13 de agosto 2021
Los nicaragüenses “José” y “Carol” tienen dos semanas con síntomas de covid-19. Ambos están atendiéndose en sus casas, con ayuda de un médico privado, porque cuando fueron al hospital de su Seguro Social, los enviaron de regreso con analgésicos y jarabe para la tos.
A ninguno de ellos les hicieron la prueba PCR para identificar el virus y tampoco les dijeron que podrían estar contagiados, a pesar de que para entonces tenían fiebre, tos, dolor de cabeza, dolor de garganta y dolor muscular.
Los médicos privados que han seguido sus síntomas, aseguran que podría tratarse de contagios detonados por las variantes de preocupación que ya circularían en el país. Sin embargo, el Ministerio de Salud (Minsa) no ha confirmado ni negado la presencia de las mismas, aunque incluso Costa Rica ya identificó casos en nicaragüenses contagiados que llegaron a ese país.
Los casos “Carol” y “José”, quienes son originarios de Managua, empeoraron dos o tres días después que aparecieron los primeros síntomas y entre los malestares incluyen, además, dolor de cabeza, vómito, secreción nasal y diarrea, que son característicos de la variante de preocupación delta, según informes médicos.
A diferencia de las otras tres variantes: alfa, beta y gamma; delta amenaza con convertirse en la más predominante y preocupa a la comunidad médica internacional porque es tres veces más contagiosa que el virus original. De Centroamérica, Nicaragua es el único país que no ha reportado la circulación de ninguna de estas variantes. Por eso, “Carol” y “José” no pueden confirmar su diagnóstico.
El diagnóstico de caso sospechoso
“Carol” decidió ir a pasar consulta al Hospital Salud Integral, donde es asegurada, tres días después que iniciaron los síntomas de la covid-19. Ese miércoles, 04 de agosto de 2021, le realizaron exámenes generales de orina, de biometría, de proteína C reactiva, pero le dijeron que todo estaba bien. Así que le recetaron unos analgésicos para bajar la fiebre y un jarabe para la tos. A ella ya le dolía el pecho, la espalda, tenía tos y cansancio.
“Para el día viernes los síntomas habían empeorado y ya no cedían con los medicamentos, así que por orientación de mi médico privado me presenté nuevamente al hospital al día siguiente”, cuenta.
El sábado, cuando ya tenía seis días presentando síntomas, le hicieron una placa de tórax y aunque le dijeron que estaba bien, decidieron tratarla como caso sospechoso de covid-19.
“Me pidieron mis datos y los de mi empleador, porque no te entregan ningún papel de subsidio ni nada que diga tu diagnóstico, y me mandaron a casa con tratamiento de ivermectina, colchicina, jarabe para la tos y analgésico”, explica.
Según le dijeron, los trabajadores del Seguro Social se comunicarían directamente con su empleador para arreglar “lo del reposo”, por eso le pidieron el número telefónico, el lugar de trabajo, el nombre del jefe o de la persona de recursos humanos y agregaron toda la información en una base de datos de Excel.
“Carol” se fue a casa con la recomendación de que si en los siguientes días empeoraba llamara a la línea de covid para recibir más indicaciones. A sus familiares también les dieron tratamiento profiláctico, aunque no han presentado síntomas.
“Mi saturación de oxígeno se ha mantenido entre 95 y 97. Eso sí, sigo la indicación de mi médico privado de estar acostada boca abajo ya que eso me ayuda a regular la saturación de oxígeno y me estoy nebulizando cada ocho horas”, explica.
Desgaste por la covid-19
Desde que “Carol” inició los síntomas ha perdido peso y ya no puede dormir bien, porque además de los malestares padece de insomnio. Han sido días muy cansados física y mentalmente, afirma.
“Los primeros siete días yo me sentía muy mal y no sabía ni que tenía, los dolores eran como dice uno popularmente "como si me pasara un camión encima" y cuando se van juntando más síntomas uno se empieza a sentirse más débil, perdés el apetito y lo poco que logras comer no se queda en el estómago”, describe.
Ella no está completamente segura de dónde pudo contagiarse. Piensa que quizás fue en la oficina donde trabaja porque la semana anterior a enfermarse, tuvo contacto con un compañero que tenía síntomas respiratorios y ya hay otras personas enfermas.
“Hasta donde manejo hay una persona más con síntomas respiratorios, pero en su hospital le dijeron que era un cuadro gripal, sé que iba a ir nuevamente este fin de semana porque los síntomas han empeorado”, señala.
Desde mayo de 2021, Nicaragua está viviendo un incremento de contagios y de muertes por covid-19. Que incluso, según las cifras del Minsa, muestra una tendencia a la alta, superior a la primera ola de 2020, pues entonces hubo un pico de infecciones exponencial y después la tendencia cayó.
“Cómo vivo con adultos mayores yo siempre he tenido cuidado, uso mascarilla, no me expongo a lugares -más que idas al súper, banco, lo necesario- y aún así me contagie. Lo que más me decepciona y enoja es ver que las personas no se cuidan y por ellos los que nos cuidamos enfermamos”, lamenta.
El caso de laringitis que terminó en covid-19
“José” sospechó de la covid-19 desde que iniciaron sus síntomas. Incluso, cuando fue al Hospital Monte España, de Managua, para que lo revisaran les preguntó a los médicos si podría tratarse de alguna variante, pues había leído que estas provocan diarrea y vómito, pero le dijeron que no.
“La atención fue muy superficial. Se concentraron en calmarme la temperatura alta. Incluso, yo llevé un examen que se me había realizado, donde era evidente que mis niveles estaban alterados y la respuesta de ellos fue: ‘tan normal, tenés ciertas cosas altas (no recuerdo médicamente qué), pero nada más”, cuenta.
Para entonces tenía dificultad para respirar, fiebre, dolor de garganta, tos y ardor en el pecho y llegó a expulsar flema con sangre. Sin embargo, el diagnóstico fue de laringitis y le recetaron amoxicilina y acetaminofén. Así que el joven, de 20 años, decidió atenderse con un médico privado.
“Yo tuve dos problemas con este caso y es que mi seguro médico no me cubrió ni me dio la atención suficiente, en las dos visitas que realicé solo me dijeron que tenía laringitis, pero el dolor muscular era insaciable, las fiebres eran altísimas y la congestión respiratoria se sentía inimaginable”, dice.
Cuando el médico privado lo comenzó a atender, le confirmó que por los síntomas el caso se trataba de covid-19 y desde hace varios días comenzó el tratamiento sugerido por este profesional y su situación ha mejorado.
Desde ese momento, “José” decidió aislarse completamente, pues teme contagiarlos. Según le dijo el doctor tiene fuertes sospechas que sea un brote por alguna variante, principalmente por los malestares estomacales. Él, al igual que “Carol”, no perdieron el olfato, y este es un síntoma que dejó de predominar en las variantes de la covid-19.
“Una de las preocupaciones muy significativas para mí, para mi médico, es que más del 30% de mi familia padece de enfermedades crónicas y casi la mayoría son mayores de 45-50 años”, lamenta.
Falta de diagnóstico afectó subsidio
Como en el Hospital de su Seguro Social no lo diagnosticaron como caso de covid-19 y “José” decidió atenderse de forma privada, las dos semanas que lleva de reposo para sobrellevar la enfermedad la tuvo que pagar con sus vacaciones.
“De parte del seguro no me dieron subsidio, pero como en mi trabajo contamos con atención médica me han estado dando seguimiento y todos estos días se me han deducido a cuenta de vacaciones”, explica.
“José”, quien tiene casi 15 días enfermo, piensa que pudo contagiarse de la covid-19 en su lugar de trabajo. Muchos de sus compañeros usan transporte colectivo, donde se carece de medidas de protección y distanciamiento, y tuvo conocimiento que ya hay otro caso en la empresa.
Aunque su salud mejoró con el tratamiento contra la covid-19, hace cinco días su médico estuvo considerando ponerle oxígeno; sin embargo, sus pulmones reaccionaron bien al tratamiento y ya no hubo necesidad. Tanto él como “Carol” tienen dificultades para hablar, pero de momento no requieren hospitalización.
Según el Ministerio de Salud (Minsa) en la última semana identificaron un promedio de 57 casos diarios de covid-19, el más alto reportado desde el 26 de mayo de 2020, cuando reconocieron el mayor pico de contagios: 69 por día. Sin embargo, las autoridades no han emitido ninguna alerta sanitaria a nivel nacional y en cambio se continúan realizado actividades que provocan aglomeraciones.