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Un bebé de 18 meses, la víctima más joven de la represión

Lucha todavía por su vida en un hospital de Matagalpa. Abuela critica manipulación del Gobierno: "Que se toquen el lado humano porque es un bebé"

Marcos Molina Velázquez, familiar del bebé, muestra el orificio que dejó la bala en la casa. Carlos Herrera | Confidencial

Wilfredo Miranda Aburto

17 de mayo 2018

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— ¡Chila, me tiraron. Me tiraron, Chila — gritó Marcos Molina Velázquez. 

— ¿Ahhhh? — apenas alcanzó a contestar Enecilia Mairena Casco. El hombre creía que lo habían impactado por los esquirlas que tenía sobre su cara. De inmediato notó que la camisa se le manchaba de sangre. Pero la sangre que corría no era suya. 


— No soy yo. ¡Fue al niño que le dieron! — gritó Marcos con desespero. El bebé de 18 meses de edad respiraba con exasperación por el orificio que la bala, que acababa de atravesar la pared de piedra cantera, le causó a la altura del mentón. 

Eran las cinco de la tarde de este martes 15 de mayo. El enfrentamiento entre antimotines de la Policía Nacional contra universitarios y ciudadanos de Matagalpa llevaba ya varias horas. Los oficiales replegaron a punta de balazos a los manifestantes hacia el barrio Francisco Moreno, donde está ubicada la casa de la abuela Enecilia Mairena. 

Uno de los disparos perforó una de las paredes de la pequeña casa de piedra cantera, que fue construida hace apenas unos meses. Marcos había llegado a la casa minutos antes a pedido de Enecilia. La abuela estaba sola en la vivienda con el bebé (iniciales WDGR) y otros cuatro niños pequeños. La mujer sentía que estaba desprotegida con tantos menores en la casa. Llamó a Marcos, quien es padrastro del niño que resultó herido.

Los menores estaban en el piso, acostados sobre una colchoneta color marrón con gris, para evitar que una balazo perdido los hiriera. Marcos ordenó a los niños mantenerse en ese lugar mientras trataban de proteger más la vivienda de los enfrentamientos. Por un lado iban piedras y por el otro venían balazos como respuesta. 

La balacera cesó por un momento. La abuela Enecilia decidió cambiarle el pañal al bebé, que en ese momento estaba dormido en la colchoneta. El niño se despertó cuando escuchó los movimientos de los adultos. Al ver a Marcos, salió caminando hacia él para que lo cargara. 

— Mire, se volvió a prender — le dijo Enecilia a Marcos—. Hay que tener cuidado con las balas. 

Marcos no alcanzó a contestar cuando de repente en la pared se escuchó “¡plá!”. 

La sangre. Las esquirlas. La respiración ahogada del bebé a través del orificio. 

Carlos Herrera | Confidencial

— Voy a llamar a una ambulancia — avisó Enecilia. 

— ¡No! Ya me voy para el hospital — respondió Marcos. 

El hombre salió de la casa corriendo con el niño entre brazos. Capeó piedras y balas por unos 120 metros. Bajó por la callejuela empinada del barrio que conduce a la carretera Matagalpa-Managua. En el trayecto vio cómo los antimotines arremetían contra los manifestantes. Pero poco reparaba en ello. La urgencia era el bebé. Lo puso boca abajo para que no se ahogara con la propia sangre. 

Logró llegar a la salida del barrio donde los antimotines tenían parte de su cuartel en Matagalpa. Su paso fue cortado cuando un oficial lo apuntó. 

— ¿Qué? ¿Me vas a matar a mí también si ya me mataste al niño? — le espetó Marcos al policía. Los oficiales lo dejaron seguir al ver la gravedad de la herida. Uno de los policías que usaba un caso de moto lo acuerpó. La foto de ese momento fue usada por los medios oficialistas para afirmar que un “grupo de supuestos ‘pacificistas’ dispararon a un menor de 1 año con un arma hechiza en Matagalpa”.

La foto usada por los medios oficiales para afirmar que la Policía ayudaba a Marcos Molina y al bebé. Cortesía | Confidencial

El bebé llegó al hospital regional de Matagalpa, Cesar Amador Molina, donde poco tiempo después fue ingresado de urgencia al quirófano. 

— Yo culpo a la policía. Ellos dispararon esa bala — nos dijo Marcos quince horas después que el bebé fue operado, y su condición era estable pero delicada. 

— ¿Por qué afirma que los policías dispararon — le preguntamos. 

— Porque la dirección del proyectil apunta que fue disparada desde abajo hacia arriba, donde están la casas. Los policías estaban abajo y la gente se corría hacia arriba. 

Otras las viviendas del barrio Francisco Moreno tienen perforaciones de balas, según constató CONFIDENCIAL. El orificio en la casa de la abuela Enecilia traspasó un biombo de madera, el bloque de piedra cantera, el mentón del bebé para terminar su fatal trayectoria en la tierna tráquea.  

La casa del bebé en el barrio Francisco Moreno en Matagalpa. En esta calle se dieron los enfrentamientos. Carlos Herrera | Confidencial

— Si esa bala ha venido directa, me lo mata al niño. Pero como pasó el bloque vino débil — afirmó la abuela Enecilia. Ya no podía sortear el llanto mientras hablaba. Sus frases terminaban con el nieto menor entubado en el hospital. 

Rechazan “manipulación” de Canal 4 

Lucia González, tía del bebé, durmió en el hospital de Matagalpa. En guardia por cualquier eventualidad que sucediera con el pequeño sobrino en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). En la mañana se “indignó" con la noticia que publicó Canal 4 sobre el caso de su sobrino. 

— Esperaba que no distorsionaran las cosas. Que se tocaran el lado humano porque es el primer bebé herido — apeló Lucía —. Aquí está claro, y hasta un ciego vería, que esa bala no puede ser de un arma hechiza. 

Los familiares no solo rechazan que Canal 4 haya culpado a los manifestantes de disparar la bala, sino de que aseguraran que era un “arma hechiza”. 

Marcos, el padrastro, dio por sentado que el proyectil es de fusil AK. Lo aseguró con propiedad porque fue parte de la guerrilla de la Contra en los ochenta. 

— Me especialicé en artillería. Vi proyectiles durante siete años de mi vida. Y sé que esta bala no es una bala hechiza, es una bala de AK — dijo Marcos mientras nos mostraba el orifico en la piedra cantera. Por el lado exterior una perforación fina. A lo interior, un orificio más grande con la superficie de la piedra detonada. Esas fueron las esquirlas que el hombre sintió. 

Pero la familia no tiene la bala. Pese a que los doctores se la extrajeron al niño, el director del hospital de Matagalpa, el doctor Henry Dávila, no quiso entregársela a los familiares. La tía Lucía y el padrastro Marco la solicitaron como prueba. 

— Para nosotros no es conveniente que la Policía agarre esa bala — le dijo Marcos al doctor Dávila. La conversación fue grabada por Lucía con su celular. 

— Las leyes establecen que esa bala debe ser entregada a la Policía— respondió el director del hospital. 

El video dura seis minutos. Con frases bíblicas y menciones al “rey de reyes”, Dávila instó a la familia a no seguir reclamando por el proyectil.

— ¿Usted está consiente que estamos en un momento que las leyes no existen en este país? — reclamó Lucía. Ni siquiera una foto de la bala permitió.

— Como cristiano se los digo: Más que estar pensando en las acusaciones, pídanle a Dios por ese niño — insistió el doctor Dávila.

La emergencia del hospital regional de Matagalpa, donde fue llevado el bebé. Carlos Herrera | Confidencial

La noche de este miércoles CONFIDENCIAL llamó al director del hospital de Matagalpa. El doctor Dávila contestó amablemente. El médico enmudeció cuando le mencionamos el caso de bebé WDGR y el recamo de los familiares por la bala. Insistimos. Y cortó para no responder más a nuestras llamadas. 

Más temprano este miércoles, a eso de las 11 once de la mañana, el comandante Daniel Ortega había llegado al diálogo nacional junto a su esposa Rosario Murillo en el seminario de Fátima, en Managua, a 138 kilómetros de distancia del hospital de Matagalpa. A esa hora el bebé ya estaba estable pero en “condición de que cualquier cosa lo puede desvanecer”, en palabras de su tía. 

Ortega se refirió al caso, pero se equivocó. Dijo que se trataba de una “niña”. “Anoche mismo en Matagalpa murió un muchacho y otros dos heridos, gravemente heridos. Uno de estos murió en la madrugada, o sea dos muertos ayer en Matagalpa, dos muertos, un herido grave, una niña de un año resultó con un balazo en el cuello, víctima de esa violencia irracional que ha explotado en nuestro país, de esa violencia diabólica que ha explotado en nuestro país”, dijo el mandatario, en referencia a los enfrentamientos que dejaron tres muertos en esa ciudad del norte.

— Es demasiado. Ya el corazón de uno no aguanta — clamó la abuela Enecilia mientras estaba a la expectativa del diálogo nacional—. Hay mucho dolor, mucha cosa. Dicen que fomentamos el odio, ¿cuál odio? Si el corazón de uno no tiene lugar para más. 

Los familiares del bebé abandonaron la casa porque los antimotines siguen en el barrio Francisco Moreno. Tienen miedo. El niño WDGR es por ahora el herido de gravedad más joven de la represión Ortega-Murillo: 18 meses de edad. En una fotografía reciente sonríe candorosamente. Sus cachetes rosados son lo más llamativo de su rostro. 


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Wilfredo Miranda Aburto

Wilfredo Miranda Aburto

Periodista. Destaca en cobertura a violaciones de derechos humanos: desplazamiento forzado, tráfico ilegal en territorios indígenas, medio ambiente, conflictos mineros y ejecuciones extrajudiciales. Premio Iberoamericano Rey de España 2018.

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