23 de diciembre 2020
Aquí no han recibido aplausos masivos. No han tenido reconocimientos públicos. Por el contrario, mientras las imágenes de homenajes y honores se viralizaban desde España e Italia, en los meses de marzo y abril, cuando los fallecidos por covid-19 eran miles cada día, en Nicaragua ellos tenían prohibido usar tapabocas u otros equipos de protección. Desde su búnker, en El Carmen, la orden de la pareja presidencial de Daniel Ortega y Rosario Murillo fue que no debían alarmar a la población. Meses más tarde, cuando en mayo y junio se dispararon los contagios y muertes por la pandemia en el país, una decena de ellos fueron despedidos el mismo día, por sumarse al llamado a una cuarentena nacional voluntaria y demandar equipos de protección para sus colegas en primera línea contra la pandemia.
“Los valientes médicos, enfermeras, socorristas de emergencias y otros profesionales de la Salud que trabajan en la primera línea de la lucha mundial contra la pandemia de coronavirus son héroes. Su incansable trabajo y sacrificio personal muestran lo mejor de la humanidad. Deben estar protegidos”, alertó desde finales de marzo el relator especial de la Organización de las Naciones Unidas sobre sustancias peligrosas, Baskut Tuncak. A diciembre de 2020, en Nicaragua, hay 111 médicos, personal de enfermería, de administración, laboratorio y logística que perdieron la vida, como héroes de primera línea contra la covid-19, y la mayoría permanece en el anonimato.
Entre los médicos hay jóvenes y veteranos, con diversas especialidades y decenas de años de estudio y experiencia, y ciudadanos con distintas preferencias políticas, que compartían una vocación de servicio, que merece ser honrada y respetada por la nación.
CONFIDENCIAL seleccionó a los héroes de la Salud como personaje 2020: un homenaje y reconocimiento a los médicos y personal que dieron la vida, a quienes expuestos al coronavirus, se contagiaron y lograron recuperarse, a quienes continúan en primera línea, quienes fueron despedidos y quienes persisten en el llamado a garantizar equipos de protección para sus colegas y exhortan a la población a atender las medidas de prevención para que la covid-19 no nos siga arrebatando a nuestros seres queridos.
Al frente para salvar vidas
Desde el Hospital España, de Chinandega, primer epicentro de la pandemia, donde más de treinta trabajadores de la Salud enfermaron de covid-19, un médico que solicita reservar su identidad confesó, en mayo, que él y sus colegas se sentían “temerosos” e “indefensos” ante la pandemia y que continuaban por “amor” a los pacientes y por su “vocación de servicio”. Siete meses después, el mismo doctor asegura que el temor persiste, pero continúan ejerciendo su labor, mientras han “ganado confianza” frente a pandemia.
“Ahora detectamos más rápidamente cuando se trata de un covid. Además, si el paciente viene en un cuadro moderado o si viene grave. Eso salva muchas vidas y nos ayuda a nosotros”, valora.
Entre los más de treinta sanitarios contagiados, hubo desde personal de limpieza hasta el director y subdirector del nosocomio.
Para el doctor, esta situación “fortaleció” al personal porque “vimos que éramos vulnerables y teníamos que cuidarnos unos a otros, para no ser los próximos enfermos”.
No bajar la guardia
“Josué” —un médico independiente de Boaco, que también pide omitir su nombre real— relata que, para evitar un contagio, solo atiende a pacientes con previa cita, y en la clínica, ubicada en su domicilio, se toman “constantemente” todas las medidas de protección y sanitización.
“En los últimos tres meses, han asistido a mi consulta unos diez pacientes con covid al mes, como promedio. Es un descenso drástico si lo comparo con los meses de máximo pico de la enfermedad, de mayo a agosto, que venían unos diez a la semana”, subraya el médico internista.
Pese a la baja de casos, destaca, en el consultorio “siempre procedemos con máxima cautela con los pacientes. Seguimos adoptando las medidas higiénicas y sanitarias, tal como si se tratase de los meses pico de la enfermedad”.
Sus conocimientos sobre la covid-19, afirma, los ha adquirido de forma independiente porque “ninguna institución o autoridad sanitaria estatal nos ha apoyado en este tema, nunca nos brindaron una capacitación, y mucho menos nos proveyeron de medios de protección”, reclama.
Equipos de protección
Al inicio de la pandemia, las mascarillas eran “mal vistas” y “criticadas” en los centros de salud y hospitales públicos, donde las autoridades exigían no usarlas para no atemorizar a los pacientes, en consonancia con la política gubernamental de “normalizar” la situación.
Sin embargo, hoy su uso se ha extendido entre el personal sanitario y las autoridades hospitalarias se encargan de proveerlas. “No hay mascarillas suficientes, pero por lo menos ahora hay, antes no nos dejaban ni traerlas por nuestra cuenta”, señala una doctora del Hospital Regional Doctor Ernesto Sequeira Blanco, de Bluefields, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur (RACCS).
“Los más seguro para protegerme es comprar las mascarillas con mi dinero, pero estoy consciente de que no todos los trabajadores del hospital pueden destinar un presupuesto diario para eso”, afirma la médica.
Hay condiciones, sin embargo, que no han cambiado pese a las lecciones que ha dejado la pandemia, pues indica que se mantiene la clasificación de los pacientes con problemas respiratorios, a quienes se les hace la prueba covid-19, pero los resultados se manejan como “indeterminados”, y los casos positivos, que son enviados a una sala especializada.
“El ‘área covid’ continúa funcionando, lo único es que ahora todo el personal que se trajo para que apoyaran, durante los meses duros de la pandemia, han vuelto a sus comunidades o a sus áreas regulares de trabajo”, explica.
“Solo ha quedado un personal mínimo para dar respuesta a la demanda que se tiene, que en estos momentos es baja”, estima. Pero la situación puede cambiar en los próximos meses.
No dejar huérfanos a los nicaragüenses
A nueve meses de registrarse el primer caso de covid-19 en Nicaragua, médicos que han batallado contra esta enfermedad desde la primera línea en hospitales públicos, privados y de forma independiente, advierten que la curva de contagios nuevamente está en ascenso.
“Definitivamente hay un rebrote, eso es innegable, nada más que por ahora estamos viendo la curva en ascenso”, afirma el infectólogo Carlos Quant, uno de los despedidos en junio por cuestionar la respuesta oficial a la covid.
Quant asegura que conoce informes de hospitales públicos y privados que revelan un “aumento en la frecuencia de las hospitalizaciones, menos médicos atendiendo a mayor cantidad de casos a nivel ambulatorio e información en cuanto a que las pruebas positivas en el Ministerio de Salud, que se han elevado siete veces”.
El epidemiólogo Leonel Argüello explica que, por ahora, la diferencia es que los contagios se están registrando principalmente entre jóvenes, a veces asintomáticos, y reclama que el Gobierno continúa dando poca información sobre el tratamiento y avance de la pandemia. “Es uno de los países con mayor subregistro en el mundo”, denuncia.
A su juicio, el Gobierno “en ningún momento ha querido dar la magnitud del problema”, y lamenta que esa actitud afecta las opciones para combatir la pandemia, porque “vos no podés enfrentar el problema si lo minimizás”.
La doctora Magda Alonso, quien perdió a su padre Adán y a su tío Máximo por la covid-19 que contrajeron atendiendo pacientes, coincide en que “cada vez hay más casos” de covid y las consultas en línea son más constantes en zonas como Managua, León y Masaya, tres de los departamentos más poblados de Nicaragua.
El doctor Quant reclama que la falta de liderazgo gubernamental deja como consecuencia que “la gente piense que quizás la epidemia se ha controlado, que ya estamos un poco mejor, porque comenzaron a ver que no había mucha gente enferma”, pero alerta que con las festividades de diciembre sin ninguna restricción, posiblemente la situación empeore a inicios de 2021.
Argüello recomienda que, si se quiere controlar la pandemia, se deben empezar “las pruebas necesarias”, y asegura que aunque “la vacuna es una herramienta muy importante de control”, se requieren de otras medidas para “prevenir” la propagación, recordando la necesidad del distanciamiento social, el cese de actividades que propicien aglomeraciones, el lavado de manos y no tocarse boca, ojos y nariz. Ese es el llamado en el que insisten los héroes de la Salud.
(Con la colaboración de Juan Carlos Bow, Ana Lucía Cruz y Arlen Cerda)