En la Zona 1 de la Ciudad de Guatemala transcurría la mañana de jueves con bastante normalidad. Allí en el casco histórico de la capital no había bullicio de parlantes, banderas ondeando ni simpatizantes de partidos políticos pidiendo voto para sus candidatos, solo personas trabajando, concentradas en sus labores y su día a día.
A pesar de que faltaban pocos días para las elecciones presidenciales, la pregunta de por quién votarían parecía sorprender e incomodar a muchos. Indecisos, confusos, desorientados, dijeron sentirse los ciudadanos ante una contienda en la que compiten 19 aspirantes por la presidencia y de la que quedaron fuera, apenas hace pocas semanas, varios candidatos, entre los cuales destacaron dos mujeres que se ubicaban entre las primeras posiciones en las encuestas: Zury Ríos, cuya candidatura fue rechazada por ser hija del dictador Efraín Ríos Montt; y Thelma Aldana, ex fiscal general y con una orden de captura por los delitos de peculado, falsedad ideológica y defraudación tributaria.
Aldana, percibida como la candidata insigne del combate de la corrupción por su trabajo al frente del Ministerio Público del 2014 al 2018 y hoy en Estados Unidos, ha dicho que la acusación fue una maniobra de quienes buscaban impedir su candidatura.
“El hecho de que la candidatura de Aldana fuera revocada a tan solo un mes de la elección junto con la candidatura de Ríos, quien probablemente representaba la opción más fuerte del status quo, ha generado un escenario electoral bastante volátil porque hasta hace un mes se configuró el escenario real de quiénes participarían y quiénes no y ha sido solo hasta en el último mes que el electorado ha podido tener un escenario claro de qué candidato realmente participaría. Al momento de ser inhabilitadas, ambas candidatas representaban uno 25% de intención de votos, lo cual quiere decir que una cuarta parte del electorado quedó huérfano. Si sumamos eso al hecho de que, hoy en día, hay otro 20% de indecisos, nos damos cuenta de que casi la mitad de los guatemaltecos que asistirán a votar tienen dudas sobre por quién emitirán su sufragio”, detalla Phillip Chicola, director del Área Política de la Fundación Libertad y Desarrollo.
Salió Aldana del escenario electoral y sale pronto también del país la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), la entidad anti corrupción que empezó a trabajar en el país desde el año 2007, producto de un acuerdo entre el Estado guatemalteco y Naciones Unidas con el fin de fortalecer las instituciones públicas.
Durante doce años, la CICIG presentó cien casos, muchos de los cuales involucraban a figuras políticas y económicas poderosas, incluyendo ex mandatarios, empresarios y narcotraficantes, pero el actual presidente Jimmy Morales decidió ponerle fin: declaró non grato al jefe de la misión, el comisionado Iván Velásquez, y a otros funcionarios y decidió no renovar el mandato de la Comisión, que culmina el 3 de septiembre próximo.
Según una encuesta del diario local Prensa Libre, el 72% de la población está de acuerdo con que la CICIG permanezca en Guatemala. Sin embargo, sin la presencia de Aldana en la papeleta como la candidata que tenía posibilidades de llegar a la presidencia y que respaldaba plenamente su continuidad, el destino de la Comisión parece ser el de la extinción, puesto que la mayoría de los candidatos aún en la competencia son “antiCiCIG”.
El ex canciller y analista político Edgar Gutiérrez expresa que se vive un momento “desesperanzador” en Guatemala. “El aparato de gobierno perdió las pocas capacidades de prestar servicios básicos. Las redes criminales se han enraizado en territorios cada vez más extensos, incluso, sin rubor, lanzan sus propios candidatos a ocupar cargos de alcaldes, diputados y presidente. Agobiada, más y más gente, en grupos familiares, migra hacia Estados Unidos, a pesar de los riesgos y de las acciones hostiles del presidente Trump. Las elecciones no son una salida a la crisis, sino una extensión de la crisis”, argumenta. A la migración, la inseguridad y la pobreza, se suma como agravante la corrupción: “Estamos pasando por momentos difíciles, mucha deuda, mucha corrupción y para los pobres no hay nada, los dejan en el olvido”, se queja Viviana, vendedora de frutas en la Zona 1 y quien comenta que todavía no tiene candidato por quien votar.
La configuración de las elecciones de este domingo 16 de junio parecen ser el anuncio de un balance de fuerzas nuevamente favorable para las élites y el poder tradicionales, coinciden Gutiérrez y el periodista director del medio independiente ‘Nómada’ Martín Rodríguez. Es “una legitimación mayoritaria de lo que conocemos como la alianza criminal o pacto de corruptos, en donde están políticos corruptos, jueces corruptos, militares corruptos, empresarios corruptos y crimen organizado, que son los que dominan las instituciones de Guatemala de momento y están en contra ofensiva contra la CICIG y sus esfuerzos por transparentar el Estado, descapturarlo y democratizarlo”, agrega.
Alejandro Giammattei, candidato presidencial de Vamos y quien se ubica en segundo lugar en intención de votos según los sondeos, se encuentra del otro lado de la acera. Dice que la CICIG “no funcionó”. “No se puede renovar algo que se acabó, no se puede, es un principio jurídico. (Si) se acabó, se acabó”, contesta al preguntársele sobre la posibilidad de renovar el mandato de ésta. Alega que la CICIG hizo cosas buenas, pero también cosas malas y considera que hubo una persecución ideológica contra ciertos grupos. “Yo fui perseguido por la CICIG, me metieron en la cárcel, mi caso fue sobreseído. Me acusaron de una injusticia, hice un libro, desbaraté el caso. Fui la primera persona que quedó libre de una acusación de la CICIG y, sin embargo, no le hablo con mi hígado cuando hablo de la CICIG”, asegura y enseguida agrega que, de llegar a la presidencia, sí combatirá la corrupción fortaleciendo al Ministerio Público, por ejemplo.
“Yo no voy a ser tapadera de cloaca de nadie”, asegura Giammattei. Gutiérrez explica que si bien los aspirantes que encabezan las encuestas ofrecen ‘lucha frontal contra la corrupción’, estas promesas “no son creíbles porque se conocen sus ejecutorias y sus círculos de influencia”. Es el sentir de Viviana también: “Ninguno nos convence, son muchas las promesas que hacen, pero pocas las que puedan cumplir”, apunta. “Todos tienen el discurso de que la lucha contra la corrupción seguirá, pero, claramente, cuando se tocó el sistema a lo profundo ya no gustó y por eso no apoyan que la CICIG se mantenga”, agrega Laysa Palomo, directora de Comunicación y Prensa de la Fundación Libertad y Desarrollo.
A pesar de que el fin de la CICIG parece inminente, para los entrevistados, existe un legado que deja esta entidad y que repercutirá de manera positiva en el futuro. “El principal legado que la Comisión le deja a Guatemala es haber demostrado, a través de los múltiples casos que hemos presentado ante la Justicia, junto al Ministerio Público, que nadie es superior a la ley, que, si realmente se quiere construir una democracia de calidad, lo principal es respetar el Estado de Derecho y que nadie debe estar por encima de éste”, dice Matías Ponce, portavoz de la CICIG.
También Gutiérrez, por su parte, predice de forma optimista: “El futuro no volverá a ser como el pasado porque la sociedad fue testigo de que es posible lo que parecía imposible. Claro que es frustrante que el estatus quo vuelva por sus fueros. Por eso, en el futuro, los candidatos que jalarán los votos serán los antisistema”, dice.
En medio de este panorama complejo y poco alentador, “la población tiene voluntad de votar, pero está desorientada”, asegura Gutiérrez. “Son 24 partidos participando (de los cuales 19 presentaron propuestas presidenciales), la mayoría desconocidos. Es una sopa de letras ininteligible”, concluyó.
8.1 millones de guatemaltecos están llamados a votar en estas elecciones para escoger al presidente, vicepresidente, diputados y alcaldes. De no conseguir ningún candidato la mitad de los votos válidos más uno en la primera vuelta, una segunda ronda se llevaría a cabo el 11 de agosto.