14 de abril 2017
En junio de 2013 la Asamblea Nacional de Nicaragua emitió una ley por 100 años, que le otorgó a la empresa china Hong Kong Nicaragua Development (HKND), liderada por Wan Jing, la concesión para construir un Canal interoceánico del Pacífico al Mar Caribe. La ley incluyó operar en cualquier lugar del territorio nacional decenas de miles de hectáreas de tierra y bellas playas en ambas costas, necesarias al proyecto. La inversión alcanzaría $50 mil millones, cuatro veces el PIB anual de Nicaragua, y diez veces el costo de la ampliación del Canal de Panamá, con barcos pospos-Panamax que entrarían por Brito en el Pacífico y saldrían por Punta Gorda en el Caribe, atravesando el gran Lago de Nicaragua con efectos catastróficos a su ecosistema y de la ruta en que se construiría.
La mayor obra de infraestructura de Latinoamérica transformaría, según el gobierno, la economía de Nicaragua creciendo más de 10 % anualmente y reduciendo a la mitad la extrema pobreza. La obra fue inaugurada simbólicamente por el presidente Ortega y Wan Ying en diciembre de 2014 en Brito, sin que hasta ahora se haya expropiado o vendido ninguna manzana de tierra, se haya hecho una licitación, o se haya invertido un dólar.
El proyecto del gran Canal nunca demostró su viabilidad financiera ni su sostenibilidad medioambiental, y lleno de misterio continúa el que iba a ser como el que no fue... De mis buenos amigos tan informados de la Nicaragua contemporánea, nunca he recibido una explicación consistente, solo interesantes hipótesis sueltas. Hoy, desde Nicaragua, cerca de las playas que serían expropiadas, me asaltó la tentación de hilvanarlas, introduciéndome impertinentemente a intentar descubrir el misterio...
Al inicio de 2015 se desplomó la bolsa en China y perdieron 90 % de su valor las acciones de la principal empresa de Wang Jing, Xinwei, de comunicaciones. A partir de entonces, la capacidad financiera de Wang para levantar semejante cantidad de dinero fue puesta en duda. Se decía que más que un gran empresario, Jing era un representante oficioso de las fuerzas armadas de China y de su fracción dentro del Partido Comunista.
Una primera hipótesis es que con el desmoronamiento del valor de las acciones de la empresa de Wang y las proyecciones de menor crecimiento de la economía china, se desplomó el respaldo de los padrinos de Wang en el Estado y en el Partido Comunista para construir el canal. Ambos factores incidirían directamente en la consecución de los recursos financieros; el primero, por el debilitamiento financiero del líder que movilizaría la consecución de los billonarios recursos; el segundo por la reducción de las proyecciones de demanda y tráfico de la caída proyectada de las exportaciones e importaciones chinas.
Una segunda hipótesis es la confirmación, por el cambio climático, del deshielo en los mares glaciales del norte de Rusia, Alaska y Canadá, que posibilitaría la navegación de grandes cargueros entre Europa, Asia y Norteamérica, reduciendo la demanda y el tráfico potencial del canal, con efectos a la baja en las proyecciones financieras del proyecto.
La tercera hipótesis es de carácter político interno. Al comenzar 2016, en el décimo año de la presidencia de Ortega, con el control total del poder de todos los órganos e instituciones del Estado, sin ninguna oposición alternativa, avanzaba el movimiento de rechazo al canal de diversos sectores, conformándose el Consejo Nacional por la Defensa de la Tierra, el Lago y la Soberanía, liderado por la campesina Francisca Ramírez y sectores empobrecidos del campo. Esta amplia organización de diversos sectores de la sociedad es el único germen de una oposición legítima con perspectivas de crecimiento. Si el proyecto se anulaba o posponía por inviabilidad financiera, mejor bajarle perfil y no hablar más de él, hasta después de las elecciones presidenciales de noviembre de 2016, y las municipales de noviembre de 2017, para cuando el presidente Ortega y la vicepresidenta Murillo estarían asentados por 5 o 10 años más en el poder.
Si para entonces persisten, como creemos sucederá, los factores de dicha inviabilidad, Ortega-Murillo podrían retomar parcialmente el proyecto, centrándose en el puerto de aguas profundas en el Caribe y las zonas de libre comercio, además de aspectos turísticos, inmobiliarios, de juegos y placer, en una réplica de lo que un día fue la isla de Macao. Se dijo que este es el proyecto que le interesaba al ejército chino, con mercados asegurados y montos de inversión mucho menores. Esto le permitiría a Ortega y Wang retomar, sin canal, el proyecto original, aprovechando la ley que les permite por razones de interés público, acceder a tierras, playas y haberes de gran potencial, en la costa Pacífica y Caribe.
Esto explicaría por qué hoy que todo indica que el canal ya no va, el Consejo Nacional por la Defensa de la Tierra, el Lago y la Soberanía sigue movilizado por la derogación de la ley.
¿Será que esta explicación, logra hilvanar las principales hipótesis, y comenzar a develar el misterio del canal, que iba ser y ya no fue...?
Desde San Juan del Sur, Nicaragua.