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Los dilemas del presidente

¿Cómo ganar con tantos o más votos que en 2011 y cómo mantenerse en el poder, de forma consecutiva?

Simpatizantes del Frente Sandinista durante la celebración oficial del repliegue, en Managua. EFE.

Manuel Orozco

11 de julio 2016

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Desde principios de este año Daniel Ortega ha incrementado la presión política y los conflictos sociales. Estos problemas emanan de maniobras del gobierno que reflejan los retos con los que se está enfrentando.  Daniel Ortega se enfrenta con un doble enigma primero, de cómo ganar (no de si va a ganar) las elecciones de 2016, lo cual requiere identificar qué métodos utilizar.  Segundo, cómo mantenerse en el poder bajo las circunstancias actuales en las que tiene un fuerte control político junto a una muy pequeña coalición que lo apoya y que está aminorándose.

Las maniobras recientes


Durante el año 2016 el gobierno del presidente Ortega ha aumentado la represión.  Ha incrementado la intimidación y represión contra varios grupos que conforman la sociedad civil (incluyendo expertos extranjeros), realizando más detenciones de activistas que protestan la construcción del Canal, o grupos campesinos e indígenas que se defienden contra la posible confiscación de sus tierras.  Además, el gobierno se ha asegurado a través de instituciones del estado de limitar la legitimidad de partidos políticos claves, despojando a Eduardo Montealegre de su estatus de representante jurídico del Partido Liberal Independiente (PLI).  El presidente no solo ha cuestionado la legitimidad de la observación electoral, sino que el Consejo Supremo desautorizó a instituciones como el Centro Carter y Etica y Transparencia para participar en la observación electoral.  De igual forma el presidente ha aumentado sustancialmente su retórica anti-Estados Unidos y su discurso antimperialista.  Esto es visible en acciones que van desde su negación y crítica al libre paso a cubanos por Nicaragua hasta su crítica al ‘injerencismo’ de organizaciones múltiples, incluyendo la expulsión del PNUD, o amenazas de expulsar a la representación de la Unión Europea.

El control casiabsoluto

Tanto la comunidad internacional como sectores nacionales se preguntan ¿por qué Daniel Ortega ha expandido su represión (no es nuevo el que encarcele a dirigentes, intimide organizaciones sociales, o expulse a expertos internacionales)?  Algunos consideran que lo ha hecho por temor a perder las elecciones y otros por estar actuando irracionalmente.

Esta pregunta se torna más relevante considerando que desde 2007 se observa que el presidente Ortega ha consolidado su autoridad política de manera casi absoluta, y la comparte con n pequeño círculo de poder.

El presidente Ortega ha excedido su autoridad dentro del entorno democrático mediante su expansión del control político. Él se mantiene fiel a lo que Bruce Bueno de Mesquita en el Manual del Dictador llama las cinco reglas del éxito del control político, a saber, mantener su autoridad con el apoyo de un pequeño círculo del poder, mantener el clientelismo político activo con los votantes, tener control efectivo del dinero, compensar a sus socios lo suficiente para mantener su lealtad, y respetar la riqueza de sus aliados.

Por ejemplo, el presidente con el apoyo de un pequeño grupo de instituciones, tales como el líder de la autoridad electoral, los magistrados y jueces de la corte suprema, la policía y el ejército, y el asesor económico del presidente, ejerce su autoridad.  La autoridad legislativa, en control de su partido, no representa una fuente de poder, sino un apoyo subsidiario.

De esta forma, logra cooptar a sectores influyentes de la oposición política y de la sociedad civil mediante el uso del sistema legal para limitar su margen de maniobra. Los intimida con leyes que pueden atentar contra su funcionamiento o, por ejemplo, favorece la adquisición económica de medios de comunicación para silenciar a la disidencia.

Mediante el uso de recursos del Estado, los subsidios tales como Hambre Cero que han beneficiado a más de 100,000 personas van acompañados de un mensaje en pro del gobierno.  Por ejemplo, los 20 municipios más beneficiados por el programa en el año 2007 provenían de diversos partidos políticos, pero esos mismos municipios ya en el año 2011 era 100% sandinista.

La relación con la policía, un cuerpo represivo tradicionalmente pacífico, va acompañada de un acuerdo con el nombramiento extra legal de la primera comisionada y directora de la policía, en la que esta institución compromete su neutralidad política a cambio de favores al gobierno y partido, lo que causa su desprestigio. Desde 2007, Nicaragua es talvez el país en Centro América con más muertes políticamente motivadas: solo en el 2015 hubo más de 40 muertes, casi el 10% de todos los homicidios del país. Además, hay más impunidad en su cuerpo policial, y un mayor control policíaco de la protesta social en las calles. Como dice Roberto Orozco, “la PN ya funciona como policía sandinista.”

Con el control judicial, electoral, económico, político de la oposición y el monopolio de la fuerza, el presidente Ortega posee una autoridad casi absoluta. Como dice un colega del Diálogo Inter Americano, Ortega representa la dictadura perfecta ¿por qué entonces aumentar la represión?

El dilema: cómo ganar y continuar gobernando

A todo líder, demócrata o no, le importa llegar al poder, mantenerse y controlar la riqueza del país.  La diferencia está en el método.  El presidente Ortega ha utilizado el sistema legal con el apoyo de su círculo de poder para ganar y mantenerse en el poder. Mientras tanto, mantiene control de la riqueza, ya sea, a través del presupuesto, a través de favores a su familia, y en alianza con el sector privado.

Con un control férreo del poder, el presidente Ortega se enfrenta a dos dilemas, cómo ganar y cómo gobernar una vez lograda la victoria.

Las maniobras recientes ofrecen algunas claves de su cálculo político racional de cómo proceder.

En el primer paso, Daniel Ortega quiere ganar con tantos o más votos que en la elección del 2011. Para lograrlo necesita asegurarse de controlar a la oposición al punto que esta no tenga capacidad de ser una amenaza real. De ahí que invalida la legitimidad de Montealegre.

También necesita debilitar la protesta social sobre la construcción del canal porque su reputación y credibilidad durante las elecciones serán constatadas con el desarrollo de este gran proyecto—si es que algo llegue a suceder en los próximos cuatro meses.  Por ello ha detenido a manifestantes y líderes, y expulsado a extranjeros, aumentando la represión policial.

El presidente necesita también de asegurar un apoyo internacional, mediante el control de quien representa la observación de la comunidad internacional. Las democracias industrializadas representan una molestia para el presidente, por lo que su desprestigio y expulsión es clave.Mientras tanto, decide traer a sus amigos del bloque ALBA.

Con estos tres controles, Daniel Ortega tiene garantizada una victoria segura, con un mínimo del 50% de los votos.

El segundo dilema es más complicado; ¿cómo seguir gobernando?  El tema aquí no es gobernar, pero mantener el mismo nivel de control con los aliados actuales.  Sin embargo, hay dos problemas.  Con el control casi absoluto resulta difícil aumentar más su poder, esta situación más bien resalta una realidad que es cómo mantenerse con este nivel de influencia.  El esfuerzo requiere de mayor represión o de extender o abrir el círculo político a otros sectores del país.

El aumento de la represión puede acarrearle a Ortega mayores costos porque su popularidad decaerá y el apoyo internacional disminuirá (la ayuda venezolana es probable que decaiga y esto limite sus subsidios). Esto le deja con la opción de abrirse, de introducir alguna reforma política o pacto con otro sector.

El cálculo político es clave, por ejemplo, muchos de sus aliados actuales (en la Corte, en el CSE, por ejemplo) estarán desapareciendo de la vida política en los próximos años o hasta de forma física por razones de edad.  De ahí que la negociación con nuevos cuadros es importante y la reforma política podría ser una opción.  Además, otra opción importante será algún tipo de renegociación con los líderes del COSEP quienes poco a poco han aumentado su influencia y relación con el gobierno, no solo para mantener una estabilidad macroeconómica, pero para lograr acuerdos económicos de inversión.

De ahí que la victoria electoral de Ortega con una gran mayoría le dará el apalancamiento necesario para identificar y seleccionar a sus piezas claves que le permitan seguir gobernando.  Daniel Ortega no es conocido por introducir reformas, sino por profundizar su poder. Para eso necesita fortalecer su equipo con piezas renovadas y formar nuevas alianzas.  De ahí que la búsqueda de alianzas es esencial.  La lista de nombres no es larga y no está oculta. No viene del ejército, ni de la policía, o la iglesia y no puede venir de los partidos desprestigiados ni de la sociedad civil. Quedan algunos líderes en el sector de la justicia y el sector privado.

Tampoco está claro si el COSEP quiere mantener esa alianza ante un gobierno más represivo, o si optarán por presentarse como agentes de cambio. Paradójicamente, el COSEP es el gremio mejor posicionado en el país, por encima de los partidos políticos, la sociedad civil, y las instituciones, para negociar con Ortega, y promover reformas políticas. Sin embargo, COSEP no es una entidad política y se ha debilitado sustancialmente desde que el equipo Ortega-Murillo redujo más su círculo de poder.  El punto clave para ellos es qué proponer y cómo negociar con el gobierno, si la oportunidad se presenta.

A pesar de estas opciones, no hay garantías de que Daniel Ortega logrará gobernar exitosamente después de ganar estas elecciones. Estará más desgastado, con menos simpatía popular ante un eventual fracaso en la construcción del canal, con menos recursos porque la ayuda venezolana disminuirá, y con menos oportunidades de apalancamiento porque habrá menos actores con quienes pactar.  Sus nuevas alianzas podrán tener un propósito temporal, pero resulta difícil vislumbrar un buen gobierno después de la próxima reelección. El presidente Ortega está arriesgando más su capital político, de lo que podría perder con introducir reformas políticas.

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*Politólogo. Investigador del Diálogo Interamericano en Washington D.C.


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Manuel Orozco

Manuel Orozco

Politólogo nicaragüense. Director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano. Tiene una maestría en Administración Pública y Estudios Latinoamericanos, y es licenciado en Relaciones Internacionales. También, es miembro principal del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, presidente de Centroamérica y el Caribe en el Instituto del Servicio Exterior de EE. UU. e investigador principal del Instituto para el Estudio de la Migración Internacional en la Universidad de Georgetown.

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