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“Fue una emoción tremenda… y terrible”: Así vivieron los familiares la excarcelación de los presos políticos

Una madre, una hija, y una hermana relatan desde el exilio en Costa Rica cómo vivieron la excarcelación y el destierro en Estados Unidos

Nicaragüenses esperan la llegada de los excarcelados políticos en el aeropuerto de Dulles, Virginia. Foto: EFE /Octavio Guzmán

Iván Olivares

21 de febrero 2023

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La angustia que sufrieron Dulce María Porras, Andrea Margarita del Carmen y Silvia Nadine Gutiérrez al enterarse de la captura del hermano, el hijo y la madre respectivamente, se transformó en un mar de emociones cuando oyeron decir que había un avión rumbo a Estados Unidos, con varios cientos de presos políticos. ¿Era cierto aquello?, y de ser cierto ¿iba su familiar ahí?

La noche del 8 de febrero, se empezó a vislumbrar la noticia de que estaban moviendo a los presos políticos, en especial, cuando llegaron a sacar de sus hogares a los que tenían casa por cárcel. La mañana del día nueve, las redes sociales comenzaron a transmitir miles de mensajes en los que familiares, periodistas, opositores, y nicaragüenses en general, indagaban si era cierto que los habían hecho abordar un avión para sacarlos del país.


“Yo supe desde la noche anterior que había movimientos en las cárceles. Algunos decían que iban libres. Otros, que solo los iban a trasladar. Esa noche me dormí a las dos de la mañana, pero no pude dormir mucho, porque a las seis de la mañana, me llamó una amiga para decirme que los estaban montando en un avión”, relata Andrea Margarita.

Otra familiar que estuvo recibiendo noticias tempranas fue Dulce María, quien narró a CONFIDENCIAL que se enteró en la madrugada que los estaban trasladando para otro país, pero no sabía hacia dónde, “hasta que salió un escueto mensaje del Departamento de Estado de Estados Unidos, y eso nos alegró, nos moralizó, pero después llegó la angustia, porque no sabíamos quiénes estaban en esa bendita lista”.

Lo siguiente fue pedir a todos sus contactos que le ayudaran a “buscar la famosa lista, a ver quién me la enviaba primero, y me llegó como cien veces. Fue una emoción tremenda ver que salía mi hermano, que es alguien a quien yo adoro. Salían mis amigas. Salían mis amigos, los hijos de mis amigos… ¡estaban saliendo en libertad! Fue una emoción terrible. Prácticamente no comimos ese día”, rememora.

Andrea Margarita tampoco comió. Después de una jornada frenética de intercambio de mensajes en los que se celebraba la excarcelación de “la familia naranja”, en referencia a los integrantes del partido político Unamos. “Mucha gente a la que quiero mucho iba en ese avión. Fue tanta la emoción, que no me acordé de comer”, recordó después.

Fue el mismo carrusel de emociones que vivió Silvia Nadine, que recuerda la incertidumbre vivida, porque “sabíamos que algo estaba pasando, pero no sabíamos qué, y eso genera estrés, tensión. Esa noche no dormí bien, porque se decía que los habían sacado de sus celdas, sin saber adónde los estaban trasladando”.

Al despertar a la mañana siguiente, se enteró que había un vuelo rumbo a Estados Unidos con 222 presos políticos, “y sentí nuevamente que la vida me volvía. Fue una enorme alegría. Lloré”. Cuando le confirmaron que el vuelo existe, se dijo a sí misma: “Ahí va mi mama. Yo estoy segura que sí. No es posible que no esté”, aunque no podía saber si era así o no.

Igual que el resto de familiares de presos políticos, ella también se sumergió en un frenético intercambio de mensajes y llamadas. En su caso, con sus hermanas, en especial con la que vive en Estados Unidos, para que fuera a recibirla.

“¡Fue una alegría increíble!”, reitera.

Inocentes y presos

Si el sufrimiento de Andrea Margarita y Dulce María comenzó a mediados de septiembre de 2022, el de Silvia Nadine es más antiguo, siendo que su madre, Evelin Pinto, había sido secuestrada la noche del 6 de noviembre de 2021. Recibir la noticia por boca de su padre “fue muy duro. Sentí que el mundo se me venía encima, porque jamás lo pensamos. Fue muy fuerte pensar que tal vez la llevaban a El Chipote, sabiendo que es una cárcel de tortura; no saber si la habían golpeado; qué le habían dicho, cómo la estaban tratando, dónde estaba”.

Suma a eso el “hecho traumático” de ser víctima de un operativo que incluía una veintena de agentes. Después, pudieron confirmar que la habían llevado al Distrito 3 de la Policía, pese a que la entidad misma no les decía nada. Al final, estuvo en ese lugar durante 45 días, sin poder comunicarse con su abogada, y sin poder recibir noticias de nadie de la familia.

Andrea Margarita recuerda que una noche de septiembre de 2022, su hijo Gabriel la llamó, y le dijo que había hombres entrando a la casa, y cortó la llamada. Poco después comenzaron a llegarle mensajes diciendo, “hola, Margarita mamá”. Después supo por otros familiares, que su hijo estaba en El Chipote.

“Tener un hijo detenido es una de las cosas más dolorosas que puede sufrir una madre, más cuando sabés que él no estaba involucrado en nada y solo se dedicaba a trabajar”, refiere.

Esa descripción se parece mucho a la que hace Dulce María, de su hermano Freddy Martín, también secuestrado por el régimen. “En principio, yo no creí que se lo llevaran preso, porque no tiene protagonismo político. Sí le duele ver lo que pasó conmigo y con uno de nuestros hermanos, así que él no podría estar contento con ese Gobierno, sin embargo, él solo se dedicaba a su familia y a su trabajo”.

Para su sorpresa, recibió una llamada a mediados de septiembre, en la que le describen un operativo “como que iban a capturar al chapo Guzmán: se tiraron por encima del muro; hicieron barbaridades; fue una captura bien violenta para él, para sus niñas, para su esposa. Lógicamente en la familia nos escapamos de morir, porque nunca esperamos que lo capturaran a él, y lo mantuvieran preso hasta ahorita que los desterraron a todos”.

“No voy a llorar. No voy a llorar. Lloré”

Después que su hermano y los otros 221 desterrados aterrizaron en Washington, Dulce María logró hablar con su hermano horas mas tarde. Mientras esperaba que se estableciera la comunicación, se prometió a sí misma que sería fuerte. Que no iba a llorar al ver a su hermano, pero cuando dio inicio a la videollamada, “desde que él me vio soltó el llanto. Para mí fue súper emocionante, fue increíble volver a ver a salvo a mi hermano”, comparte.

Lo siguiente fue que casi no hablaron, porque él se tapó la boca y rompió a llorar. Ambos se tiraban besos. Para su sorpresa, había conocidos de ella en el hotel, y lo consolaban. Hasta pasadas 48 horas pudo chatear con él, quien le narró algunas de las cosas sufridas en prisión, y su deseo de reunirse con su esposa e hijas, que siguen en Nicaragua.

Para la familia de Silvia Nadine, fue una gran bendición que su hermana, que está en Estados Unidos, viva muy cerca del aeropuerto Dulles, en donde aterrizó el avión con los desterrados. Cuando finalmente pudo hablar con su mamá, le dijo que nunca perdieron la esperanza, que estaban completamente seguras que ella iba a recuperar su libertad, y que volverían a verse.

“Ahora solo falta que nos abracemos en persona. Estábamos felices, llorando, pero con mucha paz. Yo la vi a ella con mucha paz y con una energía increíble. Que no esté sola, porque está con mi hermana en Estados Unidos, es un gran alivio” para todos nosotros, aseveró.

Por su parte, Andrea Margarita sintió que se quitó un gran peso de encima al saber que su hijo ya no estaba preso. “Fue incorrecto que les quitaran la nacionalidad, pero están libres, y mientras haya libertad, habrá oportunidad. Pude hablar con él hasta en la noche. Ese día estuve tan feliz, que no lloré. Sé que en algún momento voy a llorar, pero hasta ahora, solo he sentido alegría”.

¿“Apátridas”, nosotras?

Tanto Silvia Nadine Gutiérrez como Dulce María Porras, fueron incluidas en la infame lista de 94 nicaragüenses a los que el régimen pretende despojar de su nacionalidad.

Silvia Nadine recuerda que su mamá fue quien le comunicó la noticia del despojo de su nacionalidad, y cómo le impactó el hecho que, además de quitarle la nacionalidad, la hayan juzgado, declarado ‘prófuga de la justicia’, y ordenado que le quitaran sus bienes, lo que considera “una locura total”.

“Yo soy nicaragüense, y siempre lo voy a ser. Como todo lo que hacen ellos es ilegítimo, no voy a aceptar que me quiten mi nacionalidad. Ellos son una pareja de dictadores que juegan con las leyes como ellos quieren, pero yo nací en Nicaragua. Mis padres son nicaragüenses, por lo tanto, yo también”, añadió.

Con respecto a los bienes, confiesa que le duele que puedan quitarle aquello por lo que se había esforzado, y aunque se muestra segura de que “todo se va a recuperar”, admite que “siempre duele un poco. Yo sé que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo van a pagar. Lo que están haciendo no va a quedar en la impunidad. Van a pagar por todo el daño que le están haciendo a todos los nicaragüenses. La justicia va a llegar. De eso estoy segura”.

Dulce María destaca que hay nueve jinotepinos en la lista, lo que a su criterio, confirma que hay una saña especial en contra de los caraceños. “Que quieran robarse mi casa y quitarme mi nacionalidad, no me asusta, viniendo de ese par de maniáticos”, asegura, aunque luego reflexiona que “no me han aprobado el refugio en Costa Rica, y ahora esto”.

Con todo, se promete “ser fuerte, y no bajar la cabeza, porque lo que quieren es vernos derrotados. Seguiré dando la pelea. Seguiré en la lucha. Nada me va a detener”.


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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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