
1 de enero 2019
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El mandatario indicó que no se puede dejar que “ideologías nefastas dividan a los brasileños” y “destruyan” a las familias.
El nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro (c) , su esposa Michele (i), y el expresidente Michel Temer (d) durante una ceremonia celebrada hoy en el Palacio de Planalto, Brasilia (Brasil), en la que Bolsonaro recibió la banda presidencial de parte de su predecesor. EFE/ Marcelo Sayão
El nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, afirmó este primero de enero que, con su investidura como jefe de Estado, el país comienza a “liberarse del socialismo, de la inversión de valores y de lo políticamente correcto”.
El líder de la emergente ultraderecha brasileña, quien ganó las elecciones del pasado octubre frente al progresista Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), se pronunció en esos términos frente a un multitud que le aclamaba a las puertas del Palacio presidencial de Planalto.
Según Bolsonaro, las elecciones de octubre “le dieron voz a quien no era oído” y le pusieron “al frente de la Nación” para servir a la “Patria”, a “Dios” y a todo el pueblo brasileño.
El mandatario indicó que “aún hay muchos desafíos por delante” y que no se puede dejar que “ideologías nefastas dividan a los brasileños” y “destruyan” a las familias.
En este sentido, se comprometió a “restablecer los valores éticos y morales” y acabar con la “corrupción”, los “privilegios” y las ventajas” ilícitas, para que “el Gobierno y la economía sirvan de verdad a toda la Nación”.
“Todo lo que propusimos y todo lo que haremos tiene un propósito común e innegociable que son los intereses de los brasileños en primer lugar”, añadió.
En medio de su pronunciamiento, Bolsonaro, un capitán de la reserva del Ejército y nostálgico de la dictadura militar (1964-1985), sacó de uno de los bolsillos de su traje una bandera de Brasil y la ondeó ante la muchedumbre que gritaba “mito, mito, mito”, como sus simpatizantes le apodan.
“Esta es nuestra bandera, que jamás será roja. Solo será roja, si es necesario, con nuestra sangre para mantenerla verde y amarilla”, expresó al término de su discurso.
Instantes antes, reiteró que el “gran desafío” durante su Gobierno será “enfrentar los efectos de la crisis económica, el desempleo récord” y la “deconstrucción de la familia”.
“El brasileño puede y debe soñar con una vida mejor”, apuntó y agregó que impulsará las “transformaciones” que necesita el país por medio de la explotación de los “recursos minerales” y de las “tierras fértiles bendecidas por Dios y por el pueblo”.
“Tenemos una gran Nación para reconstruir”, manifestó.
Sobre política exterior, dijo que expulsará “el perfil ideológico” de las relaciones internacionales.
“Vamos en busca de un nuevo tiempo para Brasil y los brasileños. Por mucho tiempo se atendió a intereses partidarios y no de los brasileños, vamos a restablecer el orden en este país”, exclamó para volver a citar su lema: “Brasil encima de todo y Dios por encima de todos”.
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