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Expulsados del paraíso

Las remesas son factor decisivo para mitigar el impacto del desempleo y de los bajos salarios, para mitigar los rigores de la pobreza

Enrique Sáenz

1 de abril 2016

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El Banco Central de Nicaragua publicó su reporte sobre el comportamiento de las remesas familiares en el año 2015. En números redondos, ingresaron 1.200 millones de dólares a la economía nacional como resultado del trabajo de las mujeres y hombres nicaragüenses residentes en el exterior.

Para que tengamos una idea de lo que significa esta cifra: equivale a la mitad del total de nuestras exportaciones. Vamos a dibujarla mejor: la principal fuente de ingresos externos del país son las exportaciones de café, azúcar, carne, mariscos y resto de productos. Pues bien, el trabajo de nuestros compatriotas en exterior genera ingresos al país que equivalen a la mitad de esos ingresos por exportación.


Otra manera de expresar el impacto de las remesas es la siguiente: equivalen aproximadamente al 65% del total de ingresos tributarios contemplados en el presupuesto general de la república del 2015 y cerca del 10% del Producto Interno Bruto del país.

Hay otros datos interesantes en el informe. Veamos algunos:

Las remesas crecieron en un 5% en el 2015, en relación al año anterior.
¿De qué países provienen esas remesas? El orden es el mismo de años anteriores: Estados Unidos a la cabeza, seguido de Costa Rica, España y Panamá.
Sin embargo hay una diferencia a remarcar: las remesas provenientes de Estados Unidos prácticamente se mantuvieron estancadas: 666 millones de dólares en ambos anos. En cambio, las remesas provenientes de Costa Rica crecieron en más del 5%. A cuánto ascienden las remesas provenientes de Costa Rica: 260 millones de dólares.

Es muy significativo que el porcentaje de envíos provenientes de nuestro vecino del sur creció en 14%.
Otro dato relevante es el crecimiento espectacular de las remesas provenientes de España. Crecieron en 35% de un año para otro. Se aproximan ya a los 100 de dólares anuales.
¿Cuánto envía cada migrante a sus parientes en Nicaragua? Según los datos el promedio por envío es de 210 dólares. Más o menos el equivalente al salario de un maestro de secundaria. Los envíos promedio provenientes de España ascienden a 300 dólares por envío. Equivalen al salario nacional promedio. El monto promedio de los envíos canalizados por agencias de remesas es de 166 dólares por envío, corresponde a la población de menores ingresos. Pero es mayor que el salario mínimo promedio.
Obviamente, nuestros migrantes deben solventar en primer término sus propias necesidades de sobrevivencia, esto es, alimentación, vivienda, transporte y demás gastos, podemos deducir del monto promedio de sus envíos, la brecha salarial existente entre Nicaragua y los países de residencia de nuestros compatriotas.

¿Qué significan los datos anteriores? Que los nicaragüenses siguen saliendo del país de manera masiva en busca de mejores horizontes. La principal corriente de migrantes tiene como destino a Costa Rica, según se deduce del crecimiento notorio del porcentaje de envíos provenientes de ese país. La principal causa es la misma: obtener empleo y mejores ingresos.

¿Qué interpretación podemos darle a estos datos y que conclusiones podemos extraer?

Lo primero es la dimensión humana. Cada mujer que sale a buscar la vida fuera de nuestras fronteras deja hijos e hijas menores en poder de parientes, abuelas o hermanos mayores. Los hombres, jóvenes o adultos, también dejan mujer y familia. Las jóvenes y los jóvenes dejan padres, madres y hermanos. En la gran mayoría de los casos las familias se separan, los hogares se desintegran. Lazos rotos para siempre, las más de las veces. Los costos humanos de esta desintegración familiar son imposibles de medir. Al igual que el dolor y sufrimiento que envuelven porque normalmente en el exterior inevitablemente se abona una cuota de sufrimiento y de humillaciones. Se trata de costos impagables.

Lo segundo es la dimensión económica. Las remesas contribuyen a la estabilidad macroeconómica de la que tanto presumen los jerarcas del gobierno y sus comparsas. ¿Cómo? Porque contribuyen a solventar el déficit comercial resultado de exportaciones estancadas e importaciones crecientes.

También contribuyen al crecimiento económico de manera sustancial. ¿Saben cuál fue uno de los pilares del crecimiento económico del 2015? El consumo. ¿Y saben cuál es una de las fuentes que alimenta ese consumo? Pues las remesas. Porque esos 1200 millones de dólares producto del trabajo de los migrantes llega a sus familias para gastarse en alimentos, vestuario, educación, vivienda y demás necesidades que permiten sobrevivir a las familias.

En tercer lugar resalta la dimensión social. Las mismas cifras del gobierno, que por supuesto no dan a conocer, pero allí están, revelan que los niveles de pobreza se mantienen en los niveles actuales gracias a las remesas, de lo contrario, los pobres serían más numerosos y más pobres. Subrayemos: Según el último estudio publicado por el gobierno la disminución de los índices de pobreza obedecen al aumento del consumo generado por las remesas y a la disminución del número de personas por hogar (parcialmente motivado por las migraciones al exterior).

Son los pobres, con su trabajo más allá de nuestras fronteras, los que contribuyen a mitigar los rigores de la pobreza, y no los programas del gobierno.

En cuarto lugar está la dimensión política. Es evidente que el régimen dispone de una formidable válvula de escape con las corrientes migratorias. Solo imaginemos la presión social que significaría tener aquí unos doscientos mil desempleados o subempleados adicionales a los que ya existen. Obviamente no estaría en capacidad de encubrir con discursos o propaganda las realidades de su fracaso laboral.

En síntesis, las remesas son factor decisivo para mitigar el impacto del desempleo y de los bajos salarios, para mitigar los rigores de la pobreza, para sostener la estabilidad macroeconómica y para impulsar el crecimiento económico. También es una válvula de desahogo para el régimen. Y aún así, el gobierno se niega a aprobar siquiera una ley que promueva y proteja los derechos de los nicaragüenses residentes en el exterior.

El paraíso que dibuja la propaganda oficial y adornan con zalamerías los pregoneros oficiosos del régimen parece que no resulta tan atractivo para los pobres. Digan lo que digan las cifras oficiales, digan lo que digan las encuestas que publican, la realidad la muestran día a día las perennes filas en los consulados de Estados Unidos, Costa Rica y España, principalmente, y la fila invisible que quienes emigran por veredas.

Nadie abandona el paraíso por su propio gusto.

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Enrique Sáenz

Enrique Sáenz

Economista y abogado nicaragüense. Aficionado a la historia. Bloguero y conductor de la plataforma de comunicación #VamosAlPunto

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