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Paisaje mediático electoral desolador

Pobreza del debate político, la imposibilidad que tienen distintos actores sociales, de manifestarse, no es más que el resultado de la monopolización

9 de octubre 2016

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I. Acaparamiento televisivo.- A veintiocho días del cotejo electoral, su relación con los medios de comunicación, vuelve a ser objeto de análisis e interés de parte de un sector de la sociedad nicaragüense. Para mí no deja de ser preocupante que la ciudadanía indague el papel que juegan los medios, únicamente en determinados contextos sociopolíticos. Durante el resto del año sectores muy reducidos son los que mantienen tenso el arco. Viven expectantes y exigen cambios sustanciales en el rediseño del mapa de la comunicación en Nicaragua. Conocen los efectos lesivos de la concentración mediática. Cada día son más conscientes de lo contraproducente que resulta que la televisión —como aparato hegemónico dominante— sea acaparada por dos actores con intereses comunes: el control de las versiones y visiones que vierten a través de la programación de sus distintos canales, la eliminación de determinados temas, la impermeabilidad que tienen para incorporar otras expresiones políticas que no sean las suyas; la exclusión deliberada de otros rostros que no sean los del partido en el poder, en sus programas de opinión y la omisión sistemática de información crítica de la gestión gubernamental. El fenómeno se agudiza en períodos electorales.

II. Políticas informativas cautivas.- Al panorama anterior hay que sumar el repliegue de otros medios televisivos, radiales y escritos, en favor de las políticas de gobierno. La cooptación —a través del halago o las presiones— se traduce en la supeditación de sus políticas informativas y editoriales, según convenga a quienes detentan la supremacía política. Evitan disentir o entrar en contradicción con los dictados provenientes del Poder Ejecutivo. Sin rubor se pliegan a sus mandatos. Ni siquiera consideran los efectos nocivos que tiene para su propia credibilidad —suscribir en todas sus letras— informaciones que a la larga son falsas, verdades a medias o medias verdades. El caso del Carrizo reventó en sus entrañas sin mayor interés, tomaron distancia de la tragedia la profesora Nila Mar Alemán, han rehuido informar sobre el caso de los migrantes, se han abstenido de cuestionar al Consejo Supremo Electoral, fueron los primeros en celebrar el despojo de la representación legal del Partido Liberal Independiente (PLI), se congratularon que los diputados depuestos no pudieran exponer sus alegatos y en contradicción con las posturas informativas que han venido sosteniendo, han dado las espaldas a los partidos y alianzas políticas que participan en las elecciones.


III. Gobierno reprobado.- A escasos tres meses de concluir el segundo mandato consecutivo del comandante Daniel Ortega, el gobierno queda reprobado en su relación con los medios. El distanciamiento que ha mantenido con periodistas y medios críticos, se ha traducido en conductas hostiles en su contra. Su política de comunicación ha sido de una sola cara: puertas abiertas a los medios propios —que son la amplia mayoría— política de puertas cerradas a quienes califican como contrarios a sus posiciones; no brindan entrevistas a medios y periodistas nacionales, ni internacionales, incluso en los medios afines se instaló el monólogo; la Ley de Telecomunicaciones —obsoleta desde su aprobación en 1995— no fue sustituida como inicialmente había prometido el gobierno; entrega de la publicidad oficial en su propio provecho y en menor proporción a sus aliados; desconocimiento de la Ley de Acceso a la Información Pública, alineamiento de las organizaciones gremiales (Unión de Periodistas de Nicaragua y Colegio de Periodista de Nicaragua), otorgamiento parcializado de las licencias de radio y televisión y clausura intempestiva de medios cuestionadores. Un panorama nada alentador.

IV. Clase política sin agenda mediática.- Como contrapartida, durante este decenio, la clase política —especialmente quienes se mantuvieron en la Asamblea Nacional a lo largo de estos dos períodos de gobierno— jamás se mostraron sensibles con el tema de medios de comunicación. Su silencio ha sido hiriente. El ejercicio de la libertad de expresión —condición ineludible para la cimentación de un régimen democrático— jamás estuvo entre sus intereses prioritarios. No figuró en su agenda. Las condiciones adversas en el parlamento, en vez de servirles de freno, debieron alentar otro comportamiento de su parte. Tal vez sin pretenderlo —con esta actitud— terminaron plegándose al gobierno. Pensaron que siendo minoría, no podían hacer nada para revertir la gula desmesurada de los gobernantes, en la acumulación de licencias radioeléctricas. Jamás plantearon una política de comunicación distinta a la política oficial. Tampoco fueron capaces de elaborar un anteproyecto de ley que propiciara la creación de un sistema mixto de medios de comunicación (privado—público—comunitario). Igual que el partido en el poder, la clase política resulta reprobada. No hizo nada efectivo en este campo.

V. Academia sin propuestas.- En el otro extremo, la academia —sobre todo las universidades que cuentan entre su oferta educativa carreras de comunicación o escuelas de periodismo— no fue capaz de hacer propuestas concretas en el ámbito mediático. Más deplorable es que no hayan protestado las veces que los periodistas fueron agredidos y los medios de comunicación objeto de acechanzas o cerrados. Se mantuvieron ajenas por completo al debate público. ¿Se enclaustraron entre cuatro paredes para no mal disponerse con el gobierno? Su cerramiento afecta sensiblemente no solo el proceso de formación profesional de sus estudiantes, también redunda en perjuicio de la sociedad nicaragüense. Se cuentan con los dedos de una mano, las universidades que han asumido su papel como centros de pensamiento crítico. En ningún momento de su historia había ocurrido una dimisión tan notoria —como lo están haciendo ahora— en temas sustanciales para el devenir del país. Los medios, como instituciones políticas, lenguajes, empresas, lógicas, plazas públicas, son un eje transversal. Deberían ser objeto preferente de estudio y análisis en diversas carreras. Son el pivote central de la globalización.

VI. Causa y efecto de la democracia.- La centralidad que ocupan los medios en relación con la política es evidente. Una verdad fácilmente constatable. La pobreza del debate político, la imposibilidad que tienen distintos actores sociales, políticos, educativos, culturales y económicos de manifestarse, no es más que el resultado de la monopolización mediática existente. En la sociedad contemporánea los medios son causa y efecto de la democracia. Sin pluralismo mediático se constriñen los espacios de participación ciudadana. Convertidos en las nuevas plazas púbicas, la estructura duopólica en las estaciones radiales, medios escritos y televisivos, constriñe las posibilidades reales de debatir temas de auténtico interés nacional o bien estos han sido postergados o suprimidos. Se instaló una monocromía visual. Los mismos rostros desfilan por las mañanas en los diversos canales hablándonos de las mismas cosas. El ocultamiento de temas y rostros, viene a ser consecuencia directa del control televisivo. En sus pantallas solo se expresan quienes cuentan con la venia de sus dueños. Mientras el inefable Ángel González se desatiende los temas políticos, la familia gubernamental instaló su propio sermón.

VII. Proceso carente de legitimidad.- El empobrecimiento de las discusiones y la separación calculada de fuerzas políticas adversas, las únicas que podían contraponer la balanza electoral —lejos de favorecer al partido en el poder— se ha convertido en bumerang. No existe ambiente electoral. Algunos medios exponen un cotejo carente de legitimidad. Otros prefieren eludir el tema. La abstención propiciada por el partido gobernante resta electores a los demás partidos o alianzas políticas. El FSLN es un partido altamente disciplinado. Su militancia está presta a cumplir con las orientaciones que le vienen de arriba. Acudirá masivamente a las urnas. No se quedaran en casa. Los medios oficiales y oficiosos se encargaran de reflejarlo. ¿Favorece a los intereses estratégicos del frente que un alto porcentaje no vaya a las urnas? Todo lo contrario. El desaliento auspiciado desde sus cuarteles generales, vuelve opaco y falto de legitimidad el proceso electoral. Los partidos y alianzas partidarias —carentes de recursos financieros— ni siquiera han hecho uso de los medios estatales. ¿Por qué será? ¿Son ineficaces? ¿Creen qué no hay quien los vea o escuche?

VIII. Los convidados de piedra.- El FSLN no ha dejado de hacer propaganda desde que regresó al poder en 2007, las otras expresiones políticas no disponen de recursos suficientes para impulsar sus campañas proselitistas. Ni el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), Partido Conservador de Nicaragua (PCN), Alianza Liberal Nicaragüense (ALN), Alianza por la República (APRE), y Alianza Partido Liberal Independiente (PLI), han podido incidir ante la opinión pública nacional. No tienen presencia sistemática en los medios. Son los convidados de piedra. El partido gobernante continúa llevando su discurso a través de los cuatro puntos cardinales del país. La empresa Artes Digitales, Sociedad Anónima (Ardisa), propiedad del consorcio dueño de El Nuevo Diario —favorecida con el billete premiado de la impresión de las boletas— ni siquiera tuvo la deferencia de presentarlas ante sus lectores. El vacío de El Nuevo Diario en relación con el desarrollo de las elecciones es obsceno. El embargo informativo es notorio. Pareciera estar de espaldas a este acontecimiento histórico. ¿Otra forma de congraciarse con el partido gobernante? Sin duda alguna.

IX. Migrar hacia las redes.- En un contexto tan constreñido, la ciudadanía tiene la alternativa de echar mano de las redes sociales. Las restricciones existentes —donde campea la autocensura— invitan a que los nicaragüenses migren hacia las redes sociales para informar e informarse con cierta solvencia de lo que ocurrirá el 6 de noviembre. En las elecciones de 2006 las redes empezaron a formar parte del paisaje electoral. Con su crecimiento, expansión y uso progresivo —en un país de jóvenes— es de esperarse que diez años después, se transformen en verdaderos escenarios de la contienda política. La instantaneidad, carencia de filtros y la ubicuidad que ofrecen, hace vislumbrar que los nicaragüenses harán una utilización masiva de sus dispositivos electrónicos. Los Blogs, Twitter, Facebook, WhatsApp, Instagram, Youtube, Snapchat, etc, estoy convencido que serán las correas de transmisión preferidas por amplias mayorías. Las circunstancias lo imponen. En la tradición latinoamericana y nicaragüense —los medios oficiales y oficiosos— debido a la naturaleza laudatoria de sus narrativas, son vistos como dispositivos plegados al discurso gubernamental. A solo cuatro semanas de las elecciones, las redes sociales han empezado a explosionar como parte del tejido mediático. ¡Ante el desaliento y un paisaje mediático electoral desolador, constituyen una alternativa eficaz!


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Guillermo Rothschuh Villanueva

Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.

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