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Ignorancia y charlatanería

No podemos quedarnos como espectadores indiferentes ante desmanes gubernamentales que afectan al país en su conjunto

Daniel Ortega, saludando durante el acto de celebración del 36 aniversario del Repliegue táctico a Masaya. EFE/ARCHIVO/Mario López.

Enrique Sáenz

17 de febrero 2016

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El aporte de la cooperación internacional, sea por vía de donaciones o por vía de créditos concesionales, es un factor indispensable para que nuestro país pueda enfrentar sus rezagos económicos y sociales. Por años, Nicaragua se ha beneficiado -como socio prioritario- de donantes caracterizados: los países europeos a la cabeza, en particular los países nórdicos.

Sin embargo, el comportamiento errático, ofensivo e irresponsable del régimen ha provocado que buena parte de los países cooperantes gradualmente y en silencio cancelen sus programas de ayuda. Y también su presencia en el país. Basta recordar el trato grosero que recibió la embajadora de Suecia antes que retornara a su país, o la calificación de "paisucho" que un dizque vicecanciller atribuyó nada menos que a Holanda. O el lenguaje soez que el mismo Ortega utilizó para referirse a la jefa de Delegación de la Unión Europea, Francesca Mosca, hace algunos años.


Ahora le toca el turno al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, conocido por sus siglas PNUD. El PNUD es la principal agencia de financiación del sistema de Naciones Unidas y tiene una larga trayectoria de cooperación con nuestro país, sostenida con independencia de los gobiernos de turno.

En un alarde de ignorancia, altanería e irresponsabilidad el régimen dispuso unilateralmente asumir la ejecución directa de 13 programas que gestionaba el PNUD con el argumento de que el gobierno tenía suficiente competencia técnica y que, en consecuencia, era innecesaria la participación del PNUD.

Ignorancia, en primer lugar, porque cualquier persona medianamente informada en temas de cooperación sabe que los recursos administrados por el PNUD obedecen a políticas y compromisos de los donantes. Razones de transparencia o políticas de fortalecimiento del sistema de Naciones Unidas o facilidad en la ejecución de prioridades temáticas, se encuentran en la base de estas decisiones. En consecuencia, el país receptor no puede decidir por sí y ante sí, asumir los fondos y ejecutar los proyectos.

(Aunque no es mi costumbre utilizar referencias personales, durante un tiempo ejercí la función de Oficial Ejecutivo de la representación del PNUD, así que conozco de primera mano cómo funcionan estos mecanismos).

Charlatanería, por el manejo grosero que los personeros del régimen dieron al asunto, a un punto tal que el conflicto trajo como consecuencia el retiro precipitado de la representante residente de esa agencia de cooperación, Silvia Rucks.

Irresponsabilidad, porque al final se canceló la ejecución de 13 proyectos, afectando sobre todo a sectores vulnerables de la población, anulando la posibilidad de nuevos proyectos y poniendo en riesgo la continuidad de la cooperación de agencias y donantes que canalizan recursos por medio de estos mecanismos multilaterales.

Pero el conflicto y sus consecuencias quedaron aquí.

La semana anterior, el diario La Prensa reportó que el conflicto con el PNUD generó al menos dos afectaciones graves: la pérdida 60 millones de dólares en programas de cooperación y la reducción al mínimo de la representación en Managua de esta organización internacional.

Con fecha 11 de febrero el régimen envió una nota al PNUD con, entre otras, las siguientes acusaciones:

• injerencia política
• financiamiento a agrupaciones políticas
• tergiversación de información sobre los datos de desarrollo del país
• Utilización de las oficinas del PNUD por un partido político
• Trabajar con agendas ocultas
• Incumplimiento del PNUD del compromiso de realizar una limpieza interna, como gesto para recuperar la confianza del gobierno.

Se trata de acusaciones muy serias que ameritan al menos las siguientes interrogantes: ¿Cuáles son esas injerencias políticas? ¿Qué partido controlaba la representación del PNUD? ¿A qué se refiere el gobierno al hablar de limpieza en las oficinas? ¿Limpiar de qué? ¿Limpiar a quién?

Extrañas acusaciones, además, porque cualquiera sabe que los representantes del PNUD en el pasado reciente mostraron excesiva complacencia con el régimen, alguno de ellos casi de complicidad. Tampoco es que sean la "divina garza". El asunto es que con las mentalidades totalitarias las concesiones se toman como debilidad y las blandenguerías solo los alientan a exigirlo todo.

La nota gubernamental expresa en su parte final: "Al respecto, en muestra de la continua campaña de desprestigio al trabajo del gobierno, se adjuntan publicaciones de un diario nacional, en la cual se tergiversa la información y los procesos acordados, pero se evidencia que la información es transmitida desde las oficinas del PNUD".

Aquí ya vemos por dónde van los tiros. Lo que irritó esta vez a la camarilla gobernante es la publicación del diario La Prensa. Una información que en un país normal es de circulación pública, para el régimen dictatorial es un delito. ¿Pensaban esconder que se perdieron 60 millones de dólares en donaciones como resultado de su irresponsabilidad? ¿Pensaban esconder que como consecuencia de su insensatez la representación del PNUD se reducirá al mínimo?

El PNUD reaccionó, ayer mismo, con una comunicación pública colocada en la página web de la organización. Una comunicación inusualmente enérgica: "El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo rechaza fuerte y categóricamente las acusaciones expresadas en una nota del Gobierno de Nicaragua… El PNUD no ha participado de ninguna injerencia política ni ha financiado partidos políticos en Nicaragua o en cualquier otro país. Servimos a los países en los cuales trabajamos y a su gente, sin ningún tipo de afinidad ni inclinación política… Lamentamos profundamente las afirmaciones no fundamentadas contra nuestros funcionarios", puntualiza el pronunciamiento.

Pero más allá de la charlatanería e irresponsabilidad del régimen, lo importante aquí son los impactos negativos para los nicaragüenses.

En primer lugar se perjudica a los beneficiarios directos de los proyectos cancelados. Nada menos que 60 millones dólares se están perdiendo. En particular destaca un programa de más de 20 millones de dólares, que se ejecutaría con recursos de la Unión Europea en beneficio de la población del Caribe, principalmente mediante el apoyo a pequeñas empresas turísticas.

El segundo impacto es para todos los nicaragüenses, pues la insolencia del régimen seguramente afectará en el futuro la cooperación tanto de las agencias del sistema de naciones unidas como de los países que cooperan por medio de estos mecanismos multilaterales. Vale decir, los más afectados son los grupos más vulnerables: niñez, mujeres, pobres, pequeños productores y micro empresarios, que son los destinatarios usuales de los programas de estas agencias.

Por consiguiente, este no es un problema solo del PNUD y el régimen. No podemos quedarnos como espectadores indiferentes ante desmanes gubernamentales que afectan al país en su conjunto. Organizaciones de la sociedad civil, gremiales, políticas y ciudadanos en general estamos obligados a tomar posición. Y acción.

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El autor es diputado opositor y miembro del MRS.
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Enrique Sáenz

Enrique Sáenz

Economista y abogado nicaragüense. Aficionado a la historia. Bloguero y conductor de la plataforma de comunicación #VamosAlPunto

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