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Un Internet para tres clases sociales

La violación a la neutralidad supone una época oscura para el Internet de las oportunidades y para el desarrollo social de Nicaragua

5 de noviembre 2015

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Claro

La base de un Internet libre, en el que todos los paquetes de información son tratados con equidad y sin discriminación, está en peligro. En Nicaragua, este tipo de desarrollo nos ha llevado a un Internet de tres clases sociales, con el que los pobres tienen menos oportunidades. Y para empeorar las cosas, la población está cayendo ciegamente en las brillantes mentiras de la industria de las Telecomunicaciones.


Hace unas semanas, La Prensa y El Nuevo Diario - los dos periódicos impresos de mayor circulación - cedieron su portada al mayor proveedor de Internet, con un anuncio titulado “Nicaragua, más conectada que nunca”. La realidad es que no solamente somos la nación de Latinoamérica con la menor conectividad, sino que poseemos una de las conexiones de Internet más injustas del planeta: tenemos tres tipos de conexión que proveen oportunidades desiguales para la población.

Les explico por qué:

El primer grupo de usuarios es muy pequeño, una élite, y tiene una conexión permanente en su casa. Dependiendo de la fuente, los datos indican que éste representa entre el 3.4% (TELCOR) y el 15.5% (Internet World Stats) de la población. Estas personas usan todo tipo de servicios de Internet, sea por motivos laborales, para su propio entretenimiento o su crecimiento.

El segundo grupo es mucho más grande (y muy difícil de medir, estimo que sería un 30% de la población) y solamente tiene acceso parcial a Internet. Pueden conectarse en su centro de trabajo, ir a cibercafés por una o varias horas, o usar una red wifi en los parques centrales de las grandes urbes. Ellos usan esta herramienta para comunicarse o para desarrollar investigaciones específicas de su trabajo, universidad o escuela. Usar el Internet para beneficio propio representa consumir un producto bajo la presión del tiempo, ya que se conectan en espacios públicos o pagando en negocios.

Por último está el grupo más discriminado. Sus miembros hacen uso limitado de Internet; son a su vez los más pobres y con menor nivel educativo. Estas personas se conectan a una web "en pedazos", mediante “ofertas” o paquetes prepagados que permiten utilizar ciertos servicios como Facebook o WhatsApp, pagando tarifas básicas en sus teléfonos celulares.

Los ciudadanos de escasos recursos están lejos de ser usuarios soberanos de Internet, porque su interacción se limita a ciertos servicios y, por lo tanto, su comunicación está siempre controlada. La mayoría de los beneficios que el primer grupo obtiene, como la posibilidad de informarse libremente, la oportunidad de ser autodidactas y de tener un acceso justo y legítimo de la web, no podrían cumplirse usando sólo una fracción de la conexión.

El Internet como lo conocemos hoy se está vendiendo en piezas cuyas tarifas son diferenciadas. Este es un gran negocio para los proveedores de telecomunicaciones, pero también es una clara e innecesaria limitante para los consumidores y, como puede observarse en Nicaragua, está relacionada directamente con la riqueza y la disponibilidad de oportunidades.

En lugar de saltar al tren de las promesas falsas, como lo muestran los anuncios del diario La Prensa y El Nuevo Diario, nosotros, alrededor del mundo, debemos demandar los mismos principios que tenemos en nuestra vida cotidiana para el ámbito de la tecnología. La libertad de expresión y la equidad de oportunidades son elementos cruciales para las sociedades modernas. Definimos libertad por el derecho a la libre movilización, y esto también necesita ser garantizado para nuestras comunicaciones e informaciones.

Lea la versión original de este artículo, en inglés, visitando el blog del autor.

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Félix Delattre

Activista del software libre, desarrollador web independiente y consultor de estrategias de comunicación digitales.

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