
4 de mayo 2025
PUBLICIDAD 4D
PUBLICIDAD 5D
La cena en la víspera, la misa en la Basílica de San Pedro, la procesión de los cardenales, “todos fuera”, las votaciones (y oraciones) y más detalles
Un total de 133 cardenales se encerrarán en la Capilla Sixtina para elegir al sucesor del papa Francisco. // Fotos: Agencias | Collage: CONFIDENCIAL
Poco ha cambiado a lo largo de las décadas en el estricto ceremonial del cónclave, el ritual por el que los cardenales electores, “guiados por el Espíritu Santo” y aislados del mundo, se encerrarán el 7 de mayo de 2025 en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo papa.
Todas las partes, desde las oraciones que rezan los purpurados hasta el número de votaciones que celebran cada día para designar al nuevo pontífice, conforman el estricto ceremonial del cónclave, del latín ‘cum clave’ (con llave).
La tradición dicta que todos los cardenales electores, que en este caso serán 133 tras dos bajas, se trasladarán la tarde anterior (el 6 de mayo) al inicio del cónclave a la Casa de Santa Marta, la residencia en el interior del Vaticano donde vivió Francisco, para cenar juntos. Desde ese momento permanecerán aislados del mundo, totalmente incomunicados.
A la mañana siguiente, 08:00 (GMT) del 7 de mayo, el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, celebrará la misa “pro eligendo Papa”, abierta a todos los fieles en la basílica de San Pedro.
Por la tarde (14:30 GMT) los cardenales electores irán en procesión a la Capilla Sixtina, invocando la asistencia del Espíritu Santo con el canto del Veni Creator.
Al final del juramento dentro de la Capilla Sixtina, el maestro de las Celebraciones Litúrgicas, Diego Ravelli, proclamará el ‘Extra omnes’ (todos fuera) y se cerrarán las puertas. Sólo los cardenales electores permanecen dentro. Entonces se procederá a una primera votación que podría empezar a indicar el rumbo de la elección.
Los cardenales votarán dos veces por la mañana (inmediatamente después del laudes) y dos veces por la tarde (a partir de las 16.00 hora local, 14.00 GMT). Actualmente hay 133 cardenales electores y se necesitan dos tercios de los votos para ser elegido sucesor de Pedro.
Los Maestros de Ceremonias dan al menos dos o tres papeletas en blanco a cada elector y salen de la Capilla Sixtina. Cada cardenal llena en secreto la papeleta, escribiendo “claramente, con una letra lo más reconocible posible, el nombre de la persona que elige”. Después, dobla la papeleta por la mitad y, sosteniéndola en alto y claramente visible, se dirige al altar, cerca del cual se encuentran los tres escrutadores.
El cardenal jura: “Invoco a Cristo el Señor, que me juzgará, por testigo de que mi voto se da a quien, según Dios, creo que debe ser elegido”. Coloca la papeleta en un plato y la desliza dentro de una cáliz, utilizado como urna. Se inclina ante el altar y regresa a su asiento
Al final de la votación, el primer escrutador sacude la urna varias veces para mezclar las papeletas y el tercer escrutador transfiere las papeletas, una por una, a otro cáliz. Si el número de papeletas corresponde al número total de electores, se procede al recuento.
Los escrutadores se sientan en una mesa colocada delante del altar. El primer escrutador abre una tarjeta y lee el nombre. El segundo repite el procedimiento. El tercer escrutador anota el nombre y lo lee en voz alta, luego perfora las tarjetas con una aguja y las une todas con un hilo.
El Camarlengo recoge las notas y redacta un acta con el resultado. Todos los papeles se queman en la estufa, con un aditivo químico para cambiar el color del “humo”.
Durante el cónclave, los cardenales celebrarán cada día la misa y luego se trasladarán a la Capilla Sixtina, donde a las 9:00 hora local (7:00 GMT) rezarán el ‘laudes’. Después de la segunda votación de la tarde, los electores rezarán las vísperas.
Cada dos votaciones, las papeletas en las que los cardenales han escrito su candidato se queman en una estufa dentro de la Capilla Sixtina y el humo sale de una chimenea situada en el tejado de la misma, alrededor de las 12:00 hora local (10:00 GMT) y de las 19:00 hora local (17:00 GMT). Pero el humo podría salir antes de esas horas, lo que significaría que se ha elegido papa en la primera votación de cada turno.
Una vez realizada la elección, saldrá humo blanco de la chimenea y al mismo tiempo sonarán seis campanas de San Pedro en señal de celebración.
En la sacristía de la Capilla Sixtina se prepara una sala con los vestidos del nuevo pontífice de varias tallas. Se trata de la “sala de las lágrimas”, llamada así porque es el lugar donde el elegido desahoga la emoción que ha contenido hasta ese momento.
El cónclave está estipulado minuciosamente y es orquestado por varios prelados que pondrán rostro y voz a la ceremonia dentro y fuera de la Capilla Sixtina.
Con la muerte o renuncia de un pontífice, la Santa Sede entra en una fase conocida como ‘sede vacante’ en la que, según exige la legislación canónica, “nada se ha de innovar”, todo se paraliza hasta que los cardenales eligen un sucesor.
Entonces entra en escena un cardenal especial: el camarlengo, de designación papal y con el objetivo de “cuidar y administrar los bienes y derechos temporales de la Sede Apostólica” en ese tiempo.
Francisco designó en febrero de 2019 al purpurado estadounidense Kevin Joseph Farrell, que además podrá votar y hasta ser elegido papa en el cónclave por tener menos de 80 años (77).
Farrell tuvo que constatar y anunciar al mundo la defunción el 21 de abril del pontífice argentino, así como sellar su apartamento para que nadie acceda a sus documentos y organizar su funeral.
Es, en resumidas cuentas, el gobernador de la Santa Sede en este periodo ‘interregno’ hasta que se elija a un sucesor, pero además deberá vigilar atentamente para que no se viole en modo alguno el carácter reservado de lo que sucede en la Capilla Sixtina”, según la Constitución Apostólica ‘Universi Dominici Gregis’.
El italiano Giovanni Battista Re fue nombrado en este cargo en enero de 2020 por el resto de purpurados de la Orden de Obispos y validado por Francisco. Su deber primero es encabezar el Colegio Cardenalicio y, por eso, es un referente entre los participantes del cónclave, Re ofició el funeral del papa argentino y hará lo mismo en la misa ‘Pro eligendo pontifice’ antes del acceso a la Capilla Sixtina.
Es el responsable de dirigir los ritos y liturgias en los papas. Actualmente el cargo es desempeñado por el arzobispo italiano Diego Giovanni Ravelli. Será él quien pronuncie la fórmula ‘Extra omnes’ (fuera todos), para expulsar de la Capilla Sixtina a todo aquel que no vista la púrpura y no sea elector (menor de 80 años), garantizando así su total confidencialidad. Él también tendrá que abandonar el recinto al no ser cardenal.
El cardenal que presidirá desde dentro el cónclave será el más anciano de la Orden de los Obispos: Pietro Parolin, secretario de Estado de Francisco y considerado uno de los ‘papables’. Cuando un candidato alcance los dos tercios de los votos y sea elegido papa, será él quien le pregunte si acepta el poder con la fórmula en latín: ‘Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem?” (¿Aceptas tu elección canónica a Sumo Pontífice?). En caso de que el elegido sea el propio Parolin, la pregunta se la haría el cardenal Fernando Filoni.
La Capilla Sixtina permanecerá cerrada y vigilada por la Guardia Suiza mientras los cardenales, en su interior, debaten o votan. La mano que abrirá y cerrará con llave sus portones cuando se requiera será la del cardenal indio George Jacob Koovakad, el último de la Orden de los Diáconos.
El cardenal protodiácono será el encargado de anunciar al mundo que el cónclave ya ha elegido un nuevo papa, justo después de que los propios cardenales lo hagan con el humo de sus votos quemados en una estufa dentro de la Sixtina. En esta ocasión, la voz que dará la vuelta al planeta será del francés Dominique Mamberti.
PUBLICIDAD 3M
Agencia de noticias internacional con sede en Madrid, España. Fundada en Burgos durante la guerra civil española en enero de 1939.
PUBLICIDAD 3D