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Carlos Tünnermann: “Que me recuerden como un ciudadano es lo más honroso”

El académico impulsó la autonomía universitaria y fue artífice de la alfabetización. Estas fueron sus reflexiones en 2018, en un perfil de CONFIDENCIAL

El doctor Carlos Tünnermann posa en el estudio de su vivienda en Managua. Foto: Confidencial / Archivo

Wilfredo Miranda Aburto

28 de marzo 2024

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Cuando las campanadas de la catedral de León marcaban las doce en punto, iniciaba la cátedra del profesor Carlos Tünnermann Bernheim (q. e. p. d.), que tenía el raro nombre Prolegómenos.

La primera vez que el alumno Sergio Ramírez vio al profesor Tünnermann en junio de 1959 se impresionó. La facultad de Derecho en ese entonces se ubicaba en los altos del restaurante el Sesteo, en el Palacio Municipal, y se subía a las aulas por una escalera vecina al cuerpo de bomberos, narra el alumno que luego se convirtió en un magistral escritor.


El profesor que se apareció no fue un abogado cascarrabias y petulante, vestido de riguroso casimir como para un entierro, como esperaba el joven Ramírez, sino “fue Carlos, un muchacho que aún permanecía soltero”, y que para ese entonces era uno de los artífices de que la universidad gozara de autonomía.

Tünnermann era uno de los profesores más queridos. A pesar de su ajetreado cargo como secretario general de Universidad Nacional del Nicaragua a tan corta edad, y mano derecha del rector Mariano Fiallos Gil, sacaba tiempo para impartir esa clase.

La alumna Vilma Núñez recuerda otro ardiente mediodía de clases cuando el joven docente se presentó con un traje impecablemente blanco. “Su forma de ser era muy formal, pero no inspiraba distancia. Siempre estaba dispuesto a dialogar, y a pesar del calor, no recuerdo que nadie se quedara dormido en su clase”, rememora la presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).

Antes de que Tünnermann tuviera esta faceta de profesor, había sido un alumno destacado en la facultad (1951-57), que vislumbró que la universidad no podría seguir siendo un apéndice del Ministerio de Educación para siempre. Su ambición por la autonomía lo llevó a contribuir no solo con esta, sino a modernizar la institución y en su proceso enfrentarse directamente a la dictadura somocista.

Un joven revoltoso que oye música clásica

En la pieza esquinera del antiguo hotel Esfinge, donde alguna vez se alojó el hábil envenenador Oliverio Castañeda, vivió por unos años el joven revoltoso que habría de cambiar el panorama universitario.

Ese joven era Carlos Tünnermann Bernheim, amante de la literatura, disciplinado en sus deberes y de pulcro vestir, que hoy, sentado en el estudio de su casa de Managua con música clásica de fondo, recuerda esos días con especial fervor.

Como el día que desde la habitación esquinera vio pasar un desfile encabezado por un ministro somocista, el ingeniero Andrés García, con unas mantas que decían Campaña Nacional de Alfabetización. “Esa campaña no va a resultar porque a Somoza no le va interesar”, dijo el hombre que sería, a la larga, el principal impulsor de la campaña de alfabetización, tras la caída del último miembro de la estirpe somocista.

Al joven Tünnermann no le agradaba la supeditación universitaria al ministro de la época. Tampoco le parecía que la universidad estuviera tan atrasada respecto a textos y bibliografías. Junto con sus jóvenes colegas y amigos formó el Círculo de Estudio Jurídico y Social, un clan que se propuso modernizar la Universidad Nacional de Nicaragua, sin saber las repercusiones que su iniciativa tendría.

El doctor Tünnermann, como es llamado por todos, nota que la música clásica en su estudio impide que su didáctica voz penetre intacta la grabadora. La apaga y prosigue el relato: “Creamos el movimiento de renovación, pero me dije, todo esto no va a ser posible si esta universidad sigue dependiendo del Ministerio”.

El doctor Carlos Tünnermann llega a un actividad de la Alianza Cívica y la UNAB, en diciembre de 2019. Foto: Confidencial/Archivo

“Comencé a leer cómo eran las situaciones de las otras universidades, y afortunadamente cayó en mis manos un libro un estudio comparado de toda la legislación universitaria latinoamericana, y con base en este libro preparé en unas vacaciones un anteproyecto de ley para que le concedieran autonomía”, sostiene el abogado.

Sería hasta 1955 cuando la campaña por la autonomía arreciara, tras publicaciones en los periódicos, huelgas —la del medallón, por ejemplo, cuando una llamada del periodista Juan Ramón Avilés a su sobrino Tünnermann, motivó un editorial que obligó al propio Somoza García ir a arrancar del paraninfo de la universidad un medallón con leyendas del régimen— y protestas en las que siempre, según las fotos, podemos ver al joven revoltoso al que le gustaba oír música clásica.

Carlos Tünnermann, un estudiante destacado

Carlos Tünnermann Bernheim nació el 10 de mayo de 1933 en Managua. Algo destacable de su niñez, es que antes de que ingresara a los estudios formales de primaria ya sabía leer y escribir.

Su madre, la profesora Lydia Bernheim, quien le enseñó sus primeras letras, también enviaba al pequeño Carlos junto con su hermano Guillermo a la escuelita de las niñas Salvatierra, cinco hermanas solteronas que se dedicaban a la educación.

Los hermanos Tünnermann Bernheim se formaron en el Instituto Pedagógico de Varones de Managua, de los hermanos cristianos de La Salle. Su padre, el compositor Carlos Tünnermann López, impartía clases de piano en la secundaria del mismo centro educativo.

Tünnermann dice guardar el recuerdo de su padre tocando piano. “Él compuso tangos, Foxtrot, One-step, que era la música de los años veinte, treinta”, afirma el académico. No es de extrañar, entonces, que todas las mañanas ponga esta música para relajarse, confía Luz Marina, su secretaria personal.

La secundaria no fue diferente para Tünnermann. Destacó en los concursos literarios, y formó otro clan bautizado la Academia Literaria. “Los miércoles, en las últimas horas de clase, teníamos conferencias que dictábamos nosotros mismos, e invitábamos a distinguidos intelectuales que nos dieran conferencias”, agrega.

La vocación periodística fue otro rasgo desarrollado por Tünnermann. En el Pedagógico existía un semanario llamado La Salle (del que fue director), y en él, el adolescente plasmó su temprano interés por la educación. Su primer editorial lo tituló La Educación, cuya tesis consistía en que la educación es una obra conjunta de los padres de familia y maestros.

Desde la primera vez que entrevisté al doctor Tünnermann, constaté que tiene alma de archivero. Es impresionante ver cómo en su biblioteca guarda todo tipo de documentos, como el semanario estudiantil y recortes de periódicos, todos ordenados en un orden que solo él parece entender.

“También publicaba en La Salle mis cositas literarias”, deja entrever Tünnermann, mientras consulta otro tomo del semanario estudiantil y, para su sorpresa, encuentra un match poético entre él y su amigo Edmundo Porras.

Escribe Porras: Enciclopedia ambulante/ flaco, dientón y filoso/ese tu cuerpo horroroso no hay persona que no espante. Tünnermann ríe. “Para que vean que no todo era seriedad”, añade.

Joven abogado debuta en un consejo de guerra

Tras el asesinato de Somoza García en 1956, a manos de Rigoberto López Pérez, Carlos Tünnermann Bernheim decidió defender en consejo de guerra a su compañero de aula, Tomás Borge Martínez, acusado de haber encubierto el magnicidio. Fue su debut como abogado.

Las riendas del poder las había tomado Luis Somoza Debayle, y tras la sucesión estaba urgido por proyectar una imagen de cambio en el país, de democracia. En 1957 decide abrir paso a la tan ansiada autonomía y nombra como rector de la universidad al profesor Mariano Fiallos Gil, opositor al régimen.

El dictador se comprometió a acatar las condiciones impuestas por Fiallos Gil para aceptar el puesto. Dejó que el rector nombrara él mismo a sus colaboradores más cercanos, y en el plazo de un año se comprometía a aprobar la autonomía.

Sin embargo, el nombramiento de Tünnermann molestó a Somoza. Dentro del círculo del poder cuestionaban el nombramiento del joven abogado, con los antecedentes de muchacho revoltoso que andaba pidiendo autonomía, y que acababa de participar en un consejo de guerra.

Pese a eso, Tünnermann fue nombrado secretario general a sus 24 años. Un año después, el 27 de marzo de 1958, a fuerza de decreto, Luis Somoza cumplió y aprobó la ansiada autonomía.

“Empezamos a trabajar con la Ley Orgánica de Autonomía, que fue basada en el documento que escribí en las vacaciones, solo que con algunos cambios de forma. Desempolvamos la universidad para que entrara aire fresco (…) Como Luis Somoza quería vincular su nombre a la autonomía, cuando don Mariano le lleva el proyecto de ley le dice: ‘acá le dejo el proyecto’; Somoza responde, ‘no don Mariano, no le voy cambiar ni una coma; tan pronto recese el Congreso yo lo apruebo’”, relata Tünnermann.

La carrera de Tünnermann iba en ascenso. Para esta época los alumnos Sergio Ramírez y Vilma Núñez conocieron al joven maestro que pronto habría de casarse.

¡Ancla firme y definitiva!

Un amorío entre primos se formalizó en 1959. El casamiento entre Carlos Tünnermann y Rosa Carlota Bernheim, escandalizó a la madre del novio por el parentesco familiar.

No era novedad el amor entre ellos. El propio Tünnermann recuerda con picardía que inició cuando de joven pasaba las vacaciones de verano en la finca El Pescado, ubicada en las Sierritas de Managua, propiedad de sus tíos, padres de su amada Rosa Carlota.

“Nos juntábamos los primos y las primas, y recuerdo que había leído varias antologías de cuentos fantásticos, empezando por la Antología del Cuento Fantástico de Borges (Bioy) Ocampo, y por las noches contaba los cuentos. Mi prima Rosa Carlota se me acurrucaba por el temor… y yo le agarraba la manito, y así comenzó la cuestión”, cuenta el esposo con una gran sonrisa.

Doña Lydia Bernheim se atormentaba con las idas de su hijo Carlos a El Pescado. “Te volvieron a invitar al Pescado; vas a ir, pero no me estés enamorando a la Rosita, que no le va a gustar a la Carlota”, sentenciaba la madre.

Los consejos, sin embargo, fueron echados en saco roto. Llegó el primer beso y Tünnermann lo inmortalizó en un poema:

En el filo mismo de las sierras,
cogidos de las manos
-muda la boca, encendidos los ojos-
tuyo fue mi primer beso
y mío el primer desborde
de tu corazón de niña.

Antes de que la unión se consumara, Tünnermann fue nombrado primer secretario general del Consejo Superior Universitario de Centroamérica (CSUCA). Pasó un año más en Nicaragua, pero luego tuvo que mudarse a Costa Rica a la sede del organismo.

Allá nacieron los primeros tres de sus siete hijos. Acababa de ser reelecto en el cargo cuando le anunciaron la muerte de su mentor, Mariano Fiallos Gil. Tünnermann regresó a Nicaragua y se encontró con la sorpresa que era uno de los favoritos para ocupar la rectoría de la universidad. Aunque no lo podría creer porque en los 160 años de historia que tenía la universidad de León en esa fecha, todos los rectores habían sido leoneses.

Tras una abultada votación, en la que compitieron Tünnermann y el doctor Edgardo Buitrago, el de Managua fue electo. Estuvo en la rectoría por diez años (1964-74). Impulsó transcendentales cambios como la construcción de recintos, edificios y consiguió el terreno donde su sucesor construiría el campus de Medicina. Encabezó la investigación que dio con las ruinas de León Viejo, a medida que gestionaba ante Somoza la libertad de estudiantes presos tildados de terroristas por unirse a la guerrilla sandinista.

Carlos Tünnermann Bernheim en la inauguración del edificio de Derecho de la UNAN. Foto: Cortesía.

Tres días después de terminar su período, Tünnermann salió de Nicaragua con toda su familia, azuzado por una orden de Somoza: “Cuando Tünnermann deje la rectoría, yo le paso la factura”.

El exrector había ganado una beca Guggenheim, que le permitió en un año escribir un libro sobre la historia de la universidad en América Latina. El académico habría de regresar otra vez a Nicaragua la tarde del 5 de julio de 1978.

Un académico en el grupo de Los Doce

Estaba en Colombia Carlos Tünnermann Bernheim trabajando para la Unesco cuando su antiguo alumno Sergio Ramírez llegó a hablarle del proyecto revolucionario que pronto triunfaría en Nicaragua.

“La Junta de Gobierno que se constituye en el exilio me nombra ministro de Educación. De inmediato comienzo a trabajar con Miguel De Castilla el plan para la alfabetización. La idea fue organizar un ejército popular para educar. Sustituir los rifles por los libros y los lápices; abramos una nueva guerra: la guerra contra el analfabetismo”, afirma el exministro.

Tünnermann nombra a Fernando Cardenal como responsable de la Cruzada Nacional de Alfabetización, que significó que la tasa de analfabetismo bajara del 50.3% al 12.9% en Nicaragua. Bajo el ministerio del exrector también se construyeron 1400 escuelas y 41 Institutos de secundaria. Consiguió además que la educación de prescolar se incorporara al sistema educativo.

Modestamente Tünnermann en su estudio me brinda su currículo para no perderme en las fechas y cargos. Pero la realidad es que su hoja de vida es interminable y no alcanzaría detallarla en esta semblanza.

A ese currículo hay que agregarle que fue embajador en Washington de 1984 a 1988. “Mi principal misión como embajador era gestionar para que no se aprobaran más recursos para la Contra, y eso fue lo que hizo, al Gobierno de Reagan le rechazaron dos veces el financiamiento, entonces Reagan se metió en el escándalo Irán-Contra”, sostiene Tünnermann.

Carlos Tünnermann, segundo de derecha a izquierda, con el llamado “grupo de los 12”. Foto: Cortesía.

Un revolucionario deja el FSLN

Cuando Carlos Tünnermann Bernheim regresa como diplomático expulsado de Washington, ya había sido elegido diputado en Nicaragua.

“Me incorporé un año… pero luego vino mi decepción. Lo que fueron las leyes de la piñata con las cuales yo estuve en total desacuerdo. En el año que estuve como diputado intervine en la Ley 89 para que se aprobara el 6% para las universidades, que no estaba en el proyecto enviado por el Ejecutivo. Y que se incorporara a la UPOLI porque la revolución la había reducido a instituto técnico superior”, asegura el exembajador.

Tünnermann renunció públicamente a la militancia del FSLN porque vio que en ese partido no existía la intención de democratizarlo. Desde ese entonces, el intelectual no ha estado ligado orgánicamente a ningún partido político.

El académico se ha dedicado a trabajar con la sociedad civil organizada, en organizaciones como Ética y Transparencia, el Movimiento por Nicaragua y la Unión Ciudadana por la Democracia.

Hoy representa una voz crítica ante el proyecto autoritario impulsado por Daniel Ortega. Siempre está dispuesto a atender consultas de los periodistas y encabezar marchas. Todavía tiene deseos de seguir abogando por la democracia en el país. Y confiesa: “Mi gran ambición es que, si algún día se me quiere recordar, es que me recuerden como un ciudadano. Nada más. Como un ciudadano que trató de cumplir con lo que representa ser ciudadano. Es lo más honroso”.


*Este perfil fue publicado originalmente en la revista Niú, el 22 de mayo de 2018, con el título “Carlos Tünnermann Bernheim: ‘Que me recuerden como un ciudadano’”.

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Wilfredo Miranda Aburto

Wilfredo Miranda Aburto

Periodista. Destaca en cobertura a violaciones de derechos humanos: desplazamiento forzado, tráfico ilegal en territorios indígenas, medio ambiente, conflictos mineros y ejecuciones extrajudiciales. Premio Iberoamericano Rey de España 2018.

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