Son las 6 de la tarde pasadas de este día de elecciones histórico, y la sede del FMLN ya es pura pesadumbre. La Casona, como le dicen al edificio regio que el partido tiene sobre la avenida Jerusalén, en la exclusiva colonia Escalón de la capital, alberga ahora en su interior a Hugo Martínez, a Karina Sosa y a buena parte de la Comisión Política. Están en el segundo nivel, encerrados, pero los carros de lujo de los estacionamientos delatan su presencia: Toyota Land Cruiser, Jeep Cherokee, Mitsubishi Nativa, Toyota Prado…
―Somos el único partido de izquierda que estaba en la contienda –dirá Hugo dentro de tres horas, durante la conferencia de aceptación de su derrota.
―Tienen ante ustedes a un hombre y a una mujer que son dos guerreros de la vida y de un proceso histórico como el que únicamente representa el FMLN –apostillará Karina.
Yo estoy dentro de la Casona por error, creo. Me vine temprano para tratar de medir la presentida derrota efemelenista y me dejaron entrar en el edificio, intuyo, porque me confundieron con alguien de las dos docenas de invitados extranjeros llegados a observar los comicios. Durante las próximas tres horas esto será un funeral.
El FMLN no sólo perdió el Ejecutivo este 3 de febrero de 2019. No se trata de una simple derrota electoral, algo lógico y hasta saludable en toda democracia. El Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional sufrirá esta noche un desastre, una catástrofe, una debacle. El mismo partido que cosechó 1,500,000 votos hace cinco años hoy no alcanzará los 400,000. De contar con más del 50 % del apoyo de los salvadoreños bajará al 13 %.
Lo anunciaron las encuestas con sorprendente tino, y lo dejó entrever el batacazo de las legislativas del año pasado, que convirtió al Frente en una fuerza política irrelevante en la Asamblea Legislativa. Pero esos sonoros avisos se trataron de combatir con discursos endogámicos y con hashtag tipo #HugoEnRemontada y #80MilEnBatalla, como si eso fuera suficiente.
La secuencia es terrorífica:
Año 2014, presidenciales: 1,495,815 votos.
Año 2015, legislativas: 847,289 votos.
Año 2018, legislativas: 521,257 votos.
Año 2019, presidenciales: unos 372,000 votos.
―¡Viva el FMLN! –gritará Hugo en la conferencia, antes de dar las buenas noches.
Pero aún falta. Y la Casona es un vaivén de militantes que no sabe muy bien qué hacer, porque ya han comenzado a hacerse públicos los primeros datos oficiales. Caras largas, miradas perdidas, conversaciones en voz baja…
Llega la cena. Hot dogs traídos de las gasolineras Alba Petróleos. Pero hay más raciones que gente. Quizá en verdad alguien creía el cuento ese de la remontada. Al poco baja una empleada del partido con una amplia bandeja sobre un hombro. “Hay sandwichitos para llevar, para llevar”, dice.
Aparece la diputada Nidia Díaz, más seria que lo habitual. Sólo baja las escaleras con dificultad y vuelve a subirlas ídem. Cabizbaja. No dice nada. Nadie le pregunta nada. Un viejo afiche del partido con el rostro también serio de Schafik Handal lo observa todo desde una pared del cubículo de recepción.
―Este pueblo es bastante malagradecido... –me dice Raúl Ardón, del Movimiento Fuerza Ciudadana, una de las estructuras de apoyo territorial a Hugo y Karina.
Ardón (1967, 26 de octubre) lleva fajándose por el FMLN desde las elecciones de 1994. Tiene un puesto en la junta del Banco de El Salvador (BANDESAL, un banco público), pero se jacta de ir a las reuniones de junta en bus, en la Ruta 52.
―Este pueblo es bastante malagradecido –dice–, pero hay que reconocer que el partido ha cometido muchos errores. ¡Fueron cagadales!
El candidato que hoy ganará las presidenciales con la mayor votación jamás obtenida por un candidato en primera vuelta es alguien que el FMLN expulsó de sus filas.
Al fin dejan entrar en la Casona a los demás periodistas, señal de que Hugo y Karina se echarán en breve el trago amargo de la conferencia de prensa. Nadie los acompaña. Ni un solo miembro de la Comisión Política detrás de la pareja, que le apuesta a un discurso de autocomplacencia muy poco acorde con la debacle que a esta hora, las 9 y media de la noche, ya está consumada.
A un costado de ambos, un afiche gigantesco dice ‘Por un país mejor’, uno de los lemas de la campaña de Hugo. Cientos de miles de salvadoreños se lo tomaron hoy como una consigna y fueron a votar, sólo que en sus cabezas ese país mejor pasaba por expulsar al FMLN del gobierno y por convertir ese partido histórico en una fuerza política irrelevante.
―¡Que viva el FMLN! –grita Karina para poner punto y final a la conferencia.
Al poco, los choferes de las Prado, las Nativas y las Cherokees se llevarán a sus dueños lejos de la Casona.