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El golpe final del sandinismo contra las universidades

El sandinismo le quita a su mismo séquito, la oportunidad de un espacio de poder, no hay más poder que el del dictador

Elthon Rivera Cruz

6 de diciembre 2023

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El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), partido político que gobierna de forma dictatorial en Nicaragua, es sin duda alguna uno de los peores males que le pudo suceder a este pequeño país centroamericano, ni su historia revolucionaria ni su dinámica actual han sido positivas para la sociedad nicaragüense. Al día de hoy, ningún logro que se quiera atribuir al sandinismo, compensa el dolor que le ha causado a millones de personas.

Daniel Ortega y quienes le han ayudado a llegar y permanecer en el poder, han demostrado lo dicho por George Orwell en su libro 1984, “no se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura”. Es muy lamentable que esta dictadura, que ahora es un intento de dinastía, dañara tanto para llegar al poder y dañe más estando en él. Actualmente, las muertes atribuibles al sandinismo son contadas por miles, así como otros daños que resiente la Nicaragua atormentada por este monstruo.


Pero haciendo coherencia con el título de este artículo, es preciso enfocar uno de esos daños sociales que generan gran dolor y que, precisamente, es motivo de una gran preocupación, como la demolición de la educación nicaragüense en todos sus niveles, pero destacando que el universitario es uno de los que ha ido recibiendo constantes golpes que lo han llevado a tener universidades en escombros, y no precisamente en infraestructura, sino en algo más delicado, en su naturaleza, en la esencia de lo que una casa de estudios debe ser.

A Ortega, o más bien, a todo el FSLN le quedó claro que Nelson Mandela no se equivocó al decir que “La educación en la herramienta más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”, cuando en 2018 la población universitaria, compuesta principalmente por estudiantes, con el apoyo de muchos académicos, dijeron presente ante las arbitrarias acciones que el régimen estaba ejecutando contra la sociedad nicaragüense, esta población ampliamente joven, con valentía y valores democráticos hizo temblar el mundo de la dictadura sandinista, llevándola a uno de sus momentos de mayor debilidad, los cimientos de este sistema se debilitaron en cuestión de pocos días ante la fuerza de universitarios y la comunidad que les respaldó.

Desde entonces, a más de cinco años, la dictadura sigue temerosa no solo de la juventud, sino de las universidades mismas, de lo que significan estos centros de estudios, lugares de preparación y desarrollo del pensamiento crítico, ese que es rebelde, que no solo quiere los cambios, sino que los construye, el que analiza y cuestiona; todo lo que a una dictadura no le conviene. Es por eso que el sandinismo contemporáneo empezó una guerra declarada contra la educación misma.

Es bien sabido que el Poder Ejecutivo controla todo el sistema de educación elemental y secundaria, lo cual, ante el modelo gobernante actual, ya es bastante malo, pues esto le permite llevar a cabo sin restricciones sus políticas de proselitismo y lavado de cerebro a los niños y adolescentes. Sin embargo, el nivel universitario estaba un poco más alejado de las cadenas del régimen, no completamente libre, pero si con un poco más de espacio de autonomía, por eso en la crisis sociopolítica actual, el sector de la educación superior es tan importante.

El séquito “orteguista-sandinista” ha quedado claro que la fuerza bruta no es suficiente contra las poblaciones libres de pensamiento y es que, matar estudiantes no detuvo la resistencia, más de 45 jóvenes fueron asesinados en 2018. Esto solo fortaleció el compromiso de seguir adelante en oposición; expulsar de las universidades a los estudiantes opositores, si bien fue un golpe fuerte, no tumbo la persistencia de los y las afectadas, contrario a esto, hubo un fortalecimiento del sector estudiantil opositor. Varios universitarios afectados de las más de 150 expulsiones son los liderazgos de organizaciones que no desisten en contra la dictadura y algunos siguen su camino académico en el exterior. Encarcelar a estudiantes tampoco bastó, decenas de apresados injustamente, arrebatados de las aulas para encerrarlos en las celdas, no quebrantaron su compromiso con un país libre y democrático, sonreían a las cámaras cuando eran injustamente llevados a juicio, una forma de resistir y de burlarse de la dictadura; el exilio, aun dentro de todo el dolor que causa, brindó a estudiantes y académicos, espacios para seguir luchando.

La determinación de la población armada de conocimientos ha resultado inmune a la fuerza bruta del sandinismo, si bien los ataques han sido fuertes, la resistencia y la resiliencia ha sido aun mayor. Los fusiles no piensan, y quienes los disparan, no tienen una pobre capacidad de razonar, son marionetas cumpliendo las atroces ordenes de matar, torturar, encarcelar y exiliar.

Después de los vanos esfuerzos de la dictadura por desmantelar la resistencia de la comunidad universitaria, su estrategia debió cambiar, ya no iban solo por las personas, era hora de ir contra las instituciones. Las universidades estatales estaban al alcance la mano porque desde antes las habían logrado infiltrar y tomar lentamente, aun así, concretó la toma definitiva: el sandinismo gobernante, despidió al personal académico con pensamiento libre y distante del régimen, hizo un filtro completo en el cual solo quedaron aquellos serviles rojinegros dispuestos a cumplir órdenes y no a comprometerse con la verdadera educación.

Apegados a intereses mezquinos y deseosos de ganar el favor del dictador, parasitaron las universidades estatales e impulsaron a toda costa, la política de hacer de las universidades autónomas, universidades sandinistas, con proselitismo, menor calidad académica y espionaje contra toda la comunidad universitaria. Muchas personas que no aceptaron ese nuevo modelo mediocre de educación superior adaptada a los intereses de una dictadura, salieron voluntariamente de ese sistema.

El sandinismo celebró un logro, pero no le duró mucho la alegría, tener universidades estatales bajo su control, tampoco era suficiente. Las universidades privadas seguían siendo espacios para el desarrollo del pensamiento crítico, motivo de tormento del régimen. Poco a poco, a partir de 2021, el régimen empezó los ataques contra las universidades privadas, más de treinta universidades fueron clausuradas de forma ilegitima por el orteguismo, siguiendo las fieles costumbres sandinistas de expropiar, robar y hacerse de lo que no les ha costado nada, las costumbre de repartir lo robado con sus fieles aduladores.

Miles de jóvenes optaron por salir del país al no querer seguir siendo parte de un modelo educativo en el que el máximo representante del mismo, es un dictador con escasos estudios de secundaria y un amplio currículo de crímenes de lesa humanidad. Las autoridades de dichas universidades afectadas también debieron huir, pues no solo lo perdieron todo, sino que además sus vidas mismas y su libertad estaban amenazadas.

La creatividad limitada del régimen dio, con esfuerzo, el plan de cambiarle los nombres a los centros de educación superior recién robados e imponer nuevas autoridades, otras marionetas. Ofrecieron educación gratuita, pero siguieron cobrando los aranceles, tomaron las universidades y han tenido grandes dificultades para poderlas manejar, fingen saber lo que hacen, pero es evidente que no están en su terreno. La dictadura queriendo manejar universidades es como jugar futbol con un bate, remar en el desierto o tomar sopa con un tenedor, es inútil y está destinada al fracaso. El plomo no escribe en las pizarras a menos que lo haga con sangre, los fusiles no forjan el pensamiento, solo el terror.

Pero eso no era el último golpe, ahora tenía que hacer “legal” todas sus arbitrariedades. Le quedaba el último movimiento en su macabro plan, enterrar todo marco jurídico que contradijera sus intentos por dominar la educación. Finalizando 2023, el régimen sandinista ha destruido la autonomía universitaria, reformando la Ley 89, especifica de autonomía de instituciones de educación superior y también la Ley General de la Educación. Estas reformas se resumen en que las universidades ya no podrán definir a sus órganos de gobierno, estos serán impuestos por la dictadura a través del Consejo Nacional de Universidades. Las anteriormente conocidas estructuras de autoridades universitarias y estudiantiles, serán ahora un Consejo Consultivo, al que seguramente no se le consultará nada, sino que se le darán órdenes de estricto cumplimiento. Con esto, el sandinismo le quita a su mismo séquito, la oportunidad de un espacio de poder, no hay más poder que el del dictador, les arrebata las posibilidades de sentirse importantes en un cargo, y les demuestra que no confía en ellos.

El presupuesto del 6% constitucional, que antes lo administraban las universidades, ahora lo administrará el Poder Ejecutivo, una forma más de ocultar el hecho de que este presupuesto tenía años de no estar siendo respetado, además la dictadura se asegura de que no haya un centavo que no esté siendo usado bajo su control, y no es de extrañarse, pues el Gobierno de los pobres, como se denomina el sandinismo, es rico y cada moneda les interesa.

Además, les da la oportunidad de ser sociedades mercantiles, esto para que sean instituciones con fines de lucro, lo cual resalta lo antes dicho, al régimen podrá no importarle la vida de las personas, incluso la de sus seguidores, pero el dinero es sagrado, cuanto más lucro, mejor. Siendo esto también un mensaje de autosostenimiento para las universidades, una forma camuflada de decir que el presupuesto del Estado para las universidades no es suficiente, y no lo será porque se usa para otros fines que no tienen nada que ver con la educación. Que se las arreglen las nuevas marionetas de las universidades, para sostenerlas con la cantidad de dinero que sean capaces de recaudar.

Los pilares de la autonomía universitaria fueron desbaratados uno a uno, no más autonomía docente o académica, fin a la autonomía orgánica, dominio de la autonomía administrativa y abolición de la autonomía financiera. De las universidades nicaragüenses ahora solo queda la caratula. Esto es grave, sin precedentes incluso en la región, un caso de estudios a nivel internacional, este último golpe, le da al régimen el absoluto control de todos los sistemas educativos. Pero no de la educación, porque una masa de ignorantes no podrá nunca dominar la educación y eso, le debe quedar claro al régimen.

Se debe reconocer que, para el sandinismo actual, esto es un logro, pero será momentáneo, porque la lucha académica no solo puede venir de la universidad que controla, sino desde cualquier espacio, el pensamiento crítico se cultivará de otras formas; que se quede con los edificios, pero no se quedará con la alma mater de cada universidad, dominará los pupitres y a algunos de los que se sientan en ellos, pero no a todos, nunca a todos.

La comunidad nicaragüense en general, toda la sociedad civil, debe luchar por ganar espacios de formación ajenos al régimen orteguista. Se debe tener alternativas para que la juventud se siga formando por vías que no sean controladas por el sandinismo, el escenario parece desesperanzador, pero no hay que rendirse, esto es justamente lo que el régimen quiere lograr.

La comunidad internacional debe ver esto con preocupación y motivada a tomar acciones, hay que condenar, pero además ayudar a que los nicaragüenses tengamos acceso a becas, oportunidades de formación virtual y recursos para que la educación sea un derecho garantizado en cualquier lugar y en cualquier momento, las universidades alrededor del mundo deben abrir sus puertas para los jóvenes que han interrumpido sus estudios a causa de las dictaduras. Hagamos que, desde donde estemos, el régimen deje de brindar por un logro y empiece a temer más al ver que cuantas más puertas cierra en Nicaragua, más se abren fuera, y que la dictadura caerá con el pueblo que resiste dentro del país y con el que lucha y se prepara con fuerza desde afuera.

Y a la dictadura de la UNAN-Managua le queda pendiente cambiar el himno de la institución, ¡A la libertad por la Universidad!, pues ya no son libres y tampoco autónomas, quienes la lideran no tienen honor y mucho menos dignidad, todo lo que su primera y última estrofa dicen:

¡A la libertad por la universidad!

Con humanismo, autonomía y dignidad

proclamamos nuestro honor;

con libertad, sabiduría y lealtad

proclamamos nuestro honor.

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Elthon Rivera Cruz

Elthon Rivera Cruz

Estudiante de Ciencias Políticas. Antes estudió Medicina en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), de la que fue expulsado por su participación en la Rebelión de Abril de 2018. Se dedica a la investigación social con enfoque en educación superior y derechos humanos a la educación, y derechos de los jóvenes.

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