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La Iglesia apuesta por la paz, pero no de cementerios

"No quisieron ese camino y se han dedicado a limpiar las vías a precio de sangre y muerte. La arrogancia y la soberbia los ha cegado"

"Nos unimos a las ansias de paz

Mons. Rolando Álvarez

12 de julio 2018

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La cercanía con el pueblo de Dios nos la jugamos de todas, todas. Es la cercanía con los perseguidos, con los acusados injuriosamente, con los vilipendiados, con los enlistados en las listas de muerte que algunas personas sin escrúpulos se prestan a recoger para luego entregar para que esa gente sea encarcelada o enjuiciada.

En estos momentos de crisis, muerte, llanto y vapuleos por los que atraviesa nuestro país, el pueblo sencillo ante el desamparo que lo hace sentir indefenso espera la cercanía del profeta, la cercanía de su Iglesia.


Desde hace algunos días ha comenzado lo que algunos llaman “operación limpieza”, que se trata de enviar a los antimotines y fuerzas parapoliciales para arrasar con los tranques.

Quienes están de acuerdo con eso dicen que es necesaria la libre circulación para poder trabajar en paz.

Nosotros (los obispos) nos vemos en la obligación moral de explicarle al pueblo que desde el inicio estuvimos de acuerdo en la importancia de la libre circulación, pero no aisladamente, sino dentro de todo un conjunto de medidas de democratización, en el que se fuera trabajando dentro de un cronograma serio, avanzando simultáneamente de la mano con las reformas institucionales de raíz que necesita y urge este país para vivir en democracia.

Dentro de una ruta de democratización que nos tiene que llevar a elecciones generales anticipadas. Por supuesto que la Iglesia siempre apostó y sigue apostando por la paz, pero no la paz de los cementerios y el terror.

Siempre estuvimos de acuerdo con el libre tránsito, pero dentro de un conjunto de medidas serias y responsables que le permitieran al pueblo enrumbarse a una auténtica democracia, donde la voz del pueblo fuera escuchada y su voto fuera respetado.

Ellos (el Gobierno) no quisieron este camino. La arrogancia y la soberbia los ha cegado. No quisieron ese camino y se han dedicado a limpiar las vías a precio de sangre y muerte. Luego ir casa por casa arrestando a la gente para enjuiciarla, calumniarla con acusaciones inverosímiles, no solamente fuera de orden, sino de sentido común y lógica.

Ayer en Jinotepe estaba detenida una inspectora de la Policía y movieron aire, cielo, tierra y mar para que la Iglesia hiciera todo lo posible de mediar para que la liberaran y lo logramos. Miren cómo nos pagan. Después nos acusan de ser imparciales. ¿Eso es imparcialidad?

No les importa eso y ellos atacan y siguen atacando.

Están criminalizando y aterrorizando a este país. Todas las palabras, acusaciones que ellos lanzan contra la población civil son palabras y acusaciones que les ameritan y les caen a ellos.

No nos vamos a cansar de seguir ayudando y vamos a seguir mediando, ayudando a su gente. Veremos hasta cuándo ellos se van a cansar de seguirnos entregando a la gente muerta y herida.

Pero el bien siempre vence sobre el mal. Nicaragua no va a ser la excepción. Más temprano que tarde, el bien vencerá y reinará nuevamente en este país.

*Este texto es un fragmento de una homilía de monseñor Rolando Álvarez, obispo de la diócesis de Matagalpa

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