
1 de mayo 2025
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¿Es sostenible el incremento en el envío de remesas en este año?
Frente a los datos del crecimiento de las remesas a Nicaragua en el primer trimestre de 2025 la gente asume que todo mundo está enviando su dinero por aquello de las deportaciones. Ciertamente, hay mucho estrés en la población migrante frente a las redadas de captura en Estados Unidos.
Hay tres insumos que tomar en cuenta sobre el ritmo de las remesas a Nicaragua este año. Primero, la tendencia del volumen enviado es generalizada para casi todas las nacionalidades migrantes, con la excepción de los mexicanos y jamaiquinos. Segundo, el crecimiento en el tercer trimestre se atribuye predominantemente a un aumento en el envío promedio, más que en el número de migrantes que envían dinero. Tercero, la tendencia ascendente del envío puede atenuarse debido a dos dinámicas interconectadas, la primera es que el ingreso del migrante está llegando a su límite de gasto, y segundo que la posibilidad de una recesión, ya con la contracción económica del primer trimestre en la economía de Estados Unidos, podría generar desempleo y disminución en el envío. Aún con un desaceleramiento y un crecimiento del 5% para el resto del año, las remesas crecerán un 7%. Esto significa que la contribución al fisco seguirá estabilizando al estado, pero quedan interrogantes sobre la vulnerabilidad económica de los migrantes.
El envío de dinero a América Latina y el Caribe ha crecido por encima de la tendencia pronosticada antes de las elecciones de noviembre 2024 en Estados Unidos. Este cambio es superior al crecimiento trimestral de los últimos cinco años en los principales países receptores de la región latinoamericana. Los dos países en donde esto no ocurre son México y Jamaica cuya tendencia ha mostrado un leve desaceleramiento. En todo esto, Nicaragua muestra una tasa mayor de crecimiento que los otros países. Ese aumento se atribuye predominantemente al envío desde Estados Unidos, el cual creció en ese periodo en 30%.
Este aumento se apoya especialmente a la tendencia individual de aumentar la cantidad de dinero que los migrantes envían. En todas las nacionalidades se observa que a nivel individual los migrantes enviaron cantidades significativamente altas, más de un 10% entre octubre 2024 y abril 2025. Los nicaragüenses en particular, enviaron 15% más de lo que enviaban en octubre 2024 (de $330 a $380 desde Estados Unidos). Este crecimiento es prácticamente parejo para casi todas las nacionalidades.
Mucho de este movimiento ascendente ha ocurrido a través de los últimos cinco años, después de la pandemia y en correlación con la onda inflacionaria, que, aunque los índices de precios se normalizan en 2023, la gente siguió enviando mayores cantidades que antes del 2020.
La tendencia ascendente de estos envíos indicaría que los migrantes seguirán enviando más remesas. Sin embargo, aparte del espectro de deportación, cuya tendencia es mixta y menor para los Nicaragüenses, hay dos atenuantes estructurales por considerar.
Una es que estos envíos están llegando al límite de utilización del ingreso disponible del migrante, y la otra es que en la medida en que el escenario de recesión se vuelve más probable, especialmente frente al anuncio de la contracción económica para el primer trimestre que paralelamente muestra un aumento en el gasto en marzo, la probabilidad del aumento del desempleo será mayor.
De hecho, la economía de Estados Unidos ha mostrado un fuerte aumento en la desconfianza en el rendimiento económico del país, y las tasas de contratación laboral disminuyeron en marzo.
El ingreso neto de un migrante en Estados Unidos no crece en más de 4% anual y oscila en promedio en 3300 dólares mensuales. Los migrantes están enviando 400 dólares, encima de sus otras obligaciones de casa, comida, utilidades, transporte, y otros gastos, lo que les deja una disponibilidad de ingreso menor a 200 dólares mensuales. Esto indica que gastos inesperados, gastos extras, que típicamente ocurren en sumas fuertes, disminuirían la posibilidad de poder enviar más dinero. La experiencia, trabajando con migrantes, muestra que éstos tienen mucha capacidad de acumular ahorros más que la persona nativa del lugar.
La contracción económica tendrá un efecto sobre el envío de dinero, aun cuando haya habido un aumento en la cantidad. El análisis de la tendencia en el envío por la cantidad enviada y el número de personas que envían muestra que ante un aumento en el desempleo, más que la disminución del salario, o en inflación, el número de transacciones disminuye en 2.4%.
Mucho de lo que está formándose en la economía tendrá un efecto adverso que no será negativo, pero disminuirá la ola incremental el resto del año. Es importante observar que la migración a Estados Unidos de Nicaragua ha disminuido al punto que serán menos de 10 000 nicaragüenses llegando en 2025 por lo que el aumento de remesas dependerá no de la migración, sino de la capacidad de seguir enviando esas cantidades. Es decir, de mantenerse con trabajo o, si llegase a pasar, de retornar a Nicaragua.
Dado el crecimiento en el primer trimestre, aun frente a una normalización del 5%, las remesas crecerán en 7% durante 2025, dejando ingresos de más de 800 millones de dólares en impuestos al gobierno de Nicaragua.
La incertidumbre que gobierna la conducta económica en Estados Unidos, desde el consumidor promedio, al inversionista en el mercado bursátil, aplica también con los nicaragüenses que envían dinero. Ellos se encuentran en una situación de incertidumbre sobre su futuro, sea porque quienes llegaron con parole, tendrán que volver, o porque no tienen estatus legal, o porque puedan perder su trabajo o ser sujeto de amedrentamientos.
Esta ha sido la impresión expresada por migrantes de diferentes nacionalidades, nicaragüenses incluidos, lo que pueda explicar que uno envíe un poco más como precaución. Este envío refleja una disposición emocional al envío más que racional ya que la probabilidad que ese migrante envíe para tener acceso a ese dinero en el futuro es muy baja. En general, dinero que se envía, dinero que se administra y gasta por el beneficiario. Además, frente a los altos niveles de bancarización entre los migrantes, estas personas tienen más control de sus ahorros. En ese sentido, estas transacciones pueden atribuirse al sentimiento de incertidumbre de enviar más por si acaso algo pasa y los familiares no lleguen a recibir más en el futuro.
Mientras tanto, los migrantes deberían considerar fortalecer su base financiera, aumentando sus ahorros, considerando planes de corto plazo de cómo manejar sus vidas en el futuro inmediato. Uno de los principales demonios de ser migrante es vivir la vida bajo la ilusión de la impermanencia, la idea que uno está en un país temporalmente y que pronto vuelve. Sin embargo, estatus legal aparte, cualquier persona con mas de tres años en un país, va sentando raíz material, sentimental, cultural en el nuevo país que habita, y su identidad se transnacionaliza, pero afianzada a la cotidianidad de las deudas, las rutinas laborales y domésticas que al final contrastan con el ‘volverse pronto’. Ambas interioridades no son irreconciliables, al contrario, y el plan financiero de cómo diversificar la riqueza (material, emocional, cultural, personal) de un migrante, es una fuente clave para tener un plan de vida estable en medio de tanta incertidumbre.
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Politólogo nicaragüense. Director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano. Tiene una maestría en Administración Pública y Estudios Latinoamericanos, y es licenciado en Relaciones Internacionales. También, es miembro principal del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, presidente de Centroamérica y el Caribe en el Instituto del Servicio Exterior de EE. UU. e investigador principal del Instituto para el Estudio de la Migración Internacional en la Universidad de Georgetown.
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