31 de mayo 2022
En memoria de Sergio Iván Guevara Rodríguez,
en el XLIII aniversario de su caída (31/5/1979)
Esta vez, la víspera de la IX Cumbre de las Américas no fue necesaria para sacar el día, porque desde las antevísperas ya se había definido cómo sería el día de su inauguración: con las exclusiones de Joe Biden; las ausencias de Andrés Manuel López Obrador, Luis Arce (se anunciaba también la de Alberto Fernández y Xiomara Castro); la reacción de los excluidos –reacción que nunca podría ser, si no activamente crítica—; y algunos que al principio coquetearon con la idea de no presentarse al cónclave discriminatorio de Biden, terminarían sentados en Los Ángeles.
A seis días de la planeada apertura de la IX Cumbre, aún se escuchan reacciones con alternativas, como una Contracumbre de la CELAC. El caso es que los tres organismos continentales juegan con los mismos jugadores, o sea, que no hay otros países con los cuales armar otro juego. En última instancia, lo que podría haber es la repartición de los jugadores, y una de las “cumbres” se quedaría con la mayor parte o las dos con su respectiva mitad.
Así pintaba el panorama hasta el día de ayer (al terminar de escribir esta columna) pero hay muchas otras cosas más en su entorno, pues desde cuando fue anunciada que la IX Cumbre se realizaría en los Estados Unidos se hizo notar que –cualquiera fuere su final— ya tiene rasgos de ser una versión distinta a las ocho anteriores.
En ninguna cumbre anterior las contradicciones históricas entre todos los países del continente americano se habían manifestado tan crudamente en el terreno político diplomático semejante. Pero, aun con esas añejas contradicciones presentes, ningún país sede había pretendido hacer una cumbre de presidentes con los discriminatorios, como ahora lo está haciendo Biden. Algo que, Incluso, muchos congresistas estadounidenses critican.
Esas contradicciones político ideológicas nacidas también de la diversidad de sus sistemas sociales no surgieron después de 1994 –fecha de la primera Cumbre de las Américas— y, sin embargo, los tres países ahora excluidos habían sido invitados, pese a que seguían siendo lo mismo que entonces eran: Cuba con su revolución socialista en marcha aún contra el bloque estadounidense con más de sesenta años de vejez y anacronismo; Venezuela con su proyecto revolucionario, capeando sanciones de la misma procedencia; y Nicaragua con su dictadura familiar, ahora más represiva de lo que ha sido desde antes del 2015, cuando Daniel Ortega estuvo presente en la VII Cumbre de Panamá.
Entonces, ¿por qué ayer podían estar y ahora no? ¿Por qué la nación anfitriona, que tampoco ha dejado ser lo que ha sido durante dos siglos continuos, ahora toma pose de niña quinceañera cuidadosa de no mezclarse con gente “de mala conducta”?
Las respuestas flotan en el ámbito político internacional: Estados Unidos nunca ha renunciado a su ambición de potencia hegemónica mundial para siempre, sino que más bien lo enfatiza con sus planes ejecutados a través de la OTAN en todo el mundo. Y esta cumbre representa para su presidente de turno la posibilidad de confirmar una pretendida hegemonía sin fecha de vencimiento, con la anuencia y pocas dubitaciones de parte de algunos gobiernos latinoamericanos.
II
Una de las tantas cuestiones afloradas en los días previos a la IX Cumbre, es que para Estados Unidos su historia es símil a del mitológico Talón de Aquiles, pues sus actuaciones imperiales no sirven para su defensa y tan vulnerable es, que hasta Daniel Ortega –que nada tiene que ver con Paris— lo puede herir recurriendo a hechos reales. Aunque no de muerte, claro, y porque también Ortega tiene su Talón de Aquiles en su odiosa dictadura, de modo que sus flechazos contra las aberraciones políticas estadounidenses, le retornan como búmeran.
Y, hablando de Talón a Talón –sin meter al mítico Aquiles— tanto el Talón de Joe Biden como el de Daniel Ortega, tienen su propia vulnerabilidad: Biden, para justificar la exclusión de tres países en su cumbre, ha dicho muchos lugares comunes acerca de su concepto de democracia y, como máximo exponente de ella, lanzó su sentencia magistral: esos países “no tienen gobiernos soberanos”.
Un argumento que sin desearlo él ni buscarle algún matiz irónico, hace pensar que se le vuelve un búmeran que golpea sus palabras, porque muchos de sus gobernantes amigos que asistirán muy disciplinados y sin hacerle reparo alguno a su Cumbre, siempre han demostrado no ser soberanos, porque políticamente –y en otros aspectos— tienen una fuerte dependencia ante los gobiernos estadunidenses.
Ortega, por su parte, aseguró en la XXI Cumbre del Alba –en la cual participó en línea para no abandonar su lindo altar florido— dijo que las Cumbre de las Américas “nunca han sido útiles”. Si en verdad pensara eso, sería interesante conocer el motivo de… ¿Por qué no le vio esa inutilidad cuando estuvo presente en la Cumbre de Panamá?
III
Hay muchas inconsecuencias en los discursos de todas las partes que están envueltas en esta polémica, y lo que sobresale en ella es la mutua coincidencia –de Biden y Ortega— respecto a la falta de tolerancia y mucha insinceridad.
¿Cuánto valor pueden tener las críticas de Ortega contra Biden, si al mismo tiempo que pretende lucir la imagen de un revolucionario combativo (con la imagen que tiene), en sus cárceles mantiene encerrados y condenados ilegalmente a centenares de sus adversarios políticos por el simple hecho de hacerle oposición cívica a su régimen violador de los derechos humanos y políticos de los nicaragüenses?
Ninguno, porque, además… ¿Cómo podría Ortega convencer de su sinceridad cuando critica a Biden de intolerancia y de ejecutar políticas antidemocráticas, teniendo en su haber el cierre y la confiscación fuera de toda ley –y el hurto de los equipos técnicos y edificios— de dos medios de comunicación televisivos independientes, más el cierre y la ocupación militar de un diario de oposición, porque no quiere que se difundan otras ideas que no sean las suyas?
Tampoco tiene que ver nada con la democracia la actitud discriminatoria de Biden, si con ello está programando una cumbre donde no haya discrepancias ideológicas; en donde la unanimidad se la pueda comparar con el perrito atento y dócil ante la voz dominante del parlante de la Víctor.
La discriminación suya es una invitación a la mudez y a la obediencia, lo que equivale a buscar opiniones complacientes con los intereses del patrón de una hacienda continental que solo existe en el sueño imperial mundial anacrónico, intolerante e intolerable.
IV
Aparte de los acostumbrados argumentos en el discurso de Daniel Ortega del viernes 27 de mayo en la XXI Cumbre del Alba, hizo alusión a la CELAC sobrevalorando sus posibilidades como organismo continental alternativo de cualquier otro de los existentes, entre ellos la OEA y las Cumbres de las Américas.
Es verdad que la CELAC es el resultado de los esfuerzos históricos por lograr la unidad latinoamericana y Caribe libre de la hegemonía estadounidense. ¿Pero Ortega habrá olvidado que los tres organismos continentales están integrados por los mismos países? ¿No se ha dado cuenta de que sus gobiernos no tienen criterios políticos homogéneos, sino lo contrario, son –ante muchos casos— radicalmente divergentes?
Es un absurdo esperar que con la heterogeneidad de la CELAC se pueda garantizar resultados sólidos y definidamente latinoamericanistas en el sentido sandinista que Ortega lo pretende.
¿Acaso ignora, que los gobiernos actuales –y nadie asegura que los de mañana también— no van a perder como por arte de magia su obsecuente tradición ante los Estados Unidos? Y no ante la nación llamada Estados Unidos, sino ante los gobiernos bipartidistas de la plutocracia estadounidense.
También es una tradición terminar…
Al margen de estas cuartillas
*En términos boxísticos, para Estados Unidos los argumentos históricos en su contra son como los puños de un peso pesado, aun siendo los puños de un peso pluma…
*Las Cumbres de las Américas no dejaron de ser útiles para los latinoamericanos por los sucesos actuales, sino por los de siempre…
*Es que toda la geopolítica de todos los tiempos de ese país, tiene su origen en la naturaleza de su sistema económico, político y social…
*(Que “no se le puede pedir peras al olmo”, es una verdad “más vieja que el pinol”)…
*Las Cumbres de las Américas pudieron haber sido, y podrían volver a ser útiles para todos los países…
*Siempre y cuando en esas Cumbres, en vez de la intolerancia prevaleciera el respeto a la diversidad…
*La carta que Ortega leyó –tropiezos aparte—de congresistas estadounidenses criticando las exclusiones, es una lección de tolerancia para su presidente…
*Y, desde luego, también para el “nuestro”, pero lo que sobresalió en el discurso de Ortega fue hipocresía…
*Porque al final de su discurso, pronunció una sentencia moral que él, con su dictadura, nunca ha cumplido ni cumplirá…
*Porque más bien Ortega hace de todo contra su sentencia de que “La razón vencerá a la fuerza”…
*Pues, todo el mundo lo sabe y lo condena: con su represión… ¡Ortega insiste en hacer que la fuerza venza sobre la razón!
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