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Libertad de prensa y expresión en Nicaragua

El éxito de los periodistas independientes, lo comparten con los sectores del pueblo que los escucha, mira y lee con fidelidad

La dictadura de Daniel Ortega ha cometido delitos contra de la libertad de prensa y expresión en Nicaragua

Onofre Guevara López

24 de diciembre 2019

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En nuestro país, hubo, recientemente, infaustos primeros aniversarios: en el 2018, la dictadura cometió delitos en contra de la libertad de prensa y expresión en Nicaragua, de una manera ni siquiera vista durante el somocismo, como fue el robo y la destrucción de las instalaciones del complejo mediático de Confidencial y del canal 100% Noticias. La clausura de las personalidades jurídicas de nueve ONG, atentando en contra de la libertad de asociación y expresión y defensa de los derechos humanos, más el secuestrado continuado del papel de La Prensa y de El Nuevo Diario.

Más que suficiente para merecer la condena del régimen orteguista, y las protestas de los afectados directos, más la mayoría de la sociedad nicaragüense, también herida en su derecho a la libertad de ser informada libremente. Además de las denuncias y condenas, la oposición en general está solidaria con los periodistas, y admirando su valor de seguir informando con todo éxito, pese a las amenazas y represiones de la dictadura.


Que nada de lo que haga la dictadura los detendrá, no depende, como algunos piensan, solo de las nuevas técnicas para la información y las redes sociales, porque nada de eso valdría sin la determinación del periodismo independiente de ejercer su trabajo en las más duras circunstancias y su convicción de que la dictadura nunca los podrá silenciar.  En apoyo a esta convicción, bastaría ver un solo hecho: que con todos los factores técnicos de que disponen los informadores de la dictadura, no han podido lograr ser los más leídos, más vistos, más escuchados ni los más creíbles.

El éxito de los periodistas independientes, lo comparten con los sectores del pueblo que los escucha, mira y lee con una fidelidad fundada en la común aspiración al derecho de su libertad de informarse sin censuras. Esta decisión de ahora, es mayor y más consciente, incluso, que cuando la dictadura de los Somoza y durante las censuras, no siempre justificadas, en los años de guerra.

Parece oportuna esta situación extraordinaria, para exponer algunas observaciones en torno a la historia de las libertades de prensa y expresión en nuestro país.  En primer término, niego la calidad de absoluta que se le atribuye al concepto de la libertad de prensa y expresión.

Se ha aplicado de modo absoluto el concepto de la libertad de prensa y expresión, tanto de parte de los gobiernos, como de los empresarios y profesionales del periodismo, y han creído, unos fingiendo ignorarlo y otros aceptándolo como cierto en la práctica: que libertad, es UNA sola, la del periodismo que se ejerce como empresa y profesionalmente.  Este tan estrecho concepto de la libertad de prensa y opinión, parecen compartirlo las nuevas generaciones de periodistas.  Probaré con los hechos que siguen, que esa es una falsa idea.

Muchos, por no decir casi todos, los periódicos y periodistas de antaño tuvieron la misma idea y en su práctica, acerca de su exclusividad en el ejercicio de ese derecho y, por ende, contrario al concepto democrático de libertad de prensa y expresión para todos, porque casi todos ellos fueron sectarios y clasistas. ¿De qué manera lo demostraron?

Por ejemplo, solo en el lapso de más o menos 46 años (1933-1979), en Nicaragua fue sistemáticamente violado el derecho a la libertad de prensa y opinión de los trabajadores organizados en sus sindicatos independientes y de los organizados en su propio partido político.

Y eso, tuvo una expresión concreta: durante ese período, los trabajadores tuvieron su propia prensa para expresar sus opiniones, hacer denuncias de la injusticia social imperante y para exponer sus criterios políticos. Pero, su periódico –un semanario, único medio posible para ellos— fue clausurado por la dictadura somocista… ¡no menos de trece veces en el lapso mencionado!  Y, además, en 1948, la dictadura somocista les robó la Imprenta Morazán que se había logrado compran por medio una especie de cooperativa.

De hecho, se trataba del mismo periódico que tenía que cambiar de nombre cada vez que era clausurado. Es decir, ejercieron su derecho a opinar a través de un medio escrito, pero ese derecho le fue permanentemente violado, clausurándolo. Luego, su periódico lo hacían reaparecer, pero en cada nueva ocasión con un nuevo nombre, tratando de evitar la clausura inmediata, porque la otra clausura, llegaría sin falta en cualquier momento.

Fue un “calvario” con muchas estaciones: la primera se llamó El Gérmen y seguirían Voz Obrera, El Proletario, Unidad, Ahora, Orientación, etcétera. La dictadura no ignoraba quienes eran los dueños y editores del mismo periódico, en todas sus épocas y con otros nombres, y los diarios y periodistas tampoco.

Esa es solo una parte de esta historia. La parte triste, injusta, antidemocrática, es que después de cada clausura… ¡nunca se escuchó una protesta y menos la solidaridad de parte de los periódicos empresariales ni de todos los periodistas de entonces!  ¿Sería porque todos eran somocistas? ¡NO!

La mayoría de los no menos siete diarios que circulaban en el país (cuando tenía muchos menos habitantes): cinco en Managua, uno en León y otro en Granada, y casi todos eran opositores a la dictadura de los Somoza, a excepción de su diario Novedades y alguno que otro simpatizante vergonzante del somocismo.  Algunos, eran de la ultra derecha conservadora, y muy católica ella.

El silencio de los opositores ante aquella violación de la libertad de prensa y expresión, no era causada por el temor –pues la mayoría ejercía una valiente crítica contra la dictadura—, sino porque sustentaban y practicaban el concepto de que la libertad de prensa y expresión, era un derecho particular suyo, de su clase, no de los trabajadores, aunque algunos se presentaban como periódicos representativos “de todos” los nicaragüenses.

El pretexto era ideológico ultra conservador: a sus mentes, sus ojos, y su práctica, los periódicos obreros merecían las clausura… ¡porque eran divulgadores de las “ideas disolventes del comunismo internacional!"

No solo se justificaban defendiendo así “la democracia”, sino que, además de no condenar aquellas clausuras, justificaban a la dictadura y, algunos de ellos, también les daban su apoyo ideológico por clausurar periódicos obreros, lo cual era mucho más que censura de prensa.  Ahora las ideas y las prácticas y los múltiples medios que utiliza el periodismo independiente son muy diferentes, y más democráticos. Sin embargo, la libertad de prensa y expresión sigue siendo restringida para los trabajadores, no solo para el periodismo empresarial y profesional.

El día de hoy, existen menos diarios impresos, y censura tiene formas más variadas, dañinas y violentas, pero existen más medios de información técnicamente superiores.

Sin embargo, en estos últimos 40 años, los trabajadores siguen careciendo de su libertad de prensa y expresión, de manera total, pues no hay prensa obrera, la mayoría de los sindicatos no son autónomos en términos políticos, y la mayoría de los sindicatos está bajo la influencia y dominio de los agentes de la dictadura, como el “sandinista del 20 de julio” Gustavo Porras. Y, para remate, no existe un partido obrero.

Significa entonces que, como clase social, en Nicaragua este “round” histórico del periodismo lo están perdiendo los trabajadores.


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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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