12 de marzo 2024
Con el final de la experiencia socialista de la Unión Soviética, los trabajadores del mundo se conmovieron menos que cuando los días inaugurales de la revolución de 1917, quizás porque entonces pareció el comienzo de la decadencia total del capitalismo como el último sistema de explotación del hombre por el hombre en la historia de la humanidad.
Años después, en la URSS se hizo obvio que con su fracaso tampoco se legitimaba la idea de la inmutabilidad del capitalismo, por tres razones esenciales: 1) porque las contradicciones sociales inherentes al capitalismo no han desaparecido en el mundo; 2) no desapareció la capacidad de lucha de los trabajadores para lograr cambios políticos y sociales; 3) el fracaso de la experiencia socialista soviética, no ha desmentido las ideas fundamentales de Marx y Engels, por la razón de que no se aplicaron en los 70 años soviéticos.
Ese fracaso tampoco ocurrió porque el marxismo no haya sido aplicado al pie de la letra, pues el marxismo no es un manual de recetas; fracasó por causa de no haber podido interpretar los fenómenos de la realidad histórica rusa conforme la dialéctica marxista. Por ejemplo, ocurrió que la toma del poder del Estado en Rusia no fue acto conducida por los trabajadores, sino por una burocracia partidaria transformada después en una nueva oligarquía.
Esta cuestión acerca de quiénes y para qué se toman el poder es determinante, porque, si esa acción es de los trabajadores, su finalidad es realizar las transformaciones en la estructura económica y en las relaciones sociales, pero en el caso de la revolución rusa, no ocurrió así. Y lo que se supuso sería labor de la “dictadura del proletariado”, en la realidad resultó ser la dictadura de la burocracia.
Los trabajadores nunca se hicieron cargo de la administración de la propiedad social, menos de la distribución de la riqueza social; siguieron siendo asalariados sin ninguna autoridad sobre los planes de producción ni en las políticas del Estado, y continuaron viviendo en las mismas condiciones de explotación bajo una conducción autoritaria, ya no de los capitalistas, sino de los burócratas administradores de un capitalismo de Estado.
II
Cierto es que en esos relativamente cortos 70 años de la historia, se lograron avances técnicos científicos que convirtieron a la Rusia medieval en una fuerte competidora del sistema capitalista que le llevaba siglos de ventaja en su desarrollo industrial, ligeramente interrumpido por sus periódicas crisis económicas y políticas (como las guerras). Los avances soviéticos, igual que en el capitalismo, no se reflejaron en las condiciones de vida de los trabajadores, aunque es necesario aclarar que los avances sociales en el capitalismo son resultados de las luchas de los trabajadores, a veces a costa de su sangre.
En la URSS hubo poco interés en priorizar la producción de artículos de consumo que la modernidad de la época venía exigiendo, porque eran vistos como “artículos de lujo burgueses”. Esto sucedía en total contraste con sus extraordinarios avances en la educación, la ciencia y la cultura, pero a la vez, la burocracia negó la exigencia de que se reflejaran en la vida social. Todo fue justificado por la necesidad de priorizar la defensa en todo terreno, en especial en el terreno militar, porque los países capitalistas fueron agresivos intentando liquidar a la revolución de su nacimiento.
Lo cual fue tan cierto, que esos deseos los resumió el político inglés Winston Churchill con esta frase: “Hay que ahogar al niño en su cuna”. Pero el niño creció respondón y desobediente.
III
Sin entrar a ver otras causas del fracaso de la experiencia del socialismo soviético y en el Este europeo (conspiraciones, campañas de difamación, provocaciones y hasta una guerra mundial), pensamos que la URSS demostró gran fortaleza. Solo lograron debilitarla los errores de sus líderes, incluido el período estalinista, su más grande aberración. Y todo culminó con el período de los miembros de una burocracia corrupta y artrítica, de la pandilla encabezada por Mijaíl Gorbachov.
A la caída de la URSS, surgieron interpretaciones entre ideólogos y políticos occidentales, quienes quisieron hacer pensar que la Rusia actual es continuidad de la URSS, y siguieron explotando la confrontación de dos sistemas –capitalismo vs. socialismo. Pero detrás estaba la frustración de los líderes del capitalismo occidental, porque sus aspiraciones eran que, fracasado el régimen soviético, Rusia se convirtiera en un país capitalista subalterno suyo, con lo cual sus transnacionales tendrían vía libre para el saqueo de los recursos naturales de su extenso territorio.
Esa posibilidad de la frustró Vladímir Putin, logrando el desarrollo del capitalismo de Estado, apoyándose en el florecimiento del nacionalismo ruso, junto al florecimiento del clericalismo ortodoxo en la vida social. Y, aunque Putin no tuviera la intención de enfrentase a la geopolítica capitalista pareció hacerlo, porque de lo contrario, caería bajo la hegemonía capitalista occidental. Para ello, Putin también recurrió al autoritarismo político anterior, solo que un poco actualizado y menos represivo.
IV
A Ucrania –conducida por Volodímir Zelenski— le encargaron la misión de provocar a Rusia bajo la orientación de la OTAN, la cual quiso sumar una base militar en la frontera rusa ucraniana a las bases militares ya establecidas en sus vecinas repúblicas bálticas exsoviéticas Lituania, Estonia y Letonia. Este es el origen de la guerra rusa contra Ucrania, origen que se ha querido borrar con una extraordinaria campaña mediática internacional. Hay un argumento sencillo, pero irrebatible del filósofo y lingüista estadounidense Noam Chomsky, sobre una de las causas del conflicto ruso-ucraniano… ¡expresado cinco años antes de que estallara la guerra!:
“…Estados Unidos y Rusia están expandiendo los arsenales de manera bastante peligrosa, y los puntos de inflamación se vuelven cada vez más graves, particularmente en la frontera rusa. Nótese que esto ocurre en la frontera rusa, no en la frontera mexicana, como resultado de la expansión de la OTAN justo después del colapso de la URSS, en violación de las promesas verbales a Gorbachov de que la OTAN no se expandiría una pulgada hacia el Este.” (De la conferencia de Noam Chomsky en Montevideo, Uruguay, el 18 de julio del 2017)
V
Con esta guerra ruso-ucraniana, se pasaron los límites de la competición pacífica por un nuevo orden económico internacional. Por un lado, los Estados Unidos luchando por mantener su tradicional hegemonía mundial, y por el otro lado, Rusia y China luchando por ese nuevo orden económico, con intercambios no condicionados a los intereses de las potencias occidentales.
En esta lucha, la Unión Europea se desempeña como el hermano necesitado de la protección del hermano estadounidense, en donde la OTAN es el brazo armado de la familia capitalista que impone sus directrices belicistas en pro del negocio industrial militar.
Por otro lado, Brasil, Rusia, China y Sudáfrica tras un nuevo orden económico internacional formaron los BRICS y a estos cinco países ya se sumaron ocho más, cuyo desarrollo económico también reclama un intercambio igualitario de beneficios mutuos, con sus propias monedas, libre de la dictadura del dólar y de bloqueos neo coloniales, sin dejar de ser capitalistas. Esta lucha pacífica por la democratización del comercio internacional, no agrada a las ex metrópolis colonialistas que ahora siguen las directrices de los Estados Unidos.
En este escenario geopolítico, el mundo no se libra de los ecos de la guerra fría en medio de fuertes insinuaciones de convertirla en guerra nuclear. Hasta hoy solo son amenazas, pero tanta promoción política podría hacerla realidad con solo un mal manejo de los conflictos regionales. Esas insinuaciones las acaba de hacer recientemente la señora presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, quien, en vez de promover diálogos de paz, estimula el armamentismo europeo para enviar más armas a Ucrania.
Igual promoción belicista hizo la señora Von Der Leyen, durante su visita a Israel para apoyar a Netanyahu en su genocidio en la Franja de Gaza. Aunque la señora solo es una portavoz de las grandes potencias, le es imposible desligarse de su ascendencia familiar colonialista-esclavista estadounidense y británica, menos de su origen aristocrático en la ultraderecha alemana. De ello ninguna culpa tiene, pero una herencia es voluntad personal rechazarla o tomarla, y ella la toma con mucha fidelidad en su desempeño político ultra conservador.
Al margen de estas cuartillas
*Siendo tan aficionada a las armas la señora Von Der Legen, uno se pregunta si le gustaría enviar al frente de guerra a uno, o a todos sus siete hijos…
*La política estadounidense refleja decadencia en el hecho de que sus dos candidatos presidenciales son viejitos en las fronteras de la chochez…
*A ese paso, como inquilinos de la Casa Blanca no necesitarían de consejeros políticos, sino de la asistencia de eminentes gerontólogos…
*Los inquilinos de la Casa Rojinegra no necesitan consejeros, pero se ve que ya no pueden prescindir de la asistencia gerontológica…
*(Para que no se sientan mal por eso, les avisamos que en esta columna hace rato funcionan esa asistencia)…
*Parece que los inquilinos de El Carmen se sienten chavalos, porque se pusieron a jugar en el equipo de Vladímir Putin…
*Y, cuan vaqueros decimonónicos estadounidenses, discuten acerca de quién es más rápido si el Oeste o el Este…
*Mejor recordaran que los equipos con armas atómicas no tienen garantías en la velocidad, pues en una guerra nuclear, el que dispare primero se suicida…
*Además, en esas grandes ligas bélicas, no valen de mucho las armas manejadas por los ventrudos militares de su 'avilense' general…