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El futuro brillante de Manchester

Nunca asistí a un concierto en el Manchester Arena, pero parece ser un gran lugar para la ciudad.

Varios ciudadanos recuerdan a las víctimas del ataque perpetrado en el Manchester Arena en la Paza de Santa Ana, en Manchester (Reino Unido). EFE/NIGEL RODDIS

Jim O’Neill

27 de mayo 2017

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MANCHESTER – Estoy orgulloso de haber nacido en Manchester, a pesar del hecho de que nunca viví allí de manera permanente desde que terminé la escuela y me fui a la universidad, a los 18 años. Nací en el hospital St. Mary's cerca del centro de la ciudad, fui educado en un suburbio agradable en el sur de Manchester y asistí a la escuela primaria e intermedia en un barrio cercano y más duro, antes de ir a Burnage para cursar la escuela secundaria. Treinta y ocho años después fui a Burnage, aparentemente al igual que Salman Abedi, el presunto atacante suicida del Manchester Arena.

La atrocidad perpetrada por Abedi, que el Estado Islámico se ha adjudicado, probablemente sea peor que el espantoso bombardeo por parte del Ejército Republicano Irlandés que destruyó partes del centro de la ciudad hace 21 años, un episodio que, para muchos, desempeñó un papel clave en el renacimiento de Manchester. Al menos en aquel caso, los atacantes enviaron una advertencia 90 minutos antes que ayudó a salvar vidas. El acto salvaje de Abedi, por el contrario, mató a por lo menos 22 personas, muchas de ellas niños.


En los últimos años, me involucré activamente en todo lo vinculado a las políticas ligadas a la recuperación económica de esta gran ciudad. Presidí un grupo de asesores económicos ante el Gran Consejo de Manchester, y luego me desempeñé como presidente de la Comisión de Crecimiento de las Ciudades, que promovía la "Usina del Norte", un programa para vincular a las ciudades del norte británico en una unidad económica cohesionada. Posteriormente, fui parte durante un período breve del gobierno de David Cameron, para ayudar a implementar las primeras etapas de la Usina del Norte.

Nunca asistí a un concierto en el Manchester Arena, pero parece ser un gran lugar para la ciudad. De la misma manera que el aeropuerto de Manchester se convirtió en un núcleo de transporte que beneficia a la Usina del Norte, el estadio desempeña un papel similar en términos de entretenimiento en vivo. Como indican los tristes informes sobre las personas afectadas, los asistentes provenían de muchas partes del norte de Inglaterra (y también de otros lugares).

En los últimos años, Manchester ha recibido muchos elogios por su recuperación económica, inclusive su posición en el corazón geográfico de la Usina del Norte, y estoy seguro de que esto continuará siendo así. Los niveles de empleo y las encuestas de PMI regionales sobre comercio indican que, durante gran parte de los dos últimos años, el impulso económico ha sido mayor en el noroeste de Inglaterra que en el país en general, inclusive en Londres. Si esto se debe o no a la política de la Usina del Norte es difícil de inferir; por el motivo que sea, es un dato inmensamente bienvenido y algo que es importante sustentar.

Me suele irritar que mucha gente todavía se pregunte qué es exactamente la Usina del Norte. En su núcleo, representa la geografía económica que yace de Liverpool hacia el oeste, de Sheffield hacia el este y de Leeds hacia el noreste, con Manchester en el medio. La distancia de Manchester al centro de cualquiera de esas otras ciudades es menos de 64 kilómetros, una distancia menor que las líneas Central, Piccadilly o District del metro de Londres. Si los 7-8 millones de personas que viven en esas ciudades -y en las numerosas ciudades, pueblos y otras áreas entre ellas- se pueden conectar mediante infraestructura, pueden actuar como una unidad única en términos de sus roles como consumidores y productores.

La Usina del Norte sería entonces un genuino punto de inflexión estructural para la economía de Gran Bretaña. Por cierto, junto con Londres, sería una segunda zona económica dinámica que se apunta a escala global. Es esta premisa simple la que llevó al gobierno anterior a colocar mis ideas en el centro de sus políticas económicas, y la razón por la cual la Usina del Norte se ha vuelto tan atractiva para los negocios aquí en el Reino Unido y en el exterior.

Es una perspectiva apasionante y, a pesar de tener menos de tres años, está revelando señales de progreso. Por cierto, dados los beneficios económicos más amplios de la aglomeración, el mantra de la Usina del Norte se puede extender a la totalidad del norte de Inglaterra, en particular incluir a Hull y al noreste. Pero es lo que yo muchas veces llamo de manera poco elegante "Man-Sheff-Leeds-Pool" lo que distingue a la Usina del Norte, y Manchester, que está ubicada en el corazón de la Usina, está efectivamente entre los primeros beneficiarios.

A pesar de esto, con frecuencia les he dicho a los líderes políticos, a los empresarios, a los actores del mundo filantrópico locales y a otros que, a menos que las zonas fuera de la vecindad inmediata de Manchester se beneficien del dinamismo regional, el éxito del Gran Manchester estará lejos de ser completo. Cualquiera que mire un poco más allá de un kilómetro y medio al norte, sur, este y oeste de la Plaza Albert de Manchester -para no hablar de zonas ligeramente menos cercanas como Oldham y Rochdale- puede ver que hay muchas cosas por mejorar, entre ellas la educación, la capacitación profesional y la inclusión para asegurar el éxito a largo plazo.

Sea cual fuere el motivo perverso de Abedi de 22 años, quien evidentemente se hizo volar por el aire junto con las víctimas inocentes, su accionar censurable no mancillará el futuro brillante y esperanzador de Manchester. No digo entender el mundo del terrorismo, pero sí sé que quienes viven en Manchester y sus alrededores y en otras ciudades tienen que sentirse parte de su comunidad y compartir sus aspiraciones. Los residentes que se identifican con su comunidad tienen menos probabilidades de hacerle daño -y más probabilidades de contribuir activamente a su renovado vigor.

Ahora más que nunca, Manchester necesita la visión que ofrece la Usina del Norte. Es una visión que otras ciudades y regiones harían bien en emular.

Jim O’Neill, ex presidente de Goldman Sachs Asset Management y ex ministro del Tesoro del Reino Unido, es profesor honorario de Economía en la Universidad de Manchester y ex presidente de la Revisión sobre la Resistencia Antimicrobiana del gobierno británico.

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