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¿Estrategia sueca en El Carmen?

En Nicaragua se fomenta el contagio, y no hay política de auxilio a la población. Y hay una responsabilidad política directa por tales muertes.

Bajo el pretexto de cumplirle al GAFI

Fernando Bárcenas

5 de junio 2020

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Hacerse el sueco es una expresión popular con la que se señala a alguien que a conveniencia escoge qué entender y qué ignorar, fingiendo que no capta el sentido de un asunto que no le da rédito. El problema para el orteguismo radica en que un sueco puede perfectamente hacerse el tonto, y continuará siendo sueco, pero, en sentido contrario, un tonto perfecto no puede hacerse sueco, y continuará siendo tonto.

Ortega trata de encubrir su responsabilidad en la propagación del contagio, y en la ocultación del desarrollo de la epidemia, y en el colapso del sistema de salud, fingiendo que esa política caótica sea la misma estrategia seguida por Suecia para enfrentar la epidemia.


El asunto es que es un tema exquisitamente técnico, y ante una amenaza sanitaria objeto de análisis científico no hay manera de hacer pasar la falta de estrategia por una estrategia.

Pataletas de un niño mimado

Ortega dio a preparar un informe sobre la política del gobierno respecto a la epidemia, al que llamó libro blanco, como si con tal informe se justificara técnicamente la actuación del gobierno. En este caso, el informe preparado por MINSA es un mamotreto no sólo sin valor técnico alguno, sino, sin la mínima calidad académica, sin coherencia, sin lógica, sin método. Su autor parece ser el mismo personaje que hizo el ridículo en 2015 cuando a nombre de Nicaragua se negó a firmar el acuerdo de París sobre el cambio climático. El sujeto, entonces, exigió al mundo medidas extremistas o nada, dando pataletas como un niño sin la menor capacidad de presionar a nadie.

Escribía Stendhal, el ridículo no existe cuando nadie lo nota. El detalle es que este sujeto exaltado fue a hacer rabietas en una trascendental reunión planetaria.

De manera, que el libro blanco, por sus carencias básicas, pone de relieve más bien la incompetencia del gobierno para abordar la epidemia con algún criterio profesional. Y deja al descubierto el intento frustrado de engañar a la comunidad científica sobre el desarrollo de la epidemia en Nicaragua.

Un modelo de salud único en el mundo

Dice el informe: “El modelo de salud de Nicaragua es un modelo único en el mundo, dentro de dicho modelo tenemos una estrategia de equilibrio entre la pandemia y la economía, luchando vigorosamente contra el coronavirus y la COVID-19 sin cerrar nuestra economía”.

Un modelo de salud, no tiene nada que ver con una estrategia para enfrentar la epidemia. Son dos cosas distintas. Si el modelo es único, debió explicar en qué consiste esa particularidad, y porqué resulta superior a cualquier otro. Cuando se habla de modelos de salud, habrá que referirse a recursos y a capacidad médica, a tecnología, a conocimientos, a investigación, a tratamientos innovativos, a accesibilidad universal a la atención hospitalaria. O a chamanes, sobadores, hueseros (como en efecto hace referencia el informe de marras).

Si se habla de estrategia, es otro asunto. En este tema es indispensable describir la amenaza concreta, las características de la epidemia, su tasa básica de propagación, el tiempo de duplicación del contagio, la acción a realizar para cambiar estos parámetros, para que la población susceptible de contagio disminuya, y se proteja a la más vulnerable. Habría que hablar –si acaso- del momento que el contagio deja de ser exponencial, en relación con el colapso del sistema de salud. El documento demagógico no tiene la menor idea qué sea una estrategia y, menos aún, contra la epidemia actual.

No dice el informe, que el 15 de marzo Rosario Murillo convocó a una marcha multitudinaria de empleados públicos a la que llamó “amor en tiempos del coronavirus”. Y que tal marcha nada tiene que ver con mantener la economía abierta, sino, que era un desafío caprichoso, una promoción irracional al contagio. Como fue un desafío irracional prohibir el uso de mascarillas (incluso al personal hospitalario), o incitar que los niños abrazaran a los turistas de los cruceros, o promover el turismo interno de semana santa, o las clases presenciales en escuelas y universidades. El protocolo al que se refiere el informe asume que el contagio ocurre linealmente a lo largo del tiempo. De modo, que para medir el impacto en el sistema de salud reparte los enfermos esperados en un lapso de seis meses. Sin percatarse, siquiera, que la epidemia consiste en un contagio exponencial simultáneo, con una alta tasa de duplicación inicial, que hace colapsar el sistema de salud. ¿Cómo puede tener una estrategia el MINSA si no sabe, siquiera, las características de la epidemia?

Dice el documento, como si se tratara de filosofía política: “Los países deben adoptar sus políticas a partir de su realidad nacional y los intereses de su ciudadanía”.

Cuando se trata de una amenaza epidemiológica, la estrategia compete a la comunidad científica, absolutamente independiente de la política, como ocurre en Suecia.

Escribe el documento: “El modelo de Nicaragua es singular porque está basado en la realidad y condiciones del país”.

Reducir a menos de la unidad la tasa básica de propagación para contener la epidemia es un objetivo estratégico universal, que admite, sin embargo, diversas acciones estratégicas, en función de la cultura, los recursos, la disciplina. Los resultados, no obstante, se miden de una única forma (porcentaje de contagiados y de muertes). Habría que describir en qué consiste la estrategia del MINSA de aplanamiento de la curva exponencial. En todo el documento no se hace mención a estrategia semejante, ni siquiera se menciona la curva exponencial. Sólo se dice que la estrategia es singular.

En el colmo del disparate, dice el documento: “Con la creciente salida de los “cierres”, todos los países del mundo van a tener que combinar la defensa ante el coronavirus con el funcionamiento de la sociedad, tal como Nicaragua y Suecia han hecho desde el principio”.

En todos los países para reducir la velocidad del contagio, y evitar el colapso del sistema de salud, se redujo la población expuesta al virus (se limitó con encierros la población susceptible de adquirir la enfermedad). Una vez que se aplana la curva exponencial (más o menos en 70 días), y que la tasa de propagación básica es inferior a uno, se trata de abandonar la cuarentena sin que se presenten nuevos brotes e inicie una nueva ola de contagios. Nadie sabe con qué éxitos se logrará esto si no hay aún una importante tasa de inmunidad en la población, que sólo la vacunación masiva podrá garantizar.

Sin embargo, el documento dice: ahora que salgan del encierro nos darán la razón, a nosotros que nunca aprobamos el encierro. Ni siquiera se le ocurre que el tema estratégico no radica en si encerrarse o no, sino, en contener la curva exponencial del contagio.

¿Cuáles son los parámetros del contagio en Nicaragua? ¿Cómo evolucionan estos parámetros? ¿Cuál es la situación del sistema de salud con respecto a la atención a los enfermos? ¿Ha colapsado? ¿Cuántos mueren durante la curva exponencial? ¿Cuántos mueren sin atención médica?

Dice el documento con arrogancia infantil: “Nicaragua y Suecia representan alternativas al “lockdown” total”.

Suecia, sin encierro total, por una serie de características sui generis, consiguió que la tasa de propagación sea menor a uno (pagó un precio mucho más elevado que sus vecinos escandinavos). Italia lo intentó y no pudo, colapsó su sistema de salud y tuvo que recurrir al lockdown, España igual, Reino Unido, Estados Unidos.

El informe del MINSA no toca este aspecto de la lucha contra la epidemia, se limita a hablar de estrategia singular, de realidad nacional, de las condiciones del país, de equilibrio entre salud pública y economía. ¡Boludeces! ¡Demagogia barata!

Y concluye: “La situación de la pandemia está bajo control en el país. Una razón para esto es el fortalecimiento del sistema de salud desde el año 2007 hasta el presente”.

¿Qué significa que está bajo control? ¿Cuál es la tasa de propagación? ¿Qué estrategia, qué parámetros le llevan a decir que la pandemia está bajo control? Son parámetros científicos, epidemiológicos. ¿Qué tiene que ver el fortalecimiento del sistema de salud del 2007 hasta el presente con una estrategia exitosa en la contención de la epidemia? Son dos cosas distintas. La estrategia consiste en medidas que se adoptan para proteger del contagio a la población más vulnerable, a los ancianos y a los enfermos crónicos. La demagogia no tiene cabida en este tema.

Dice el documento: “Nos reclaman un cierre total para debilitar a la economía y al gobierno”.

Es absurdo que para cambiar de gobierno se deba debilitar la economía. Un cambio de gobierno debería ser un hecho intrascendente. Es un régimen en crisis lo que debilita la economía. Lo aberrante es que la política del orteguismo respecto a la pandemia obedezca al objetivo de defender al gobierno. Ello es un delito. En Suecia la administración de la pandemia es independiente del gobierno, obedece a criterios exclusivamente epidemiológicos de largo plazo (ni siquiera a consideraciones económicas).

Dice el documento del MINSA: “Se está ejecutando un programa de desinfección de 10 mil autobuses de transporte colectivo y 23 mil medios de transporte selectivo (taxis) diariamente, más de 10 mil escuelas semanalmente y 130 mercados populares con una frecuencia de 3 veces por semana en los mercados de alto volumen de Managua y 2 veces por semana en el resto del país”.

¿Esa es la estrategia sueca? ¿Qué ocurre si un pasajero contagiado sube a un autobús desinfectado la noche anterior? En la hora punta Infecta a 35 personas. Si estas medidas son ineficientes ¿qué tiene esto que ver con la realidad nacional o con el equilibrio entre la salud y la economía? El país no tiene estrategia ante la epidemia. Suecia sí.

Aquí se fomenta el contagio, y no hay política de auxilio a la población. Hay una relación directa entre falta de estrategia y muertes, entre colapso del sistema de salud y muertes, entre exposición al contagio y muertes. Y hay una responsabilidad política directa por tales muertes.

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Fernando Bárcenas

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