
25 de agosto 2022
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La tarea de los liderazgos para recuperar la certeza de una salida democrática
La actividad busca demostrar la situación de los jóvenes en Nicaragua
En este punto de la crisis en Nicaragua los análisis políticos escasean y hasta cierto punto cansan. Lo que está pasando desde 2018 se describe simplemente con la palabra dictadura. Así han actuado estos regímenes históricamente. Lo que es necesario en este momento es decidir si la incertidumbre va a ser el día a día de las y los nicaragüenses o si habrá un camino esperanzador hacia la democracia. Esto último es tarea de los liderazgos.
Hay que tomar en cuenta varias cuestiones que llevan a pensar que la condición más importante para derrotar al régimen es la reactivación de un bloque opositor amplio, plural y multisectorial dirigido hacia la acción. Primero, aunque la memoria nos lleva a 2018, el año de la insurrección de abril, la lucha es completamente distinta. Las probabilidades de levantamientos espontáneos son casi nulas. Segundo, aunque la gente, tanto en Nicaragua como en el exilio, ha perdido la esperanza en la oposición en su objetivo de dirigir la lucha, es importante reconocer el rol de la Alianza Cívica y la Unidad Nacional, así como la capacidad organizativa instalada que estas tienen y su reconocimiento frente a la comunidad internacional.
Por último, y tercero, lo cierto es que no hay ejemplos de movimientos cívicos que hayan derrotado a una dictadura como la de Ortega. Los más grandes ejemplos de caídas de regímenes totalitarios fueron consecuencia en su mayoría de cambios en el plano internacional. De igual forma, Estados Unidos ha cambiado su política exterior con respecto a Latinoamérica y no posee recetas de cómo derrocar dictaduras totalitarias por la vía cívica, si acaso se espera del norte la solución.
Incluso, por más que las sanciones del departamento de Estado o las resoluciones de la OEA suban la moral de algunas personas, haciéndolas sentir acompañadas, lo cierto es que no cambian la correlación de fuerza a lo interno y tampoco generan esperanza en las y los nicaragüenses, cansados de pleitos internos en la oposición y decididos a seguir sus vidas a pesar de la dictadura. La tarea está en los liderazgos.
En este punto hay que dejar el cinismo político que muchas veces ha acompañado en estos últimos años a quienes hemos estado organizados en movimientos opositores. Y es que muchos sabemos quiénes han tenido y tienen la suficiente fuerza política para dar pasos hacia la unidad o derrumbarla. Por un lado, la Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN) es un fuerza decisiva por el simbolismo de sus integrantes como son los presos políticos Lesther Alemán y Max Jerez, su posición en la Alianza Cívica y su cercanía con el sector privado. Por otro lado, los liderazgos juveniles de la Unidad Nacional Azul y Blanco, tales como Amaya Coppens o Yaritza Rostrán, por su simbolismo en la resistencia estudiantil y en las cárceles de la dictadura, su credibilidad frente a la opinión pública y su capacidad organizativa. Pero sobre todo, porque estas organizaciones significan un punto de unidad entre los demás actores, distanciados muchas veces dentro del espectro político nicaragüense. Si estos grupos trabajan como una bisagra, la unidad será posible.
No es una sorpresa que las agendas de la cooperación internacional no siempre se adecúan a los ritmos y maneras de actuar de quienes dirigen la lucha, pero también es cierto que éstas juegan un rol fundamental en acercar y apoyar a quienes directamente accionan como activistas contra el régimen. Lo fundamental es que las agencias enfoquen sus esfuerzos, no por forzar la unidad, sino por fomentar espacios de diálogo y entendimiento.
Este no es el momento de las disputas políticas en el seno de la oposición propias de un régimen de competencia democrática. Los grupos deben ser conscientes que en este punto no sólo está en juego la vida y el bienestar de millones de nicaragüenses, sino también la existencia misma de dichos grupos. Hay que unirse para recuperar la vida política. Hay que recuperar la certeza democrática.
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Activista y opositor nicaragüense exiliado. Abandonó sus estudios universitarios de Sociología para integrarse a la lucha cívica estudiantil y social de Nicaragua, en 2018. Fue fundador de la Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN), y fue integrante de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD). Ahora integra el grupo Formadores con Vos.
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