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Honduras: “Cuídate de los idus de marzo”

Un Congreso de diputados con dos juntas directivas, una presidenta decidida y experimentada en convocar masas, forman un caldo de cultivo en Honduras

Simpatizantes de Xiomara Castro se manifiestan Tegucigalpa, en respaldo a sus posturas ante la crisis del Congreso. // Foto: EFE

27 de enero 2022

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Cuenta Plutarco, sobre la conjura del asesinato del emperador romano Cayo Julio César (100 a. C. – 44 a. C.), que un vidente le había advertido de un gran peligro «para los idus de marzo«, fechas en las que más bien, por la cercanía de la primavera, solamente se esperaban buenos augurios. No debía de confiarse, le advertía. César no prestaba atención al vidente. ¿Qué malo podía pasar en los idus de marzo? Y refiere Plutarco que el mismo día en que fue asesinado, «yendo César al Senado, saludó al agorero y como por burla le dijo. “Ya han llegado los Idus de marzo; a lo que contestó con gran reposo: “Han llegado, sí, pero no han pasado”.

Había buenos augurios con «los idus de marzo» de las elecciones en Honduras. Incluso, ya el Congreso con su tanda de nuevos diputados, se ha instalado. Xiomara Castro va a asumir la presidencia de la república el 27 de enero próximo. Pero no habíamos tomado en cuenta la advertencia a la democracia: “Cuídate de los idus de marzo”.


De esa manera, a pocos días que asuma el nuevo gobierno libremente electo en Honduras, la repentina democracia que desfilaba, primaveral, luego de las elecciones del 28 de noviembre, al igual que esas desafortunadas «misis» de las pasarelas de belleza, ha tropezado enredando sus tacones afilados, con su largo vestido de gala: Honduras tiene ahora dos juntas directivas en su Congreso, en medio de una serie de matices contradictorios o más bien, tandas de paradojas políticas propias de nuestro nivel regional de conocimientos, percepción y práctica de la democracia. A una la llamaré «la Junta Directiva del Club Social» y a la otra, la «Junta Directiva de los Castro-Zelaya».

La Junta Directiva del Club Social

Viendo que Xiomara Castro había convocado a sus simpatizantes a hacer vigilia desde la noche anterior ante las instalaciones del Congreso nacional, los nuevos diputados que se identifican con las líneas del poder golpista, ultraderechista, corrupto y ligado al narco, el Partido Nacional, en alianza con la fracción que está creando Jorge Cálix (de las filas partidarias del partido Libre, de los Castro Zelaya), decidieron irse a sesionar, el domingo a unos 30 kilómetros de la sede del Congreso y repartirse los cargos en un local alquilado a un exclusivo club social en las afueras de Tegucigalpa. Por cierto, el Partido Nacional estuvo en el poder los dos últimos periodos presidenciales, encabezado por Juan Orlando Hernández-JOH. Sí, ese mismo, el único mandatario de la ultraderecha latina que llegó a la retoma del poder de los ORMUR en Nicaragua y que está en “alas de cucaracha” tratando de evitar ser extraditado por cargos de narco tráfico a Estados Unidos. Aunque, para eso está el Parlacen, ha declarado.

La Junta Directiva de los Castro-Zelaya

En respuesta al movimiento de la ultraderecha, las fuerzas castrozelayistas maniobraron llamando a los suplentes de los diputados ausentes, a sesionar en el Congreso Nacional y elegir su propia junta directiva, nombrando, en base a un pacto pre electoral, a Luis Redondo (diputado de su aliado electoral en la segunda vuelta, el Partido Salvador de Honduras) como presidente del Congreso.

Los motivos de Cálix

El partido que ha hecho inviable a Honduras como gobierno, como Estado y hasta como país (lo venden por metro cuadrado en el citado, más adelante, proyecto de las ZEDES), el Partido Nacional al que pertenece JOH, en las últimas elecciones vio mermar su control del legislativo, pasando de tener 61 diputados, a 43. Sumado ese resultado a los más de 15 puntos de diferencia en la votación presidencial, con más del 60% de participación electoral, el panorama de los próximos cuatro años para lo más rancio de la sociedad y la política hondureña, es bastante estresante para sus intereses. A las fuerzas ultraderechistas no les conviene contar solamente con las fuerzas armadas y la iglesia católica catracha, a su favor.

En el Congreso nacional de Honduras, hay un total de 128 diputados. Las leyes y resoluciones se aprueban con la mitad más uno, es decir, 65 votos. El partido castrozelayista contaba con 50 diputados, más 10 de sus aliados del partido de Salvador Nasralla, su aliado electoral en la segunda vuelta. Era altamente probable que algunos diputados del Partido Liberal e incluso de otros partidos, se sumasen al voto de Libre, negociaciones de por medio y así Libre llegase al dominio total de ese órgano de poder.

La ultraderecha, encabezada por el Partido Nacional, necesitaba asegurar el control del Congreso, especialmente como contrapeso al ímpetu que se prevé imprimirá Xiomara Castro a la situación nacional. Había que buscar un punto débil del contrincante y cambiar la correlación de fuerzas en el Congreso.

Es más que obvio que Jorge Cálix procuraba quedar bien con los castrozelaya, hasta que, ante las tentaciones de la ultraderecha desesperada por el balance en el Congreso, cobró una visión del poder que podría tener en sus manos, en vez de estarla levantando solitario en su curul y en obediencia ciega a la familia Castro Zelaya. Y decidió rebelarse tempranamente, animado por la oferta de la ultraderecha, de apoyarle para convertirlo en el presidente del Congreso, en vez de ceder el cargo a alguien del otro partido (Partido Salvador de Honduras). «Traidor», le calificaron los castrozelayistas, al expulsarle a él y los otros 17 ex-Libres que le acompañan en su aventura desestabilizadora.

El «talante» de este Cálix es tal, que incluso ha emitido un comunicado de esa junta directiva del Club Social, de proclamar que se han planteado desarrollar «una agenda mínima de cinco puntos para los primeros 30 días» Dichos puntos, dirigidos a calmar a las bases de Libre, formaron parte de la campaña de Xiomara Castro. Esos puntos son: 1. Derogar las ZEDE; 2. Dejar sin efecto la Ley de Secretos; 3. Revisar el Código Penal, con vistas a elevar la condena por el delito de corrupción; 4. Aprobar la Ley de Extradición y 5. Darle vida a la Ley de Colaboración Eficaz.

Obviamente, ni los 60 votos originales entre Libre y el Partido de Salvador Nasralla, bastarán para aprobar nada de esos cinco puntos. Menos con los 18 tránsfugas de Libre, encabezados por Cálix.

La mención de dicha agenda luego del daño causado, es una maniobra torpe y cínica, pues basta recordar la ferocidad con la cual JOH y el Partido Nacional impusieron en el Congreso esa aberración entreguista de las ZEDE (Ver un análisis de la naturaleza de las ZEDE en mi nota: «Zede: la prostitución del estado hondureño«) o conocer de la desesperación del aparato de poder del Partido Nacional, ante los otros puntos, en especial la Ley de Extradición. Es un peligro para un ya ex-presidente como JOH, «a quien fiscales federales de Estados Unidos han acusado de haber recibido en 2013 sobornos de narcotraficantes para financiar su campaña presidencial» y quien no pudo evitar la condena a cadena perpetua por narcotráfico, de su hermano Juan Antonio Hernández, hallado culpable de narcotráfico por un jurado de Nueva York en octubre de 2019.

Un Congreso de diputados con dos juntas directivas que tendrán que ver cómo y dónde sesionar, una Xiomara Castro decidida y experimentada en convocar masas y con un amplio margen de votos respecto al tradicional y anquilosado Partido Nacional, sumado a la enorme sed de justicia en la conciencia nacional, la expectativa de lograr rápidamente acceso a derechos largamente postergados para las mayorías hondureñas, el sentido de redención y resurrección nacional que las mayorías demandan para Honduras, forman un caldo de cultivo donde se visualiza, como el vidente de Plutarco, que la lucha por la democracia en estos cuatro años próximos, será intensas y extensiva.

Para la democracia hondureña, han llegado los idus de marzo, pero no han pasado.

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Carlos A. Lucas

Natural de la Luz, Siuna, Nicaragua. Autor del blog Día-Logos.

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