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Inventario navideño 2019

Una selección de poemas del inventario navideño 2019 para una Nicaragua que está bajo dictadura de Daniel Ortega

Luis Rocha Urtecho

24 de diciembre 2019

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INVENTARIO

Un villancico aire de diciembre
de recién nacido frescor reverdecido
palpita en toda Nicaragua.
Pero estamos viviendo
en un mundo de ficción y muerte.
Por consiguiente hemos llegado en esta Navidad
a esta época de inventario y renovación.
Por tanto, yo declaro este inventario de la vida misma
pues es más grave
mi llaga que mi gemido
a pesar de lo perra que la vida sea:
Una nocturna mariposa negra
revoloteando fuera de mi casa
en vanos intentos de entrar con su guadaña.
Un eterno amor siempre renovado.
Su sonrisa de niño que me salva.

Navidad 2015 Laudato si

SI AQUÍ HUBIERA NACIDO


Que ya nació en Belén andan diciendo.
Si aquí hubiera nacido
qué negrito habría sido.
Negrito calzón rayado
todo mocosito el jodido.
Y que José todo el santo día en la carpintería
sierra que sierra, cepilla que cepilla,
pero pobre porque mucho fía.
Que la virgen cosiendo y zurciendo,
pero con alegría
de ver al niño y José.
Si aquí hubiera nacido
su hamaquita fresca para que no tuviera calor.
Su quequisque bien majado,
su moguito todo el día y un poquito de atole.
Dicen que era travieso: allá lo sabrá José.
Si aquí hubiera nacido…
¡Pero ya nació!
Allá la historia dice
que Herodes era un tirano y que lo quiso matar.
Porque Herodes era un tirano:
¡Vivan María, el niño y José!
Porque hoy es nochebuena aquí y allá
y aunque el mundo esté muy malo
sigamos a la estrellita
y llevémosle allá su hamaca
para cuando quiera venir aquí.

CANCIÓN PARA EL NIÑO QUE DESPIERTA

Abre la ventana
hacia el cielo azul
y así lo veas limpio y claro
como tu mirar.
Abre la ventana,
deja entrar al sol y al aire matinal,
y respira muy profundo
a más no poder.
Respira con orgullo,
con derecho y sin temor.
Abre la ventana
mira el cielo, mira el amar
y prepárate a luchar.
Abre la ventana
hacia el cielo azul:
respira cuanto puedas
y mantén tu libertad.
Abre la ventana
y aduéñate del mundo.
Cambia cuanto puedas,
tienes trabajo que hacer.
Ábrela hijo mío
y grita ¡libertad!
haz de tierra un cielo,
da barcos a la mar.
Abre la ventana,
abre sin temor,
mira cara a cara, mira con amor.
Abre la ventana, niño.
¡Ábrela, por Dios, ya!

DE CÓMO MARÍA ARRULLA A JOSÉ

(Canción de lecho virginal)

 

No, que aún no ha anochecido.
No, que aún no ha amanecido:
No puedo acometer ese descuido
mi José, mi señor enternecido
por lo que soy y por lo que he sido
para vos, lo sé y he querido
borrar ese sentimiento enardecido
en vos, y por mí jamás vivido.
Soy yo quien te pide seas comedido
y todo ardor se quede encanecido
en tu sien, José, y seas vencido
por el sueño del recién nacido.
Mira, hombre, ese cielo confundido
de verse en este niño semejante parecido.
Si hasta el buey, de tu vigilia, está aburrido
y el burro, por supuesto, añora tu ronquido…
Por eso mi viejito, mi quejido,
quisiera verte dormido, dormido
José; todo lo que pido, te pido,
es oír tu respirar rendido,
sentirte, amor, adormecido
y el fragor que ya estaba en el olvido,
darlo como es, por no existido
sin importar que sea y haya sido
por mí, tu mujer, desconocido.
Que sea este amor, sin otros, así de contenido.
Que se quede atrás el paraíso ya perdido,
los Herodes en su mundo enloquecido
y que tu sueño, señor, no esté ceñido
a probar de mí el manzano prohibido; que todo se quede así, enrojecido,
pero con la paz, de juntos haber sido;
que se pierda este deseo enfebrecido,
que no salga de mi pecho un alarido
y se haga Su voluntad es lo que pido.
Que en este lecho se duerma mi marido,
que se duerma, que se quede bien dormido,
y mi pajarito, como un Dios en su nido
se quede, también, dormido,
también dormido.

ESTAMPA CON PATITOS

Este niño chapalea lodo en un charco
explorando el mundo al que llegó.
Gatea al lado de su raquítico perrito
levantando ambos ojos hacia lo desconocido.
osé espanta moscas y arrea al chancho.
El niño llora porque llora y debe llorar.
De la choza sale María
con su bata raída pegada
a la humedad de sus pezones.
Divisando a la pata en su papel de madre
seguida de sus patitos amarillos
la imita recogiendo a su niño.
Lo estrecha con ternura de nube
y descubriéndose el pecho se lo entrega.
¡Qué regalo de cielo a un cielo!
El niño ávido succiona
ese mundo diferente.
El perrito mueve el rabo.
Los patitos crecerán
y cambiarán de color.
Eso, y lo que viene, lo sabemos todos.

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Luis Rocha Urtecho

Luis Rocha Urtecho

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