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“Amigo, ¿qué país es este?”

El pasado se hizo presente de nuevo con una dictadura más en otro escenario, y de pretendido signo revolucionario, pero con las mañas de siempre

El pasado se hizo presente de nuevo con una dictadura más en otro escenario

Onofre Guevara López

8 de febrero 2022

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Ese es el título del libro de Heberto Incer, quien confiesa haberlo prestado de un verso de la comedia Noche de epifanía de William Shakespeare. El poeta utiliza esa pregunta retórica –dice Heberto—para reflejar las sorpresas que se llevan los personajes en un país desconocido donde sucede cosas increíbles. Y si en la historia de Nicaragua abundan los acontecimientos insólitos, como los aquí narrados, no es menos oportuno preguntar. Amigo, ¿qué país es este?

En el subtítulo del libro, Nicaragua: breve historia de dos siglos (XIX y XX) refiere que se trata del compendio de sus libros Historia de Nicaragua I y II. Historia retorcida adrede por los políticos tradicionales, la han mitificado, cuando, en realidad con sus acciones han carcomido la vida y la paz de los nicaragüenses desde los primeros días de la mítica independencia, con una indecencia que –con solo leerla— avergüenza después de dos siglos.


Heberto explica con sencillez y –sobre todo— con la verdad las ambiciones de quienes, más que como políticos, se han comportado como cerriles cazadores del dinero público, a costa de los ciudadanos, además de ser fundadores de una escuela de indignidad ante poderes extranjeros, que aún cuenta con fieles alumnos.

En el libro de Incer, esos políticos se ven tal cual, pese a que en los textos oficiales de historia se autoelogian, se nombraban “generales”, porque levantaban montoneras contra los “jefes de Estado” o “presidentes” con ejércitos cuyos soldados eran trabajadores de sus haciendas. Toda una tragicomedia de una pomposa república, cuando ni siquiera habían constituido un verdadero país.

Al pueblo trabajador durante años que ya son siglos, lo han mantenido en el analfabetismo (en aquella época llegaba al 99%) además descalzo, hambriento, y lo obligaban a matarse entre sí, por los intereses de los políticos-hacendados. Cierto que los políticos también se mataban entre ellos mismos, pero lo hacían para alcanzar poder, beneficios y privilegios para sus familias.

Ahí van dos malos ejemplos: el primer jefe de Estado de Nicaragua, Manuel Antonio de la Cerda, fue fusilado por orden de su vicejefe de Estado Juan Argüello (29 de noviembre de 1828), sin mediar más delito que diferir en cuanto a objetivos personales, a pesar de que, además de amigos, estaban emparentados. Nueve años después (25 de enero de 1837) le tocó su cuota de puñaladas al jefe de Estado José Zepeda, asesinado por conservadores que no le perdonaron su condición de liberal ni su amistad con Francisco Morazán.

Ese era su estilo de discrepar, matándose bajo falsas acusaciones o “por sospechas y cosas ciertas” cuando un político cometía el grave delito de aspirar al poder. Eso sí, los conservadores nunca dejaron de ser puritanos y fieles católicos.

II

Entre traiciones y fusilamientos los liberales trajeron a William Walker y sus filibusteros para que le resolviera su problema con los conservadores, pero de carambola, pues el estadounidense contratado por Francisco Castellón era Byron Cole, pero este –que no era militar— subcontrató a Walker.

Y se reinauguró la carnicería humana, los políticos actuaban más viendo quién mataba a quién, que pelear contra los filibusteros. Walker se les declaró “presidente” y, casi al final de su jornada antipatriótica, liberales y conservadores se unieron para salvar el pellejo, lo cual ocurrió con la ayuda de los países hermanos de Centroamérica que, por ser “hermanos”, también se mataban y se montaban conspiraciones a cada rato.

Pasado el peligro, pero no el caos, el liberal Francisco Castellón y el conservador Fruto Chamorro, encabezaron una enconada competición de decretos dictándose mutuas condenas de muerte. A Chamorro se le adelantó el Cólera Morbus y Castellón –cosa rara entonces— también murió en su cama.

III

Más asustados que escarmentados, y con ganas de seguir mandando, al deshacerse de Walker, formaron un gobierno de coalición con el dúo Tomás Martínez, presidente (conservador) y liberal Máximo Jerez, vicepresidente. Pronto renunció Jerez y Martínez gobernó con nueva Constitución, la que prohibía la reelección, pero la costumbre empezaba hacerse ley: Martínez se reeligió –superó la reacción liberal— e inauguró los treinta años conservadores (1857-1893).

Fue un período con paz de hacienda –alternándose en la presidencia los patronos del partido conservador— y hubo un relativo progreso, sin salirse de la producción agropecuaria. Lo que no tenía ningún progreso, era la estructura política ideológica de la herencia colonial.

Y volvieron las conspiraciones y traiciones, pero en esa ocasión con reformas liberales contra las tradiciones clericales-conservadoras.  Para aquel tiempo, esas reformas fueron dignas de encajarse el título de revolución liberal, encabezada por –otro “general”—: José Santos Zelaya, quien reinauguraría los juegos malditos de reelecciones más dictadura.

IV

La herencia colonial impuesta con la espada y la cruz españolas, fue relevada al comienzo del siglo xx con las armas y los préstamos usurarios del imperio estadounidense; y –otra vez— pérdida de la independencia política y la dignidad de los políticos; matanzas entre nicaragüenses; asesinatos de Sandino y su ejército campesino; otra dictadura por más de cuarenta años; y más asesinatos… entre los cuales el del propio dictador, Somoza García, engendro de la intervención armada estadounidense.

Y más muertos por nuevos motivos, la sangre siguió llegando al río, hasta que una luz de esperanza alumbró el horizonte: la revolución de 1979. Pero la sangre hacia el río no se detuvo hasta matar la esperanza a manos de los propios nicaragüenses: unos financiados por un gobierno estadounidense; los otros, defendiéndose con armas soviéticas.

El pasado se hizo presente de nuevo con una dictadura más en otro escenario, y de pretendido signo revolucionario, pero con las mañas de siempre: reelecciones; adversarios políticos tratados como enemigos; acusaciones de traición “a la patria”; cárceles y exilios. Todo, al mismo estilo de opresión y muerte trascendido desde los siglos XIX y XX… más durante los 22 años de este siglo XXI.

Lo nuevo que pudiera encontrarse en los viejos métodos de gobernar el país como hacienda familiar, es una guardia privada de dos cuerpos –Ejército y Policía— y una burocracia operando el Estado paras su beneficio; medios electrónicos para su propaganda; con un menú de “leyes” del día, y según el mal día del “chef”, para alimentar sus cárceles con opositores.

Total, una triste historia con hechos fúnebres e histéricos, con “utilidad” para quienes en el presente administran lo nefasto del pasado, alegando con descaro que sus represiones son para que no vuelva el pasado, cuando los nuevos actores solo han innovado y actualizado lo mismo de ayer y de anteayer: fusilamientos sin el disfraz “legal” como en el pasado en contra de centenares de ciudadanos, por alteración del “orden” público e “intentos de golpe de Estado”.

Sin faltar en el menú: enjuiciamientos ilegales sin defensa y condenas draconianas, con la finalidad de garantizarse el poder familiar y seguir abortando el futuro de los nicaragüenses.

Otras chanchaditas histéricas

Al margen de estas cuartillas

*Adolfo Díaz, “presidente” de Nicaragua por sus servicios en empresas estadounidenses, cuando el “general” Luis Mena le montó una “revolución”, “gobernó” desde la sede del ministro (embajador) yanqui…

*Durante anteriores apuros políticos Adolfo Díaz recibió la orden de sus patronos de pedir la presencia de sus cariñosos Marines (1912)

*Con un breve intervalo entre 1925-1926, los muchachos del Tío Sam se quedaron repartiendo sonrisas durante 21 años…

*En 2013, a un año de cumplirse el centenario del tratado canalero Chamorro-Bryan (1914), Daniel Ortega lo celebró firmando otro tratado canalero con Wang Jing…

*El ministro de exteriores Diego Manuel Chamorro del “presidente” Díaz, ofreció al Gobierno yanqui… la faja del Canal por la cantidad de tres millones de dólares (los que sirvieron de abono a la deuda de Nicaragua)…

*No se sabe por cuántos dólares Laureano Ortega le ofreció el territorio nacional a Wang Jing, a nombre de papá…

*Cuánto haya sido, lo importante es que Daniel no dejó pasar los cien años sin dejar de compartir con Adolfo Díaz y Emiliano Chamorro, el campeonato de venta de la misma patria…

*El campeonato "matauniversidades" que estaba en manos de Somoza García con apenas dos, lo perdió ante Daniel, pues su récord de siete universidades con un solo batazo, ya no lo perderá nunca…

*Quienes dicen estar siguiendo las huellas de Sandino, se perdieron en el camino y, como ya ni las buscan, se dispusieron a disfrutar de todo lo que encuentran a su paso…

*En los tiempos de Maracandaca el saqueo de casas y propiedades de los “enemigos” los gobernantes lo hacían con sus turbas armadas de palos y machetes…

*Ahora los saqueos contra los “enemigos” del Gobierno, los hacen con guardias uniformados y armas modernas…

*Como no podrá contarlo Miguel Mora, dueño de 100% Noticias, porque está encarcelado, llame usted a Carlos Fernando Chamorro a su exilio para que le diga cómo fueron los dos saqueos contra Confidencial…

*Y como tampoco puede decir nada el encarcelado Juan Lorenzo Holmann Chamorro, gerente de La Prensa, admita usted de una vez que no le dejadoron ni libertad de leer… ¡en el único país del mundo que no tiene ningún diario impreso!

Por lo menos ya no tendrá que andar preguntando…. Amigo, ¿qué país es este?

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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