
19 de febrero 2020
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Las gasolineras DNP Petronic han cambiado de nombre y logo para evitar sanciones y el boicot ciudadano. Foto: Carlos Herrera.
La semana anterior, Ortega ofreció una demostración más del por qué su régimen está calificado por prestigiosas organizaciones internacionales como el más corrupto de Centroamérica; el tercero entre los peores en América Latina, solamente detrás de Venezuela y Haití; y colocado en el tramo de los más corruptos del mundo.
Los sirvientes del dictador aprobaron de un plumazo cuatro leyes con el propósito de seguir favoreciendo los negocios fraudulentos de la familia gobernante. Una demostración más, por si hiciera falta, de que nuestro desventurado país es el único en el mundo o, si acaso, uno de los poquísimos, donde a la corrupción se le otorga estatus legal.
En cualquier país medianamente, más bien, mínimamente civilizado, la corrupción constituye delito. Según el grado de corrupción del país los tribunales persiguen los fraudes con mayor o menor ahínco, pero no dejan de ser delitos. Aquí no. Aquí de la manera más desvergonzada otorgan jerarquía legal a sus barbaridades. Baste recordar las concesiones convertidas en ley para la represa Tumarín, para los escáneres de las aduanas o para el proyecto de canal interoceánico.
¿A qué se refieren estas cuatro leyes? Mediante estas leyes crearon cuatro empresas estatales que se ocuparán del negocio del petróleo y combustibles, comenzando por la importación, pasando por el almacenamiento, distribución y la comercialización. Hasta la exploración petrolera incluyeron. De aquí en adelante se conocerán por sus siglas: ENIH, ENIGAS, ENICOM y ENIPLANH.
Recordemos que hace unos meses la administración norteamericana sancionó a la empresa DNP, que concentraba buena parte del negocio de los hidrocarburos. La empresa hasta hace unos años era propiedad del Estado, pero por arte de magia pasó a propiedad privada de la familia gobernante. Las sanciones abrieron un gran hueco al lucrativo negocio de la mafia en el poder.
Cualquiera se preguntará ¿Y a cuenta de qué, si DNP era propiedad privada, ahora constituyen empresas públicas para hacerse cargo del negocio de los hidrocarburos?
Sencillo. Porque Ortega considera que Nicaragua es su finca y que aquí puede hacer y deshacer lo que se le antoje. Difícilmente habrá otro país donde reine semejante confusión entre los intereses del Estado y los intereses privados de la familia en el poder.
La siguiente pregunta que surge es: Si ya existe PETRONIC, cuya ley creadora le asigna las mismas competencias de las nuevas empresas… ¿Para qué las crearon? La respuesta es que PETRONIC ya está colorada por su vinculación con ALBANISA.
Vayamos entonces a lo concreto. Después de leer los textos aprobados por los diputados de Ortega, resulta evidente que estos cuatro nuevos jinetes de la corrupción persiguen los siguientes propósitos:
Cabe recordar que la misma artimaña pretendieron utilizar con el BANCORP, el banco de la familia gobernante -también sancionado por la administración norteamericana bajo acusaciones de lavado de dinero-. En esa ocasión aprobaron la ley para vender el banco al Estado, pero las sanciones llegaron antes y no tuvieron más remedio que liquidar el banco.
No es preciso ser adivino para saberlo. En los textos que aprobaron habilitan a las cuatro empresas a establecer alianzas, sociedades y aun establecer nuevas empresas con empresas privadas nacionales o extranjeras. Es el camino que seguramente seguirán: establecer formas de asociación con empresas encubiertas de la mafia gobernante. A estas alturas del partido, con la protección de los sirvientes de Ortega en la Corte Suprema de Justicia, que volvió en clandestinos los registros públicos, puede usted apostar que ya están creadas e inscritas estas empresas que encubrirán el negocio. De esta manera intentarán escapar de las sanciones y, según sus previsiones, podrán seguir lucrándose del negocio. De paso, hasta podrán quedar formalmente eximidas de pagar impuestos.
Finalmente, no nos extrañemos que acuerden sociedades con empresas derivadas de ALBANISA, bajo formas asociativas que incorporen pasivos y activos, como medio para descargar al Estado porciones de la deuda con Venezuela.
Todo puede esperarse de estos zánganos.
Habrá que ver si las autoridades norteamericanas se tragan el cuento.
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Economista y abogado nicaragüense. Aficionado a la historia. Bloguero y conductor de la plataforma de comunicación #VamosAlPunto
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