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Domingo de Revolución

Las libertades que se toma la novelista para criticar la revolución, son tan importantes como otras licencias que incorpora en Domingo de Revolución

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… los que admiraban sus libros pero no lo 

admitían por envidia, los que habían sido blanco 


alguna vez de sus burlas o sus ataques directos 

y ahora venían a regocijarse… que yo no estuviera 

para echarles en cara su mediocridad.

 Juan Gabriel Vázquez

No hay enemistades más terribles, que cuando los escritores pelean, se desguazan sin piedad, utilizan improperios inverosímiles, lanzan acusaciones temerarias y anatemas incontestables. Tratan de generar antipatías no solo contra la obra del otro, ponen en entredicho su moral. Los acusan de plagiarios y generan suspicacias sobre su conducta política. En el peor de los casos, acusarles de espías. No existe tregua ni clemencia. La escritora argentina Esther Vilar, lamenta este comportamiento, para ella inaudito, porque desdice de la condición humana y hasta académica de ciertos escritores.

No cabe en su cabeza que dado su carácter de humanistas —son los llamados a crear un ser humano diferente— vivan en eternas querellas. Exagerando mentiras o verdades a medias, sus broncas se vuelven interminables. La pasión que sienten por escribir la vuelcan con la misma intensidad contra quienes malquieren. Vilar me hizo partícipe de esta lección fructífera. Soy testigo de sus odios. Sus amarguras y sinsabores les convierten en seres enajenados. Siempre tengo en cuenta la recriminación de Vilar, esto no supone deponer posiciones críticas. Siendo justas, deben mantenerse.

¿Cuánto incidió en el ánimo de la escritora cubana Wendy Guerra, la dureza con que se refiere a ella Zoé Valdés en La mujer que llora, Planeta, 2013? El trato que recibe de su coterránea es agrio y frontal. Cuando menos lo esperaba, Valdés arremete con furia. Sin medir excesos, insinúa que Guerra podría ser chivata del G2 cubano. ¿A estos extremos llegan las diferencias entre los que se quedaron en Cuba y quienes tuvieron que partir al exilio? La novela más reciente de Wendy Guerra, Domingo de Revolución, (Anagrama, 2016), viaja en dirección contraria a las acusaciones hechas por Zoé.

Mi primera incursión en el mundo de Guerra, poeta y escritora, fue a través de la lectura de Posar desnuda en La Habana, (Alfaguara, 2010), entrañable relato sobre Anaïs Nin, una historia lograda a base de investigación y tenacidad. Anduvo tras sus pasos por diversas partes del mundo. La trae de regreso a Cuba. Cubana-francesa, francesa cubana, todavía siento palpitar sus carnes, sus amores y desvaríos, el fuego de su sangre y una sensualidad contagiosa. ¿Sería más cubana que francesa en su forma de amar? ¿Sus diversos desfogues fueron para conjurar el olvido o para sentirse amada? Podrían ser ambas cosas.

En la novela de Valdés, una obra mayor —por algo ganó el Premio Azorín 2013— la ternura que dispensa a Dora Maar, se coló dentro de mí. La fotógrafa fue víctima de las excentricidades de Pablo Picasso, el grande. Llegó a enloquecerla. Me solidarizo con su dolor. Antes había sido herida por Georges Bataille. El nombre de la novela de Zoé no podía ser mejor, es de los sufrimientos de Dora que nos habla. Picasso la maltrató a su antojo. Alterné su lectura viendo los retratos donde el genio la inmortaliza. Unos grandes ojos redondos enternecedores. ¿Vi sus lágrimas o las imaginé? Los pintó de mil formas.

Las amarguras y desconsuelos a los que fue sometida Dora, ¿son compensadas en estos cuadros? No lo creo. El precio fue demasiado alto, terminar en un manicomio debido a las extravagancias del pintor, una crueldad. Ni siquiera el cuadro de Guernica (Mayo-Junio 1937), su pintura emblemática, donde el poeta insiste en tener a Maar como modelo, borran de mi memoria el trato terrible que le dio. Nunca imaginé que un hombre de su estatura, estuviese poseído por tanta desconsideración. Sus desdoblamientos me dejaron azorado. Todavía no alcanzo a comprenderlos. Desdice del creador.

Me pregunto si los dardos disparados por Zoé malhirieron a Wendy, Domingo de Revolución contradice los duros señalamientos que aparecen en La mujer que llora. ¿Su libro, un alegato para desmentir a Valdés? Cleo, la joven protagonista del drama, espiada y constantemente vejada, ¿no será una biografía vertida en clave? ¿Su alter ego? ¿Una encarnación deliberada? Pienso que en esta novela Cleo podría ser Wendy o a la inversa. Por mucho que lo intento no puedo disociar a Wendy de Cleo o al revés, a Cleo de Wendy. Son hermanas siamesas. Las dos parecen unidas por un cordón umbilical irrompible.

Cleo es poeta, Wendy también. Cleo es una escritora muy conocida fuera de Cuba, Wendy también. Cleo es una escritora ignorada por el establishment cubano, Wendy también. Cleo ha sido traducida a varios idiomas, Wendy también. Cleo es profundamente crítica de la política cultural cubana, Wendy también. Cleo siente y palpita bajo el cielo y el sol cubanos, Wendy también. Cleo jamás podría vivir fuera de Cuba, Wendy también. ¿A qué razones, si no políticas, podemos atribuir que Cleo fuese expulsada de su patria? Cleo y Wendy son almas gemelas. Una presta a la otra su manera de sentir y entender la vida.

Escrita en primera persona, con trama lineal, está dedicada a Gabo, su maestro, la narración  escurre poesía por todos sus costados, expresa la dualidad con que es percibida Cleo, aclaro, Wendy. Eterna sospechosa, Zoé en La mujer que llora solo le cambia de nombre (Yendi). Valdés afirma, que en París le dijo que Posar desnuda en La Habana se la debía a ella. Zoé piensa que Todos de van (Bruguera, 2006), otra novela de Wendy, fue un hurtó que le hizo. La acusa de infiel y otras tantas groserías. Las sombras lanzadas no llegaron alcanzarme, correntón que no enturbió la imagen que me había hecho de Wendy.

Las libertades que se toma la novelista para criticar la revolución, son tan importantes como las otras licencias que incorpora en Domingo de Revolución. Una hibridez encantadora, elegía en estado puro para la ciudad que ama. Un libro con mil puntas cruentas. Después de su último viaje, Cleo es impedida de entrar a Cuba. ¿Sobrevivirá a un exilio forzado? Difícil. No puede respirar otros aires. Cleo, ¿persona o personaje? Wendy- Cleo, adelanta: No pueden expulsarme de la isla que soy. Sin la luminosidad de La Habana sería un alma mutilada. Moriría de desamor. ¡Cuídense de irritar a los escritores!


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Guillermo Rothschuh Villanueva

Guillermo Rothschuh Villanueva

Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.

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