27 de marzo 2022
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El obispo auxiliar de Managua, Silvo José Báez, solicitó a los nicaragüenses que ofrezcan “comprensión, apoyo y perdón” al exembajador de Nicaragua en la Organización de Estados Americanos (OEA), Artuto McFields Yescas, quien el miércoles pasado rompió abruptamente su relación el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
El exdiplomático llamó, en una sesión del Consejo Permanente de la OEA, “dictadura” al Gobierno orteguista y aseguró que hablaba por los “177 presos políticos y las más de 350 muertos” que dejó la represión del régimen contra la protestas cívicas de 2018.
“A veces somos muy duros con quienes, después de vivir equivocadamente, deciden encauzar su vida por las sendas del bien y de la justicia. No logramos perdonar”, dijo Báez en su homilía de este domingo 27 de marzo.
“Cuando alguien se arrepiente y decide cambiar, hay que apoyarlo con afecto. Cuando alguien que se ha equivocado, reconoce sus pecados y rectifica, siempre se siente avergonzado y necesita de nuestra cercanía y de nuestra comprensión. No nos quedemos indiferentes ante estos hermanos, ni seamos rígidos de corazón pensando que hay personas que no son dignas de recibir el abrazo y el perdón de Dios”, subrayó el obispo quien se encuentra exiliado en Miami, Estados Unidos, por decisión del papa Francisco.
Salen de la “cárcel ideológica”
“En nuestra sociedad puede haber personas que, por el motivo que sea, han colaborado con el sistema injusto dominante, pero que un día recapacitan y deciden cambiar. No es fácil para ellos. Tienen miedo de las represalias del régimen y de la incomprensión de la sociedad”, comentó el prelado.
En una amplia entrevista con el programa televisivo Esta Noche, el periodista y diplomático defendió su condición de servidor público, y dirigiéndose a los trabajadores del Estado dijo: “Yo soy la prueba de que hay muchos más, no pierdan la esperanza, pierdan el miedo”.
El Gobierno removió a McFields de su cargo como representante ante la OEA y desarrolló una campaña sucia en su contra, incluyendo borrar los registros sobre su nombramiento como embajador ante el organismo regional.
“Hay que valorar su decisión. Deciden salir de la cárcel ideológica en la que han vivido, se liberan de la humillación a la que han sido sometidos, denuncian la injusticia y se colocan en el lado correcto de la historia”, resaltó Báez.
Agregó: “Apoyemos a estos hermanos y hermanas. No preguntemos: ¿por qué no lo hizo antes?, ¿será sincero?, ¿merece que lo acojamos? No nos detengamos en los errores pasados de los otros, no sigamos apuntando con el dedo en lo malo que han hecho. Sintonicemos con el corazón de Dios y ofrezcamos a estas personas comprensión, apoyo y perdón”.
“Si no queremos quedarnos fuera del corazón de Dios, tenemos que aprender también nosotros a alegrarnos y a hacer fiesta por quienes, después de ser tocados por el amor de Dios y recapacitar, cambian de rumbo en la vida y vuelven, rectifican y orientan de nuevo su existencia hacia el amor, la vida y la verdad”, destacó el monseñor.
Álvarez: “Llamados a luchar”
En su homilía, el obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez, comentó que “la cruz que hoy carga Nicaragua está gestando, en sí misma, la redención”.
“Es aquí donde descubrimos que somos una sociedad, una familia o simplemente personas llamadas a luchar, a pesar de las múltiples fragilidades, limitaciones y pecados. Luchar desde nuestro interior y con todas nuestras fuerzas”, dijo el obispo.
“Cuando en el país hay quienes albergan violencia y furia en su interior, cuando en una sociedad, en un pueblo, en una institución de servicio se está plagada de tráfico de influencias, cuando la balanza que pesa lo poco que se puede comprar esta mal calibrada, cuando hay injusticia en el cumplimiento del acuerdo laboral, Dios está mirando a ambos lados”, subrayó.
“Esa espera de confianza para unos, y de conversión para otros, es la serena y gozosa esperanza y alegría que viene de Cristo”, añadió.
Horas después de su homilía, el obispo Álvarez denunció en las redes sociales que fue “seguido e interceptado de manera brusca, arbitraria y con lujo de prepotencia” por cuatro agentes policiales, en el municipio de San Benito, al norte de Managua.
