaciones. Un ejemplo claro de esta realidad es que la residencia familiar de Daniel Ortega y Rosario Murillo es a la vez la oficina central del FSLN y la Casa Presidencial.

Con todo, el régimen instaurado no es un sistema autoritario al uso, pues en Nicaragua hay espacio para la acción política independiente, aunque la capacidad para desafiar al gobierno es muy restringida y, cuando se percibe efectiva, el régimen generalmente actúa de forma eficaz contra sus rivales. Tampoco se trata de un sistema de partido único como el de los Castro en Cuba, ni de un régimen represivo como los que existieron en el Cono Sur durante los años setenta, ni como el de los demás aliados bolivarianos. Como expone Close (2016), el régimen de Ortega se asemeja más a los caudillismos tradicionales de antaño, donde el jefe controlaba la administración del Estado, el Ejército, la Policía, las agencias supuestamente independientes, la maquinaria electoral y los tribunales, como también dominaba y arbitraba negocios. Como en caso de los regímenes descritos, Ortega también tiene un notable control sobre los medios de comunicación y cambia la Constitución a su antojo, pero se diferencia de ellos en dos cuestiones: presta una notable atención al mantenimiento de su clientela electoral y utiliza excepcionalmente la fuerza y la represión (Corrales, 2008). Además, el Presidente goza de niveles relativamente altos de apoyo popular y mantiene una gran red de intereses que permea desde las altas esferas económicas hasta los sectores sociales más desfavorecidos. Por todo ello es difícil de clasificar el sistema político que hoy impera en Nicaragua, si bien, podría calificarse como una actualización del viejo caudillismo latinoamericano por medio del control de los medios de comunicación y del despliegue de políticas sociales focalizadas, con ingredientes de familismo amoral.


La cuestión, sin embargo, radica en que este tipo de sistemas –si bien pueden escaparse de la incertidumbre electoral– perviven con múltiples “incertidumbres institucionales”, pues sus autoridades nunca pueden saber con certeza el apoyo que tienen al no existir mecanismos efectivos para pulsar la opinión pública de la sociedad o para saber el apoyo político real con el que cuentan. En esta situación, cuando la oposición empieza a ganar terreno, es imposible saber si el aumento de represión o de la manipulación detendrá o acelerará su declive. En este marco –más allá de la afirmación de Ortega de que “hay FSLN para décadas” (Equipo Envío, 2015)– es admisible preguntarse qué puede ocurrir si la economía se deteriora como ha ocurrido en Venezuela, si se quiebran las alianzas con las élites tradicionales, o si hay una crisis de sucesión.

------------------------------------------------------

*Salvador Martí es Doctor en Ciencia Política y profesor titular de Universidad Girona. Su área de especialización es la política comparada, y ha investigado sobre procesos de democratización en América Latina, movimientos sociales, y partidos y sistemas de partidos. Entre sus últimos trabajos destacan la coautoría, con Josep M. Vallès, del libro Ciencia Política. Un Manual (Ariel 2015) y la coedición, junto con Diego Sánchez-Acoechea del Handbook on Central American Governance (Routledge 2014). E-mail: [email protected]. Este texto es un extracto del ensayo Nicaragua: Desdemocratización y caudillismo, publicado en la Revista de Ciencia Política.


Archivado como:

PUBLICIDAD 3M


Tu aporte nos permite informar desde el exilio.

La dictadura nos obligó a salir de Nicaragua y pretende censurarnos. Tu aporte económico garantiza nuestra cobertura en un sitio web abierto y gratuito, sin muros de pago.



Salvador Martí Puig

Salvador Martí Puig

Catedrático de Ciencias Políticas en la Universitat de Girona y miembro del Centro de Relaciones Internacionales de Barcelona CIDOB. Doctor en Ciencia Política y de la Administración.

PUBLICIDAD 3D