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¿Cómo sería una victoria en Ucrania?

La guerra parece estar estancada, pero Putin la ha convertido en una guerra de desgaste

Rusia avanza en Donetsk mientras Ucrania recupera terreno en Lugans

Soldados ucranianos viajan en un tanque militar blindado en una carretera a las afueras de Jersón, al sur de Ucrania. EFE | Confidencial

Joseph S. Nye, Jr.

11 de octubre 2024

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La victoria en la guerra a veces es fácil de definir. La Segunda Guerra Mundial terminó con las tropas aliadas en control de Berlín y Tokio, y con el liderazgo alemán y japonés derrotados. La Guerra de Vietnam, por otro lado, terminó en una clara derrota de Estados Unidos: Vietnam del Norte conquistó Vietnam del Sur a pesar de la pérdida inútil de 58 000 vidas norteamericanas. La Guerra de Corea a veces se considera un impasse porque nunca terminó formalmente.

Pero estas definiciones pueden ser engañosas. En Irak, Estados Unidos derrocó a Saddam Hussein, pero no encontró armas de destrucción masiva (la justificación de su despliegue) ni transformó al país en una democracia que funcione. Peor aún, algunos cínicos dirían que el verdadero ganador fue Irán, que se convirtió en la fuerza política más influyente en Irak.

Por otro lado, si bien la zona desmilitarizada sigue en pie en Corea, la mitad sur de la península ha evolucionado para convertirse en una democracia vibrante y próspera con un ingreso anual per cápita de 35 000 dólares, mientras que Corea del Norte es una dictadura peligrosa con un ingreso anual estimado per cápita de 1200 dólares y crisis alimentarias recurrentes. ¿Quién ganó la guerra en tablas?

Esto nos lleva a Ucrania, donde la definición de victoria depende de los objetivos de guerra y los horizontes temporales de los participantes. En 2014, Rusia invadió Ucrania con el pretexto de proteger a los oradores rusos en Crimea y partes de la región del este de Donbas. Ocho años después, Rusia intentó completar el proceso destruyendo a Ucrania como estado independiente. Como escribió el presidente ruso, Vladímir Putin, en 2021, él no consideraba a Ucrania una nación independiente sino parte del gran mundo ruso. Reunió tropas en la frontera con la intención de capturar Kiev en unos pocos días y reemplazar al gobierno ucraniano, en gran medida lo que había hecho la Unión Soviética en Budapest en 1956 y en Praga en 1968.


Fracasó. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, rechazó el consejo de huir del país y crear un gobierno en el exilio y, por el contrario, reunió a sus tropas, salvó la capital y desbarató el plan de Putin. Zelenski luego utilizó el poder blando de la atracción para ganar respaldo externo y aumentar el poder duro de la fuerza militar de Ucrania. El resultado de la invasión de Putin fue fortalecer la identidad nacional de Ucrania y a la OTAN, que ha agregado dos nuevos miembros, Finlandia y Suecia, que anteriormente habían tenido una política de larga data de neutralidad. A juzgar por los objetivos de guerra originales de Putin, Ucrania ya ha ganado.

El problema, por supuesto, es que las tropas rusas todavía controlan aproximadamente una quinta parte del territorio de Ucrania, y Putin ha revisado sus objetivos de guerra para exigir que Ucrania reconozca su anexión de cuatro provincias orientales (entre ellas algunas que las tropas rusas no controlan plenamente). La guerra parece estar estancada, pero Putin la ha convertido en una guerra de desgaste. Mientras las bajas rusas son cuantiosas, tal vez apuesta a que el tiempo esté de su lado, dada la mayor dimensión de la población y de la economía de Rusia. Algún día, la voluntad de Ucrania de luchar puede erosionarse, así como el apoyo occidental.

Según una encuesta reciente, el 26% de los ucranianos están abiertos a una solución diplomática, pero no están dispuestos a participar en falsas negociaciones con un Putin impenitente. Alrededor del 86% de los ucranianos cree que Rusia probablemente vuelva a atacar aun si se firma un tratado de paz. Aunque tanto Rusia como Ucrania han manifestado una voluntad de negociar, siguen muy distanciadas. El verano pasado, el primer ministro de Hungría y amigo del Kremlin, Viktor Orbán, fue a Moscú a intentar mediar, pero no logró que Putin cambiara de opinión. Por su parte, Donald Trump sigue diciendo que podría poner fin a la guerra en un día, pero cuesta ver cómo podría lograrlo si no fuera con una rendición ucraniana.

Recientemente, el presidente checo, Petr Pavel, un exgeneral de la OTAN que ha sido un fuerte defensor de Ucrania, declaró que “hablar de una derrota de Ucrania o de una derrota de Rusia, simplemente no sucederá. El fin estará en alguna parte en el medio”. Pavel advirtió que parte del territorio ucraniano permanecerá bajo ocupación rusa temporariamente y que “temporariamente” puede significar años. Si Ucrania define victoria como la devolución de toda la tierra que Rusia ha ocupado desde 2014, la victoria no está a la vista. Pero si apunta a mantener su independencia como una democracia vinculada a Europa, reservándose al mismo tiempo el derecho a la devolución definitiva de su territorio, la victoria sigue siendo posible.  

Pero esta victoria posible también significa que Putin no tiene que poder declarar su propia victoria. A Ucrania se le debe dar el respaldo que necesita para fortalecer su posición negociadora. Aun si Ucrania no puede alcanzar sus objetivos maximalistas en el corto plazo, la legitimidad de su posición estaría preservada en el largo plazo siempre que no se reconozcan los triunfos rusos.

Muchas veces se describe a esto como una solución coreana. Un armisticio y una zona desmilitarizada a lo largo de la línea de control estarían vigilados por fuerzas de paz internacionales, de modo que Rusia atraería a muchos otros países si reanudara su ataque. Aunque tal vez no sea posible lograr que 32 miembros de la OTAN acepten el ingreso formal de Ucrania en la alianza en este momento, un grupo de miembros de la OTAN que se autodefinan como “amigos de Ucrania” podría monitorear la zona y comprometerse a responder a cualquier acto nuevo de agresión rusa.

Finalmente, Ucrania también necesitaría ayuda para reconstruir su economía y su acceso a los mercados de la UE. Si bien una solución coreana no satisfaría los objetivos maximalistas de Ucrania en el corto plazo, ciertamente mecería que se la considerara una victoria ucraniana.

*Artículo publicado originalmente en Project Syndicate

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Joseph S. Nye, Jr.

Joseph S. Nye, Jr.

Geopolitólogo y profesor estadounidense. Profesor de la Universidad de Harvard y ex subsecretario de Defensa de Estados Unidos. Es cofundador de la teoría del neoliberalismo de las relaciones internacionales.

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