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La gente superior

El país para vivir bonito y bien, tiene que acabar con el embarazo precoz y ver la paja en el ojo propio

En Nicaragua, estamos en el “top ten” de los embarazos precoces. Confidencial | Agencias

Sylvia Torres

8 de julio 2017

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“Hay velas que lo alumbran todo, menos su propio candelabro”
*Friedrich Hebbel, dramaturgo y poeta alemán

Alguien preguntó un día cómo nombrar el sentimiento que surge cuando alguien hizo o dijo algo erradísimo. Me contesté solita: Superioridad. Parece que muchas mujeres y hombres padecen de esta condición. A falta de contar con acciones altruistas propias, cuando alguien se hunde en el mal proceder, estas personas se elevan. Tal ha sucedido con el linchamiento de la adolescente de 17 años, asistente de hogar, que vapuleó a su bebé.


Es una cipota que fue hecha parir, primero a los 14 años y después a los 16. Las que somos mamas, sabemos que la adolescencia es la época en la que una lucha con los hijos para que arreglen la cama, laven los zapatos hediondos, pongan la música a menor volumen, o por lo menos mantengan cerrada la puerta de la habitación para contener el desorden. Esta niña a estas edades estaba pariendo bebés, que exigen comida, te despiertan muchas veces en la noche, ensucian pañales, se enferman y te obligan a una doble jornada. Eso incluye trabajarles a otras personas para subsistir y trabajar cuidando del bebé. El que estaba a su cargo.

Me duele la superioridad mostrada por hombres y mujeres, para sacar la pistola de su lengua y condenar a la muchacha. No queda insulto o acción punitiva que no se le haya recetado. Todo mundo es superior. Y parecen pensar: si abrió las piernas que sufra, yo a su edad. No esperaron a conocer si abrió las piernas con gusto, con fuerza o con engaños. Si alguna vez le explicaron que cuando a una mujer le tocan las manos, las piernas, le besan el cuello, o les dicen cosas intimas, les entra un cosquilleo y abandono que se llama deseo sexual.

No sabemos, si alguien le dijo, que el deseo sexual es natural, pero como el hambre, pasa. Se puede decir que no, y si se va a decir que sí, hay que exigir un condón, o andarlo consigo, por si esto sucede y el otro dice “que solo va la puntita”. Esto es lo que se debería enseñar en la materia de educación sexual, pero no se hace. Y en muchos casos en la familia nadie alcanzó esa información y las iglesias llaman a parir todos los hijos que Dios mande.

Unas señoras de mucho dinero hacen de todo, incluso anuncios falsos en un diario de publicación nacional, para que las mujeres lleven a término los embarazos, y ellas puedan despreciarles cuando se convierten en niños indigentes, y le hagan malabares con pelotas sucias, o les ensucien y rayen el vidrio de sus carros.

En Nicaragua, estamos en el “top ten” de los embarazos precoces, con la predicción de que se incrementaron aquellos embarazos de entre 10 y 14 años. Embarazos infantiles generalmente causados por un hombre unos seis años mayor que la niña, lo que implica una gran diferencia de poder en favor del hombre.

Equivocadamente se cree que parir te vuelve mujer. No, te hace una niña obligada a parir. Ni siquiera te hace mama. Ser madre y o padre es una decisión. Si la tomas, tendrías que saber que puede ser maravilloso, pero vas a lidiar con las necesidades de esa persona por lo menos hasta que cumpla 21 años. Tendrás que guiarle, alimentarle, formarle. Por eso es que respeto a las personas que pasan de esa obligación. Lo que no podemos hacer, es ponernos como el modelo para las demás personas.

Parir y criar no es como la rosa blanca que cae, en el programa de televisión La Rosa de Guadalupe. No te llueve felicidad. A veces es un gran miedo, ¡ay! Y si se me ahoga, se me cae de la cama, y si….. Muchas mujeres de todas las edades viven la depresión post parto, que, según el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, es producida porque, al dar a luz, los niveles de hormonas (estrógeno y progesterona) en (algunas de) las mujeres bajan rápidamente. Esto genera alteraciones químicas en el cerebro que pueden provocar cambios en el estado de ánimo. Como consecuencia, quienes sufren este síndrome piensan en hacerse daño a sí mismas o a sus bebés. No sé si la adolescente padece este síndrome, y aplaudo que haya habido personas que salvaran al bebe de la golpiza.

Mi posición es la siguiente: No desenfundemos tan pronto las pistolas de la condena. Nos ayudaría aplicar un concepto que me enseñó una monja: La misericordia. Esta es la capacidad de sentir la desdicha de los demás y ofrecerles ayuda. Me suena a la famosa frase del Che Guevara. Hasta se dice que la misericordia es un atributo divino. Saquemos pues el Dios interior que tenemos como dice el budismo, o la parte de Dios de la que somos semejantes según la gente católica, y seamos misericordiosas. Esta adolescente necesita ayuda, otras en esta situación también. El país para vivir bonito y bien, tiene que acabar con el embarazo precoz y ver la paja en el ojo propio. Yo incluida, por supuesto.

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Sylvia Torres

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